Derechas e Izquierdas
Este elemento es una expansión del contenido de los cursos y guías de Lawi. Ofrece hechos, comentarios y análisis sobre este tema.
Derechas E Izquierdas en Relación a Política
En este contexto, a efectos históricos puede ser de interés lo siguiente: [1]
Concepto
Ambos términos se refieren a ideologías inspiradoras de distintas actitudes políticas. Se califica como derechas a aquella tendencia que guarda un mayor respeto a cuanto significa tradición.
Pormenores
Por el contrario, se aplica el calificativo de i. a la ideología que propugna una evolución de matiz progresista o revolucionario. El significado etimológico de estos vocablos no aclara su concepto (cfr. Vintila Horia, Derecha e izquierda según la tradición, «Indice» 84, Madrid 1964).
Sea cual fuere la ideología que inspira a un movimiento político, desde el mismo instante que sale a la luz pública y entra en el juego de la lucha política para conseguir el poder, queda sumergido en el mundo real e, inevitablemente, ha de entrar por el cauce de las adaptaciones y de las concesiones. Esta regla general, que incide directamente en un movimiento político de ideología derechista, al que obliga a falsear formalmente su naturaleza por esta adaptación, queda en realidad mitigada al repercutir en los movimientos de i. Precisamente debido a que el universo conceptual de la i. se resiste a dejarse influir por la realidad.
El enfrentamiento ideológico entre la derechas y la i. que en pretéritas, aunque no muy lejanas décadas, motivó graves situaciones conflictivas entre los partidos políticos (véase, si se desea, más sobre este último termino en la plataforma general) de antagónica raíz conceptual, se va diluyendo de forma progresiva en las sociedades de nuestros días, hasta el extremo de haberse detectado un auténtico proceso de desideologización (véase en esta plataforma: IDEOLOGÍAS). Existe una cierta desvalorización de los conflictos ideológicos, que se evidencia en esa indiferencia social frente a las batallas doctrinales, quizá reflejado por ese amplio abandono de los programas de i. en los países más desarrollados económicamente, o en vías de su despegue industrial, en los que los partidos de i. se vieron desplazados del poder, bien sea porque, a pesar de conservar su etiquetado revolucionario, cambiaron de orientación o porque los partidos de derechas renunciaron en forma más o menos explícita a sus programas conservadores, adaptándose en su actuar al gusto de la sociedad de la abundancia.
Por el contrario, los conflictos ideológicos entre la derechas y la i. encuentran campo abonado para desarrollarse en toda su pujanza en los países que integran el llamado Tercer Mundo (véase, si se desea, más sobre este último termino en la plataforma general).Entre las Líneas En efecto, ante los condicionantes de toda índole que frenan el cambio social, la opinión pública (véase, si se desea, más sobre este último termino en la plataforma general) está muy sensibilizada y en ella encuentra eco todo programa político que, haciendo tabla rasa de la situación existente, propugne su transformación.
Caracteres. La antítesis que las expresiones políticas izquierdismo y derechismo plantean en la actualidad, hay que referirla a una actitud dialéctica que, al igual que en el pasado histórico, entraña la visión de un mismo objeto (la realidad política) desde diferente perspectiva ideológica. Y así como los respectivos programas de acción política mostraban inicialmente su antagonismo en torno a la monarquía más o menos absoluta (postura que a lo largo del siglo Xix enfrentaría en España a los absolutistas y liberales), después, instaurado un régimen liberal de carácter democrático, la controversia ideológica se ceñiría, preferentemente, a la cuestión religiosa (radicalismo español que se explaya en el texto constitucional de 1869 y que, tras la proclamación posterior de la República, tuvo su más clara manifestación en la Ley provisional, 17 jun. 1870 sobre Registro civil), para concretarse, por último, en el terreno socioeconómico.
En el ámbito socioeconómico adviene la ideología marxista con un marcado matiz revolucionario, que alimenta la cólera de los oprimidos y que toma cuerpo en el régimen socialista que nace tras la revolución de octubre de 1917 en la Rusia zarista, y trasciende al mundo de la política para ser la expresión ideológica de la extrema i.
Aviso
No obstante, y con una frecuencia notable, en los años treinta, en la propia URSS, la realidad nacional rusa y la exclusión de la aventura revolucionaria por la propia burocracia soviética, habrían de imponer una orientación notoriamente alejada de aquel ideal revolucionario puro representado por Trotski (véase, si se desea, más sobre este último termino en la plataforma general). A partir de 1955, por influjo de la revolución científica en sus aplicaciones técnicas, los partidos más avanzados y progresistas de Europa (el laborismo inglés y la socialdemocracia alemana) comienzan a renunciar a sus programas revanchistas y, aun cuando la i. francesa o italiana, por estar mucho más ideologizadas, retrasaron algunos años sus actitudes, a partir de 1965 dieron un giro radical a sus programas.
