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La Interpretación Existencial del Estado

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La Interpretación Existencial del Estado

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La Interpretación Existencial del Estado en Heidegger

En la vida colectiva cabe también la consideración existencial.
Heidegger mismo la ha aplicado a la interpretación de lo
histórico y de la Historia.Si, Pero: Pero solo de pasada, y en relación a
la obra de arte, aparece una alusión a la estructura del Estado.
Figura en la conferencia Sobre el origen de la obra, de arte, dada
en Francfort, en diciembre de 1936. Dicha conferencia no ha
sido publicada, pero hay una amplia recensión de ella en la obra
La Filosofía de Martin Heidegger, de A. de Waehlens, quien
dice haber leído el texto íntegro proporcionado por el discípulo
de Heidegger, Eugenio Fink (1).

Sabido es que la obra de arte para Heidegger es la única patentización reveladora del existente en sí, ya que la inteligibilidad dada a les existentes por el Dasein al construir el mundo e integrarlos en él, nos da su ser, pero no su existir.

Este queda fuera, hostil e impenetrable, salvo el sentido que su
ser le presta.Entre las Líneas En el primer ciclo del pensamiento heideggeriano
no se pasa de aquí, es decir, en las cuatro elaboraciones que
suponen £/ ser y el tiempo, Kant y el problema de la metafí-
sica, Sobre la. esencia del fundamento y ¿Qué es metafísica?.

Es en el segundo ciclo en que tal pensamiento ha sido desenvuelto
—esto es, en Hólderling o la esencia de la poesía, y
Sobre el origen de la obra de arte- donde se sobrepasa esa rí-
gida frontera y se piensa que la palabra auténtica que es la
poesía y el arranque de la obra de arte desvelan y revelan el
existente.

Cierto que en estrechos límites. La palabra que «nombra»
lo exisente y la «obra» que muestra los secretos de la Tierra,
no arrancan los existentes para incluirlos en el mundo de la
clara intelegibilidad. Los materiales de la obra de arte son
prestados por la Tierra, pero en la obra realizada y concreta,
en su hecceidad, el mundo y la Tierra se unen y revelan (consulte más sobre estos temas en la presente plataforma digital de ciencias sociales y humanidades). Revelan,
si se quiere, su oscuridad fundamental, su esencial cerrazón,
pero es la única manera de llegar al existente, por la
lucha creadora.

En la obra, de arte «encarna» la verdad conquistada. Mas no
sólo en ella.Entre las Líneas En cualquier otra obra creadora, come la del pensador
y la del político, hay una conquista de la verdad del existente.
También «el forjador de Estados —transcribo literalmente
a de Waehlens— pone frente a frente las fuerzas ciegas
y brutas de la evolución de los pueblos, con una forma inteligible,
que intenta imponerles. De este conflicto nace un
estado y una verdad política, obra por la cual y en la cual se
manifiestan y revelan como en un relámpago —y por el tiempo
del relámpago— las fuerzas oscuras e indómitas de un pueblo
o de una raza» (2).

Salvando la exactitud de la referencia, el pensamiento es
claro. Podría decirse que la intelegibilidad en que los «útiles»
entran al ser interpretados y constituir un mundo, no es exactamente
una «forma» que impone el Dasein, al modo kantiano.Si, Pero: Pero esto es accidental para la esencia del pensamiento. Se comprende bien que Heidegger ve el Estado como dación de
ser a esos existentes colectivos que son las agrupaciones humanas.

▷ En este Día de 24 Abril (1877): Guerra entre Rusia y Turquía
Al término de la guerra serbo-turca estalló la guerra entre Rusia y el Imperio Otomano, que dio lugar a la independencia de Serbia y Montenegro. En 1878, el Tratado Ruso-Turco de San Stefano creó una “Gran Bulgaria” como satélite de Rusia. En el Congreso de Berlín, sin embargo, Austria-Hungría y Gran Bretaña no aceptaron el tratado, impusieron su propia partición de los Balcanes y obligaron a Rusia a retirarse de los Balcanes.

España declara la Guerra a Estados Unidos

Exactamente 21 años más tarde, también un 24 de abril, España declara la guerra a Estados Unidos (descrito en el contenido sobre la guerra Hispano-estadounidense). Véase también:
  • Las causas de la guerra Hispano-estadounidense: El conflicto entre España y Cuba generó en Estados Unidos una fuerte reacción tanto por razones económicas como humanitarias.
  • El origen de la guerra Hispano-estadounidense: Los orígenes del conflicto se encuentran en la lucha por la independencia cubana y en los intereses económicos que Estados Unidos tenía en el Caribe.
  • Las consecuencias de la guerra Hispano-estadounidense: Esta guerra significó el surgimiento de Estados Unidos como potencia mundial, dotada de sus propias colonias en ultramar y de un papel importante en la geopolítica mundial, mientras fue el punto de confirmación del declive español.

