▷ Sabiduría mensual que puede leer en pocos minutos. Añada nuestra revista gratuita a su bandeja de entrada.

Apostolado en la Teología Dogmática

▷ Regístrate Gratis a Nuestra Revista

Algunos beneficios de registrarse en nuestra revista:

  • El registro te permite consultar todos los contenidos y archivos de Lawi desde nuestra página web y aplicaciones móviles, incluyendo la app de Substack.
  • Registro (suscripción) gratis, en 1 solo paso.
  • Sin publicidad ni ad tracking. Y puedes cancelar cuando quieras.
  • Sin necesidad de recordar contraseñas: con un link ya podrás acceder a todos los contenidos.
  • Valoramos tu tiempo: Recibirás sólo 1 número de la revista al mes, con un resumen de lo último, para que no te pierdas nada importante
  • El contenido de este sitio es obra de 23 autores. Tu registro es una forma de sentirse valorados.

Apostolado en la Teología Dogmática

Este elemento es una expansión del contenido de los cursos y guías de Lawi. Ofrece hechos, comentarios y análisis sobre este tema.

🙂 ▷ Ciencias Sociales y Humanas » Inicio de la Plataforma Digital » Z A » Apostolado en la Teología Dogmática

Apostolado en la Teología Dogmática en Relación a Teología

En este contexto, a efectos históricos puede ser de interés lo siguiente: [1] TEOLOGÍA DOGMÁTICA. 1. Origen bíblico e historia posterior del término. El sustantivo apostolado deriva de las voces griegas apostole, apóstolós, apostello, frecuentemente usadas en el Nuevo Testamento con el sentido preciso de «enviado», «enviar» con un encargo o misión; sentido con el que no se usan en el griego literario, excepto Heródoto y Flavio Josefo que emplean un lenguaje popular. De manera expresa se denomina apóstol en el Nuevo Testamento a cada uno de los Doce escogidos por Cristo para realizar la Iglesia (Mt 10, 2) y a San Pablo (Rom 11, 13), quien a su vez extiende la expresión frecuentemente a «los otros apóstoles y los hermanos del Señor» (1 Cor 9, 5), así como también se refiere explícitamente al carisma del apostolado (p. ej., 1 Cor 12, 28; Eph 4, 11). Los Setenta, en la versión griega del apostolado T., no usan apóstolos nunca (sólo Aquila y Simmaco, en el siglo II, la introducen en 1 Reg 14, 6, con un sentido que apunta a la acepción cristiana); en cambio, utilizan el verbo apostello para traducir el hebreo sálah, «enviar» con un sentido más genérico que en el Nuevo Testamento (Dt 22, 7; Ps 78, 49; ler 29, 31; Bar 2, 30; Cant 4, 13; 1 Mach 2, 15; 2 Mach 3, 7).
El término apóstol comienza, pues, a ser aplicado y extendido en la Iglesia, con un sentido original y propio del Nuevo Testamento, para designar al emisario, al delegado, al que hace de embajador o plenipotenciario del mensaje cristiano (lo 13, 16; 2 Cor 8, 23; Philp 2, 25). También se usa con el significado de testigo o persona que atestigua y da testimonio (Mt 10, 2; Act 1, 26; 2, 37, etc.; 1 Cor 15, 7; Apc 21, 14). Otras veces se utiliza para designar a los predicadores del Evangelio (Rom 16, 7; 1 Cor 12, 28; Eph 2, 20; 3, 5; 4, 11).
