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Accidente

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Accidente

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Accidente, acción o suceso eventual que altera el orden regular de las cosas de modo involuntario del cual resulta daño para las personas o las cosas.Entre las Líneas En Derecho penal, se entiende que hay accidente cuando el hecho se causa sin dolo ni culpa y por ello no es punible.

En el ámbito laboral, se considera accidente de trabajo toda lesión corporal que el trabajador sufra con ocasión o por consecuencia del trabajo que ejecute por cuenta ajena. Dentro de las lesiones corporales se encuentran desde luego las enfermedades que contraiga el trabajador con motivo de la realización de su trabajo e incluso los agravamientos de enfermedades y defectos que se padecían con anterioridad. Por otra parte, el que la lesión se produzca con ocasión o a consecuencia del trabajo, se entiende de forma amplia y no hace falta que su causa sea laboral en sentido estricto, englobando las que se produzcan durante actividades marginales también relacionadas con el trabajo, como cursillos de perfeccionamiento o en la práctica de deportes promocionados por la empresa. Dentro de esta categoría laboral se tipifica el de accidente in itinere, cuando el trabajador lo sufre al ir o al volver del centro de trabajo. La importancia de calificar como laboral un accidente reside en el tratamiento privilegiado que reciben éstos en el marco de la Seguridad Social, fundamentado en la necesidad de protección de los riesgos del trabajo y en la compensación para quienes soportan consecuencias negativas para su salud.Entre las Líneas En muchos países donde la organización sindical democrática es frágil o inexistente, por lo general, estas leyes no se observan ni se cumplen.

En la sociEdad Moderna hay otro tipo de accidentes que destacan por su frecuencia, llegando a ser una de las principales causas de muerte en las sociedades desarrolladas los relacionados con el tráfico automovilístico.Entre las Líneas En el derecho penal existen figuras tipificadas de delitos contra la seguridad en el tráfico rodado, cuando se conduce bajo la influencia de bebidas alcohólicas, drogas tóxicas o estupefacientes (a nivel internacional, ha sido objeto de los siguientes instrumentos multilaterales promocionados por las Naciones Unidas: Protocolo que enmienda los Acuerdos, Convenios y Protocolos sobre Estupefacientes, concertados en La Haya el 23 de enero de 1912, en Ginebra el 11 de febrero de 1925, el 19 de febrero de 1925 y el 13 de julio de 1931, en Bangkok el 27 de noviembre de 1931 y en Ginebra el 26 de junio de 1936. Lake Success, Nueva York, 11 de diciembre de 1946; Convenio internacional sobre el opio. La Haya, 23 de enero de 1912; Acuerdo relativo a la fabricación, el comercio interior y el uso de opio preparado. Firmado en Ginebra el 11 de febrero de 1925. Lake Success, Nueva York, 11 de diciembre de 1946; Acuerdo relativo a la fabricación, el comercio interior y el uso de opio preparado. Ginebra, 11 de febrero de 1925; Convenio internacional sobre el opio. Ginebra, 19 de febrero de 1925 y Lake Success, Nueva York, 11 de diciembre de 1946 (incluido el Protocolo, adoptado en Ginebra, 19 de febrero de 1925); Convenio para limitar la manufactura y regular la distribución de estupefacientes. Ginebra, 13 de julio de 1931 y Lake Success, Nueva York, 11 de diciembre de 1946 (incluido el Convenio para limitar la manufactura y regular la distribución de estupefacientes, adoptado en Ginebra, 13 de julio de 1931, y el Protocolo de firma, de la misma fecha); Acuerdo relativo a la supresión del hábito de fumar opio (consulte más sobre estos temas en la presente plataforma online de ciencias sociales y humanidades). Bangkok, 27 de noviembre de 1931 y Lake Success, Nueva York, 11 de diciembre de 1946; Acuerdo relativo a la supresión del hábito de fumar opio (consulte más sobre estos temas en la presente plataforma online de ciencias sociales y humanidades). Bangkok, 27 de noviembre de 1931; Convenio para la supresión del tráfico ilícito de drogas nocivas. Ginebra, 26 de junio de 1936 y Lake Success, Nueva York, 11 de diciembre de 1946, incluido el protocolo de firma, de la misma fecha); Protocolo que somete a fiscalización internacional ciertas drogas no comprendidas en el Convenio del 13 de julio de 1931 para limitar la manufactura y regular la distribución de estupefacientes, y modificado por el Protocolo firmado en Lake Success, Nueva York, el 11 de diciembre de 1946. París, 19 de noviembre de 1948; Protocolo para limitar y reglamentar el cultivo de la adormidera y la producción, el comercio internacional, el comercio al por mayor y el uso del opio. Nueva York, 23 de junio de 1953; Convención Única sobre Estupefacientes, 1961. Nueva York, 30 de marzo de 1961; Convenio sobre Sustancias Psicotrópicas. Viena, 21 de febrero de 1971; Protocolo por el que se enmienda la Convención única sobre estupefacientes, 1961. Ginebra, 25 de marzo de 1972; Convención única sobre estupefacientes, 1961, modificada por el Protocolo que modifica la Convención única sobre Estupefacientes, 1961. Nueva York, 8 de agosto de 1975; y Convención de las Naciones Unidas contra el Tráfico Ilícito de Estupefacientes y Sustancias. Viena, 20 de diciembre de 1988), o con temeridad manifiesta y otros supuestos de creación de riesgo en las vías públicas.Entre las Líneas En el ámbito del Derecho civil se ha impuesto una acentuada tendencia objetivista en la regulación de la responsabilidad civil, para facilitar la indemnización a las víctimas de este tipo de accidentes.
A continuación se examinará el significado.