Las agrupaciones están ahí; el político no las crea. Pero
sin su intervención son masa, horda, es decir, un montón de
existentes (3) —sean o no enojados, como dice Sastre— sin ser,
ininteligibles (4). La creación política engendra una obra —el Estado—
mediante la cual se nos revela de modo inteligible la
fuerza de los pueblos informados. La metáfora del relámpago
contribuye a dar la impresión de lo que hay en tal revelación
de súbito y de instantáneo, así como de parcial.Entre las Líneas En la tempestad nocturna el mundo visible está latente, sumergido en el rumor. El relámpago lo ilumina instantánea, fugaz y parcialmente:
un tejado y su contorno, una torre, unos árboles, las
sierras lejanas, un encrespamiento de nubes.

La revelación puede ser intensa, vivísima.Si, Pero: Pero lo revelado no pertenece al- mundo
de la luz. Las tejas, las piedras, los vegetales, las nubes son
arrancadas a la Tierra, al primigenio fondo oscuro de la existencia,
adonde vuelven cuando la iluminación cesa. Así, los
creadores políticos relampaguean sobre ia humanidad, y a la
luz de sus creaciones se nos revelan las fuerzas oscuras de los
pueblos organizados en Estado.Si, Pero: Pero esa luz, que dota de ser
a las masas humanas informes, no iluminan de una vez a toda
la humanidad, sino a esas zonas suyas que son ciertas agrupaciones humanas. Obra, pues, parcialmente, como obran también el poeta y el artista en sus creaciones. Y no obra de modo permanente, sino transitorio.Entre las Líneas En comparación con la indefinición
de los tiempos, su duración es la de un relámpago.
Directamente no se nos dice más. Pero, conociendo la doctrina
de Heidegger, puede perfilarse el concepto, ampliarse, interpretarse
y criticarse.

Para el filósofo alemán cada hombre concreto está arrojado
en este mundo y tiene como posibilidad radical la muerte:
absoluta finitud y falta de real trascendencia, aunque hable
de tres maneras de trascenderse. También el existente colectivo,
aun en el caso de no reducirlo a la suma de los existentes
individuales, habría que considerarlo arrojado y por todas
partes radicalmente finito.Si, Pero: Pero hagamos una aclaración.
La existencia lo es de cada uno, existe el Dasein, con su propia
haecceitas. Parece que un existente colectivo ha de quedar excluido.
Pero cada Dasein no existe aislado, sino que es «sércon-otro»,
Mitsein. La forma que la preocupación, constitutiva
del Dasein, reviste hacia los otros existentes individuales es la
solicitud, sea en forma positiva, indiferente o negativa. Tal relación
determina la convivencia.Si, Pero: Pero no es rriás que una relación
informe, mientras no se estructura políticamente.

Ahora bien, de las ideas expuestas sobre el Estado como obra
reveladora, se desprende que la realidad misma de la convivencia
surge de los existentes mismos y constituye el modo de ser
real y diferencial de los grupos humanos. Los pueblos no son
existentes del mismo tipo que cada hombre individualmente
considerado, ni tampoco suma de hombres individuales, sino
agrupaciones determinadas por su modo natural de convivencia,
que antes de estructurarse en cualquier forma de Estado,
por primitiva que ésta sea, no se manifestaría sino como inclinaciones,
impulsos a convivir, a desarrollarse la natural solicitud,
esto es, fuerzas oscuras de la sangre, fondo del Estado.
En consecuencia, la manera de dar ser a esas fuerzas no
sería absolutamente indeterminada. El político creador habrá
de contar con ellas para cumplir acertada y eficazmente su obra.

Lo mismo le ocurre al artista que ha de trabajar de forma diferente
el bronce, la piedra o el mármol, o ha de manejar (gestionar) diferentes sonidos y colores. Y también el poeta tiene que contar con el idioma que maneja y con sus posibilidades musicaks y
expresivas.

A esta limitación, impuesta por la masa humana manejada,
hay que añadir otra, impuesta por las circunstancias históricas
y que también afecta a la creación poética y artística, pues
el hombre creador es siempre un ser temporal, viviendo en un
tiempo y lugar determinados. La limitación histórica condi’
cionará al político creador la forma concreta que ha de dar a
la estructura política de un pueblo en la época de su creación.

