La insistencia de la ONG “Save the Children” en que la ayuda británica de la posguerra se dirigiera a todos los niños, incluidos los niños alemanes, representó una postura controvertida y valiente. Gran parte del mérito corresponde a Eglantyne Jebb, la fundadora de esta ONG dedicada a la infancia, y aunque su posición se adelantó a su tiempo, reflejaba tendencias más amplias que se estaban produciendo en la sociedad británica. No era el niño conocido o reconocido sino el niño como una abstracción, como un símbolo de lo que el mundo podría llegar a ser. Al proporcionar alivio y caridad a los niños, Jebb creía que les ayudaba a desarrollar al máximo su capacidad material y espiritual y, junto con ello, cultivaba las semillas de un nuevo internacionalismo. Jebb veía a “Save the Children” como una demostración y afirmación de la unidad de la humanidad, de la raza humana, de la familia humana.