¿Cómo se define? Concepto en Derecho Médico de Accidente en el Tratamiento

El hecho súbito que ocasione daños a la salud y que produzca por concurrencia de condiciones potencialmente prevenibles.

Accidente en Filosofía

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Accidente predicamental

Concepto

El concepto de accidente es filosóficamente contrapuesto al concepto de sustancia y surge al dividir el ser real finito, considerado de un modo estático, en ser en sí y ser en otro. Este ser en otro es el accidente, mientras la sustancia es lo en sí.

Accidente, como participio de presente de accido, es, pues, lo que accidit, por lo cual su constitutivo formal viene definido por la inherencia. El accidente es de suyo acaecimiento o evento; su inhaerere supone a la sustancia como sujeto de inhesión. (Tal vez sea de interés más investigación sobre el concepto). Este inherir del accidente es, al mismo tiempo, un esse in, un inesse: «Accidentis enim esse est inesse» (Santo Tomás de Aquino, Summa Theologica). El ser del accidente consiste en estar en otro. Por lo que Aristóteles (Metafísica) lo llama, más que ser, ser de un ser. El accidente es más bien entis (algo del ente) que ens (ente) (Santo Tomás de Aquino, Summa Theologica). Lo cual no implica, por supuesto, su irrealidad, sino tan solo que la realidad que posee es parasitaria de la de la sustancia, pues sustancia y accidente entran a constituir los predicamentos o géneros supremos del ser real.

El ser real finito objeto de la Ontología se distribuye en dos modos fundamentales de ser, llamados predicamentos o categorías. El primero es el ser en sí, la sustancia; el segundo es el ser en otro, el accidente. El accidente es, pues, por naturaleza, aquello a lo que conviene ser en otro, como en un sujeto de inhesión. (Tal vez sea de interés más investigación sobre el concepto). Esto es, lo que por carecer de subsistencia, recaba a la sustancia como sostén de su entidad.Entre las Líneas En este sentido cabe hablar del carácter relativo del ser accidental. No se trata ahora de las relaciones predicamentales que tiene un ser solo accidental y se encuadran en la categoría de accidente, sino del hecho de que todo ser accidental connota una relación trascendental a la sustancia (trascendental, es decir, implicada necesariamente en la esencia del sujeto). Sin la cual, como lugar ontológico del accidente, no puede éste ser entendido ni definido. Esta relación trascendental del accidente a la sustancia, que supone la distinción real entre ambos, se conserva incluso en el caso, que analizaremos luego, de que el accidente pueda existir separado de ésta, pues aun en ese momento compete al accidente ser en un sujeto de inhesión. (Tal vez sea de interés más investigación sobre el concepto). De aquí su carácter relativo, frente a la independencia propia de orden sustancial.

El orden accidental, en cambio, solo tiene status ontológico en la medida en que su ser es en otro. El carácter de inherencia propio del accidente nos lo revela como un ser en, y éste ser en lo constituye definitivamente. Pero, al mismo tiempo, conviene precisar, que, al recabar el accidente un sujeto de inhesión, exige que este sujeto esté ya constituido en su orden, por lo que la determinación del accidente es, valga la redundancia, accidental o secundaria. Con esto queda delimitado el accidente tanto de la sustancia como de las llamadas formas sustanciales.

