Este informe analiza la presidencia del demócrata Bill Clinton entre 1993 y 2001 y su impacto en la política doméstica. Aunque la elección de Clinton estuvo rodeada de esperanza, no realizó cambios duraderos en la política interior o exterior. Para algunos observadores, Clinton fue cauto en política interior, cediendo a los republicanos y a las grandes empresas, e hizo inútiles demostraciones de poderío militar en el extranjero. Bill Clinton quería acercar el Partido Demócrata al centro del espectro político. Pero necesitaba el apoyo de las comunidades marginadas, así que les dio algunos beneficios simbólicos. Por ejemplo, Clinton nombró a varias personas de color para puestos en el gobierno, pero desestimó su aportación si sus ideas eran demasiado radicales. Clinton también quería demostrar que impondría el orden. En 1993, su administración atacó a los extremistas religiosos en Waco, Texas, matando a mujeres y niños en el proceso. Su proyecto de ley sobre la delincuencia de 1994 hizo hincapié en el castigo en lugar de las tácticas de prevención, a pesar de que las investigaciones demuestran que los castigos severos no disuaden de la delincuencia. Al igual que los republicanos antes que él, Clinton consolidó el poder haciendo que la gente temiera amenazas externas imaginarias. Por lo general, estas amenazas eran grupos marginados, como los inmigrantes, los beneficiarios de la asistencia social, los delincuentes y los países menos poderosos. Clinton endureció los requisitos de ciudadanía y aplicó políticas antiinmigración. Sus recortes al “gran gobierno” restaron dinero a los servicios sociales. Ante el déficit federal, Clinton recortó el dinero destinado a la sanidad, la educación, los cupones de alimentos y otros recursos. Estados Unidos era rico y con una economía supuestamente sana. Pero esta salud sólo beneficiaba a las personas más ricas de la población. Otros se enfrentaban a oportunidades limitadas y a trabajos mal pagados. Probablemente Clinton tenía dos posibles fuentes de dinero para la reconstrucción social: el presupuesto militar y los impuestos a los extremadamente ricos. Clinton no eligió ninguna de las dos opciones. El público estadounidense opinaba de forma diferente. La mayoría de los estadounidenses en los años de Clinton apoyaban políticas como la sanidad y el empleo universales, así como mayores impuestos para los ricos. Aunque el racismo seguía existiendo, el país era cada vez más diverso desde el punto de vista étnico. El movimiento obrero se revitalizó, consiguiendo una victoria histórica para los trabajadores de la sanidad a domicilio en Los Ángeles. Los estudiantes de las universidades de élite se manifestaron en apoyo del personal universitario mal pagado. Los líderes religiosos se pronunciaron sobre la pobreza y los sin techo organizaron sus propios periódicos.