La principal referencia está en la epístola a los Hebreos: «por tanto, hermanos santos, partícipes de una vocación celestial, considerad al apóstol y Sumo Sacerdote de nuestra fe, a Jesús, que es fiel al que le instituyó, como lo fue Moisés en toda su casa» (Heb 3, 1-2).Entre las Líneas En este texto, en efecto, puede encontrarse el origen, la raíz común, la razón de ser y la naturaleza de todas las actividades a las que convienen los términos apostolado, apóstoles, apostolicidad, etc. Cristo, enviado del Padre («apóstol. de nuestra fe»), al cumplir su misión con fidelidad («es fiel al que le instituyó» apóstol) da origen a que «toda la actividad del Cuerpo Místico» (véase, si se desea, más sobre este último termino en la plataforma general) sea actividad apostólica (los cristianos se hacen «partícipes de una vocación celestial»), que consiste en «propagar el Reino de. Cristo en toda la tierra para la gloria de Dios Padre, y hacer así a todos los hombres partícipes de la redención salvadora, y por medio de ellos ordenar realmente todo el universo hacia Cristo» (Conc. Vaticano II, Decr. Apostolicam Actuositatem, 2). El apostolado es, pues, actividad del Cuerpo de Cristo que es la Iglesia; cumplimiento cristiano de una misión recibida de Dios; cualidad Cristiana que hace del bautizado un apóstol. El protoapostolado radica en la misión del Verbo encarnado, que comunica su mensaje y envía a los «apóstoles» en los cuales están significadas de un lado la totalidad de la Iglesia y de otro la concreta misión jerárquica. Aquí vamos a tratar del apostolado en su sentido amplio y general, como misión de la totalidad de la Iglesia, distinta de la concreta misión jerárquica, que tiene un objeto (las funciones propias de la jerarquía eclesiástica; v.) y unos sujetos (Apóstoles, Obispos, Presbíteros; v.) diferentes de la misión apostólica general de la Iglesia, aunque dentro de ella. No tratamos aquí, pues, de la llamada Apostolicidad de la Iglesia, como nota distintiva de la misma que comprende su estructura jerárquica, es decir, la sucesión de la misión jerárquica de los doce Apóstoles (para ello, V. IGLESIA II, 5, y SUCESIÓN APOSTÓLICA).
En el Nuevo Testamento lo apostólico y el apostolado en general, están referidos, pues, a todos aquellos que reciben una misión de Cristo consistente en construir la Iglesia (véase en esta plataforma: REDENCIÓN; SOTERIOLOGÍA); misión que arranca de la de Cristo y de la del Espíritu Santo. (véase, si se desea, más sobre este último termino en la plataforma general), entre las que media la Resurrección y la Ascensión. No tiene nada de extraño que San Pablo extienda la idea de apostolado a todos cuantos proclaman con su vida la verdad de la Buena Nueva traída por Cristo y que no limite el concepto a los Doce (véase en esta plataforma: APósTOLES), a los estrictamente llamados a formar la primera jerarquía. Y ese apostolado, que también es llamado diaconía (función, ministerio), es una realidad viva que se transmite no «por mediación del hombre» (Cal 1, 1).
Durante la época patrística -debido especialmente a la necesidad de distinguir lo que fue auténtica enseñanza de los Doce, de las falsas enseñanzas del gnosticismo (véase, si se desea, más sobre este último termino en la plataforma general)-, se emplea el término en relación con los Apóstoles, y así serán iglesias apostólicas las iglesias o comunidades cristianas directamente fundadas por uno de los Apóstoles. Ya, sin embargo, desde la Edad Media comienza a aplicarse la idea de apostolado a la vida apostólica que es la vida de imitación de Jesucristo, y no tan sólo la idea de evangelizar a los no creyentes. Desde el siglo Xvi se comprende que imitar a Jesucristo equivale a participar de su vida y de su misión redentora y salvadora entre los hombres. Se retorna, por tanto, a la primitiva idea de apostolado como actitud cristiana que encuentra su raíz en la misión de Cristo.