De la sustancia se distingue radicalmente el accidente por el carácter inherente del segundo frente a la subsistencia de la primera. Si ésta es en sí, al accidente compete ser en otro, concretamente en ella, en la sustancia. Y de las formas sustanciales, que revela la tesis del hilemorfismo -estructura de materia prima y forma sustancial en las sustancias corpóreas-, el accidente se distingue por determinar a la sustancia como acto segundo, mientras que la forma sustancial lo hace como acto primero. Y mientras la forma sustancial solo puede ser una en cada ser, los actos segundos o accidentales pueden ser varios, tantos como sean los modos de determinar secundariamente a la sustancia.Si, Pero: Pero esto supone, al mismo tiempo, que el accidente es como un cierto ser actual, aunque secundario, determinativo de la potencialidad de la sustancia, y que es en la sustancia y de la sustancia de donde como potencia se educe y surge el ser accidental. Pues el accidente, en efecto, no emigra como elemento determinativo de unas sustancias a otras, sino que es educido del seno de la sustancia por el influjo de una causa eficiente, que puede ser la misma sustancia o algo que esté fuera de ella.

La existencia de sustancia y accidente en el orden del ser real finito, nos viene revelada por el hecho del cambio o movimiento accidental. Entre las diversas modalidades de cambio, la experiencia muestra el que acontece a los seres, que, sin dejar de ser lo que son, varían sus determinaciones accidentales, tales como sus cualidades, cantidad, relaciones. Como todo movimiento supone un sujeto permanente a través del cambio, las mutaciones accidentales solo son posibles sobre la base de la permanencia de la sustancia, que, al cambiar, no deja de ser lo que es, aunque incremente sus determinaciones, afectándose de nuevas modalidades de ser que, si no esenciales, perfeccionan y completan el ser de la sustancia.

La posibilidad de los cambios accidentales, que la experiencia se encarga de mostrar, solo es explicable sobre la base de considerar a la sustancia y los accidentes como realmente distintos, aunque mutuamente relacionados para hacer posible el devenir accidental. Esto supone que la potencialidad de la sustancia está abierta en principio a una numerosa sucesión de modificaciones, por parte de los accidentes, que son como actualizaciones del ser permanente de la sustancia, que subyace como sujeto del cambio accidental, el cual sería impensable y, lo que es más, imposible, sin la existencia de la sustancia y los accidentes.

El pensamiento de Aristóteles oscila entre la consideración del accidente ontológico o predicamental, y la del accidente lógico o predicable. Así en los Tópicos dice: «Accidente es algo que aunque no es ni la definición, ni la propiedad, ni el género, pertenece sin embargo a la cosa; algo que puede pertenecer o no pertenecer a una cosa, sin que por ello esta cosa deje de ser ella misma». Esto significa que el accidente puede ser casual cuando su causa es indeterminada, como lo que sucede por azar, y causal, cuando es algo que pertenece a la sustancia, bien de modo accidental, bien de forma necesaria, como es el caso de las llamadas propiedades, que no pueden dejar de ser tenidas, pero que no constituyen la esencia de una cosa. La respectiva casualidad o causalidad determina la diferencia entre el accidente ontológico y el lógico, que precisaremos luego.

Pero es claro que para Aristóteles, como puntualiza Tomás de Aquino (Metafísica) es el accidente ontológico el que se opone a la sustancia. De aquí el sentido de la inhesión del accidente en la entidad subsistente de la sustancia.Entre las Líneas En este sentido afirma el doctor Angélico que el accidente «non per se est» (Summa Theologica), no es por sí, lo cual no significa que lo sea la sustancia, sino que subraya la indigencia entitativa del accidente frente a la relativa independencia del ser subsistente.Si, Pero: Pero esto plantea un problema filosófico-teológico, a propósito de la transustanciación que acontece en la Sagrada Eucaristía, donde los accidentes existen separados de la sustancia. He aquí unas palabras de Millán Puelles que fijan el problema y dan la clave para su solución: «El accidente es una naturaleza a la que compete ser en un sujeto de inhesión; pero esto lo sigue siendo aunque de hecho no afecte a ninguna sustancia, siempre que haya algo que lo mantenga en el ser. Esta condición es imprescindible, por ser el accidente algo naturalmente desprovisto de subsistencia propia. Por tanto, el accidente solo puede existir separado si Dios suple, a su modo, lo que la sustancia finita realiza. Lo cual no significa que Dios sea el sujeto de inhesión de ese accidente pues, como muestra la teología filosófica, el Ser omniperfecto no puede recibir nada, sino que realiza de una manera activa lo que la sustancia finita cumple pasivamente. Todo lo cual es posible en tanto que la Omnipotencia tiene la capacidad de hacer por sí lo mismo que realiza mediante las criaturas.Si, Pero: Pero aunque todo esto lo sepamos de un modo natural, sigue siendo un misterio la manera concreta en que Dios mantiene activamente al accidente separado; y solo por la Revelación tenemos noticia de cuándo, en efecto, lo hace (misterio de la Sagrada Eucaristía)» (Fundamentos de Filosofía).