La extrema i., que no tiene razón de ser en Europa, encuentra campo abonado en la América del centro y del sur, en África y en Asia, porque constituye el refugio ideológico de las masas irredentas. Representa para éstas la esperanza en el progreso; la alternativa, que el capitalismo propaga en la mayor parte de los países subdesarrollados, entre la miseria y la violencia. Aquí la i., al margen de su aspecto teórico, es ante todo la esperanza de los marginados socialmente y de su rebelión.
No puede afirmarse rotundamente que la diferenciación entre derechas e i. sea un concepto totalmente trasnochado, pues incluso ante la degeneración ideológica de la i. europea, no es posible pasar por alto el hecho de que la i., desde su aparición en el campo político, no cesó de hacer prevalecer sus objetivos, a pesar de los éxitos formales de la derechas Ésta, en nuestros días, realiza los objetivos de la i., porque son, precisamente, las ideas sembradas por ella las que se van filtrando paulatinamente y van marcando el cambio de rumbo de la d.
Antaño la i. y la derechas se dividían de forma clarísima el campo político. La i. tenía su apoyatura en unas categorías sociales claramente delimitadas y, frente a ella, la derechas defendía, poniendo en juego todos sus medios, los intereses de una minoría privilegiada, aún cuando a la larga siempre triunfara la i., ya fuera utilizando el temor que siempre inspiró el aspecto cuantitativo de la masa o mediante la acción directa de una insurrección, más o menos encubierta, como la de febrero de 1936, en España. Situación conflictiva que, dos años antes, en octubre de 1934, había sido fiel exponente de la violencia revanchista de las i. Esta situación, que tuvo su reflejo en la gran sacudida que, en junio de 1936, acaeció en Francia, ha cambiado y continúa cambiando en perjuicio de la i. La tradicional lucha de clases, preconizada por el marxismo, se ha ido debilitando en las sociedades industrializadas. La masa se hizo tan ampliamente consumidora que retrocede ante la perspectiva de una revolución y, por otra parte, la derechas dejó atrás sus atávicos fanatismos, volviéndose sobre sí misma en una transformación tan radical y adquiriendo un dinamismo, anteriormente desconocido, que hace que su ideología programada en concreta acción política vaya en el mismo sentido que la opinión pública, haciendo posible, mediante el progreso técnico, la elevación del nivel de vida.
Quizá el actual desfase de la i. devenga inmediatamente, como apunta Franfois Chirpaz (Aliénation el utopie, «Esprit», enero 1969), de una razón metafísica.Entre las Líneas En efecto, la impotencia de la i. depende en gran medida de ese rechazo de la realidad, fundado en el desprecio del ser actual de la sociedad, compensado por una utópica (idealista, irreal; el término procede del libro «Utopía» de Sir Thomas More, que imagina una sociedad perfecta pero inalcanzable) pasión por ese ser, tal como debiera ser. Posiblemente el futuro renacer de la i. se produzca, precisamente, en la sociedad industrial europea, si le es posible rehacer una psico-sociología de la opresión en un ataque directo a la miseria ontológica que hoy padece la humanidad, en un ataque directo a la civilización deshumanizada que despersonaliza a los hombres para transformarlos en masa, haciendo revivir esa conciencia revolucionaria que posibilite al hombre recuperar la conciencia auténtica sobre sus necesidades suprasensibles y en el significado creador de su trabajo.
Mientras hoy la ideología izquierdista de la Europa occidental muestra claras tendencias internacionalistas y hermanadoras de todos los hombres, aun cuando proyecten sus viejos sueños revolucionarios a parte de América del Sur y de África, en estos países del Tercer Mundo, por el contrario, tales tendencias, paradójicamente, se corresponden con las de la alta, burguesía capitalista y cosmopolita. El izquierdismo de los países subdesarrollados, por el contrario y como consecuencia de su anticolonialismo económico o político-económico, es rabiosamente nacionalista y xenófobo.
La crisis de las ideologías.
