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Educación de la Adolescencia

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Educación de la Adolescencia

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Educación y Enseñanza de la Adolescencia y Juventud en Relación a Educación y Enseñanza

En este contexto, a efectos históricos puede ser de interés lo siguiente: [1] 1. Introducción. Desde el punto de vista educativo, la adolescencia constituye uno de los periodos de la vida más interesantes, y, a la vez, más delicados y complejos.Entre las Líneas En la adolescencia suelen configurarse y consolidarse definitivamente algunos de los rasgos más importantes de la personalidad (véase, si se desea, más sobre este último termino en la plataforma general). El adolescente deja de ser niño y se dispone a ingresar en el mundo de los adultos. Para ello, tendrá que abandonar algunos de los rasgos que caracterizaban su personalidad infantil; deberá conservar y mejorar otros, y necesitará adquirir y desarrollar aquellos modos de ser y de comportarse que le consagrarán como una persona madura, capaz de desempeñar con autonomía y responsabilidad un papel en la sociedad. Para el educador, la adolescencia es, ante todo, un periodo de transición, durante el cual, improrrogablemente, debe construirse una personalidad adulta sobre los fundamentos trazados en los años de la infancia (véase, si se desea, más sobre este último termino en la plataforma general) y la niñez.
La adolescencia se considera universalmente como una etapa difícil. Stanley Hall nos ha dejado una imagen de la adolescencia dominada por «tormentas y tensiones». Spranger ha subrayado su carácter contradictorio: «se alternan el egoísmo y la abnegación, la nobleza de ánimo y el instinto criminal, la sociabilidad y la tendencia a la soledad, la fe en la autoridad y el radicalismo revolucionario, el impulso aventurero y la tranquila reflexión». Actualmente se tiende a una visión más serena; sin embargo, es preciso reconocer que el paso del niño al adulto no puede realizarse sin problemas. Los representantes de la antropología cultural Benedict, Mead, Malinowski, Lynd, Erikson han puesto de relieve en qué medida intervienen, en la agudización o atenuamiento de esos problemas, las componentes sociales de una determinada cultura.
El modo de abordar el estudio de la adolescencia por los educadores varía según cómo conciban las relaciones entre desarrollo personal y educación. Hoy día predominan dos puntos de vista: uno, que podríamos denominar psicopedagógico, plantea como problema de base el estudio e identificación de las condiciones psicológicas de cada etapa de la vida, que deben tenerse en cuenta para la formación de la personalidad en desarrollo.

Una Conclusión

En definitiva, parte de una consideración estática de las relaciones entre desarrollo y educación (véase, si se desea, más sobre este último termino en la plataforma general). El adolescente, más que como alguien que se está haciendo, es visto como alguien que es. La misión del educador es adaptar los contenidos formativos a las actuales cualidades psicológicas del adolescente. La educación se transforma en una ciencia psicopedagógica. Representativa de esta corriente es la obra de M. Debesse, Las etapas de la educación (Barcelona 1955).
El otro punto de vista plantea como problema central cuál sea el mejor modo de contribuir con la educación al desarrollo personal. Más que determinar las condiciones psicológicas, le interesa averiguar los objetivos que deben alcanzarse en cada etapa de la vida. Se apoya, pues, en una consideración más dinámica de las relaciones entre desarrollo y educación. La adolescencia no se ve como un proceso aislado, del que la infancia constituye sólo su precedente, y la edad adulta, su término temporal. La adolescencia es más bien un momento de un continuo proceso evolutivo, que tiene una meta o sentido bien claro: la madurez. Ahí se resume la tarea fundamental del educador. Modelo de esta orientación es la obra de R. J. Havighurst, Human Developinent and Education (Nueva York 1953). Ambos enfoques no son excluyentes, y mucho menos contradictorios; más bien han de considerarse como aspectos complementarios.
Hay autores sobre todo de la orientación psicopedagógica, como Bühler, Buseman, etc. que dividen la adolescencia en varias subetapas. Desde el punto de vista pedagógico, esas distinciones plantean más problemas de los que resuelven. Por eso, preferimos considerar la adolescencia como un único periodo que abarca también la juventud, y que va desde el fin de la niñez la línea divisoria viene trazada por el fenómeno biológico de la pubertad hasta los años entre 21 y 25 en que se consolida la personalidad adulta. Esto es lo mismo que afirmar que tiene escasa importancia educativa hablar de las diferencias en sí mismas entre un adolescente de 15 años y otro de 19; en cambio, es vital considerar el diverso grado de realización de las tareas de desarrollo en uno y otro. Evidentemente, existe un peligro: identificar al joven con un adulto inmaduro.Si, Pero: Pero este peligro se desvanece si se comprende bien el concepto de tareas de desarrollo, y se aplica de un modo adecuado.
2. Tareas de desarrollo. a) Nociones generales. Desde las primeras formulaciones de las tareas de desarrollo de la adolescencia de Corey y de Jersild, hasta la más difundida de Havighurst, los autores suelen concordar en líneas generales en su contenido. Varía la formulación, así como la importancia atribuida a cada tarea. Estas variaciones se explican en buena parte por la lógica dificultad de encasillar dentro de conceptos claros y bien delimitados un fenómeno tan complejo y mudable como el desarrollo de la persona humana.

