Durante las últimas décadas, la economía, la sociedad, la política y la cultura de Estados Unidos se han entrelazado cada vez más con las de México y los países de Centroamérica y el Caribe. Las personas, los bienes, el dinero, la delincuencia y los criminales, las enfermedades contagiosas, las ideas, la música y la gastronomía fluyen con gran facilidad de un lado a otro de las fronteras formales. Más del 60 por ciento de los mexicanos tienen parientes en Estados Unidos. Más del 15 por ciento de los que viven hoy en día y que nacieron en el Caribe o Centroamérica residen ahora en este país. Las remesas de los emigrantes en el extranjero son cruciales para las economías de varios países caribeños y centroamericanos, e importantes para México. Estados Unidos debe reconocer la responsabilidad parcial pero significativa que tiene como país en muchos de los retos de esta región, y debe comprender el gran interés que tiene en ayudar a estas naciones a lograr una mayor prosperidad, una gobernanza democrática eficaz, seguridad ciudadana y justicia social. No se trata simplemente de una cuestión de política humanitaria, que también, sino de asegurar una vecindad más sana.