Lo más frecuente es que el político maneje pueblos ya políticamente estructurados, pero en formas ineficaces, impropias o inauténticas. La impropiedad o inautenticidad proviene de que
el ser del Estado no expresa la situación original, la articulación
del pueblo al mundo que con,él se constituye (consulte más sobre estos temas en la presente plataforma digital de ciencias sociales y humanidades). Recuérdese
que la forma de vida auténtica del Dasein supone la toma
de conciencia de esa situación original, que para Heidegger
es la asunción silenciosa y angustiada de la radical culpabilidad
del hombre, esto es, de su irremediable finitud. El silencio,
o la palabra auténtica, que es la poesía, o la creación artística,
expresan tal interpretación.

Debemos observar —y esto es lo que puede dar universalidad
a estas reflexiones sobre la interpretación existencial del
Estado— que aun fuera de la doctrina heideggeriana y no admitiendo
que la verdadera interpretación de la situación original
humana sea la suya, lo expuesto sigue siendo válido en
otro plano.

En efecto, si hacemos las preguntas que silencia Heidegger,
sobre quién arroja y qué hay más allá de la muerte y abrimos
la puerta, por ambos lados, a lo trascendente, no pierde validez
la afirmación de que la autenticidad (véase qué es, su concepto; y también su definición como “authentication” en el contexto anglosajón, en inglés) de una obra reveladora
exige una toma de conciencia de la situación original. Sólo
que, con la admisión de la trascendencia, esa situación cambia.
El hombre está, en ella, articulado como ser contingente a un
mundo contingente, pero cuya finitud está trascendida y sostenida
por el Ser Necesario.

Basado en la experiencia de varios autores, mis opiniones y recomendaciones se expresarán a continuación (o en otros lugares de esta plataforma, respecto a las características y el futuro de esta cuestión):

El Estado supondrá siempre para su validez esta situación
general del hombre, pues él de suyo es una pura realización temporal; mas los hombres que lo constituyen y para cuyo servicio se constituyen tienen un fin sobrenatural cuyo cumplimiento
el Estado no puede estorbar, sino ayudar a que se cumpla.

Pero, además, el Estado como pura realización temporal,
está enmarcado en un tiempo histórico, y el realizador político
ha de tomar también conciencia de esta articulación temporal
histórica de su creación con un mundo históricamente determinado.

Pero la asunción de esta situación histórica no puede lograrse
teniendo solo en cuenta el presente, pues el tiempo solo
se constituye por la unidad de los tres «éxtasis». El político tomará
conciencia de su situación histórica preyeyendo el futuro
y asumiendo el pasado, de manera que pueda advertirse claramente
el presente del pueblo que políticamente haya de estructurarse.

Esta claridad exige un conocimiento del modo de
ser de ese pueblo en el pasado, lo que se manifiesta principalmente
observando sus obras, sus reacciones ante la vida histórica,
el papel que ha cumplido; en suma, su tradición. (Tal vez sea de interés más investigación sobre el concepto). Y por
otra parte, exige, igualmente, una idea clara de su proyección
en el futuro, de cómo ha de mantener su ser tradicional, del
ideal que le mueva y de la obra que debe cumplir. Así se determina
su destino «universal» en el conjunto histórico de
los pueblos, esto es, lo que designó José Antonio como ((unidad
de destino en lo universal» (5). Disparado del profundo pasado al sombrío futuro, disparado de sombra a sombra, los pueblos son flechas en vuelo, que exigen no ser desviadas para
dar en su blanco.

Pormenores

Los hombres vivimos un breve giro de ese
trayecto y debemos tener conciencia de su dirección, si queremos
que nuestras realizaciones sean auténticas y eficaces.
El Estado auténtico de un pueblo, en una época, permitirá
el despliegue de sus posibilidades auténticas, con clara conciencia
de sí y de los demás Estados, así como de su momento.

El Estado inauténticq, conduce a la ineficacia o a la vida gregaria del Estado fluctuante, arrastrado en el «se» colectivo, en el anonimato histórico.