▷ En este Día de 25 Abril (1809): Firma del Tratado de Amritsar
Charles T. Metcalfe, representante de la Compañía Británica de las Indias Orientales, y Ranjit Singh, jefe del reino sij del Punjab, firmaron el Tratado de Amritsar, que zanjó las relaciones indo-sijas durante una generación. Véase un análisis sobre las características del Sijismo o Sikhismo y sus Creencias, una religión profesada por 14 millones de indios, que viven principalmente en el Punjab. Los sijs creen en un único Dios (monoteísmo) que es el creador inmortal del universo (véase más) y que nunca se ha encarnado en ninguna forma, y en la igualdad de todos los seres humanos; el sijismo se opone firmemente a las divisiones de casta. Exatamente 17 años antes, la primera guillotina se erigió en la plaza de Grève de París para ejecutar a un salteador de caminos.
Otros Elementos

Por otro lado, los propios puntos de vista de cada autor acentúan las diferencias; así, p. ej., mientras Jersild coloca la maduración sexual en su contexto más inmediato: el desarrollo fisiológico, Ausubel, Horrocks y Garrison prefieren integrarla en el desarrollo social, apoyándose en el hecho también incontrovertible de que la maduración sexual incluye el establecimiento de un tipo específico de relaciones entre los componentes de diverso sexo de la sociedad.

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Por último, no faltan quienes resuelven la cuestión, Corey, Havighurst y Hurlock entre otros, tratándola como un tema independiente.Entre las Líneas En cualquier caso, es imposible, al menos en el estado actual de los estudios, establecer una clasificación de las tareas de desarrollo completamente coherente.Entre las Líneas En principio, seguiremos una formulación bastante cercana a la que ofrece Jersild, una de las más claras y realistas. Consideramos, pues, tareas de desarrollo de la a.: la maduración física, sexual, afectiva, intelectual, social y personal.
Conviene precisar que el concepto de tareas de desarrollo, tal como lo entendemos aquí, no se reduce a determinados problemas que hay que resolver, o dificultades que deben superarse para entrar con plenitud de derechos en el mundo de los adultos. Lo entendemos como auténticas metas educativas, prescindiendo no entra en los límites de este trabajó del papel respectivo del propio adolescente y de los diversos agentes educadores, así como de los mecanismos y técnicas para la consecución de esas metas. Es corriente en la práctica de la educación, que al hablar de objetivos, se les identifique o conecte de algún modo con un modelo ideal, al que se debe tender. La noción de tarea de desarrollo incluye, por el contrario, algo que es necesario conseguir en un determinado momento de la vida, porque de otro modo ya no será posible, o al menos muy difícil y costoso obtenerlo. Cada tarea tiene su edad crítica o momento educable. Y aunque este concepto no presente una evidencia tan científica como en los primeros años del desarrollo, no es errado presumir que si un adolescente no aprende a establecer relaciones emocionales independientes, en su vida de adul. to podrá hacerlo sólo con dificultad y sufrimiento.
Todo esto contribuye a remarcar el halo de dramaticidad con que suele rodearse el periodo juvenil. Para algunos autores, la adolescencia es como la última oportunidad para corregir los posibles errores de la formación durante la infancia; una especie de tribunal de apelación donde se dictará sentencia definitiva sobre la configuración carácter, modos de conducta y de afrontar la realidad de una personalidad. Es cierto; pero es sólo una parte. El adolescente no afronta esta etapa de la vida desprovisto de recursos, y, aunque son cosas muy importantes las que están en juego, ningún momento o situación puede considerarse definitiva. Una de las experiencias más comunes de los educadores padres, maestros, etc. es el renacimiento o la imprevista maduración de un adolescente, cuando parecía que ya había consumido todas las posibilidades.

