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Peroratio (Peroracion)
Este elemento es una ampliación de los cursos y guías de Lawi. Ofrece hechos, comentarios y análisis sobre este tema.
Técnicas para elaborar el Peroratio
Definición, contenido y orden de la peroración
La peroración es considerada por los retóricos antiguos como el coronamiento del discurso judicial (cumulum). Es la conclusión general.
Para Aristóteles, la peroración debe constar de cuatro partes: la primera consiste en hacer que los jueces estén bien dispuestos con nosotros y mal dispuestos con el adversario; la segunda amplifica o atenúa los reproches de ambas partes; la tercera levanta las pasiones del auditorio y la última consiste en recapitular el conjunto de los argumentos empleados (consulte más sobre estos temas en la presente plataforma digital de ciencias sociales y humanidades). Aristóteles precisa que «el orden natural es hacer recordar que se está en lo cierto y que el adversario es un mentiroso, luego se elogia y se condena para al fin dar los últimos martillazos».[Aristóteles: RH, III,19]
Los latinos Cicerón y Quintiliano dividen la peroración en solamente tres partes.Entre las Líneas En primer lugar, la enumeración (la recapitulación); en segundo lugar, la amplificación de la acusación o la indignación y en tercera parte, la queja o la conmiseración.
Estas tres partes corresponden a los tres objetivos asignados a la peroración: refrescar la memoria del juez y concentrar su mente en los argumentos esenciales, suscitar su cólera contra el adversario y finalmente provocar su compasión frente a nuestros intereses (consulte más sobre estos temas en la presente plataforma digital de ciencias sociales y humanidades). Adoptaremos esta última división.
La enumeración o la recapitulación
Para Aristóteles, es conveniente comenzar la recapitulación diciendo que se ha cumplido con lo prometido y que se ha probado todo lo que se deseaba demostrar.
Luego se citará brevemente los principales argumentos desarrollados en la confirmación. (Tal vez sea de interés más investigación sobre el concepto).Entre las Líneas En la enumeración no hay que volver a tratar los argumentos ni añadir nada nuevo, creando otro discurso. Tal defecto es muy común y muestra una falta de preparación.
Tampoco se hará referencia al exordio o a la narración. (Tal vez sea de interés más investigación sobre el concepto). Sólo se hablará sobre los elementos de la confirmación y de la refutación.
En la enumeración se emplearán figuras literarias variadas para no cansar a los magistrados. Cicerón da algunos ejemplos retomados por Quintiliano para recapitular los argumentos, sin volver a mencionarlos idénticamente (consulte más sobre estos temas en la presente plataforma digital de ciencias sociales y humanidades). Así, en su alegato contra Verrés, Cicerón se puso frente a Verrés y comenzó de esta forma la enumeración de los argumentos de la confirmación: «Si vuestro padre seria el juez, que diría si le dijesen que…».
En el mismo alegato, Cicerón, en lugar de referirse a las estatuas robadas por Verrés, se contentó con invocar «las divinidades», cuyas efigies de bronce habían sido retiradas por el muy infame. Lamentó que los templos hubiesen sido saqueados durante la pretura del acusado.
Con el mismo fin de variar sus giros, Cicerón afirma que se puede emplear un estilo para hacer como si el legislador hablase: «si el legislador se presentase aquí repentinamente y les preguntase el porqué. ¿Qué responderían luego de haberles demostrado…?». Viene después de esta frase la enumeración de los argumentos.
Quintiliano propone, a su vez, fingir que se nos ha olvidado decir algo para volver a decir lo que fue antes indicado, o de dirigirse al adversario y no a su abogado para preguntar qué tiene que decir luego de los argumentos que acaban de ser resumidos.
La indignación (amplificación de la acusación)
Detalles:
- La segunda parte de la peroración está constituida por la indignación. (Tal vez sea de interés más investigación sobre el concepto). El propósito de la indignación es suscitar el rechazo del público y del tribunal en contra de un hecho o del adversario, sobre todo en materia penal. [1]
- Como regla general, el demandante deberá irritar a los jueces contra su adversario. El demandado tratará, al contrario, de calmarlos.
