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Empatía Afectiva

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Empatía Afectiva

Este elemento es una ampliación de los cursos y guías de Lawi. Ofrece hechos, comentarios y análisis sobre la empatía afectiva.

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Empatía

El análisis sobre la empatía cognitiva se centra en los aspectos más cognitivos del proceso empático. En relación con ello, la empatía afectiva (también conocida como compartir experiencias) se entiende mejor como sentir con los demás o tener una respuesta emocional similar al estado emocional percibido de otra persona. Por ejemplo, percibir su reacción emocional ante la pérdida de alguien cercano puede llevarnos a sentir nosotros mismos una emoción negativa similar y a compartir su estado emocional. Tenga en cuenta que mientras que algunos investigadores definen la empatía afectiva como experimentar exactamente la misma emoción que el objetivo (ella se siente devastada, yo me siento devastado), otros adoptan un punto de vista más general y amplían la empatía afectiva para incluir respuestas emocionales similares que son desencadenadas por el estado emocional del objetivo (ella se siente devastada, yo me siento triste o preocupado). Cuando la respuesta emocional no es idéntica a la del objetivo, algunos pueden definirla como compasión. La empatía es la capacidad para sentir y comprender de forma similar los estados emocionales de los demás (véase más).

Para comprender el concepto de empatía afectiva es importante tener en cuenta algunos términos relacionados pero distintos: contagio emocional, compasión y angustia personal.El contagio emocional se refiere a sentir lo que el otro está sintiendo pero, en contraste con nuestra visión de la empatía afectiva, no incluye una distinción yo-otro, un elemento clave de los procesos empáticos que implica identificar que el estado emocional del otro es la fuente del propio estado emocional. La empatía afectiva incluye el intercambio emocional, manteniendo al mismo tiempo una distinción auto-otro. Los otros dos términos, compasión y angustia personal, incorporan factores motivacionales de aproximación/evitación. La compasión (también denominada preocupación empática) es una respuesta orientada al otro, caracterizada por sentir calidez y preocupación por los demás, que produce motivaciones altruistas de aproximación y se cree que sirve como catalizador de la conducta prosocial. La empatía afectiva, además de inducir respuestas compasivas y prosociales, puede provocar angustia personal, una respuesta aversiva orientada hacia uno mismo ante el estado emocional de los demás que produce una motivación egoísta para reducir la propia excitación aversiva y puede conducir a la evitación y reducir la probabilidad de un comportamiento prosocial posterior . En este texto, consideramos la empatía afectiva como un término más general, que hace referencia a un proceso de compartir la experiencia de los demás, independientemente de los factores motivacionales subyacentes. La siguiente sección aborda los retos que plantea la medición de la empatía afectiva y, a continuación, se centra en un diseño destacado que se utiliza habitualmente en la investigación de la empatía afectiva, el de la empatía por el dolor. Por último, revisamos cómo los factores contextuales pueden afectar a la empatía afectiva.

Medición de la empatía afectiva

Medir la empatía afectiva es una tarea ardua y desafiante, ya que permite saber “cuánto” sentimos con o por los demás. Una amplia gama de métodos pretende captar esta compleja capacidad, variando en conceptualización, objetividad y lo bien que simulan la interacción social del mundo real.

Un tipo de medida se basa en informes subjetivos individuales, evaluando el rasgo, el estado o la resonancia emocional de uno mismo con los demás. La empatía afectiva rasgo suele medirse mediante cuestionarios de autoinforme que sondean la tendencia disposicional subjetiva de un individuo a compartir o reaccionar ante el estado emocional de otro (por ejemplo, “Tiendo a implicarme emocionalmente en los problemas de un amigo”). Las medidas del estado de reactividad emocional se evalúan mediante calificaciones autoinformadas de la respuesta emocional del individuo al percibir diferentes señales emocionales en otras personas; por ejemplo, calificar la cantidad de desagrado o angustia que se siente al percibir a otra persona con dolor. La empatía afectiva también puede medirse preguntando tanto a un objetivo como a un perceptor qué sintió cada uno cuando el objetivo se encontraba en algún tipo de angustia. La congruencia entre las puntuaciones de estado emocional autoinformadas por el objetivo y el perceptor (similar a la tarea de precisión empática descrita en la sección 2.2, Precisión empática) podría describirse como “compartir experiencias” o empatía afectiva. Mientras que las puntuaciones de desagrado más altas pueden representar una mayor sensibilidad del perceptor, un umbral más bajo o una tendencia general a exagerar, esta medida de congruencia se alinea más con la conceptualización de la empatía afectiva como dependiente del estado emocional del objetivo, y evalúa lo bien que uno “coincide” con las emociones del otro.