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Por último, las tareas de desarrollo no son ni pueden considerarse como objetivos independientes, aislados.Entre las Líneas En el fondo son diversos modos de manifestarse de una única y fundamental tarea: la madurez, que debe ser armónica, completa en todas sus dimensiones, aunque admita un margen de variabilidad.Entre las Líneas En este sentido son interesantes los trabajos de More, de Olson y Hughes, y de Tyler, aunque este mismo autor pone en guardia contra fáciles y precipitadas conclusiones.
La unidad y correlación entre las diversas tareas obedece en último término a la unicidad e indivisibilidad del sujeto que debe realizarlas: el propio adolescente. Desde el punto de vista educativo, esto ofrece importantes ventajas. La formación de la personalidad no es una tarea fragmentaria, un perfeccionar diversos aspectos intelectual, afectivo, social, etc: del individuo sin conexión alguna entre sí. Es más bien una tarea global, en la
que todos y cada uno de los rasgos de la persona han de encontrar adecuadas oportunidades de desarrollo y perfeccionamiento. Todo esto se comprenderá mejor al analizar cada una de las tareas.
b) A2aduración física. El desarrollo de los rasgos corporales es quizá uno de los fenómenos más aparentes de la adolescencia En esos años, se ultima el crecimiento en altura, hay un gran incremento del peso, así como de la fuerza muscular, y se despliegan las habilidades motoras. Todos estos fenómenos juegan un papel considerable en la maduración general. Por parte del adolescente, constituyen una fuerte motivación para abandonar sus modos de ser infantiles y adquirir los propios del adulto. Por parte de la sociedad, la maduración física suele ser una condición necesaria para conceder a un individuo las prerrogativas de miembro adulto de la misma sociedad. Los cambios físicos, la pubertad, dependen como es sabido (v. i) de las fuerzas internas patrimonio genético, fisiología, constitución del adolescente.

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Sin embargo, la componente educativa juega un papel apreciable, aunque deba operar dentro de límites muy estrechos.Entre las Líneas En primer lugar, hay que tener presentes los principios de la Higiene y Dietética (véase, si se desea, más sobre este último termino en la plataforma general), y el desarrollo de un adecuado programa de educación física (v. EDUCACIÓN IV). Por lo general, son cuestiones estas que afectan marginalmente al cometido habitual de los educadores, en el sentido de que no ofrecen particulares problemas, o, cuando lo hacen, suelen exigir la intervención de personal especializado, como en el caso de trastornos del crecimiento de origen hormonal distrofia adiposogenital, gigantismo o enanismo hipofisario, etc., obesidad, hipovitaminosis, enfermedades del aparato locomotor, traumatismos con lesiones residuales, etc.
Más interés, por la importancia y universalidad del problema, tiene la comprensión de las actitudes psicológicas que plantean al adolescente los cambios corporales que padece. La corpórea, es decir, la idea valorativa que el joven se forma sobre su propia apariencia física, juega en esta época de la vida como en ninguna otra un papel capital en la formación de los sentimientos básicos de seguridad y confianza en sí mismo, que constituyen los pilares de su yo, y, en consecuencia, la clave de su conducta. Muchas reacciones, aparentemente incoherentes en esta edad, se comprenden al valorar la inseguridad o el posible estado ansioso provocado por la idea de que su físico sea deficiente en algún aspecto. Una investigación ya clásica, realizada a principios de los años cuarenta por iniciativa de la Univ. de California, puso de manifiesto que, sobre un total de 93 adolescentes, un tercio entre los muchachos, y casi la mitad de las muchachas, habían tenido problemas a causa de la estatura, obesidad, acné, etc. La explicación más plausible es que la imagen corporal, con todos sus aditamentos: vestido, arreglo personal, etc., forma parte del concepto de sí.Si, Pero: Pero tampoco hay que olvidar que la apariencia física influye en el modo como los demás le tratan. Todo esto reviste particular importancia cuando se da un retraso o adelanto en la aparición de la pubertad.Entre las Líneas En estos casos, junto al desnivel que se establece con los propios compañeros, el adolescente se plantea dudas de si su caso es normal o no. Por lo demás, el fenómeno no tiene mayor relieve, ya que, como han puesto de manifiesto los trabajos de Baley, Jones y Stolz, las diferencias individuales en la pauta y ritmo de crecimiento puberal son bastante amplias dentro de la normalidad.
Un caso particular es el hecho comprobado de que buena parte de los adolescentes rinden en las actividades deportivas muy por debajo de lo que era de esperar, dadas sus condiciones físicas. No es sólo cuestión de disponer de adecuadas instalaciones deportivas. La práctica de un deporte que requiere. una cierta habilidad, sobre todo cuando se ejercita en un ambiente competitivo, exige el coraje de arrostrar el riesgo del fracaso y no todos los adolescentes están en disposición de jugarse el prestigio ante sus compañeros sin un margen elevado de posibilidades de éxito.

