Las actitudes lingüísticas son reacciones evaluativas ante las distintas variedades lingüísticas. Reflejan, al menos en parte, dos procesos cognitivos secuenciales: la categorización social y los estereotipos. En primer lugar, los oyentes utilizan indicios lingüísticos (por ejemplo, el acento) para inferir la pertenencia de los hablantes a un grupo social. En segundo lugar, basándose en esa categorización, atribuyen a los hablantes rasgos estereotipados asociados a esa pertenencia a un grupo inferido. Las actitudes lingüísticas se organizan a lo largo de dos dimensiones evaluativas: estatus (por ejemplo, inteligente, educado) y solidaridad (por ejemplo, amistoso, agradable). Las actitudes son creencias personales, pero hay patrones de actitudes en toda una comunidad. Las personas similares tendrán actitudes parecidas y se puede elaborar un perfil de la comunidad.