2. El apostolado en general. La raíz que conduce a comprender su realidad se encuentra, pues, en primer lugar, en la Cristología.Si, Pero: Pero son inseparables el Verbo encarnado de su obra, la Iglesia; por tanto, es desde una consideración cristológica y eclesiológica como únicamente es abarcable la realidad apostólica. La ya larga vida de la Iglesia y los estudios eclesiológicos, llevados a cabo desde antes del Concilio Vaticano I, pero especialmente con ocasión del Vaticano II, permiten hoy considerar la realidad del apostolado de un modo más completo. El Vaticano II es un excelente punto de partida para considerar la realidad eclesial del apostolado cristiano, que como «fenómeno pastoral» siempre ha tenido lugar en la vida interna y externa de la Iglesia, aunque la reflexión teológica no mantuviera sobre 61 una particular atención en alguna época concreta de la historia.
Desde este punto de vista es importante tener en cuenta que «todos los fieles, desde el Papa al último bautizado, participan de la misma vocación, de la misma fe, del mismo Espíritu, de la misma gracia. Todos participan activa y corresponsablemente -dentro de la necesaria pluralidad de ministerios- en la única misión de Cristo y de la Iglesia» (A. del Portillo, Fieles y laicos en la Iglesia, Pamplona 1969, p. 38). Esa igualdad radical de todos los bautizados arranca de la igualdad de su consagración bautismal (véase en esta plataforma: BAUTISMO III). «El Hijo de Dios, en la naturaleza humana unida a Sí, al triunfar de la muerte con su muerte y resurrección, redimió al hombre y lo transformó en criatura nueva (cfr. Gal 6, 15; 2 Cor 5, 17). Y cuando comunicó el Espíritu Santo a sus hermanos, llamados de entre toda la gente, hizo místicamente de ellos como su cuerpo.Entre las Líneas En ese cuerpo la vida de Cristo se comunica a los creyentes que se unen misteriosa y realmente por medio de los sacramentos a Cristo paciente y glorificado.Entre las Líneas En efecto, por el Bautismo nos configuramos con Cristo: `Pues hemos sido bautizados todos nosotros en un solo Espíritu para no ser más que un solo cuerpo’ (1 Cor 12, 13)» (Const. Lumen gentium, 7). Y en todo el cap. II de la Lumen gentium se insiste en la igualdad radical de todos los bautizados que les lleva a estar «destinados al culto de la religión cristiana; y, hechos hijos de Dios por la regeneración, tienen el deber de confesar ante los hombres la fe que recibieron de Dios a través de la Iglesia» (no 11). De manera más explícita se hace alusión a que es toda la Iglesia la que goza del carisma del apostolado en el Decr. Ad gentes (no 2-5) del mismo Vaticano II. El razonamiento eclesiológico que allí se hace, como fundamento doctrinal y dogmático de la forma de apostolado, que históricamente ha venido designándose como actividad misional, es sencillo y luminoso: «Por su naturaleza, la Iglesia peregrina es misionera -equivale a decir, como hemos visto, apostólica-, pues tiene su origen, por designio de Dios Padre, en la misión del Hijo y én la misión del Espíritu Santo» (no 2).
Con frecuencia la actividad apostólica y el apostolado se suelen poner en relación con el mandato que constituye a los doce Apóstoles en jerarquía (Mt 28, 19-20; Me 16, 15-16, y Io 20, 21-23).