Basado en la experiencia de varios autores, mis opiniones y recomendaciones se expresarán a continuación (o en otros lugares de esta plataforma, respecto a las características y el futuro de esta cuestión):

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Por último, un aspecto a tener en cuenta por el educador, es la inclinación del adolescente a identificar la adultez con la maduración física. Nuestra cultura exige algo más, antes de conceder el status adulto. Es una tarea del educador ayudar al adolescente a comprenderlo, a que se acostumbre a presentar como título para la plena ciudadanía, su capacidad de colaborar con iniciativa responsablemente; su actitud, en definitiva a aceptar los inevitables deberes que van unidos a cada nuevo derecho.
c) Madurez sexual. Nos encontramos ante uno de los terrenos más confusos, y, sin embargo, que ocupan un lugar capital en la educación del adolescente. Se trata de uno de esos aspectos de la personalidad, en los que más claramente se entrecruzan las dimensiones corporal, psicológica y social del hombre. El adolescente debe conseguir la completa maduración de sus órganos sexuales, que le hagan capaz de procrear; ha de desarrollar las características sexuales secundarias, que le definen aún exteriormente como perteneciente a un determinado sexo. Debe adquirir unas actitudes y modos de conducta correspondientes a su papel sexual; y ha de establecer unas nuevas formas de trato con las personas del sexo opuesto que le preparen y conduzcan a constituir una familia. Todo esto se realiza sobre la base de una serie de transformaciones corporales y anímicas. Vamos a tratar de señalar la línea directriz del desarrollo sexual que puede interesar al educador, y algunos problemas conexos.
Spranger ha propuesto una teoría que merece interés. Según esta interpretación, en la adolescencia la sexualidad y el amor erótico entendido como proyección sentimental en otra alma son vivencias separadas, y «la madurez significa la posibilidad de armonizarse con plena pureza en una gran vivencia y acto de generación». Este concepto insertado en la perspectiva del sentido de la sexualidad (véase, si se desea, más sobre este último termino en la plataforma general), ilumina la tarea educadora: la vida sexual, en la que comienza a iniciarse el adolescente, debe integrarse en el resto de la personalidad, y contribuir a su desarrollo. Los problemas que pueden plantearse son numerosos. Los mismos cambios corporales suscitan al adolescente muchos interrogantes e inquietudes: tener que aceptar el propio papel sexual, las imaginaciones, la curiosidad, las relaciones con el otro sexo. Una atención especial merece la masturbación (véase, si se desea, más sobre este último termino en la plataforma general) y las relaciones prematrimoniales (v (se puede repasar algunas de estas cuestiones en la presente plataforma online de ciencias sociales y humanidades). FORNICACIÓN), sean completas o no. La educación del adolescente en el terreno sexual tiende a caer en dos defectos. Uno es el de apoyarse casi exclusivamente en la información; así se puede conseguir que la conducta sexual del joven se acomode a unas medias que señalan algunas estadísticas como las de Kinsey. Otro defecto, más que informar, procura fortalecer el autocontrol del adolescente, exponiéndole, p. ej., a los incontables y la mayor parte de las veces, imaginarios efectos perniciosos de las prácticas sexuales, como la masturbación.
Estos defectos se pueden superar más fácilmente cuando la sexualidad no se considera aisladamente, sino como una parte más de la persona total. Entonces, junto con la información bien encauzada, y la exposición de las propias responsabilidades, se entiende la necesidad de G. E. R., L16
dar al adolescente un orden de valores y una práctica ascética que le ayude, no a reprimir o a sublimar, sino a hacer de su sexualidad un elemento constructivo de su persona. Muchos psicólogos, pasada ya la época de la crítica a los tabús, vuelven a replantearse con seriedad el valor de la moral sexual cristiana. Dejando al margen los casos raros, patológicos, se ve que son normas que, entendidas y practicadas, llevan a una auténtica realización y perfeccionamiento de la persona humana. El motivo es bastante simple esas normas no se, basan en que las aprueben o practiquen la mayoría, sino en su acuerdo con la naturaleza y dignidad del hombre, tal como ha sido creado por Dios.
d) Madurez afectiva. La consecución de un nivel de madurez emocional, estable y definitivo no es una meta específica de la adolescencia Durante todo el curso de la vida de una persona se hace necesario, y a veces de manera drástica, una revisión de las bases emocionales de la conducta.

