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Relación entre Tolerancia y Democracia

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Relación entre Tolerancia y Democracia

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Liberalismo, Tolerancia y Diversidad

En el Contexto de las Ideologías Políticas

La creciente diversidad de la sociedad moderna, que afecta tanto a las cuestiones de moral personal como a las prácticas religiosas y culturales, se asocia a menudo con el avance del liberalismo y la difusión de la tolerancia.

Puntualización

Sin embargo, el liberalismo sólo ofrece una justificación matizada de la diversidad, que reconoce tanto los límites de la tolerancia como sus virtudes.

Las sociedades modernas se han diversificado cada vez más en diversos aspectos. Desde la década de 1960, las actitudes hacia la moral personal, en ámbitos como la sexualidad, el matrimonio, el consumo de drogas y la observancia religiosa, han cambiado profundamente. Más recientemente, las tendencias hacia el multiculturalismo (la creencia de que los diferentes grupos o subgrupos culturales tienen derecho al respeto, y al reconocimiento; un enfoque positivo de la diversidad cultural) han visto extenderse la diversidad moral, religiosa y étnica, acabando quizás para siempre con la idea de que las naciones se basan en una única cultura. Estas tendencias han provocado un considerable debate y discusión ideológica, que en gran parte ha enfrentado al liberalismo con el conservadurismo. Mientras que los liberales suelen ser presentados como partidarios de la tolerancia y la diversidad, los conservadores son vistos como defensores de los valores autoritarios y de una cultura común.

Sin embargo, este enfoque amenaza con tergiversar el liberalismo y difuminar la distinción entre tolerancia y diversidad. También ignora importantes diferencias dentro del propio liberalismo. Aunque algunos liberales han tratado de encontrar un acomodo con la diversidad, otros han tratado de establecer dónde “trazan la línea”. Este artículo analiza tres cuestiones principales. ¿Qué es la tolerancia y por qué los liberales la han apoyado? ¿Qué es lo que los liberales no están dispuestos a tolerar? ¿Y hasta dónde pueden los liberales acomodar la diversidad sin dejar de ser liberales?

¿Qué es la tolerancia?

La tolerancia es un valor político muy mal entendido.Entre las Líneas En el lenguaje cotidiano, la tolerancia, la cualidad de ser tolerante, se entiende a menudo como una disposición a “dejar en paz” o “dejar ser”, con poca reflexión sobre los motivos que se esconden detrás de tal postura. De hecho, desde este punto de vista, la tolerancia sugiere la inacción, la negativa a interferir o la voluntad de “aguantar” algo. La tolerancia, sin embargo, se refiere a una forma particular de inacción, basada en un razonamiento moral y en un conjunto específico de circunstancias.Entre las Líneas En particular, la tolerancia debe distinguirse de la permisividad, la indiferencia ciega y la indulgencia voluntaria. Por ejemplo, no se puede decir que un transeúnte que decide no intervenir para detener a un atracador, o un padre que simplemente ignora el comportamiento indisciplinado de sus hijos, esté mostrando “tolerancia”.

▷ En este Día de 25 Abril (1809): Firma del Tratado de Amritsar
Charles T. Metcalfe, representante de la Compañía Británica de las Indias Orientales, y Ranjit Singh, jefe del reino sij del Punjab, firmaron el Tratado de Amritsar, que zanjó las relaciones indo-sijas durante una generación. Véase un análisis sobre las características del Sijismo o Sikhismo y sus Creencias, una religión profesada por 14 millones de indios, que viven principalmente en el Punjab. Los sijs creen en un único Dios (monoteísmo) que es el creador inmortal del universo (véase más) y que nunca se ha encarnado en ninguna forma, y en la igualdad de todos los seres humanos; el sijismo se opone firmemente a las divisiones de casta. Exatamente 17 años antes, la primera guillotina se erigió en la plaza de Grève de París para ejecutar a un salteador de caminos.

Tolerancia significa estar en una disposición a aceptar formas de comportamiento o creencias que uno desaprueba, o simplemente no le gusta. La tolerancia, en otras palabras, no es moralmente neutra; sólo se aplica en circunstancias en las que se está en desacuerdo con las opiniones o acciones de otros, pero se rechaza deliberadamente actuar para evitarlas. El escritor francés Voltaire expresó de forma memorable esta postura al declarar: “Detesto lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo”. La tolerancia es, por lo tanto, una falta de voluntad de principios para imponer las propias opiniones a los demás, cuando existe una clara capacidad para hacerlo. Una mujer maltratada, por ejemplo, que se queda con su pareja maltratadora por miedo, no puede decirse que tolere su comportamiento.

Por otro lado, esto lleva a lo que se ha llamado la “paradoja de la tolerancia”: el hecho de que permite a la gente pensar o actuar de formas que se consideran inmorales, o de alguna manera indeseables. Si algo es “malo”, sin duda hay que detenerlo. Por ello, los críticos de la tolerancia suelen presentarla como un fracaso de la conciencia moral, incluso como una negativa cobarde a defender lo que uno cree. Los liberales, no hace falta decirlo, rechazan esta crítica, argumentando que defienden lo que creen, y lo que creen es la tolerancia. Pero, ¿por qué?

Algunos pensadores liberales clave

John Locke (1632-1704) – Filósofo y político inglés, Locke defendió la idea liberal fundamental de que el gobierno surge del acuerdo, o consentimiento, de los gobernados, esbozada en la teoría del contrato social. Según este punto de vista, el objetivo central del gobierno es proteger los derechos naturales otorgados por Dios: para Locke, los derechos a la vida, la libertad y la propiedad.

John Stuart Mill (1806-73) – Filósofo, economista y político británico, Mill construyó una forma de liberalismo que se basaba directamente en las virtudes de la libertad y en la concepción del “hombre como ser progresivo”. A caballo entre la tradición liberal clásica y la moderna, se opuso al intervencionismo pero también destacó la importancia de la individualidad y el desarrollo personal.

Isaiah Berlin (1909-97) – Historiador de las ideas y filósofo nacido en Riga, Berlin desarrolló una forma de liberalismo pluralista que se basaba en la creencia antiperfeccionista de que los conflictos de valor son un elemento intrínseco e inamovible de la vida humana.

Una Conclusión

Por lo tanto, los acuerdos políticos deben tener como objetivo permitir el mayor margen posible para que las personas persigan sus diferentes fines.

John Rawls (1921-2002) – Filósofo político estadounidense, Rawls desarrolló una teoría de la “justicia como equidad” que no sólo condenaba la discriminación racial, sexual y religiosa, sino que también rechazaba muchas formas de desigualdad social y económica. Su forma igualitaria de liberalismo ha supuesto una profunda contribución a las tradiciones políticas liberal y socialdemócrata modernas.

Justificación de la tolerancia

Dentro de la ideología liberal, la tolerancia se ha justificado al menos de tres maneras diferentes. La primera justificación de la tolerancia se basó en el racionalismo. Estos argumentos se remontan a las justificaciones de la tolerancia religiosa del siglo XVII, presentadas por escritores como John Milton y John Locke. Aunque Locke presentó una serie de argumentos a favor de la tolerancia, su creencia central era que la “verdad” sólo surgirá de la libre competencia entre ideas y creencias, y por tanto debe dejarse que “cambie por sí misma”. La verdad religiosa sólo puede ser establecida por el individuo para sí mismo; no puede ser enseñada, y no debe ser impuesta por el gobierno.

Por lo tanto, se debe dejar que los individuos racionales decidan sus propias creencias y determinen sus propias acciones. Esta postura se ve reforzada por la suposición liberal de que la mayoría de las formas de intolerancia surgen de la ignorancia y los prejuicios sociales. Los liberales, por ejemplo, tienden a descartar la intolerancia racial (por ejemplo, el antisemitismo), la intolerancia sexual (por ejemplo, el sexismo y la homofobia) y la intolerancia religiosa (por ejemplo, la islamofobia) como simples ejemplos de fanatismo. Por tanto, la intolerancia suele desmoronarse ante un análisis racional.

La segunda base clásica de la tolerancia es la autonomía (véase qué es, su concepto; y también su definición como “autonomy” en el contexto anglosajón, en inglés), la visión de los seres humanos como criaturas independientes y autodeterminadas. Este punto de vista fue expresado en la que quizá sea la más famosa defensa de la tolerancia, la obra de J.S. Mill Sobre la libertad ([1859] 1972). Para Mill, la autonomía era una condición esencial para cualquier forma de desarrollo personal o moral. De ello se deduce que la intolerancia, que restringe el abanico de opciones individuales, sólo puede degradar y corromper al individuo. Esto animó a Mill a desarrollar lo que se conoce como el “principio del daño”: la creencia de que la libertad individual sólo puede limitarse legítimamente para evitar el “daño a los demás”. Mill temía especialmente la amenaza a la autonomía que suponía la extensión de la democracia y lo que él llamaba el “despotismo de la costumbre”. Advirtió que el poder de la opinión mayoritaria promovería una “conformidad aburrida” y alentaría a los individuos a someter sus facultades racionales a los prejuicios populares del momento. Por ello, ensalzó las virtudes de la individualidad (destacando la singularidad del individuo humano) e incluso la excentricidad.

▷ Lo último (abril 2024)

Basado en la experiencia de varios autores, mis opiniones y recomendaciones se expresarán a continuación (o en otros lugares de esta plataforma, respecto a las características y el futuro de esta cuestión):

La tercera justificación de la tolerancia es que beneficia tanto a la sociedad como al individuo. Este punto de vista también se remonta a Mill. Para Mill, la virtud de la diversidad moral, cultural y política es que garantiza que todas las teorías serán “puestas a prueba” en libre competencia con las ideas y doctrinas rivales. Para que la sociedad progrese, las buenas ideas tienen que desplazar a las malas; la verdad tiene que vencer a la falsedad.

Aviso

No obstante, al igual que otros liberales, Mill aceptaba que el debate, la discusión y la argumentación serían continuos porque nunca se puede establecer una verdad final o absoluta.

Una Conclusión

Por lo tanto, el desarrollo intelectual y la salud moral de la sociedad exigen el mantenimiento escrupuloso de la tolerancia para garantizar un “mercado libre de ideas”.

Límites de la tolerancia

Pero, ¿hasta dónde llega la tolerancia liberal? ¿Dónde “trazan el límite” los liberales? La tolerancia sólo proporciona una justificación limitada y específica para la diversidad. Esto puede verse al menos de tres maneras diferentes. El límite más básico de la tolerancia es que sólo se extiende a los puntos de vista, valores y prácticas sociales que son en sí mismos tolerantes; es decir, ideas y acciones que son compatibles con la libertad y la autonomía individuales. A los liberales les resulta difícil tolerar opiniones y acciones intolerantes porque, en el fondo, creen que son “erróneas”. Mill, por ejemplo, se pronunció en contra de la práctica china de atar los pies de las mujeres. Esto también significa que los liberales no pueden dar cabida a la “profunda diversidad” que defienden algunos multiculturalistas. Por ejemplo, los liberales pueden no estar dispuestos a respaldar prácticas como la circuncisión femenina, los matrimonios forzados (y posiblemente concertados) y los códigos de vestimenta femenina, por mucho que los grupos afectados argumenten que son cruciales para el mantenimiento de su identidad cultural.