La ideología es una manera o el contenido del pensamiento característico de un individuo, grupo o cultura. Todas las personas son pensadores políticos. Lo sepan o no, las personas utilizan ideas y conceptos políticos cada vez que expresan su opinión o dicen lo que piensan. El lenguaje cotidiano está plagado de términos como "libertad", "equidad", "igualdad", "justicia" y "derechos". Del mismo modo, palabras como "conservador", "liberal", "socialista", "comunista" y "fascista" son empleadas regularmente por la gente para describir sus propias opiniones o las de otros. Sin embargo, aunque estos términos son familiares, incluso habituales, rara vez se utilizan con precisión o con una comprensión clara de su significado. ¿Qué es, por ejemplo, la "igualdad"? ¿Qué significa decir que todas las personas son iguales? ¿Las personas nacen iguales? ¿Deben ser tratadas por la sociedad como si fueran iguales? ¿Deben las personas tener los mismos derechos, las mismas oportunidades, la misma influencia política y los mismos salarios? Del mismo modo, palabras como "socialista" o "fascista" se utilizan comúnmente de forma errónea.m ¿Qué significa llamar a alguien "fascista"? ¿Qué valores o creencias tienen los fascistas y por qué los tienen? ¿En qué se diferencian los socialistas de los liberales, los conservadores o los anarquistas? Este texto examina las ideas y creencias fundamentales de las principales ideologías políticas.
Este texto introductorio reflexiona sobre la naturaleza de la ideología política. Para ello, examina el papel de las ideas en la política, la vida y los tiempos (a veces enrevesados) del concepto de ideología, la estructura del pensamiento ideológico, la medida en que las ideologías se ajustan a una división izquierda/derecha y el panorama cambiante de las ideologías políticas. En el proceso, se discuten cuestiones como por qué y cuándo un cuerpo de pensamiento político debe ser clasificado como una ideología (así como lo que esto implica) y si hay evidencia de que las llamadas "nuevas" ideologías están en el proceso de desplazamiento de las ideologías "clásicas" de antaño. Esta plataforma digital examina cada ideología o tradición ideológica por separado. Están organizadas, a grandes rasgos, en términos cronológicos, para poder trazar el proceso más amplio de desarrollo ideológico, por el que una ideología influye en otras y así sucesivamente.
Izquierda a Derecha
Los orígenes de los términos "izquierda" y "derecha" en política se remontan a la Revolución Francesa y a la distribución de los asientos de radicales y aristócratas en la primera reunión de los Estados Generales en 1789. Por tanto, la división izquierda/derecha reflejaba originalmente la dura elección entre la revolución y la reacción. Posteriormente, los términos se han utilizado para poner de relieve una división que supuestamente se extiende por todo el mundo del pensamiento y la acción política, ayudando tanto a proporcionar una visión de la naturaleza de las ideologías particulares como a descubrir las relaciones entre las ideologías políticas en general. La izquierda y la derecha suelen entenderse como los polos de un espectro político, lo que permite hablar del "centro-izquierda", la "extrema derecha", etc. Esto se ajusta a un espectro político lineal que va de la izquierda a la derecha. Sin embargo, los términos izquierda y derecha se han utilizado para llamar la atención sobre una serie de distinciones.
Partiendo de sus significados originales, izquierda y derecha se han utilizado para resumir actitudes opuestas ante el cambio político en general, el pensamiento de izquierdas da la bienvenida al cambio, normalmente basado en la creencia en el progreso (avanzar; la creencia de que la historia se caracteriza por el avance humano apuntalado por la acumulación de conocimiento y sabiduría), mientras que el pensamiento de derechas se resiste al cambio y busca defender la "situación actual o estado actual de las cosas".
Inspirándose en obras como "La personalidad autoritaria" (1950) de Adorno y otros, se ha intentado explicar las diferencias ideológicas, y especialmente las actitudes rivales ante el cambio, en términos de necesidades, motivos y deseos psicológicos de las personas. Desde este punto de vista, la ideología conservadora, por ejemplo, está formada por una profunda aversión psicológica a la incertidumbre y la inestabilidad. Una construcción alternativa de la división izquierda/derecha se centra en las diferentes actitudes hacia la organización económica y el papel del Estado. Así, las opiniones de izquierda apoyan la intervención y el colectivismo (ver más detalles), mientras que las de derecha favorecen el mercado y el individualismo (ver más detalles). Bobbio (1996), por el contrario, sostiene que la base fundamental de la distinción entre izquierda y derecha radica en las diferentes actitudes hacia la igualdad, ya que los de izquierdas abogan por una mayor igualdad mientras que los de derechas tratan la igualdad como algo imposible o indeseable. Esto también puede ayudar a explicar la continua relevancia de la división izquierda/derecha, ya que el "gran problema de la desigualdad" sigue sin resolverse tanto a nivel nacional como mundial.