Otras medidas son métodos indirectos, implícitos, que evalúan las respuestas fisiológicas a los estímulos emocionales. Estas respuestas pueden representar la reactividad emocional y la excitación, como en el caso de las reacciones psicofisiológicas. Percibir señales emocionales puede provocar diferentes patrones fisiológicos que indican una respuesta emocional, evidentes en:

▷ En este Día de 19 Mayo (1571): Establecimiento de Manila, Filipinas
Tal día como hoy de 1571, el explorador español Miguel López de Legazpi estableció la ciudad de Manila en Filipinas. Exactamente 72 años más tarde, durante la Guerra de los Treinta Años, el ejército francés -dirigido por Luis II de Borbón, justamente de la dinastía que ahora gobierna España- derrotó a las tropas españolas en la Batalla de Rocroi en 1643, poniendo fin al predominio militar de España en Europa. (Imagen de wikimedia de la batalla)
  • la actividad cardiovascular,
  • la conductancia cutánea,
  • la frecuencia respiratoria,
  • la electromiografía facial,
  • una combinación de estos distintos indicadores (hay muchísima literatura sobre esta opción).

La activación fisiológica (incluida la actividad neuronal) se interpreta a veces como representaciones compartidas subyacentes. Según la teoría de la simulación, percibir o incluso simplemente imaginar el estado emocional de otra persona activa procesos psicológicos, fisiológicos y neuronales similares a los de la experiencia emocional de primera mano. Se cree que esta simulación o resonancia interpersonal facilita una representación de los estados afectivos de los demás en nosotros mismos (es decir, compartir las experiencias emocionales de los demás). Esto contribuye a nuestra capacidad para comprender los sentimientos y las intenciones de los demás, y fomenta la motivación prosocial y el comportamiento consecuente. Sin embargo, hay que tener en cuenta que las pruebas aún son limitadas en cuanto al papel exacto de las respuestas fisiológicas en el proceso empático o en el comportamiento prosocial, y estas relaciones aún se están estudiando y debatiendo.

Otra forma de utilizar medidas fisiológicas para tratar de captar indirectamente los procesos de empatía afectiva es observar la sincronía fisiológica entre los dos miembros de la pareja. Por ejemplo, en un estudio del año 2021, varios autores midieron la activación fisiológica (frecuencia cardiaca, conductancia de la piel y amplitud del pulso de los dedos) de las parejas mientras atraían una conversación sobre diferentes temas. Unos días después, las parejas volvieron al laboratorio para ver por separado vídeos de sus conversaciones mientras calificaban continuamente cómo se sentía cada una. Esto permitió evaluar tanto la sincronía fisiológica y afectiva entre las parejas como la conexión entre la sincronía fisiológica y afectiva de la pareja. El estudio reveló una mayor sincronía fisiológica entre los miembros de la pareja cuando compartían emociones positivas. La sincronía fisiológica entre díadas también se ha asociado a interacciones y relaciones de mayor calidad, la salud y la longevidad, se ha demostrado que correlaciona con la experiencia emocional compartida tanto negativa como positiva (hay numerosa literatura sobre esto) y con otras capacidades empáticas.

De forma similar, la sincronía fisiológica también puede medirse entre cerebros. La sincronía entre cerebros puede evaluarse mediante la congruencia entre la actividad neuronal de un perceptor y la de un objetivo obtenida por hiperescaneado, que mide simultáneamente las respuestas neuronales (o sustitutos) de dos o más participantes mediante resonancia magnética funcional (RMf), electroencefalografía (EEG), magnetoencefalografía (MEG) o espectroscopia funcional del infrarrojo cercano (fNIRS). La investigación sobre la sincronía intercerebral se encuentra en sus primeras fases y aún se debate qué finalidad cognitiva tiene. Anteriormente se relacionó con el éxito de:

  • la comunicación verbal y no verbal,
  • el comportamiento cooperativo,
  • la sincronía conductual madre-hijo,
  • la comunicación de señales emocionales,
  • el intercambio afectivo, y
  • otras capacidades relacionadas con la empatía.

Otra forma de pensar en la resonancia interpersonal en el cerebro es comparar la activación de las redes neuronales asociadas a las experiencias emocionales de primera mano con las asociadas a percibirlas de segunda mano (percibir las expresiones emocionales de otra persona). Anteriormente se han encontrado pruebas de activación solapada en varios estados emocionales y sensoriales, como sentir y observar a otros sentir asco, y más comúnmente en respuesta al dolor (véase la subsección siguiente para más detalles).

Por último, cabe señalar que, si bien la variedad de métodos utilizados para medir la empatía afectiva (que no se incluyeron todos en la revisión actual) presenta amplias oportunidades de investigación y puede utilizarse para acumular pruebas convergentes, esta diversidad puede crear dificultades al intentar comparar los resultados. Las diferencias entre las mediciones que pretenden representar constructos similares son evidentes  y pueden confundir las inferencias sobre las implicaciones teóricas de cada estudio. Para superar este problema, la investigación debe evitar términos vagos, ser clara sobre lo que se mide y utilizar pruebas convergentes de una combinación de diferentes herramientas de medición, junto con diseños de investigación similares a los de trabajos anteriores.

Empatía hacia el dolor

Ver a otros sufriendo es una señal destacada y un fuerte impulsor de la empatía. La reacción de dolor de los demás transmite una señal social esencial con una inmensa importancia evolutiva, que provoca inmediatamente una reacción fisiológica. Por estas razones, el dolor puede operacionalizarse de forma fácil y fiable en entornos de laboratorio y ha mostrado pruebas neuronales mayoritariamente consistentes de activación compartida. Como resultado, la empatía por el dolor es un tema central en la literatura sobre la empatía en general, y más concretamente cuando se estudia nuestra tendencia a compartir las experiencias emocionales de los demás. Como ejemplos de estímulos utilizados en tareas de empatía por el dolor, se pide a los participantes que observen pasivamente varias imágenes mientras están en el escáner, o se les pide que valoren lo que creen que está sintiendo el otro, o lo que esas imágenes les hacen sentir. Ejemplos de imágenes son: una mano pinchada por un cuchillo, una mano pinchada por una aguja, una mano tocada por un hisopo (sin dolor). Algunas se utilizan habitualmente para evaluar las respuestas afectivas no verbales.

Nuestra propia percepción del dolor y la capacidad de sentir el dolor ajeno, están conectadas. Las diferencias individuales en la sensibilidad al dolor, medidas mediante las valoraciones de los participantes a las estimulaciones eléctricas o mediante la prueba del presor frío (que evalúa la tolerancia de los participantes a mantener la mano en agua fría), han demostrado correlacionarse con los rasgos de empatía subjetiva de los cuestionarios de autoinforme, las calificaciones de desagrado en respuesta a estímulos dolorosos y la respuesta neural relacionada con la empatía. Se pueden encontrar pruebas adicionales de la conexión entre la autopercepción del dolor y el dolor compartido en estudios realizados en poblaciones clínicas, como las personas con insensibilidad congénita al dolor (CIP). La insensibilidad congénita al dolor es una enfermedad poco frecuente en la que los pacientes no pueden sentir dolor físico. En un estudio publicado en 2006, sus autores descubrieron que los pacientes con PIC, en comparación con los controles sanos, muestran una respuesta emocional aversiva reducida a los estímulos relacionados con el dolor. Curiosamente, la reducción de la sensibilidad al dolor por manipulación puede afectar a la empatía por el dolor ajeno también en la población general. De hecho, se descubrió que los analgésicos como el paracetamol (acetaminofén) no sólo reducen nuestro propio dolor, sino también nuestra capacidad de empatizar con el dolor ajeno. Además, una serie de estudios demostraron que la sensibilidad al dolor de los receptores puede manipularse simplemente con la creencia de que uno ha tomado un analgésico. Inducir a los participantes con placebo-analgesia (una pastilla de placebo que los participantes creen que es un analgésico real) afectó a su respuesta al dolor ante estímulos nociceptivos eléctricos y, en consecuencia, afectó a sus valoraciones y a su respuesta neural para percibir el dolor de los demás al recibir los mismos estímulos nociceptivos. También se ha observado que la administración de placebo-analgesia afecta a la motivación y el comportamiento posteriores, como la preocupación empática y el comportamiento prosocial costoso.

