Desde Platón hasta el siglo XIX, Occidente pudo recurrir a visiones políticas integrales para guiar al gobierno y a la sociedad. Ahora, por primera vez en más de dos mil años, se sostiene que hemos perdido nuestros apoyos fundamentales. En palabras de Hannah Arendt, el estado del pensamiento político en los siglos XX y XXI nos ha dejado efectivamente “pensando sin barandilla”. Esta entrada retoma el pensamiento de varios pensadores influyentes del siglo XX, cada uno de los cuales intentó construir una solución política a este problema. Al examinar su pensamiento, se reconoce el mal político que algunas de sus ideas sirvieron para fomentar, pero argumenta que estos no fueron necesariamente los únicos caminos que sus exploraciones pudieron haber tomado. Al descubrir los puntos de inflexión en su pensamiento y los caminos que no han seguido, la literatura, en ocasiones, se esfuerza por desarrollar una teoría política que pueda evitar, y tal vez ayudar a explicar, los errores del pasado a la vez que fomenta el impulso democrático. Frente a la creencia generalizada de que el pensamiento político está en declive, tal literatura, en una interpretación convincente de la teoría política contemporánea, presenta un brillante y provocativo contraargumento que de hecho ha perdurado, sin el beneficio del apoyo externo. El objetivo de examinar en este texto a aquellos que lo hacen (y podría haber habido otros) es obtener alguna información e incluso lecciones sobre cómo pensar sin una barandilla y, puesto que hay peligros aquí, también sobre cómo no hacerlo. Por lo tanto, creo que, al final (aunque solo sea al final), los textos de visión del canon de la teoría política que va desde Tucídides hasta algún momento del siglo XIX son, en cierta medida, incapaces de tener en cuenta la evolución política del siglo XX.