El espectro político lineal tradicional, como medio para comprender el carácter de las ideologías políticas y la forma en que se relacionan entre sí, presenta, sin embargo, una serie de inconvenientes. Entre ellos se encuentran los siguientes:
Como todas las ideologías contienen elementos rivales, o incluso contradictorios, situarlas claramente en un espectro político lineal con un único criterio puede ser notoriamente difícil. El anarquismo, por ejemplo, puede considerarse de ultraizquierda o de ultraderecha, ya que engloba tanto tendencias anarcocomunistas como anarcocapitalistas. Del mismo modo, aunque el fascismo se suele presentar como una ideología de "extrema derecha", contiene elementos de carácter "izquierdista", sobre todo una vertiente anticapitalista que articula la hostilidad hacia las grandes empresas.
Las ideologías que tradicionalmente se sitúan en las alas extremas del espectro lineal pueden tener más en común entre sí que con sus vecinos "centristas". Durante el periodo de la Guerra Fría, en particular, se afirmaba ampliamente que el comunismo y el fascismo se parecían en virtud de una tendencia compartida hacia el totalitarismo (ver más detalles). Este punto de vista condujo a la idea de que el espectro político debería tener forma de herradura, no lineal.
Como las ideologías políticas se manifiestan de forma diferente en los distintos contextos geográficos, puede resultar imposible asignarles una identidad acordada de izquierda/derecha. Así, mientras que en EE.UU. el liberalismo se considera más de izquierdas que el conservadurismo (el primero está vinculado a un gobierno "grande" y el segundo a un gobierno "mínimo"), lo contrario suele ocurrir en la Europa continental, donde es habitual que el liberalismo se asocie con el pensamiento de libre mercado, y el conservadurismo con la intervención social, especialmente cuando está influido por la democracia cristiana.
Como las ideologías políticas son entidades fluidas, capaces, según algunos, de reinventarse casi constantemente, nuestras nociones de izquierda y derecha deben actualizarse regularmente. Esta fluidez puede verse en el caso de los partidos socialistas reformistas de muchas partes del mundo, que, desde la década de 1980, han tendido a distanciarse de la creencia en la nacionalización y el bienestar y, en su lugar, abrazan la economía de mercado. Esto implica que el socialismo reformista se ha desplazado hacia la derecha, pasando del centro-izquierda al centro-derecha, o que el propio espectro se ha desplazado hacia la derecha, redefiniendo el socialismo reformista, y por tanto el izquierdismo, en el proceso.
Un último inconveniente es que, a medida que el debate ideológico se ha desarrollado y ampliado a lo largo de los años, el espectro lineal ha parecido cada vez más simplista y generalizado, y la división izquierda/derecha sólo capta una dimensión de una serie de interacciones políticas más complejas. Esto ha dado lugar a la idea del espectro bidimensional, en el que, tal y como fue promovido por Eysenck (1964), se añade un eje vertical de libertad/autoridad al eje horizontal establecido de izquierda/derecha (véase la figura 1.5). Otros, sin embargo, han ido más allá y han argumentado que la división izquierda/derecha ha quedado efectivamente superada como resultado de la llegada de las llamadas "nuevas" tradiciones ideológicas.
El papel de las ideas
No todos los pensadores políticos han aceptado que las ideas y las ideologías tengan mucha importancia. A veces se ha pensado que la política es poco más que una simple lucha por el poder. Si esto es cierto, las ideas políticas son mera propaganda, una forma de palabras o una colección de eslóganes diseñados para ganar votos o atraer el apoyo popular. Las ideas y las ideologías son, por tanto, un simple "escaparate", utilizado para ocultar las realidades más profundas de la vida política. Sin embargo, también se ha planteado el argumento contrario. El economista británico John Maynard Keynes (1883-1946), por ejemplo, sostenía que el mundo se rige por poco más que las ideas de los teóricos económicos y los filósofos políticos. Como dijo en las últimas páginas de su Teoría General (publicado por primera vez en 1936), los hombres prácticos, que se creen exentos de toda influencia intelectual, suelen ser esclavos de algún economista difunto. Los locos de la autoridad, que oyen voces en el aire, destilan su frenesí de algún escritor académico de hace unos años.
Esta postura pone de manifiesto hasta qué punto las creencias y las teorías constituyen el manantial de la acción humana. El mundo está gobernado, en última instancia, por "escribas académicos". Este punto de vista sugiere, por ejemplo, que el capitalismo moderno (ver p. 97) se desarrolló, en aspectos importantes, a partir de la economía clásica de Adam Smith (ver p. 52) y David Ricardo (1772-1823), que el comunismo soviético se formó de manera significativa por los escritos de Karl Marx (ver p. 124) y V. I. Lenin (ver p. 124), y que la historia de la Alemania nazi sólo puede entenderse por referencia a las doctrinas avanzadas en el Mein Kampf de Adolf Hitler.