Aunque, posiblemente, siempre se darán Estados gregarios,
como se dan hombres gregarios, es misión del político creador
sacar de este anonimato a su pueblo, dotándole de la adecuada
estructura política. Sólo así se revelarán las fuerzas que animan
a ese pueblo, descubriendo su existencia.
De donde se sigue que entre las posibilidades del hombre
concreto, o Dasein, figura la de poder revelar por sus obras
creadoras lo existente, lo que él no hace ni engendra. Asi se llega a una verdadera trascendencia. Nótese, sin embargo, que esto no supone una trascendencia que apunte necesariamente a un Dios personal. Puede tratarse —y esto parece en el caso
de Heidegger— de un panteísmo. Se llega al fondo primigenio
y oscuro, a la Tierra, según su expresión. (Tal vez sea de interés más investigación sobre el concepto). Pero, a mi entender,
justamente con ello queda o puede quedar rebasado
el panteísmo, pues esa Tierra que se revela aparece en el horizonte
de la temporalidad, y, por tanto, de la contingencia.
Pero es manifiesto que la revelación del ser contingente es, a
un tiempo, la del Ser Necesario, esto es, que la contingencia
queda trascendida —y Santo Tomás insistió sobre esto— en
su propia revelación, ya que exige ser mantenida en el ser por
la necesidad. Es lo que expresa poéticamente Calderón en El
pintor de su deshonra. (6)

Si la patencia de la omnitud del ente, que Heidegger admite
en ciertos temples de ánimo (7), como en otros la potencia
de la nada, supone un modo de trascenderse el Dasein, aún
más claro aparece esta trascendencia en la revelación del existente,
que no solo del ser. Por donde en.la creación poética,
artística y política queda superada la inmanencia existencial.
y, al quedar superada, nos manifiesta la realidad del Existente
Necesario en el existente contingente, elevándose, así, sobre la
doctrina existencial de donde partimos.

Teniendo en cuenta esta superación, el Estado auténtico
podría ser definido como la realización del’ ser de un pueblo,
que revela su destino, en relación con el destino sobrenatural del hombre. El destino temporal y el intemporal quedan vinculados en la auténtica realización política con lo que se excede
el servicio a la Tierra, que podía implicar la pura temporalidad.
En la interpretación heideggeriana la vida auténtica sub
specie mortis impone, a los pocos que la viven, un limpio juego,
sin trascendencia. El fondo sustentador de este juego es
la más profunda verdad que su destino natural y sobrenatural
le impone al Hombre. De la determinación natural humana a
vivir socialmente surge la necesidad de una estructura política a la que solo da forma auténtica el verdadero político creador.

La obra resultante de esta creación, el Estado, permite asumir
la situación natural e histórica de un pueblo y revelarnos
sus fuerzas y su misión. (Tal vez sea de interés más investigación sobre el concepto). Con lo cual, al hacérsele a este pueblo
claro su propio ser y destino, se le revelan, en relación, la naturaleza
y destino,de los otros pueblos, y queda constituido
su mundo político al constituirse a sí mismo, o dicho en lenguaje
heideggeriano, se «asimisma» (8), se toma en su pureza
y en su concreta verdad.

Profundizando aún más,, podemos decir que el Estado auténtico
asienta al hombre individual y colectivamente sobre su
transfondo —eso que traduciendo a Heidegger se ha llamado
«abisalidad» o fondo último del Dasein— que, ciertamente, se
encuentra profundizado en sí mismo, en su propio ser y destino
hasta tocar la existencia viva.Si, Pero: Pero como este ser y destino
de sí está mantenido por el Existente Necesario, el fundamento
inmanente se abisma en el trascendente, no despeñándose
en él, sino encontrando el fondo o transfondo de su abisalidad,
su inmutable base.

Autor: EUGENIO FRUTOS, Revista de Estudios Políticos > número 39-42, Mayo/Diciembre 1948