Puntualización
Sin embargo, la técnica de la indignación podrá ser utilizada también por el acusado, quien se escandalizará por la injusta persecución de la cual él es víctima.
- Para Cicerón, en su Retórica a Herenio, existen varias maneras de amplificar una acusación y suscitar la indignación.[Libro II-XXX y en la Invención, Libro I-LII]
La primera manera resulta de la toma en consideración de la historia, de la autoridad de las personas, de la religión, de la opinión de los hombres más considerados (consulte más sobre estos temas en la presente plataforma digital de ciencias sociales y humanidades). A través de este medio se puede insistir en la reprobación universal, que condena el comportamiento sometido a la apreciación de los jueces.
La segunda manera de amplificación consiste en interrogarse acerca del alcance del comportamiento del adversario para saber qué parte de la sociedad se perjudica; si es tan solo la élite, se resaltará la indignidad del acusado (persona contra la que se dirige un procedimiento penal; véase más sobre su significado en el diccionario y compárese con el acusador, público o privado) o si las víctimas son gente pobre, se recalcará la inhumanidad del acusado (persona contra la que se dirige un procedimiento penal; véase más sobre su significado en el diccionario y compárese con el acusador, público o privado) y su desprecio por las personas humildes.
En tercer lugar, el orador se preguntará que pasaría si otras personas imitasen el ejemplo del acusado (persona contra la que se dirige un procedimiento penal; véase más sobre su significado en el diccionario y compárese con el acusador, público o privado) y si la indulgencia del tribunal podría acarrear seguidores para el mal de la sociedad.
En cuarto lugar, se insistirá en algo comentado en el exordio. Se dirá que mucha gente espera la decisión de la cual dependerá la conducta que tomará de ahora en adelante.
En quinto lugar, habrá que insistir sobre el carácter irreversible del error que podría cometerse en el fallo.
En sexto lugar, se insistirá en el carácter premeditado del comportamiento del adversario. Se podrá añadir que si bien el error da derecho a la indulgencia, no se debe de perdonar la maldad voluntaria.
En séptimo lugar y, específicamente en lo que atañe a la materia penal, se mostrará que el crimen es particularmente grave porque ha sido cometido en contra de alguien a quien se debe guardar el mayor respeto, como los padres, hijos, familia; o en contra de personas que por naturaleza se defienden menos, como mujeres, niños y ancianos. Se mostrarán así las circunstancias agravantes.
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En octavo lugar, se usará la técnica de la comparación, mediante la cual el orador sostendrá que el presente caso es aún más abominable o atroz que los antiguos casos que se asemejan al actual.
En noveno lugar, se acentuará la indignación a través de detalles horribles de la causa. Habrá entonces que retomar el examen de las circunstancias del asunto, hacerse las preguntas que Quintiliano recomienda: ¿Qué pasó? ¿Por quién? ¿Contra quién? ¿Con qué intención? ¿Cuándo? ¿En qué lugar? ¿Cómo? En materia penal habrá que dar una descripción tan realista del crimen que parezca como si hubiese sucedido en ese instante. Uno se podrá ayudar de los objetos materiales. El más bello ejemplo de esta técnica se encuentra en la arenga de Antonio al pueblo de Roma, después de que Cesar haya sido asesinado en pleno Senado por Brutus, Cassius y otros (consulte más sobre estos temas en la presente plataforma digital de ciencias sociales y humanidades). Antonio logró inflamar al auditorio, mostrándole la toga de Cesar ensangrentada y agujereada por la espada de sus asesinos.
Basado en la experiencia de varios autores, mis opiniones y recomendaciones se expresarán a continuación (o en otros lugares de esta plataforma, respecto a las características en 2024 o antes, y el futuro de esta cuestión):
En décimo lugar, se preguntará si más bien el asesino no tenía que impedir tal crimen, en vez de cometerlo, teniendo en cuenta su personalidad, sus funciones o sus orígenes familiares.