▷ En este Día de 25 Abril (1809): Firma del Tratado de Amritsar
Charles T. Metcalfe, representante de la Compañía Británica de las Indias Orientales, y Ranjit Singh, jefe del reino sij del Punjab, firmaron el Tratado de Amritsar, que zanjó las relaciones indo-sijas durante una generación. Véase un análisis sobre las características del Sijismo o Sikhismo y sus Creencias, una religión profesada por 14 millones de indios, que viven principalmente en el Punjab. Los sijs creen en un único Dios (monoteísmo) que es el creador inmortal del universo (véase más) y que nunca se ha encarnado en ninguna forma, y en la igualdad de todos los seres humanos; el sijismo se opone firmemente a las divisiones de casta. Exatamente 17 años antes, la primera guillotina se erigió en la plaza de Grève de París para ejecutar a un salteador de caminos.
▷ Lo último (abril 2024)
Puntualización

Sin embargo, es importante observar que la misión apostólica de la Iglesia, según el Decr. Ad Gentes (no 5) se fundamenta en Me 3, 13: «Desde el principio, el Señor Jesús `llamó a Sí a los que Él quiso, e instituyó a doce para que estuvieran con Él y para enviarlos a predicar’ (Me 3, 13). Así, los Apóstoles fueron semilla del nuevo Israel y origen de la sagrada Jerarquía». Y solamente en un estadio ulterior es cuando aparece el mandato que constituye a los Apóstoles en Jerarquía, en los pasajes citados de Mt 28, 19-20, etc. Para nuestro razonamiento son claras estas palabras: «Por eso la Iglesia (toda la Iglesia) tiene el deber de propagar la fe y la salvación de Cristo (a. en sentido general) : en virtud de un mandato expreso que el orden de los Obispos, al que ayudan los Presbíteros, recibió de los Apóstoles, junto con el Sucesor de Pedro y Pastor Supremo de la Iglesia (misión apostólica de la jerarquía), y en virtud de la vida que Cristo infundió a sus miembros, `a partir de quien todo el cuerpo, compacto y unido por todos los ligamentos que lo unen y alimentan según la capacidad de cada miembro, crece y se fortalece en la caridad’ (Eph 4, 16) (misión apostólica de toda la Iglesia) » (Ad gentes, 5) . Esta transmisión de la vida de Cristo comunicada a su Cuerpo, la Iglesia, es la que origina la actividad apostólica de cada uno de los miembros, el apostolado de todos y cada uno de los fieles en tanto que fieles, es decir, no según las peculiaridades de la función jerárquica, sino según la realidad de su incorporación a Cristo mediante el Bautismo, condición que es común a todos los fieles, «desde el Papa al último de los bautizados» como decíamos antes.
Así, pues, la misión apostólica de la Iglesia -y de cada uno de sus miembros- tiene ontológicamente como dos momentos diferentes: los Apóstoles llamados por voluntad expresa de Cristo son, en primer lugar, semilla del nuevo Israel, origen de todo el Pueblo de Dios que es receptor de la misión total de la Iglesia; los Apóstoles, en un segundo momento, son llamados por el Señor a constituir, dentro de la totalidad del Pueblo de Dios, el orden de los Obispos, al que ayudan en su misión los presbíteros, en virtud de un mandato expreso de Cristo que lleva consigo unas peculiaridades concretas respecto de su apostolado específico. Radicalmente, por tanto, los Apóstoles son los primeros eslabones entre la misión del «Apóstol de nuestra fe» (Heb 3, 1-2, antes citado) y la misión de todo el Pueblo de Dios que es la totalidad de la Iglesia. Efectivamente, el mismo Vaticano II, al tratar de los laicos (véase, si se desea, más sobre este último termino en la plataforma general), señala que su apostolado -su misión peculiar- es «una participación en la misión misma de la Iglesia» (Lum. gent., 33) y no una participación en la misión de la Jerarquía (véase en esta plataforma: Misión de la Iglesia, en IGLESIA III, 3).
Respecto del apostolado en general, podemos afirmar, pues, cuanto se afirma respecto de la igualdad radical que se da en el Pueblo de Dios, a tenor de las afirmaciones sustanciales que se encuentran contenidas en el cap. II de la Const. Lumen gentium. «Uno de los frutos del Concilio ha sido poner de relieve aquello que es común a todos los fieles, a todos los miembros del Pueblo Sacerdotal de Dios, situando, dentro de esta unidad primaria y fundamental, la diversidad de funciones que existen dentro de la Iglesia: `Hay, pues, un único Pueblo de Dios elegido: un solo Señor, una sola fe, un solo Bautismo (Eph 4, 5); es común la dignidad de los miembros por su regeneración en Cristo, común la gracia de la adopción filial, común la llamada a la perfección, una sola salvación, una