▷ Lo último (mayo 2024)

Basado en la experiencia de varios autores, mis opiniones y recomendaciones se expresarán a continuación (o en otros lugares de esta plataforma, respecto a las características en 2024 o antes, y el futuro de esta cuestión):

La conexión entre nuestra propia capacidad para percibir el dolor y nuestra capacidad para empatizar con otros que sufren es una vía de doble sentido. Aunque rara vez se ha estudiado, existen algunas pruebas del efecto de percibir a otros con dolor sobre nuestra propia percepción del dolor. Se demostró que percibir a un extraño que contaba una historia emocionalmente dolorosa mientras experimentaba un estímulo térmico aumentaba la calificación de intensidad y desagrado del estímulo doloroso por parte de los participantes. Un estudio más reciente ha demostrado que una exposición subóptima (priming) de los miembros lesionados puede aumentar las calificaciones de intensidad y desagrado del dolor ante diferentes estímulos dolorosos (estímulos dolorosos auditivos y nociceptivos).

El contexto importa

Compartir o reaccionar ante el estado de otro se considera comúnmente un proceso inconsciente, impulsado por estímulos, mediante el cual la percepción del estado emocional o sensorial de los demás genera una representación reflexiva en el perceptor. Un gran número de estudios en el campo de la empatía por el dolor utilizan tareas de visualización pasiva en las que se muestra a los participantes imágenes de miembros lesionados o una expresión facial dolorosa mientras se mide su respuesta neural, lo que pone de relieve la automaticidad de este proceso. Sin embargo, la influencia de la información social y el contexto en nuestra capacidad para compartir las emociones de los demás son factores omnipresentes que pueden aumentar o inhibir nuestra reacción ante el estado de otra persona. Incluso las señales contextuales de fondo de baja intensidad y desatendidas pueden afectar a este proceso. Por ejemplo, la música de fondo emocionalmente negativa (por ejemplo, triste) añadida a una historia emocional puede aumentar nuestra respuesta empática a la angustia de los demás. Dado que las distintas fuentes de información contextual que percibimos pueden influir en nuestra tendencia a compartir el estado de otra persona, a continuación nos centraremos en tres factores principales de este proceso: el indicio, el objetivo y el perceptor.

Las diferencias en la intensidad de un indicio pueden dar lugar a una modulación compatible de la intensidad de la emoción compartida – por ejemplo, ver a otros profundamente penetrados por una aguja en lugar de recibir un delicado pinchazo puede aumentar nuestra respuesta. La información contextual adicional sobre el realismo y la autenticidad del indicio puede modular este efecto. Por ejemplo, ver pistas basadas en dibujos animados en comparación con las basadas en imágenes provoca una menor reacción emocional en el perceptor. Del mismo modo, el grado en que creemos que el dolor del otro es genuino puede afectar a nuestra respuesta, de modo que observar el dolor infligido a un actor o a un robot tiende a provocar una menor respuesta empática.