En el pensamiento moderno, por el giro decididamente idealista del sistema kantiano, se produce una radical inflexión en el concepto de accidente. Según Kant, «las determinaciones de una sustancia, que no son otra cosa que modos particulares de existir la misma, llámanse accidentes. Son siempre reales, porque tocan a la existencia de la sustancia (las negaciones son solo determinaciones que expresan el no-ser de algo en la sustancia). Ahora bien: si se atribuye a eso que es real en la sustancia una existencia particular (por ejemplo, al movimiento como accidente de la materia), entonces llámase esta existencia inherencia (Inhärenz), para distinguirla de la existencia de la sustancia, llamada subsistencia (Subsitenz) » (Crítica de la razón pura).Si, Pero: Pero este lenguaje solo es objetivo en apariencia.Entre las Líneas En realidad, sustancia y accidente no son más que los dos polos de una categoría del entendimiento humano, que solo tienen validez como forma subjetiva de enlazar los fenómenos de la experiencia. La filosofía de nuestro tiempo, por el contrario, supone un volver a la concepción clásica del accidente como modo de la sustancia. Así acontece, por ejemplo, en el realismo fenomenológico de Nicolai Hartmann.

División

De lo expuesto por Aristóteles en las Categorías (cap. IV) y en la Metafísica (lib. V, cap. VII), deduce Tomás de Aquino la clasificación de los predicamentos en dos modalidades -sustancial y accidental-, de las cuales la segunda -la que nos interesa registrar aquí- considera hasta nueve maneras del ser en otro o accidente (Tomás de Aquino, In Metaphisica, lib. V, 1, n° 892). Como el accidente no es más que una afección de la sustancia, siendo única esta categoría del ser-en-sí, habrá, en cambio, tantas maneras de ser accidental cuantos modos de afectar a la sustancia.Si, Pero: Pero acontece que el modo de afectar el accidente a la sustancia puede ser, en principio, doble: intrínseco y extrínseco.

Los accidentes que determinan intrínsecamente la sustancia pueden hacerlo de una manera absoluta o relativa.Entre las Líneas En el primer caso se encuentran la cantidad y la cualidad, que son como consecuencia, respectivamente, de la materia y de la forma.Entre las Líneas En el segundo caso está la relación, que ordena un sujeto a otro. Los modos de afectar a la sustancia intrínsecamente pueden acontecer, a su vez, de dos maneras, según que se trate de una afección totalmente extrínseca, como es el caso de los accidentes llamados en la terminología de la Escolástica ubi, quando, situs y habitus, o de una afección que proviene de algo en parte intrínseco y en parte extrínseco, como la acción y la pasión, ya que la primera tiene al sujeto como principio y la segunda lo tiene como fin o término. Estas dos categorías, por cierto, entran dentro de la problemática de la causalidad eficiente. Por tanto, la categoría de accidente da lugar a nueve modalidades de ser: cantidad, cualidad, relación, acción, pasión, ubi (localización espacial), quando (localización temporal), situs (configuración en el lugar) y habitus (posesión), según la exacta traducción de A. Millán Puelles (Fundamentos de Filosofía).

Ahora bien, de estos nueve accidentes solo la cualidad y la relación tienen verdadera significación metafísica, por no suponer necesariamente la materia, como es el caso de los siete restantes.

Puntualización

Sin embargo, vamos a definirlos brevemente, con un tipo de definición que no puede ser esencial, sino, a lo sumo, descriptiva, por tratarse precisamente de predicamentos, es decir, géneros supremos del ser real. De esta descripción se excluyen la cantidad, la cualidad y la relación, que tienen su tratamiento propio en otro lugar de este Diccionario.