sola esperanza y una caridad indivisible. No hay, pues, ninguna desigualdad en Cristo y en la Iglesia -ni por la raza o nacionalidad, ni por la condición social o por el sexo-, porque no hay judío ni griego; no hay esclavo ni hombre libre; no hay varón ni mujer. Pues todos vosotros sois uno en Cristo Jesús (Gal 3, 28; cfr. Col. 3, 11)’. Y también: `Si bien algunos, por voluntad de Cristo, están puestos como doctores, dispensadores de los misterios y pastores para los demás, también es cierto que entre todos rige una verdadera igualdad en cuanto a la dignidad y la actividad común a todos los fieles para la edificación del Cuerpo de Cristo’ (Lum. gent., 32)» (A. del Portillo, o. c., p. 47).
3. Objeto y condiciones del apostolado. Aunque ya ha quedado sustancialmente afirmado que el apostolado tiende a identificarse con la misión total y única de la Iglesia, puede decirse de modo más preciso que el objeto del apostolado consiste en lograr «que la totalidad del mundo se integre en el Pueblo de Dios, Cuerpo del Señor, y templo del Espíritu Santo, y en Cristo, Cabeza de todos, se rinda al Creador universal y Padre todo honor y gloria» (Lum. gent., 17). Con otras palabras, el apostolado es aquella actividad que la Iglesia lleva a cabo por misión recibida de Cristo y del Espíritu Santo, encaminada a hacer presente la Vida y la Bondad divina en la humanidad y en la creación entera, hasta que llegue la consumación escatológica del Reino (1 Cor 15, 28; V. REINO DE DIOS).
El apostolado participa de la condición itinerante de los hombres. Dentro de la economía de la salvación, el apostolado es un ideal de encarnación (véase, si se desea, más sobre este último termino en la plataforma general), que consiste en llevar a su plenitud y endiosamiento todo lo terreno; es igualmente un ideal de redención (véase, si se desea, más sobre este último termino en la plataforma general) para vencer el mal y el pecado que hay en el mundo, al igual que Cristo vence desde la Cruz redentora; y es finalmente un ideal de transfiguración que únicamente se alcanzará en la resurrección (véase, si se desea, más sobre este último termino en la plataforma general) de toda carne y en la renovación escatológica del universo (véase en esta plataforma: ESCATOLOGÍA II y III). La apertura salvífica que supone el apostolado como actividad de la misión total de la Iglesia, entronca radicalmente con la apertura de la vida divina que tiene lugar en la misión del Verbo encarnado, que nos redime en la Cruz y en la Resurrección gloriosa y se transfigura en su Resurrección y Ascensión a los cielos; y la misión apostólica de la Iglesia, destinada a traer la paz al corazón del creyente, participa de la pasión y muerte como de la resurrección de Cristo. Aunque a ese objeto tienda finalmente el apostolado de la Iglesia, no puede entenderse que el apostolado solamente deba estar pendiente de esa plenitud de las almas y de los cuerpos, de la humanidad y del cosmos, en la que permanecen incluso las obras del trabajo humano (cfr. Gaudium el spes, 39), sino que posee unas condiciones que acompañan al ser de la Iglesia en la tierra. Las condiciones que fundamentalmente encontramos expresadas para el apostolado en el Vaticano II podrían ser éstas:
a) El apostolado es misión en el mundo: «La obra redentora de Cristo, aunque de por sí tiende a salvar a los hombres, se propone también la restauración de todo el orden temporal. Por ello, la misión de la Iglesia no es sólo ofrecer a los hombres el mensaje de Cristo y su gracia, sino también impregnar y perfeccionar todo el orden temporal con el espíritu evangélico» (Apostolicam Actuositatem, 5) (véase en esta plataforma: IGLESIA IV, 4; MUNDO in, 1).
b) El apostolado es misión histórica: El apostolado cristiano se encuentra enmarcado en la historia de la salvación (véase, si se desea, más sobre este último termino en la plataforma general), que mantiene una íntima relación con la historia humana. La acción apostólica debe inscribir en la historia y en las diversas culturas, cuyos valores propios y genuinos deben ser respetados, el dinamismo del misterio de la encarnación y del misterio de la Pascua del Señor (efr. Lum. gent., 17) (véase en esta plataforma: HISTORIA VI).
c) El apostolado es único y universal: El apostolado, por ser parte de la misión única de Cristo y de la Iglesia, participa también de esta condición radical, porque uno es el Señor, una es la fe, uno el Bautismo en Cristo, y uno también el término escatológico al que el apostolado tiende.Si, Pero: Pero unidad no equivale a uniformidad.