En realidad, ambos relatos de la vida política son unilaterales e inadecuados. Las ideas políticas no son un mero reflejo pasivo de los intereses creados o de la ambición personal, sino que tienen la capacidad de inspirar y guiar la propia acción política y, por tanto, de configurar la vida material. Al mismo tiempo, las ideas políticas no surgen en el vacío: no caen del cielo como la lluvia. Todas las ideas políticas están moldeadas por las circunstancias sociales e históricas en las que se desarrollan y por las ambiciones políticas a las que sirven. Sencillamente, el pensamiento político y la práctica política están inseparablemente unidos. Por lo tanto, cualquier relato equilibrado y persuasivo de la vida política debe reconocer la constante interacción entre las ideas e ideologías, por un lado, y las fuerzas históricas y sociales, por otro.
Las ideas y las ideologías influyen en la vida política de varias maneras. Las ideas e ideologías influyen en la vida política de varias maneras:
- estructuran la comprensión política y, por tanto, fijan los objetivos e inspiran el activismo conforman la naturaleza de los sistemas políticos
- actúan como una forma de cemento social.
En primer lugar, las ideologías proporcionan una perspectiva, o "lente", a través de la cual se entiende y explica el mundo. Las personas no ven el mundo como es, sino sólo como esperan que sea: en otras palabras, lo ven a través de un velo de creencias, opiniones y suposiciones arraigadas. Consciente o inconscientemente, todo el mundo suscribe un conjunto de creencias y valores políticos que guían su comportamiento e influyen en su conducta. Así, las ideas e ideologías políticas establecen objetivos que inspiran el activismo político. En este sentido, los políticos están sujetos a dos influencias muy diferentes. Sin duda, todos los políticos quieren el poder. Esto les obliga a ser pragmáticos, a adoptar aquellas políticas e ideas que son electoralmente populares o se ganan el favor de grupos poderosos, como las empresas o los militares. Sin embargo, los políticos rara vez buscan el poder simplemente por su propio bien. También poseen creencias, valores y convicciones (aunque en distinto grado) sobre qué hacer con el poder una vez alcanzado.
En segundo lugar, las ideologías políticas contribuyen a configurar la naturaleza de los sistemas políticos. Los sistemas de gobierno varían considerablemente en todo el mundo y siempre están asociados a valores o principios particulares. Las monarquías absolutas se basan en ideas religiosas muy arraigadas, especialmente el derecho divino de los reyes. Los sistemas políticos de la mayoría de los países occidentales contemporáneos se basan en un conjunto de principios liberal-democráticos. Los Estados occidentales suelen basarse en un compromiso con el gobierno limitado y constitucional, así como en la creencia de que el gobierno debe ser representativo, en el sentido de que se basa en elecciones periódicas y competitivas. Del mismo modo, los sistemas políticos comunistas tradicionales se ajustan a los principios del marxismo-leninismo. Incluso el hecho de que el mundo esté dividido en un conjunto de Estados-nación y que el poder gubernamental se sitúe normalmente en el ámbito nacional refleja el impacto de las ideas políticas, en este caso del nacionalismo y, más concretamente, del principio de autodeterminación nacional.
Por último, las ideas e ideologías políticas pueden actuar como una forma de cemento social, proporcionando a los grupos sociales, e incluso a sociedades enteras, un conjunto de creencias y valores unificadores. Las ideologías políticas suelen asociarse con determinadas clases sociales: por ejemplo, el liberalismo con las clases medias, el conservadurismo con la aristocracia terrateniente, el socialismo con la clase obrera, etc. Estas ideas reflejan las experiencias vitales, los intereses y las aspiraciones de una clase social y, por tanto, contribuyen a fomentar un sentimiento de pertenencia y solidaridad. Sin embargo, las ideas e ideologías también pueden conseguir unir a grupos y clases divergentes dentro de una sociedad. Por ejemplo, en la mayoría de los Estados occidentales existe una base unificadora de valores liberal-democráticos, mientras que en los países musulmanes el Islam ha establecido un conjunto común de principios morales y creencias. Al dotar a la sociedad de una cultura política unificada, las ideas políticas contribuyen a promover el orden y la estabilidad social. Sin embargo, un conjunto unificador de ideas y valores políticos puede desarrollarse de forma natural dentro de una sociedad, o puede imponerse desde arriba en un intento de fabricar obediencia y ejercer control. Los ejemplos más claros de estas ideologías "oficiales" se encuentran en los regímenes fascistas, comunistas y fundamentalistas religiosos.
¿Nuevas ideologías para las antiguas ideologías?
Puede que la ideología haya sido una característica inseparable de la política desde finales del siglo XVIII (a menudo se remonta a la Revolución Francesa de 1789), pero su contenido ha cambiado significativamente con el tiempo, y el ritmo de transformación ideológica se ha acelerado desde la década de 1960. Han surgido nuevas ideologías, algunas ideologías antaño potentes han perdido importancia y todas las ideologías han pasado por un proceso de redefinición y renovación a veces radical. La ideología política surgió de la transición del feudalismo al capitalismo industrial. En términos sencillos, las primeras tradiciones ideológicas "clásicas" -el liberalismo, el conservadurismo y el socialismo- se desarrollaron como intentos contrastados de dar forma a la sociedad industrial emergente. Mientras que el liberalismo defendía la causa del individualismo, el mercado y, al menos en un principio, un gobierno mínimo, el conservadurismo defendía un "ancien régime" cada vez más asediado, y el socialismo promovía la visión bastante diferente de una sociedad basada en la comunidad, la igualdad y la cooperación.
A medida que avanzaba el siglo XIX, cada una de estas ideologías adquirió un carácter doctrinal más claro, y llegó a asociarse con una clase social o un estrato de la sociedad en particular. En pocas palabras, el liberalismo era la ideología de la creciente clase media, el conservadurismo era la ideología de la aristocracia o la nobleza, y el socialismo era la ideología de la creciente clase obrera. A su vez, los partidos políticos se desarrollaron para articular los intereses de estas clases y dar expresión "operativa" a las distintas ideologías. Por lo tanto, estos partidos solían tener un carácter programático. El tema central que surgió de la discusión y el debate ideológico durante este periodo fue la batalla entre dos filosofías económicas rivales: el capitalismo y el socialismo. La ideología política tenía, pues, un fuerte enfoque económico. Las líneas de batalla entre el capitalismo y el socialismo se agudizaron considerablemente con la Revolución Rusa de 1917, que creó el primer Estado socialista del mundo. De hecho, a lo largo de lo que a veces se denomina el "corto" siglo XX (desde el estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914 hasta el colapso del comunismo en 1989-91), y en particular durante el periodo de la Guerra Fría (1945-90), la política internacional se estructuró según líneas ideológicas, ya que el Occidente capitalista se enfrentó al Oriente comunista.
Sin embargo, desde los años 60 aproximadamente, el panorama ideológico se ha transformado. No sólo se han producido cambios importantes dentro de las ideologías establecidas o "clásicas" (por ejemplo, en el surgimiento de la Nueva Izquierda, la Nueva Derecha y, de forma más dramática, con el colapso del comunismo ortodoxo), sino que también han surgido una serie de "nuevas" tradiciones ideológicas. A continuación se exponen las más significativas. La designación de estas ideologías como "nuevas" puede ser, sin embargo, engañosa, ya que cada una de ellas tiene raíces que se remontan al siglo XIX, si no más allá. Además, también han tendido a inspirarse en gran medida en las ideologías dominantes ya existentes, lo que les confiere, por lo general, un carácter híbrido o transversal. Estas ideologías son "nuevas", sin embargo, en el sentido de que han dado a determinadas áreas de debate ideológico una prominencia de la que nunca habían gozado. En el proceso, han fomentado la aparición de perspectivas ideológicas nuevas y desafiantes.
Pero, ¿por qué se ha producido este proceso de transformación ideológica? Las razones principales son las siguientes:
- la aparición de sociedades postindustriales y de "nuevos" movimientos sociales el colapso del comunismo y el cambio del orden mundial
- el auge de la globalización y de las sensibilidades cosmopolitas.
Además, la estructura y la naturaleza de las sociedades modernas han experimentado un profundo proceso de cambio desde los años 50 aproximadamente. Los pensadores sociales han anunciado este cambio de diversas maneras. Por ejemplo, Beck (1992) proclamó la transición de la "primera" a la "segunda" modernidad, Giddens (1994) analizó el paso de la modernidad "simple" a la "reflexiva", mientras que Baumann (2000) habló del cambio de la modernidad "sólida" a la "líquida". Sin embargo, el núcleo de estos cambios es la transición de las sociedades industriales a las postindustriales.
Las sociedades industriales tendían a ser solidarias, en el sentido de que se basaban en divisiones de clase relativamente claras (crudamente, las existentes entre el capital y el trabajo), que, a su vez, ayudaban a estructurar el proceso político, incluido el sistema de partidos, la competencia entre grupos de interés y el debate ideológico.
Las sociedades postindustriales son diferentes en varios aspectos. En primer lugar, tienden a ser sociedades más prósperas, en las que la lucha por la subsistencia material se ha vuelto menos apremiante para una proporción creciente de personas. En condiciones de mayor prosperidad, los individuos manifiestan más interés por la "calidad de vida" o las cuestiones "postmateriales". Estas cuestiones suelen estar relacionadas con la moral, la justicia política y la realización personal, e incluyen temas como la igualdad de género, la paz mundial, el reconocimiento cultural, la protección del medio ambiente y los derechos de los animales. En segundo lugar, la estructura de la sociedad y la naturaleza de las conexiones sociales han cambiado. Mientras que las sociedades industriales tendían a generar vínculos sociales "gruesos", basados en la clase social y la nacionalidad en particular, las sociedades postindustriales tienden a caracterizarse por una creciente individualización (el proceso a través del cual se anima a las personas a verse a sí mismas como individuos, posiblemente a expensas de su sentido de responsabilidad social/moral) y vínculos sociales más "finos" y fluidos. Esto se ha reflejado en el crecimiento de los llamados "nuevos" movimientos sociales, como el movimiento de las mujeres, el movimiento ecologista o verde y el movimiento por la paz, que han desempeñado un papel clave en la remodelación de las identidades políticas y la articulación de nuevas agendas ideológicas.
Las ramificaciones ideológicas del colapso del comunismo han sido profundas y de gran alcance, y, en muchos sentidos, siguen desarrollándose. La ideología más claramente afectada ha sido el socialismo. El socialismo revolucionario, especialmente en su vertiente marxista-leninista de estilo soviético, se reveló como una fuerza gastada, tanto por los fallos económicos de la planificación central como por la asociación del sistema con el autoritarismo estatal (ver más detalles). Sin embargo, el socialismo democrático también se ha visto afectado; algunos sostienen que se ha visto fatalmente comprometido. En particular, los socialistas democráticos han perdido la fe en el control estatal "de arriba abajo" y han llegado a aceptar el mercado como el único medio fiable de generar riqueza.
El colapso del comunismo, y el retroceso general del socialismo, ha proporcionado oportunidades para nuevas fuerzas ideológicas. Las principales han sido el nacionalismo, en particular el nacionalismo étnico, que ha desplazado al marxismo-leninismo como ideología principal en muchos estados postcomunistas, y el fundamentalismo religioso, que, en sus diversas formas, ha tenido una profunda importancia en el mundo en desarrollo. La llegada del terrorismo global, a través de los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington, y el inicio de la llamada "guerra contra el terror" tuvieron otras consecuencias para las ideologías políticas. La "guerra contra el terror" puso de manifiesto la aparición de nuevas líneas de batalla ideológicas que, según algunos, pueden definir la política mundial en el siglo XXI. Según la tesis de Samuel Huntington, ampliamente discutida aunque muy controvertida, la batalla ideológica entre el capitalismo y el comunismo ha sido desplazada por un "choque de civilizaciones", en el que la división más importante es entre el Islam y Occidente.
La globalización (ver más detalles en otra pestaña de este recurso) no es un proceso único, sino un complejo de procesos, a veces superpuestos y entrelazados, pero también, en ocasiones, contradictorios y opuestos. En sus formas económicas, culturales y políticas, la globalización forja conexiones entre personas, comunidades, instituciones y sociedades que antes no estaban conectadas. Esta interconexión, sin embargo, ha tenido implicaciones muy contrastadas. Por un lado, ha estimulado tendencias homogeneizadoras que han visto un "aplanamiento" de las diferencias económicas, culturales y de otro tipo entre los países y regiones del mundo. En términos ideológicos, esta tendencia homogeneizadora ha estado estrechamente relacionada con el avance del liberalismo, ya sea en forma de un orden económico liberal (basado en el libre comercio y los mercados libres), la difusión de la democracia liberal (ver más detalles), o el crecimiento de la sensibilidad cosmopolita (la creencia de que el mundo constituye una única comunidad moral, y posiblemente política, en la que las personas tienen obligaciones hacia todas las demás personas del mundo), a menudo vinculada a la idea de los derechos humanos (ver más detalles). Sin embargo, por otro lado, la globalización ha sido un proceso claramente asimétrico que ha engendrado nuevas formas de desigualdad y ha generado una serie de fuerzas de oposición. Entre ellas se encuentra el fortalecimiento del fundamentalismo religioso en el mundo en desarrollo, que ha llevado, como dijo Benjamin Barber (1995), a una confrontación entre la "Jihad" y el "MacWorld", y la aparición de un movimiento antiglobalización o anticapitalista en el mundo desarrollado que ha refundido, y a veces reforzado, las ideas del anarquismo, el feminismo y la ideología verde.