Aparte de la acción y la pasión, cuyo estudio pertenece a la causalidad eficiente, pues la primera es el acto de la potencia activa del sujeto agente, a la que corresponde en el sujeto paciente la segunda, los otros accidentes apenas tienen trascendencia ontológica por afectar a la sustancia material y a ésta por modo extrínseco. De estos cuatro accidentes -ubi, quando, situs, habitus-, los dos últimos faltan a veces en la enumeración que hace Aristóteles de las categorías.

El accidente ubi o localización espacial tiene una íntima relación con el lugar. Según la clásica definición de Aristóteles, es el lugar «el primer límite inmóvil de lo que circunscribe a un cuerpo» (Physica). Pues bien, por el hecho de ocupar un lugar, supuesto previo del cambio topográfico, acontece el accidente ubi, que no es el lugar que ocupa un cuerpo, sino la propiedad que ciertos cuerpos tienen de ocupar un lugar. Es decir, el ubi no es el lugar donde está el cuerpo, sino su estar en un lugar. Para lo cual se exigen dos condiciones: la primera es que el cuerpo sea extenso, pues lo inextenso no ocupa lugar; y la segunda es la existencia de un ámbito localizante o circunscriptivo, y en este sentido puede decirse que no ocupa lugar la totalidad del universo. El quando o localización temporal también se distingue del tiempo mismo. Si es el tiempo el numerus motus, la medida del movimiento según lo anterior y lo posterior (Aristóteles, Physica), el quando no es el tiempo en que algo acontece, sino el mismo acontecer de algo en un momento concreto. Por este accidente se determina la prioridad, simultaneidad y posterioridad entre las cosas. Por ser el quando una afección extrínseca de las sustancias no tiene verdadera significación metafísica, aunque puede afectar a seres positivamente inmateriales. Se entiende por situs la situación como configuración en el lugar, cosa que no hay que confundir con la figura, que es una especie de la dualidad, pues por situs hay que comprender la ordenación que las partes de una sustancia extensa guardan con relación al lugar. Es algo variable con respecto a la figura, pues ésta puede permanecer la misma aunque varíe la configuración de partes en el lugar, en lo cual consiste la situación locativa. La figura del árbol es, por ejemplo, la misma tanto si está de pie como si se encuentra caído.

Basado en la experiencia de varios autores, mis opiniones y recomendaciones se expresarán a continuación (o en otros lugares de esta plataforma, respecto a las características en 2024 o antes, y el futuro de esta cuestión):

Finalmente, el accidente habitus, traducido por posesión (de habere, tener o poseer), es el «accidente que resulta en una sustancia material de tener ésta, adyacentes, otras sustancias materiales, otros cuerpos» (A. Millán Puelles, o. c.). Propiamente el habitus conviene exclusivamente a la sustancia humana, pues solo del hombre se puede decir que está vestido o que está desnudo, aunque en principio puede afectar a cualquier sustancia material. Estas nueve categorías accidentales que hemos examinado brevemente, constituyen los modos conocidos de determinar el ser de la sustancia y hacen posible las mutaciones físicas de ella, su dinamismo y su actividad.Si, Pero: Pero el accidente no tiene solo, en filosofía, un sentido categoral o predicamental, como vamos a ver.

Accidente predicable

Se podría afirmar que mientras el accidente predicamental, como perfectivo de la sustancia, no es nada accidental, lo es, en cambio, el accidente predicable. La diferencia entre ambos accidentes es la que media entre una categoría real y un concepto lógico, pues mientras el predicamento es un género supremo de realidad, el accidente predicable supone un género supremo del universal lógico, precisamente porque los predicables suponen los universales. Sin entrar aquí en la vexata questio del universal, limitaremos el espacio subrayando las diferencias entre el accidente lógico y el metafísico. Analizado ya el accidente predicamental, las diferencias se patentizarán al examinar ahora el accidente predicable.

Como predicable, el accidente es, según Aristóteles, algo que, aun cuando no es ni definición, ni propiedad, ni género, pertenece, sin embargo, a la cosa; algo que puede pertenecer o no pertenecer a alguna cosa sin que por ello esta cosa deje de ser ella misma (Tópicos). Esto significa que el accidente predicable es una propiedad relativa o temporal, frente a las verdaderas propiedades que no pueden dejar de ser tenidas. De aquí la accidentalidad del accidente predicable. De las dos definiciones aristotélicas la segunda es esencial: El accidente puede pertenecer o no a la cosa; en esto estriba la diferencia con los otros cuatro predicables.

Los cinco predicables se clasifican de acuerdo con la relación de convertibilidad y esencialidad de un predicado con un sujeto. Así la relación de un sujeto con un predicado, cuando es relación esencial y convertible, se llama especie (definición). La relación convertible, pero no esencial, entre sujeto y predicado es la propiedad. La relación esencial no convertible es el género o la diferencia. Cuando se trata de una relación entre sujeto y predicado que no es ni esencial ni convertible estamos en el caso del accidente. De aquí que Porfirio enumerara en su Isagogé el género, la especie, la diferencia, el propio y el accidente como los cinco predicables.

Tanto los predicables como los predicamentos surgen de considerar los conceptos universales, pues los primeros, como géneros supremos lógicos, se derivan de la división del universal por su forma, mientras que los segundos, como supremos géneros ontológicos, proceden de dividir el universal entitativo en atención a su materia. La estructura material-formal del universal entitativo o naturaleza universal permite considerarlo desde la universalidad con que la mente lo inviste su forma o desde aquello que se afecta de universalidad su materia. De aquí que el universal entitativo dé lugar materialmente a los predicamentos o categorías, y formalmente a los predicables. No es lo mismo, en efecto, la naturaleza universal, que lo universal de una naturaleza.

De suyo, el universal es un «unum in multis et de multis». Visto como «in multis» tenemos el universal pura y exclusivamente como universal. Considerados como «de multis» aparece el universal como predicable.Si, Pero: Pero esto implica que lo segundo supone lo primero. La predicabilidad es lógicamente una relación de razón, pero como toda relación, exige un sujeto -en este caso, la naturaleza abstracta-, un término -los sujetos de los que puede predicarse el universal- y un fundamento -la universalidad de los predicables. Ahora bien, los diversos modos según los cuales las naturalezas abstractas se relacionan con sus inferiores dan lugar a la clasificación de los predicables. Y estas relaciones pueden tener un sentido esencial o accidental, según que el universal exprese algo de la esencia o, por el contrario, algo no contenido en ella.Entre las Líneas En el caso de los predicables esenciales cabe, a su vez, una doble modalidad, según se trate de una predicabilidad que agota las notas constitutivas de una esencia o solo una parte o elemento de éstas.Entre las Líneas En el primer caso tenemos el predicable especie, que es para Aristóteles la definición, y en el segundo el género y la diferencia, ya que toda especie está compuesta de un elemento genérico o potencial y otro actual o diferencia específica.

También el predicable accidental se reviste de dos modalidades, pues lo que en este caso se expresa, aun no formando parte de la esencia de una cosa, puede predicarse de ella en un sentido necesario o meramente contingente.Entre las Líneas En el primer caso se encuentra el propio o propiedad, entendiendo por tal las notas que fluyen inexorablemente de una esencia; mientras que en el segundo se halla el accidente que es como una determinación contingente de esa naturaleza. Éste es el sentido de la definición aristotélica en sus Tópicos, al afirmar que el accidente es algo que puede pertenecer o no a una cosa, sin que por ello esta cosa deje de ser ella misma. Esto quiere decir que el accidente predicable es, de suyo, separable de la razón específica, lo que no implica que lo sea del individuo; por ejemplo, el ser macho o hembra, siendo separable de la especie, pues no deriva necesariamente de ella, es inseparable de cada animal individual, pues éstos no pueden dejar de ser una cosa u otra.

La diferencia entre el accidente predicable y el predicamental resulta ahora clara: como predicamento, el accidente es un modo de ser real que, como entidad universal, puede predicarse y en este sentido es algo predicable.Si, Pero: Pero el mero predicable no es una categoría de ser, sino un tipo de universalidad que puede atribuirse a sus inferiores en cuanto significa algo que solo les conviene por modo accidental y contingente, no constituyendo un predicamento, pues su ser predicable se cifra en una universalidad que supone una relación de razón, es decir, algo que solo acontece gracias al pensamiento.