Basado en la experiencia de varios autores, mis opiniones y recomendaciones se expresarán a continuación (o en otros lugares de esta plataforma, respecto a las características y el futuro de esta cuestión):

Detalles

Las expresiones paulinas acerca de la Iglesia como Cuerpo de Cristo son bien elocuentes respecto de la unidad fundamental de la Iglesia, cuya Cabeza es el propio Cristo, y la diversidad de funciones que en la Iglesia, como organismo vivo, existen (efr. 1 Cor 12, 12 ss.). El apostolado es único pero no es uniforme. Aquí también puede aplicarse cuanto señala el Vaticano II respecto del pluralismo o variedad de funciones y de formas válidas en múltiples terrenos de la vida interna de la Iglesia: «con este criterio de actuación (los cristianos) manifestarán cada vez de modo más pleno la auténtica catolicidad, y al mismo tiempo la apostolicidad de la Iglesia» (Decr. Unitatis redintegratio, 4). La unidad fundamental y la pluralidad de funciones, de formas y de iniciativas apostólicas, hacen que el apostolado de la Iglesia sea también universal, católico. La Iglesia se dirige a todos los hombres «para salvarlos a todos» (1 Cor 9, 22); y es además el germen firmísimo de la unidad fundamental del género humano (cfr. Lum. gent., 1) (véase en esta plataforma: t. IGLESIA II, 2 y 4).
d) El apostolado es una condición fundamental de la ontología de la existencia cristiana: la gracia (véase, si se desea, más sobre este último termino en la plataforma general) es siempre esencialmente un don de caridad (véase, si se desea, más sobre este último termino en la plataforma general) que ha de revertir hacia el prójimo. El ser personal cristiano se realiza principalmente en la entrega a los demás (cfr. Ad gentes, 7).
e) El apostolado encuentra su raíz en la vida sacramental de la Iglesia: La incorporación al Pueblo de Dios (véase en esta plataforma: BAUTISmIo), el robustecimiento en la fe y la mayoría de la edad en Cristo (véase en esta plataforma: CONFIRMACIGN), serían suficientes títulos para comprender que el apostolado nace y se alimenta de la vida sacramental y litúrgica tanto como de las disposiciones interiores.Si, Pero: Pero es preciso insistir en que la Eucaristía (véase, si se desea, más sobre este último termino en la plataforma general) es el sacramento apostólico y misionero por excelencia: realiza la presencia real y sustancial de Cristo entre los hombres y con É1 la presencia del Dios Trino; es el Sacraménto en el que se anuncia la muerte y resurrección, la Pascua de Jesucristo, hasta que venga (cfr. 1 Cor 2, 16). [rbts name=”teologia”]

Recursos

Notas y Referencias

  1. Basado parcialmente en el concepto y descripción sobre apostolado en la teología dogmática en la Enciclopedia Rialp (f. autorizada), Editorial Rialp, 1991, Madrid

Véase También

Bibliografía

1) Obras generales: a) para los aspectos bíblicos pueden verse: J. BONSIRVEN, Les enseignements de Jésus Christ, 8 ed. París 1950; X. LÉCN DuFouR, Apóstoles, en Vocabulario de Teología Bíblica, Barcelona 1966; B. OCHARD, E (se puede repasar algunas de estas cuestiones en la presente plataforma online de ciencias sociales y humanidades). F. SUTCLIFFE y oTRos, Verbum Dei (comentario a la Sagrada Escritura, especialmente t. III y IV), 2 ed. Barcelona 1962; apostolado ROBERT y apostolado TRICOT, Iniciación bíblica, México 1957. b) Aspectos eclesiológicos y generales: G. BARAUNA y OTROS, La Iglesia del Vaticano 77, 3 ed. Barcelona 1968; J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Conversaciones con., 3 ed. Madrid 1969; Ca. JOURNET, Teología de la Iglesia, 3 ed. Bilbao 1966; P. apostolado LIÉGÉ, Vivir como cristiano, Andorra 1962; H. DE LUBAC, Meditación sobre la Iglesia, Bilbao 1958.

▷ Esperamos que haya sido de utilidad. Si conoce a alguien que pueda estar interesado en este tema, por favor comparta con él/ella este contenido. Es la mejor forma de ayudar al Proyecto Lawi.

Foro de la Comunidad: ¿Estás satisfecho con tu experiencia? Por favor, sugiere ideas para ampliar o mejorar el contenido, o cómo ha sido tu experiencia:

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Descubre más desde Plataforma de Derecho y Ciencias Sociales

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo