La estructura agraria de América Latina y el Caribe es una de las más concentradas del mundo. Esto es consecuencia directa del control territorial de la propiedad de la tierra rural por parte del sector rural y de las empresas multinacionales. Según los datos disponibles, los países con las estructuras agrarias más concentradas son Barbados, Paraguay, Venezuela, Perú y Brasil. En la segunda mitad del siglo XX, algunos países de América Latina y el Caribe – Venezuela, Colombia, Chile, Perú, Nicaragua, Brasil y Cuba – aplicaron políticas de reforma agraria. En la mayoría de estos países, sin embargo, las medidas no fueron suficientes para promover la descentralización de la agricultura. Aunque la reforma agraria implica políticas destinadas a minimizar las dificultades y problemas agrarios, el desarrollo del capitalismo conduce a profundas desigualdades que conllevan la reconcentración. Por esta razón, las luchas por la tierra y la reforma agraria se han vuelto permanentes; las situaciones agrarias difíciles existe en los países latinoamericanos desde hace varios siglos y ha conducido a un estado de conflicto permanente. Este estado es producto de la contradicción generada por el proceso simultáneo de destrucción, creación y restauración de la población campesina. Algunos países destacan por su reparto muy igualitario de la tierra tras una profunda reforma agraria: China y Vietnam, que redistribuyeron los derechos de uso de la tierra a los campesinos tras una fase de colectivización; Japón y Corea del Sur, a través de procesos políticos e históricos muy diferentes; México, cuya estructura agraria difiere de la de otros países latinoamericanos como consecuencia de las reformas agrarias de principios del siglo XX.