Las "nuevas" ideologías no sólo son nuevas, sino que también difieren de las "clásicas" en otros aspectos. Esto ha alterado el enfoque y a veces los términos del debate ideológico. Se pueden identificar tres grandes diferencias. En primer lugar, se ha producido un desplazamiento de la economía hacia la cultura. El liberalismo, el conservadurismo y el socialismo se ocupaban principalmente de cuestiones de organización económica, o al menos su visión moral se basaba en un modelo económico concreto. Por el contrario, las "nuevas" ideologías se interesan más por la cultura que por la economía: sus principales preocupaciones tienden a orientarse hacia los valores, las creencias y las formas de vida de las personas, más que hacia el bienestar económico o incluso la justicia social.
En segundo lugar, se ha pasado de la política social a la política de la identidad. La identidad vincula lo personal con lo social, al considerar al individuo como "incrustado" en un determinado contexto cultural, social, institucional e ideológico, pero también pone de relieve el margen de elección personal y de autodefinición, reflejando una tendencia social general hacia la individualización. En este sentido, las "nuevas" ideologías no ofrecen a los individuos conjuntos elaborados de soluciones políticas que "se ajustan" a su posición social, sino que les proporcionan una gama de opciones ideológicas. Esto significa que el activismo político se ha convertido, en efecto, en una elección de estilo de vida.
Por último, se ha pasado del universalismo (la creencia de que es posible descubrir ciertos valores y principios que son aplicables a todas las personas y a todas las sociedades, independientemente de las diferencias históricas, culturales y otras) al particularismo (la creencia de que las diferencias históricas, culturales y otras entre las personas y las sociedades son más significativas que lo que tienen en común). Mientras que, claramente, el liberalismo y el socialismo compartían la fe de la Ilustración en la razón y el progreso, reflejando la creencia de que existe un núcleo común de identidad humana compartido por las personas de todo el mundo, las "nuevas" ideologías, como el feminismo, el nacionalismo étnico, el multiculturalismo y las diversas formas de fundamentalismo religioso, subrayan la importancia de factores como el género, la localidad, la cultura y la etnia. En este sentido, practican la "política de la diferencia" más que la política de la emancipación universal.
La globalización es la aparición de una red de interconexión que significa que nuestras vidas están cada vez más condicionadas por acontecimientos que ocurren y decisiones que se toman a gran distancia de nosotros, lo que da lugar a conexiones "supraterritoriales" entre las personas. Sin embargo, la globalización es un proceso complejo que tiene diversas manifestaciones. La globalización económica es el proceso por el que las economías nacionales han sido absorbidas, en mayor o menor medida, por una única economía global. La globalización cultural es el proceso por el que la información, las mercancías y las imágenes producidas en una parte del mundo han entrado en un flujo global que tiende a "aplanar" las diferencias culturales en todo el mundo. La globalización política es el proceso por el cual las responsabilidades de elaboración de políticas han pasado de los gobiernos nacionales a las organizaciones internacionales.
Hoy que se habla tanto de la despolitización de la vida pública, ante esa táctica de gobierno que hizo recaer en las manos de los técnicos la carga y responsabilidades de la política, es evidente que, esta acción, inseparable del desarrollo científico, implicó una cierta mutación en relación con el ideal democrático, ya que, en la práctica, va acompañado, además, de esa apatía que muestra el ciudadano por las cuestiones públicas, en la mayoría de las sociedades. Y es esta actitud masiva de indiferencia de muy difícil remoción, si no se produce un movimiento ideológico capaz de avivar la conciencia política de los hombres y que, a su vez, sea capaz de sustituir la voluntad de industrialización, que ejerce una evidente función motriz, de marcado carácter económico, por otra que marque la supremacía de lo político.
Cada hombre, aislado en el ámbito concreto de su quehacer diario, tiene la impresión de desempeñar un puesto cada vez menos importante en la vida pública del país. Insensiblemente se desinteresa por los asuntos políticos y de la política de «relaciones humanas», que unilateralmente se imparte desde los medios masivos de difusión.
V. t.: PARTIDOS POLÍTICOS; IDEOLOGÍAS. [rbts name=»politica»]
Recursos
Notas y Referencias
- Basado parcialmente en el concepto y descripción sobre derechas e izquierdas en la Enciclopedia Rialp (f. autorizada), Editorial Rialp, 1991, Madrid
Véase También
Bibliografía
Además de la citada en el texto, v. H (se puede estudar algunas de estas cuestiones en la presente plataforma online de ciencias sociales y humanidades). FISCHER, Teorie der Kultur, Stuttgart 1965; S. M. LIPSET, Cristalizaciones políticas en las sociedades desarrolladas y en vías de desarrollo, «Rev. de Estudios Políticos» 139, Madrid 1965; J. MEYNAUD, Problemas ideológicos del siglo XX (El destino de las ideologías y Tecnocracia política), Barcelona 1964; J. J. SERVAN-SCHREIBER, El desafío americano, Barcelona 1968; M. DuVERGER, Introduction a la politique, París 1964.