En términos más generales, el énfasis en la autonomía significa que los liberales suelen situar los derechos individuales por encima de los (supuestos) derechos de los grupos culturales, religiosos o étnicos. Esto se aplica especialmente cuando hay dudas sobre si la pertenencia al grupo es voluntaria. A los liberales les preocupan ciertamente los obstáculos que pueden impedir que los miembros abandonen un grupo (sobre todo cuando se amenaza con un castigo), pero también han criticado el adoctrinamiento de los niños y las restricciones al acceso de los miembros a puntos de vista rivales y estilos de vida alternativos (la tolerancia, después de todo, beneficia a la sociedad precisamente porque promueve la “mezcla” intelectual y cultural).

La segunda base para limitar la tolerancia es mantener una base de lealtades cívicas y valores políticos compartidos. A diferencia de los conservadores, los liberales no asumen que las sociedades sólo son estables si se basan en valores compartidos y en una cultura común.

Puntualización

Sin embargo, los liberales suelen insistir en que la diversidad moral y cultural debe limitarse a la vida “privada” y no se debe permitir que se inmiscuya en la esfera “pública”. De este modo, ven la diversidad moral y cultural operando en el contexto de una ciudadanía compartida. Por ello, muchos liberales reaccionaron de forma crítica ante la idea, planteada por el arzobispo de Canterbury en febrero de 2008, de que el funcionamiento de los tribunales de la sharia junto a los procesos judiciales formales en el Reino Unido debería considerarse inevitable. Para los liberales, esa medida debilitaría la identidad cívica y jurídica de la sociedad. Los liberales suelen argumentar que, si los tribunales de la shari’a van a ser aceptados en el Reino Unido, deben estar claramente subordinados al sistema judicial formal y cumplir con otras disposiciones legales, especialmente la Ley de Derechos Humanos.

La tercera base para limitar la tolerancia es que la democracia liberal se considera el único sistema político legítimo. Su virtud es que es la única que asegura que el gobierno se basa en el consentimiento del pueblo, y que ofrece garantías para la libertad personal y la tolerancia. Por tanto, los liberales pueden estar dispuestos a prohibir los grupos fascistas o fundamentalistas militantes que aspiran a derrocar la democracia liberal en nombre de una única fuente de autoridad incuestionable.Entre las Líneas En la práctica, los liberales pueden ser reacios a imponer tales prohibiciones por temor a que los grupos en cuestión pasen a la clandestinidad y se fortalezcan, pero tal postura se basa en el pragmatismo (definido en términos generales, se refiere a las disputas metafísicas que buscan aclarar el significado de los conceptos e hipótesis identificando sus consecuencias prácticas; las ventajas del pragmatismo en la política son que permite un comportamiento de las políticas y las afirmaciones políticas que se configura de acuerdo con las circunstancias y los objetivos prácticos, más que con los principios u objetivos ideológicos) más que en los principios y no es una manifestación de tolerancia.

Liberalismo y pluralismo

Sin embargo, sobre todo a partir de la década de 1970, los pensadores liberales han buscado formas de acoger una mayor diversidad. Esto ha implicado normalmente intentos de demostrar que el liberalismo es neutral, en el sentido de que de alguna manera está por encima del debate y la discusión moral. Desde esta perspectiva, el liberalismo no es simplemente una ideología, sino una “meta-ideología”; es decir, un conjunto de normas que establece las bases sobre las que puede tener lugar el debate político e ideológico. Esta postura de neutralidad se ha defendido de dos maneras principales. Una de ellas es la creencia de que el liberalismo da prioridad a “lo correcto” sobre “lo bueno”, tal y como argumenta John Rawls (1970).Entre las Líneas En opinión de Rawls, el liberalismo se esfuerza por establecer las condiciones en las que las personas en grupo pueden perseguir la buena vida tal y como cada una la define (“el derecho”), pero no prescribe ni trata de promover ningún valor o creencia moral particular (“el bien”). Por tanto, esto permite que el liberalismo coexista con una amplia diversidad de creencias políticas, morales y culturales.

