El argumento de Hobbes recibió su desarrollo más completo en su clásico “Leviatán” (1651). Las líneas generales de su punto de vista son bastante sencillas: Imaginemos, dice Hobbes, un mundo en el que las personas viven sin ser gobernadas y, de hecho, sin estar siquiera en sociedad unas con otras. Tal “estado de naturaleza”, según Hobbes, sería un estado de guerra, en el que las personas entrarían inevitablemente en conflicto y se harían la guerra unas a otras, de modo que sus vidas serían “solitarias, pobres, desagradables, brutales y cortas”. Para preservar sus vidas y lograr una existencia cómoda, Hobbes dice que los seres humanos han creado y mantenido (y fueron racionales para crear y mantener) sociedades políticas para asegurar la paz y las condiciones para el comercio. Sin embargo, sostiene, la única forma viable de sociedad política que puede alcanzar estos fines es la gobernada por un soberano absoluto en el poder sobre el pueblo. Los detalles del experimento de pensamiento de Hobbes son filosóficamente importantes: Podemos, dice, pensar en las personas en el estado de naturaleza como si estuvieran “incluso ahora brotando de la tierra, y de repente, como los hongos, llegan a la plena madurez, sin ningún tipo de compromiso entre sí”. El hecho de que Hobbes creyera posible tal experimento mental y revelador de la naturaleza última de los seres humanos muestra que no está de acuerdo con un filósofo como Aristóteles, que insistiría en que despojar a las personas de sus conexiones sociales equivale a despojarlas de gran parte de su humanidad.