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En la filosofía tradicional los predicamentos son primeras intenciones, mientras que los predicables son intenciones segundas.Entre las Líneas En la filosofía kantiana, empero, el concepto de predicable se reviste de un sentido radicalmente nuevo, pues a continuación de la Tabla de las categorías, que son como conceptos-raíces (Stammbgriffe) del entendimiento puro, Kant habla de los conceptos puros derivados de las categorías, a los cuales da el nombre de predicables del entendimiento puro, en oposición a los predicamentos. Tales son, por ejemplo, los conceptos de fuerza, acción, pasión, cambio, etc. (Crítica de la razón pura). Como puede verse, el concepto de predicable en Kant, que es derivado de los predicamentos, no tiene tampoco un sentido real, pero no por tratarse de universales, sino porque, igual que las categorías que son sus conceptos raíces, se trata de algo que es más una función del entendimiento que una forma de realidad. No hay en Kant una dualidad del concepto de accidente predicable y predicamental, sino solo el que, con la sustancia, constituye una categoría de la relación, es decir, no un modo de algo entitativo, sino una forma mental de la que se vale el entendimiento para sintetizar los fenómenos.

Accidentalismo

La reducción del orden real al orden accidental acontece en el sistema filosófico del accidentalismo. Este sistema supone que las categorías accidentales son las que constituyen las estructuras entitativas de las cosas, omitiendo la sustancia como sujeto de inhesión. (Tal vez sea de interés más investigación sobre el concepto). Según el accidentalismo, el mundo es «una danza macabra de categorías», para utilizar el lenguaje de Whitehead, a las que falta el sustrato que las sostiene en el ser. Surge el accidentalismo al hilo de la moderna filosofía empirista (véase empirismo) inglesa, trasunto de un nominalismo que solo conoce como vía de acceso a la realidad la intuición sensible humana. Hay en el accidentalismo un entrecruzamiento de motivos gnoseológicos y consecuencias ontológicas que conviene analizar en su mutua implicación. (Tal vez sea de interés más investigación sobre el concepto). La llamada a la intuición sensible matiza el accidentalismo como un fenomenismo. La crítica de la noción de sustancia como sujeto absconditus tras los accidentes, supone una rotunda afirmación del fenómeno, único objeto de sensación. (Tal vez sea de interés más investigación sobre el concepto).Entre las Líneas En Locke y Hume, concretamente, el conocimiento aparece limitado al dato sensible. Para Locke, la experiencia es externa o interna, es decir, de sensación o reflexión, pero esta segunda supone la primera. La negación radical de las ideas innatas hará decir a Locke: «Supongamos que la mente sea un papel en blanco sin ninguna idea. ¿Cómo llega a tenerlas? ¿De dónde saca todo ese material, de la razón y del conocimiento? A esto contesto con una sola palabra: de la experiencia» (Ensayos sobre el entendimiento humano). Para Hume existe diferencia entre la sensación y la memoria de esta misma sensación. (Tal vez sea de interés más investigación sobre el concepto). Memoria e imaginación pueden imitar o copiar las percepciones sensibles, pero no pueden alcanzar la claridad de la sensación original. La sensación más débil es superior al acto más fuerte de la memoria. De aquí que las impresiones sean percepciones vivas, mientras que las ideas son débiles percepciones, pues éstas no son más que copias de las impresiones.

El empirismo (véase) tiene su dosis de razón al poner el punto de partida del conocimiento humano en el dato sensible, pero olvida la actividad del espíritu, que no se limita a recibir pasivamente las imágenes del objeto. No distingue el empirismo (véase) entre origen y causa del conocimiento, pues el espíritu debe producir el concepto y elaborarlo activamente, en función de la imagen sensible, mediante una actividad espontánea e iluminadora que, como había dicho Tomás de Aquino, tiene por misión hacer visible el ser en el fenómeno, lo necesario en lo contingente y lo eterno en lo temporal (In Boethium. De Trinitate). Lo real se reduce a puro fenómeno en el empirismo (véase) accidentalista y la unidad de lo real es un misterio para el sujeto cognoscente, que queda diluido ante las apariencias. También el positivismo profesa un deber de abstinencia ontológica en tomo al concepto de sustancia, que como sustrato o cosa en sí pertenece a las superadas entidades del estadio metafísico de la humanidad. Si «sólo lo sensible es cognoscible», por la comprobación y puesta a prueba de los enunciados, tesis con la que el neopositivismo continúa a sus precursores positivistas, la sustancia queda desconectada y reducida a una de tantas palabras sin sentido de una metafísica en ruinas.