El argumento alternativo a favor de la neutralidad se basa en la idea del pluralismo de valores, que se asocia más claramente con Isaiah Berlin. El pluralismo de valores sugiere, en resumen, que las personas están destinadas a discrepar sobre los fines últimos de la vida, ya que no es posible demostrar la superioridad de un sistema moral sobre otro. Como los valores entran en conflicto, el predicamento humano se caracteriza inevitablemente por el conflicto moral. Desde este punto de vista, las creencias liberales, como el apoyo a la autonomía (véase qué es, su concepto; y también su definición como “autonomy” en el contexto anglosajón, en inglés), la tolerancia y la democracia, no tienen mayor autoridad moral que las creencias antiliberales o intolerantes. Esta postura va más allá de la tolerancia al sostener que la sociedad debe basarse en el principio de “vive y deja vivir”, o lo que a veces se llama la política de la indiferencia.

¿Qué es el pluralismo?

El pluralismo, en su sentido más amplio, es la creencia o el compromiso con la diversidad o la multiplicidad, la existencia de muchas cosas. Como término descriptivo, el pluralismo puede denotar la existencia de competencia partidista (pluralismo político), una multiplicidad de valores éticos (pluralismo moral o de valores), una variedad de creencias culturales (pluralismo cultural), etc. Como término normativo, sugiere que la diversidad es saludable y deseable, normalmente porque salvaguarda la libertad individual y promueve el debate, la argumentación y el entendimiento. De forma más restringida, el término pluralismo se utiliza como teoría de la distribución del poder político. Como tal, sostiene que el poder está amplia y uniformemente disperso en la sociedad, y no concentrado en manos de una élite o clase dirigente.

¿Puede el liberalismo ser neutral?

Los intentos de conciliar el liberalismo con el pluralismo tropiezan con la idea de neutralidad moral. ¿Pueden los liberales situarse realmente por encima del debate y la discusión moral y seguir siendo liberales? El liberalismo no es, ni puede ser nunca, una filosofía de “haz lo que quieras”. Aunque el liberalismo favorece indudablemente la apertura, el debate y la autodeterminación, también se caracteriza por un poderoso impulso moral. Rawls, por ejemplo, lo reconoció argumentando que las diferencias dentro de la sociedad debían tener lugar dentro de un “consenso superpuesto”, sobre lo que los ciudadanos pueden estar de acuerdo a pesar de los otros asuntos que los dividen.Entre las Líneas En el centro de este consenso están los valores de la autonomía (véase qué es, su concepto; y también su definición como “autonomy” en el contexto anglosajón, en inglés), la libertad y la igualdad, valores que Rawls creía que era “irrazonable” cuestionar o rechazar. Lo mismo ocurre con Berlin, que seguía siendo un liberal en la medida en que creía que sólo dentro de una sociedad que respete la libertad individual se puede contener el pluralismo de valores.

Puntualización

Sin embargo, uno de los problemas de su obra es que no demostró cómo las creencias liberales y no liberales pueden coexistir armoniosamente dentro de la misma sociedad.

El simple hecho es que una vez que el liberalismo acepta el pluralismo de valores, es difícil contenerlo dentro de un marco liberal. Aquí es donde el liberalismo y el pluralismo se separan. Para los liberales, la diversidad se aprueba pero sólo cuando se interpreta dentro de un marco de tolerancia y autonomía personal. Los pluralistas, en cambio, se niegan a “absolutizar” el liberalismo, otorgando el mismo estatus a las ideas liberales y a las no liberales. Por ello, John Gray (1995) sostiene que el pluralismo implica una postura “posliberal”, en la que se considera que los valores, las instituciones y los regímenes liberales ya no gozan de un monopolio de legitimidad. El liberalismo se “relativiza”. El liberalismo y el pluralismo no sólo ofrecen enfoques diferentes de la diversidad, sino que la rivalidad entre ellos se ha convertido en uno de los campos de batalla ideológicos centrales de las sociedades modernas.

Datos verificados por: Brooks

Recursos

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Véase También

Bibliografía

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