En decimoprimer lugar, se subrayará la arrogancia del demandado, su mala fe y su ausencia de arrepentimiento o su orgullo manifiesto.
Por último se podrá pedir a los jueces que se pongan en el lugar de la víctima o del acusador y reflexionen en lo que sentirían en ese caso, si fuesen los niños, los padres o la mujer en función de la víctima.
La queja
La queja es la última parte de la peroración. (Tal vez sea de interés más investigación sobre el concepto). Tiene por finalidad exaltar la piedad de los jueces mediante la utilización de lo patético que debe estar siempre acompañado de argumentos. Quintiliano dice: «Todo lo que no aumenta, disminuye y una pasión que se achica, se apaga pronto».
Los retóricos recomendaban no ser demasiado largo en la queja. «Nada seca más rápido que una lágrima», dijo Cicerón. «Pronto nuestras lágrimas cansarán el auditorio, el cual, con serenidad y frialdad, remplazará esta emoción involuntaria».
De la misma manera que existen fuentes propias para amplificar la acusación, así también las hay para la queja. Previamente, Cicerón aconseja hablar acerca de algunos tópicos ligados a la debilidad humana y al poder del destino que hacen que su libertad sea tan solo aparente. Después de evocar la desgracia, los jueces serán conscientes de sus propios limites y estarán más dispuestos a la compasión.
En primer lugar, se podrá oponer la prosperidad pasada con la desgracia presente, para suscitar la conmiseración.
En segundo lugar, el orador mostrará todas las desgracias que sucedieron al acusado (persona contra la que se dirige un procedimiento penal; véase más sobre su significado en el diccionario y compárese con el acusador, público o privado) y que le suceden aún hoy.
En tercer lugar, se amplificará cada una de las circunstancias que agravan la desgracia de la víctima. Si se perdió un hijo en un accidente, «se rememorarán los placeres inocentes, las esperanzas, los consuelos que él daba, el cuidado en su educación».[Cicerón; De la «Invención», LV]
📬Si este tipo de historias es justo lo que buscas, y quieres recibir actualizaciones y mucho contenido que no creemos encuentres en otro lugar, suscríbete a este substack. Es gratis, y puedes cancelar tu suscripción cuando quieras:En cuarto lugar, se elaborará un cuadro preciso, real, vivo de cada una de las desgracias que el acusado (persona contra la que se dirige un procedimiento penal; véase más sobre su significado en el diccionario y compárese con el acusador, público o privado) vivió o vive con miras a que los jueces se compadezcan.
No es mala idea preguntarse si la desgracia azotó al cliente en el momento que menos se lo imaginaba o justo cuando acariciaba esperanzas de felicidad.
En quinto lugar, se expondrán la pobreza y la debilidad, el aislamiento de nuestro cliente, el deshonor que mancha a su familia y el infortunio de su entorno.
Es obvio que todos los juicios no se prestan a la queja como los pequeños procesos en donde lo patético no tiene su sitio. Quintiliano dice: «querer terminar a toda costa la peroración con una queja es como querer dar a un niño un coturno y la máscara de Hércules».[el autor quiere resaltar el carácter inadecuado y desproporcionado de la queja en un asunto que por naturaleza no se presta]
Por último, si bien es cierto que la queja puede ser eficaz y conmover a los magistrados, el orador deberá vigilar la actitud de su cliente durante el alegato: una actitud fría, falsa, grosera o indecente puede neutralizar el efecto de la queja (consulte más sobre estos temas en la presente plataforma digital de ciencias sociales y humanidades). Así mismo, el abogado debe controlar su capacidad de emocionar.
Fin del discurso
Al final del discurso se pueden emplear pensamientos y términos magníficos: «aquí hay que subir la emoción al tono máximo, como en el teatro, cuando se llega al desenlace, el cual en las antiguas obras se terminaba con las palabras: «aplaudan».
