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Entrada en Vigor de los Tratados Internacionales

Las normas sobre conclusión y entrada en vigor deben encontrar un equilibrio entre flexibilidad y estabilidad. Un enfoque demasiado flexible podría socavar la seguridad jurídica y las prerrogativas democráticas; una flexibilidad insuficiente podría hacer imposible responder a las circunstancias políticas cambiantes y hacer que la ley sea obsoleta. La Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados establece un equilibrio justo entre estos dos deseos: promueve la estabilidad, pero también tiene una mentalidad abierta (a veces algo subestimada) a la flexibilidad, como lo demuestra la posibilidad de aplicar provisionalmente los regímenes convencionales y la posibilidad de formular reservas. En la mayoría de los casos, la queja de que la elaboración de tratados es lenta y engorrosa se aplica a los procedimientos nacionales y no a los requisitos internacionales. No obstante, es útil recordar que esos procedimientos nacionales suelen tener por objeto proteger las prerrogativas democráticas y permitir a los parlamentos ejercer un control significativo sobre la política exterior. Seguramente eso en sí mismo no es algo que se pueda desaprobar.