Nuestra relación con el individuo que sufre y nuestra evaluación de sus rasgos y acciones pueden tener un efecto inmenso en nuestra tendencia a compartir sus emociones. Piense en su reacción al oír o ver a su hijo o a un amigo herido frente a un desconocido. Percibir a los demás como más “cercanos psicológicamente” y como más similares a nosotros puede aumentar nuestra respuesta empática a su dolor. Por el contrario, ver a los demás como diferentes a nosotros puede tener un efecto inverso, reduciendo nuestra tendencia a compartir su experiencia (véase la sección 6, Sesgos y limitaciones de la empatía).

La información social sobre el objetivo también puede afectar a los procesos de compartir experiencias. Tendemos a sentir más empatía por los débiles y pobres que por los ricos y fuertes. Percibir que los demás tienen un estatus social más alto puede reducir nuestra respuesta empática ante su dolor . Los celos derivados de la información sobre que el otro recibe una recompensa monetaria o tiene una pareja atractiva pueden impedir que sintamos su dolor. La evaluación moral y el juicio de las acciones pasadas de los demás pueden tener un efecto modulador similar. Percibir a los demás como injustos, inmorales, amenazantes y con mala reputación puede reducir nuestra tendencia a compartir sus emociones. Por el contrario, ver el dolor ajeno como causado deliberadamente por otro tiene un efecto inverso y aumenta la respuesta empática.

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Se ha demostrado que los rasgos del perceptor, su experiencia pasada y su relación con el objetivo afectan a la tendencia a sentir empatía con el otro. Además, el propio estado emocional y fisiológico del perceptor tiene un papel clave en la cantidad de empatía que siente. Por ejemplo, se ha demostrado que la privación del sueño induce un estado más egocéntrico y retraído socialmente, acompañado de un deterioro de la comunicación y la comprensión de otras personas. La privación del sueño también puede perjudicar la percepción emocional, llevar a los individuos a percibir las emociones negativas de otras personas como menos intensas, y perjudicar las reacciones emocionales. Esto tiene inmensas implicaciones en una sociedad que suele carecer de sueño, y especialmente en los lugares de trabajo que implican el trabajo por turnos y la toma de decisiones empáticas, como los hospitales. De hecho, un estudio reciente muestra que tras los turnos de noche, los médicos experimentaban menos empatía hacia el dolor, eran menos propensos a recetar analgésicos (en comparación con los turnos diurnos) y prescribían menos analgésicos de los recomendados generalmente por la Organización Mundial de la Salud.

La exposición previa y la experiencia del perceptor también pueden modular la respuesta empática. La exposición previa a la violencia o el dolor puede provocar habituación y mermar la tendencia a compartir el dolor ajeno. De especial interés para los investigadores que estudian la empatía por el dolor son los trabajadores sanitarios, que son propensos a la privación del sueño, están expuestos regularmente a pacientes con dolor y a menudo se ven atraídos, como parte de su trabajo, a infligir ellos mismos procedimientos dolorosos. Cheng y sus colegas (2007) mostraron a practicantes de acupuntura imágenes de partes del cuerpo con agujas insertadas. Los practicantes de acupuntura mostraron una menor respuesta neural empática al dolor y menores valoraciones de la intensidad del dolor y de lo desagradable que los participantes de control (para más información sobre regiones cerebrales específicas, véase el texto de esta plataforma digital sobre las redes cerebrales asociadas a la empatía).