Estos presupuestos gnoseológicos tienen sus implicaciones metafísicas que interesa subrayar aquí. El racionalismo, caminando desde la idea a la realidad, puede presentarse como un substancialismo frente a la filosofía empírica que representa un accidentalismo al seguir la ruta que va desde la realidad a la idea. La sustancia, en efecto, como supuesto del cambio accidental o como sujeto de propiedades, no es el concepto de algo imaginable, sino inteligible. La filosofía clásica había considerado a la sustancia como un sensible per accidens, lo que significa que no es sensible de suyo. Ahora bien, si los objetos de conocimiento son solo los que proceden de la sensación como piensa el empirismo, entonces la suerte metafísica de la sustancia está echada y el accidentalismo puede celebrar su triunfo. Es lo que va a ocurrir en la línea que parte de Locke y culmina en Hume.

Locke, un cartesiano del empirismo, deja indeterminado el concepto de sustancia, declarándolo un «quid ignotum» (consulte más sobre estos temas en la presente plataforma online de ciencias sociales y humanidades). Berkeley negará la sustancia material en virtud de la aporética que presenta el problema de la divisibilidad del continuo. Hume, profeta de un idealismo escéptico, declarará ilusorio al yo sustancial, en virtud de que el yo sería la causa permanente de las percepciones y el principio de causalidad ha sido negado como tal principio.Entre las Líneas En Locke existe el yo, el mundo y Dios. El yo se intuye, el mundo se siente, a Dios se le demuestra. El idealismo dogmático, para hablar con Kant, de Berkeley se queda solo con el yo y con Dios. El mundo ha sido reducido a idea. Con Hume, la filosofía se queda sin yo, sin mundo y sin Dios. El filósofo que despertó a Kant de su sueño dogmático, representa el punto cenital en la línea del accidentalismo. He aquí un texto crítico de la idea de sustancia: «Preguntaría gustoso a los filósofos que fundan muchos de sus razonamientos sobre la distinción de sustancia y accidente e imaginan que tenemos ideas claras de ello, si la idea de sustancia se deriva de las impresiones de sensación o reflexión. (Tal vez sea de interés más investigación sobre el concepto). Si nos es procurada por nuestros sentidos, pregunto por cuál de ellos y de qué manera. Si es percibida por la vista, debe ser un color; si por el oído, un sonido; si por el paladar, un sabor, y así sucesivamente sucederá con los otros sentidos. Creo, sin embargo, que nadie afirmará que la sustancia es un color, un sonido o un sabor. La idea de sustancia debe, por consecuencia, derivarse de una impresión de reflexión si realmente existe.Si, Pero: Pero nuestras impresiones de reflexión se reducen a nuestras pasiones y emociones, ninguna de las cuales es posible que represente una sustancia. No tenemos, por consiguiente, una idea de la sustancia distinta de una colección de cualidades particulares y no nos referimos a otra cosa cuando hablamos o razonamos acerca de ella» (D. Hume, Tratado de la naturaleza humana).

La categoría de sustrato, como la llama Hartmann, no es, por supuesto, sensible, sino inteligible. No es la vía del empirismo (véase) el camino indicado para la salvación metafísica de la sustancia. La salvación metafísica de la sustancia solo puede darse desde las coordenadas de una filosofía del ser y no desde un puro fenomenismo. [1]

Accidente (Filosofía) en relación con la Filosofía

[sc name=”home-filosofia”][/sc] Accidente (Filosofía), concepto filosófico, cuya primera definición fue hecha por Aristóteles, que designa aquello que pertenece a una cosa, pero no de un modo necesario y constante. De hecho, si un accidente desaparece no queda afectada la identidad o modo de ser de aquello a lo que pertenece.Entre las Líneas En cierto sentido, accidente se opone a sustancia, término que designa aquello que una cosa es necesariamente. De ahí que se emplee el término ‘accidental’ como contrario a ‘sustancial’.Entre las Líneas En filosofía pueden distinguirse dos usos fundamentales del concepto de accidente: el lógico y el ontológico.Entre las Líneas En lógica, un accidente es uno de los géneros supremos de las cosas (junto a la sustancia).Entre las Líneas En ontología, un accidente significa el modo en el que un ser determinado desarrolla una existencia concreta. Los filósofos Porfirio y Boecio desarrollaron una teoría de los accidentes que tuvo gran influencia en la filosofía medieval.[2]

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Notas y Referencias

  1. Gran Enciclopedia Rialp (GER), tomo 1, pp. 96-100
  2. Basado en la información sobre accidente (Filosofía) de la Enciclopedia Encarta

Véase También

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Véase También

Bibliografía

Accidente (accident) en Derecho de Seguros de Estados Unidos

Definición de Accidente (accident) en la temática del Seguro en su ámbito jurídico americano: Un percance imprevisto, no planeado.

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