La última frase del discurso debe ser captada de esa manera por el auditorio (consulte más sobre estos temas en la presente plataforma digital de ciencias sociales y humanidades). Aristóteles era directo y recomendaba utilizar una frase como ésta para terminar el alegato: «lo he dicho, lo escuchasteis, conocéis el asunto, juzguéis».[Aristóteles, RH, Libro III, 19.T]
Estas son las seis partes del discurso que Cicerón justifica mediante la naturaleza y el buen sentido.
Puntualización
Sin embargo, hay retóricos que han querido hacer aún más divisiones bajo el riesgo de crear confusión. (Tal vez sea de interés más investigación sobre el concepto). Teodoro de Bizancio aconsejaba añadir a la refutación, una confirmación de la refutación. (Tal vez sea de interés más investigación sobre el concepto). Otros distinguían la pre-narración de la narración y de la post-narración. (Tal vez sea de interés más investigación sobre el concepto).
Puntualización
Sin embargo, a fuerza de dividir el discurso, estos malos profesores se perdían en los detalles y quienes siguieron esta línea como Platón en su Fedra cayeron en lo fútil.
Los epígonos de Corax olvidaron que el discurso no era un fin en sí mismo, sino tan solo un medio de persuadir, una técnica al servicio del orador (consulte más sobre estos temas en la presente plataforma digital de ciencias sociales y humanidades). Aristóteles, no cometió este error. El perceptor de Alejandro subrayó que el primer principio de la retórica era el de adaptarse al auditorio a sus humores y valores hasta el punto de olvidar las reglas, si la utilidad y la conveniencia lo exigían. Cicerón y Quintiliano exigieron siempre al abogado que tenga flexibilidad (78) de espíritu e intuición para deslizarse a través de las vicisitudes de sus asuntos.
El orden del discurso para estos grandes retóricos era relativo, es decir, debía ser concebido en función de la infinita variedad de las situaciones humanas.Entre las Líneas En esta materia se rechazaba toda clase de dogmatismo. Es la principal lección de la Retórica que merece ser recordada.
Fuente: MARTINEAU (2000): François Martineau, Técnicas de argumentación del Abogado. Editorial Bosch. Barcelona. Pág. 71 y ss.
Notas
1.Entre las Líneas En esta parte salimos del campo de la descripción de las cosas y de los argumentos para entrar en el de la pasión. (Tal vez sea de interés más investigación sobre el concepto). Salvo Aristóteles, parece que los retóricos griegos ignoraban la indignación, sin duda porque en Atenas estaba prohibido encender las pasiones durante el discurso, pues un alguacil del tribunal imponía guardar silencio al orador delincuente.
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Técnicas para elaborar el Peroratio no es solo un recurso retórico. Las técnicas para elaborar el Peroratio son importantes en el proceso oral en la mayoría de los países.
En realidad, la peroratio resume y sintetiza lo que antes fue desarrollado, a efectos de luego facilitar el recuerdo de los puntos fuertes, y apelar a los sentimientos y a la emotividad de los oyentes.
Esta parte del discurso, en la retórica y en la argumentación jurídica, es buena para presentar algún elemento novedoso, interesante, inesperado, e incluso repetitivo.
Las partes del discurso, en el estudio de la retórica y la argumentación del ponente o del abogado, son entre cuatro (exordio, exposición o narración, argumentación, peroración o epílogo) y seis (exordium, narratio, partitio, confirmatio, refutatio, peroratio). Téngase en cuenta que en la exposición se incluye, tradicionalmente, una serie de circunstancias: quién (quis), qué (quid), cuándo (quando), cómo (quemadmodum), dónde (ubi), por qué (cur), etc.
Todo discurso -como todo enunciado lingüístico- consta, según la teoría antigua, de res y de uerba o, en terminología moderna, de contexto y de texto.
En retórica, se considera que el acto expositivo de un discurso ante un auditorio se divide, tradicionalmente, al menos en cuatro partes: Exordium (presentación), Narratio (exposición), Argumentatio (argumentación), y Peroratio (conclusión con finalidad conativa, o sea con finalidad de influir, de aconsejar, de llamar la atención del receptor del mensaje o discuso.