Aunque estos estudios mostraron un efecto de la exposición previa y la experiencia en la respuesta empática, es importante señalar que estos efectos no se mantienen por sí mismos y que también pueden ser modulados por el contexto y el entorno. En un estudio de 2017, Cheng y sus colegas mostraron el efecto de la información contextual y el entorno en las respuestas empáticas de los trabajadores sanitarios al dolor ajeno. Los trabajadores sanitarios fueron expuestos a información visual y semántica sobre el contexto y el entorno con dos contextos diferentes (hogar u hospital), antes de ser expuestos a una imagen de partes del cuerpo con dolor. Tras ser cebados con un contexto doméstico en lugar de laboral, los trabajadores sanitarios mostraron una mayor activación de las áreas cerebrales relacionadas con el dolor empático (véase la sección 4, Redes cerebrales asociadas a la empatía). Esta activación se correlacionó con las puntuaciones de valencia de los participantes, pero sólo en el contexto doméstico. Este estudio muestra los diversos ajustes que puede realizar nuestro sistema cognitivo al percibir y procesar información contextual diferente para adaptarnos a nuestro entorno social complejo, exigente y cambiante. Cabe destacar que la respuesta empática regulada, o disminuida, de los trabajadores sanitarios (compartir menos el estado doloroso de los demás) puede tener a veces una ventaja adaptativa, al representar una reducción de la angustia personal, un beneficio tanto para los médicos como para los pacientes. La reducción de la angustia personal puede liberar recursos cognitivos para el razonamiento, permitir una mejor comprensión del estado de los demás y reducir el agotamiento.

Recapitulando

La empatía afectiva, también conocida como compartir experiencias, es la capacidad de sentir con los demás y tener una respuesta emocional similar al estado emocional percibido de otro. Implica compartir emociones al tiempo que se mantiene una distinción entre el yo y el otro. El contagio emocional, la compasión y la angustia personal son términos relacionados pero distintos que a menudo se confunden con la empatía afectiva. El contagio emocional se refiere a sentir lo que siente el otro pero no incluye una distinción yo-otro. La compasión es una respuesta orientada al otro caracterizada por sentir calidez y preocupación por los demás, que produce motivaciones de acercamiento altruistas y se cree que sirve como catalizador del comportamiento prosocial. La angustia personal es una respuesta aversiva orientada hacia uno mismo ante el estado emocional de los demás que produce una motivación egoísta para reducir la propia excitación aversiva y puede conducir a la evitación y reducir la probabilidad de un comportamiento prosocial posterior.

Medir la empatía afectiva es una tarea ardua y desafiante, ya que permite saber “cuánto” sentimos con o por los demás. Una amplia gama de métodos pretende captar esta compleja capacidad, variando en conceptualización, objetividad y lo bien que simulan la interacción social del mundo real. La empatía afectiva rasgo suele medirse mediante cuestionarios de autoinforme que sondean la tendencia disposicional subjetiva de un individuo a compartir o reaccionar ante el estado emocional de otro. Las medidas del estado de reactividad emocional se evalúan mediante calificaciones de autoinforme de la respuesta emocional del individuo al percibir distintas señales emocionales en los demás.

Ver a otros sufriendo es una señal destacada y un fuerte impulsor de la empatía. La reacción de dolor de los demás transmite una señal social esencial con una inmensa importancia evolutiva, que provoca inmediatamente una reacción fisiológica. Como resultado, la empatía por el dolor es un tema central en la literatura sobre la empatía.

El futuro de la investigación sobre la empatía implicará probablemente una exploración más profunda de las cuestiones teóricas y conceptuales que constituyen el núcleo de este campo. Una de estas cuestiones se refiere a la naturaleza de la empatía en sí misma y a si representa varios procesos cognitivos y afectivos discretos o una combinación de procesos entrelazados. Otra cuestión puede ser cómo afecta y se ve afectada por sentidos adicionales más allá de la visión y la audición, y qué factores contribuyen a las diferencias individuales en la empatía. Además, podría prestarse más atención a la exploración de los factores culturales y contextuales que conforman la empatía, así como a las implicaciones éticas de la investigación sobre la empatía y sus aplicaciones, especialmente a medida que la tecnología se pone a la altura de las capacidades humanas.

En conclusión, la empatía afectiva es una capacidad compleja que implica compartir emociones al tiempo que se mantiene una distinción entre el yo y el otro. Medir la empatía afectiva es un reto y existen varios métodos para captar esta capacidad. La empatía por el dolor es un tema central en la literatura sobre la empatía, y es probable que el futuro de la investigación sobre la empatía implique una exploración más profunda de las cuestiones teóricas y conceptuales que constituyen el núcleo de este campo.

Revisor de hechos: Jackelyn y Mix

Empatía

Revisión de hechos: Higgins

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Recursos

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Véase También

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