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Sin embargo, durante la adolescencia debe conseguirse un notable progreso hacia el equilibrio afectivo que caracteriza la personalidad adulta. El desarrollo intelectual y volitivo, las fuerzas motivacionales y la riqueza afectiva (v. AFECTIVIDAD) que caracterizan la adolescencia (v. i), han de traducirse en una creciente capacidad de actuar por objetivos a mayor largo plazo; una fácil y pronta resistencia a las frustraciones (véase, si se desea, más sobre este último termino en la plataforma general) y un estilo altruista en la vida.Entre las Líneas En resumen, el” adolescente ha de aprender a establecer con su prójimo relaciones emocionales basadas en una correspondencia mutua, ha de ser capaz de recibir afecto y darlo. Sobre este punto es magistral la descripción de Jersild. Diversos estudios con tests de personalidad por ejemplo, los de Frank, de Hertz y Baker, de LoosliUsteri, de Simmonds, así como observaciones clínicas son importantes las de Tryon, y la aportación de la escuela psicoanalítica, parecen indicar que :la ansiedad es uno de los problemas agudos de la maduración emocional de la adolescencia Sería largo reseñar sus causas; quizá una de las aplicaciones pedagógicas más oportunas sea tener presente que la familia deja de ser el campo casi exclusivo de relación emocional íntima. El adolescente teme el canje de unos afectos seguros, por otros que ha de con uistar por sí mismo (se puede repasar algunas de estas cuestiones en la presente plataforma online de ciencias sociales y humanidades). For otro lado, es posible que los pares interpreten la progresiva independencia emocional de sus hijos como una disminución de su cariño, y desarrollen actitudes de disgusto, severidad, recriminación, etc.que originen una nueva dificultad.
La tarea educativa ha de fomentar los sentimientos de seguridad y confianza (se puede repasar algunas de estas cuestiones en la presente plataforma online de ciencias sociales y humanidades). Favorecer la amistad entre adolescentes de uno y otro sexo los padres no deben pretender convertirse en los «mejores amigos» de sus hijos, puesto que ellos son y deben ser padres, en sentido pleno, no intervenir por sistema en los conflictos lógicos y naturales, aunque en ocasiones sea necesario ayudar a afrontarlos. La disciplina (véase, si se desea, más sobre este último termino en la plataforma general), como se verá más adelante, aplicada sobre bases muy diferentes a las que tenía durante la infancia, contribuye a la consecución de esta tarea de desarrollo. [rbts name=”ensenanza”]

Recursos

Notas y Referencias

  1. Basado parcialmente en el concepto y descripción sobre educación y enseñanza de la adolescencia y juventud en la Enciclopedia Rialp (f. autorizada), Editorial Rialp, 1991, Madrid

Véase También

Bibliografía

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