Este concepto se emplea para designar un período característico dentro de la evolución demográfica de países que comienzan a vivir un proceso de modernización. Las transiciones demográficas tienden a perjudicar a los miembros más jóvenes de la sociedad, ya que el aumento del número de personas mayores en la población debe ser pagado por los trabajadores más jóvenes. Cuantas más personas mayores haya en una sociedad, más costosas serán las pensiones estatales, y cuantos más trabajadores jóvenes haya en una economía, más intensa será la competencia por los puestos de trabajo, lo que reducirá los salarios de los trabajadores más jóvenes. La transición demográfica se considera, sin embargo, y por encima de todo, una pieza central de la demografía. Es la serie de cambios que se producen a medida que los países evolucionan de un estado estable de alta mortalidad y alta fecundidad a uno de baja mortalidad y baja fecundidad, pero su calendario y sus factores son objeto de un fuerte debate. La transición demográfica, pieza central de la demografía» explica que la teoría de la transición demográfica puede dividirse en tres grandes componentes: en primer lugar, los cambios en la mortalidad y la fecundidad a lo largo del tiempo, basados en datos claros y, por lo tanto, no cuestionados en general; en segundo lugar, y el más polémico, la construcción de modelos causales que expliquen el momento, el ritmo y los factores que impulsan estos cambios; y, en tercer lugar, el intento de predecir los cambios futuros, especialmente para los países del Sur.