Notas

(1) Traduc. por el R. P (consulte más sobre estos temas en la presente plataforma digital de ciencias sociales y humanidades). Ramón Ceñal, S. (.—C. S. de I. C. Instituto
«Luis Vives» de Filosofía. Madrid, 1945 (págs. 283 y 291). La referencia
abarca de la pág. 291 a la 300. De Waehlens da dos títulos de
la conferencia: uno, Vom Wesen des Kunstwerkes, y otro, Vom U« –
prung des Kunstwerkes. La divergencia no es, sin embargo, fundamental,
si se repara en que ese «brote primigenio» denota la esencia.
Cuando se leyó la conferencia hizo una referencia a ella A. Sternerberg,
en Frankfurter Zeitung (8-12-1936). Y poco después otra Max
Müller, en ia revista Dichtung und Volkstum (1937) (ver de Waehlens,
página 291, nota citada). La escasez de referencias, y la no publicación
de la conferencia, ha hecho que este punto de la doctrina heideggexiana
haya sido poco tocado. Que yo sepa, dada la dificultad actual
de agotar toda la bibliografía, solo pueden referirse indirectamente
al tema dos obras: una, de K. Lowith (Das Individuum in der
Rolle Mitmemschen. München. Drei Marken Verlang, 1928) y Antonio
Caso (La persona httmana y el Estado totalitario. Capítulo «Acidia»).
(2) Obra citada, pág. 299.
(3) En sentido estricto, existente, en la doctrina de Heidegger,
sólo puede decirse del Dasein, porque eX’Ststir es estar puesto fuera
de la nada, en la iluminación (Lichtung) o despejo del ser. Así, resulta
diáfana la conocida frase: «La «esencia» del Dascin es su existencia».
El Seiende no es existente, sino ente, presencia bruta. Así se desprende
de las aclaraciones aportadas por los últimos escritos de Heidegger:
la Conferencia Sobre la esencia de la verdad (trad. portuguesa en
«Rumo», julio de 1946. Lisboa) y la Carta sobre el Humanismo (trad. en
«Realidad», enero de 1948, Buenos Aires). Habría, pues, que distinguir
entre la revelación de la «entidad» del ente y la «existencia» del existente
en las creaciones humanas.
(4) Ante la ininteligibilidad surge el choque, la hostilidad y enojo,
cuya experiencia recoge Sastre en La Nausee y en A puerta cerrada.
Para Heidegger, la solicitud (Fürsorge) hacia el prójimo, como forma
del cuidado (Sorge), puede ser positiva, indiferente o negativa.
(5) Discursos parlamentarios (4-1-34).Entre las Líneas En otros muchos lugares José
Antonio anticipa ideas, más o menos claramente entrevistas, y desde
luego sin intención sistemática, que coinciden con las aquí expuestas.
Su concepto de «pueblo» como «una integridad de destino de esfuerzo,
de sacrificio y de lucha que ha de mirarse entera y que entera
avanza en la historia y entera ha de seguirse». (Dis. Par., 19-12-33),
así como su idea de que la nación es «en la convivencia de lo universal
lo que no son las otras» (de ¿Éuzcadi libre?) y su consideración de
ella como «fundación», con término muy grato a Heidegger, son otros
tantos puntos de coincidencia. Igualmente puede tomarse en consideración
su contraposición entre lo espontáneo y lo histórico, en frases como
«La vida de todos los pueblos es una lucha trágica entre lo espontá-
neo y lo histórico». (Discurso de Vaüadolid, 4-3-34), o bien, «toda existencia
humana —de individuo o de pueblo— es una pugna trágica entre
lo espontáneo y lo difícil» (Ensayo sobre el Nacionalismo), contraposición que para José Antonio representa la pugna entre lo romántico
y lo clásico, el sentimiento y la inteligencia. De lo expuesto aquí se
sigue que lo espontáneo es el conjunto de fuerzas primigenias, sin estructurar
políticamente, y lo difícil o histórico es la consecución de
esta estructura. La visión aquélla concuerda con este pensamiento.
En otros escritos que pugnan por encontrar el ser de España y
la estructura del Estado español, hallamos anticipaciones análogas. Así,
en el Manifiesto político de La Conquista del Estado, puede leerse:
oLa primera gran angustia que se apodera de todo español que adviene
a la responsabilidad pública es la de advertir cómo España —el
Estado y el pueblo españoles— vive desde hace casi tres siglos en
perpetua fuga de sí misma, desleal para con los peculiares valores a ella
adscritos, infiel a la realización de ellos y, por tanto, en una autonegación
suicida, de tal gravedad, que la sitúa en los lindes mismos de
la descomposición histórica». Esa «fuga de sí» es lo contrario de Estado
auténtico, que es la toma de conciencia de sí y con ella del mundo.
Y por lo que respecta a la asunción de la tradición, se dice:
i.Nos hacemos responsables de la historia de España, aceptando el peculiarísimo
substrato nacional de nuestro pueblo». Ese «substrato» es
la fuerza primigenia que se revela en el ser del Estado como existente.
Los textos podrían, sin duda, multiplicarse.
(6) Pando, I, 377-378.
(7) Así, en el aburrimiento y la alegría. Véase ¿Qué es Metafísica?
Versión de X. Zubiri. Ed. Séneca. México, 1941 (págs. 30-32).
(8) Corresponde al alemán Selbstheit y adoptó la traducción de
J. David García Bacca, explicada en el Vocabulario que acompaña su
traducción de Hólderling y la esencia de la poesía, seguida de la Esencm
del Fundamento. Árbol. Ed. Séneca, México, 1944. (Véase Vocabu’
lario, 18, págs. 159-160.)

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1 comentario en «La Interpretación Existencial del Estado»

  1. La Interpretación Existencial del Estado en Heidegger es una de las más importantes obras de este autor. La Interpretación Existencial del Estado en Heidegger es también una de las publicaciones más consultadas en la historia del derecho filosófico o de la historia de la filosofía jurídica, y asimismo, de la historia filosófica del Estado.

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