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Bienestar

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Bienestar

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✅ Ciencias Sociales y Humanas » Inicio de la Plataforma Digital » B » Bienestar

Introducción: Consumer Welfare

Concepto de Consumer Welfare en el ámbito del objeto de esta plataforma online: Bienestar del consumidor.

Significado Alternativo

Es el “beneficio” que los consumidores deducen de la totalidad de su consumo. Mientras que el bienestar no puede medirse directamente, los economistas a menudo se utilizan una medida de los ingresos reales o poder de compra como una manera de medir bienestar en términos de dinero. El modelo SMART (incluido en WITS) no estima directamente el bienestar del consumidor, pero el cambio de bienestar incluye el cambio del excedente del consumidor a raíz de una reducción arancelaria.

Bienestar

Bienestar en Derecho Militar

El término se emplea para designar el servicio encargado, en las fuerzas armadas, de garantizar precisamente el bienestar de los prisioneros de guerra. También se utiliza para prohibir los ataques al bienestar físico o mental de las personas que están en poder de una Parte en un conflicto armado (Véase G I, art. 13; G II, art. 13; G III, art. 4; GP I, art. 75). Véase también: Personas que siguen a las fuerzas armadas sin formar realmente parte de ellas.

Historia: Mujeres y Estado del Bienestar

[rtbs name=”historia-del-bienestar-y-mujeres”]

Bienestar en el Derecho Social

Es frecuente advertir un enfoque bifronte cuando se intenta caracterizar el bienestar. Por un lado, se trata de recoger las notas del bienestar “individual” buscándolas en los indicadores de satisfacción de las necesidades de cada sujeto. Entre éstas, algunas aparecen como primarias: salud, alimentación, vestido, etcétera. Otras, se denominan secundarias: turismo, bienes de la cultura, aprovechamiento del tiempo libre, etcétera. Desde ya, no creemos que el bienestar admita categorías: no es más importante comer que disfrutar de una buena obra de teatro. Sí, es importante que a la hora de la ingesta el trabajador tenga su plato lleno tanto como que a la hora de la función pueda contar con su entrada.

Bienestar: Desarrollo de la idea

El segundo enfoque, más utilizado, es el que vincula el término “bienestar” con la temática macro. Está dirigido al bienestar “colectivo” y se manifiesta normalmente a través de grandes “planes” en los que el actor es el funcionario y el beneficiario apenas una estadística. Desde luego, es esta una perversidad moral que funda en el error de suponer que hay sujetos “individuales” junto a sujetos “colectivos”.Entre las Líneas En verdad, esto no es así. El único sujeto posible de todas las relaciones humanas es la persona. No hemos sido creados como individuos yuxtapuestos los unos a los otros ni sumergidos en una masa humana que se suele llamar colectividad. Nacemos a la vida como personas, que es decir seres interactivos y copartícipes en la construcción de un destino común que —precisamente por ello— solo admite una lectura: la lectura social.

Definición de la OMS

Por eso, para una correcta conceptualización del bienestar, vamos a recurrir a una vieja definición de la Organización Mundial de la Salud, referida, justamente, a salud: “Es —dice la OMS—un estado de completo bienestar físico, mental y social. Para nuestros fines vamos a invertir los términos. Y entonces diremos que el bienestar es un estado de completa salud física, mental y social. El bienestar físico resulta agredido desde el ingreso mismo de los trabajadores a la empresa: malas condiciones de trabajo generalizadas y salarios insuficientes van minando su resistencia física y conduciéndolos lentamente hacia un destino de invalidez. Hay actividades en las que las jubilaciones por incapacidad superan numéricamente a las jubilaciones por edad.

En los países latinoamericanos

A partir de 1976, la O.I.T. puso en marcha su programa PIACT para el mejoramiento de las condiciones de trabajo, que avanza dificultosamente.Entre las Líneas En (los) países latinoamericanos, la lucha sindical por salarios más justos ha relegado este otro aspecto que, sin embargo, no admite dilaciones. De otro modo, los hipotéticos mejores salarios que se obtengan no servirán sino para continuar pagando, en cómodas cuotas, un futuro de invalidez y desamparo. El bienestar mental no es posible sino desde el bienestar físico fundante.Si, Pero: Pero demasiados años de taylorismo y fordismo han hecho olvidar que hasta el más humilde trabajador tiene, en tanto persona, un componente irrenunciable: su espiritualidad; su capacidad de auto- programar su vida; de dar un valor a las cosas que lo rodean y generar estima por los demás.

▷ En este Día: 19 Abril de 1775 fue Comienzo de la Revolución Americana
Iniciada este día de 1775 con las batallas de Lexington y Concord, la Revolución Americana fue un esfuerzo de las 13 colonias británicas de Norteamérica (con ayuda de Francia, España y Holanda) por conseguir su independencia.
Otros Elementos

Además, el hombre es un ser familiar. Vive en familia, para su familia. Y desde su familia se proyecta al mundo.

Angustias

Luego, carga sobre sí mismo las angustias de su pequeña comunidad familiar y las asume como propias. Nuestra sociedad, inserta en la automación y el cambio tecnológico sin suficiente sustento ético, escasas veces repara en esto. De allí que síndromes depresivos, angustia, desorientación, stress y otras neurosis sean cada vez más frecuentes. Finalmente, hablamos también de bienestar social. Este término ha perdido vigor por su mal uso. Los ministerios de “bienestar social” no han funcionado sino como mediocres administradores del “malestar social”. Criterios paternalistas, autoritarios y sectorizantes han causado el despilfarro del ahorro nacional en “planes” cuyos beneficiarios no llegan más allá del uno o dos por ciento de la población. (Tal vez sea de interés más investigación sobre el concepto). Y han terminado por sublimar su esencia burocrática: están al servicio de la propia estructura de poder que los creó y no del pueblo carente y urgido.

Esfuerzo participativo y comunitario

En realidad, el bienestar social solo es posible desde un planteo participativo y comunitario en el que el Estado tiene poco que hacer como ejecutante y mucho como legislador. Los planes populares de vivienda, salud, transporte, turismo, proveeduría, fomento cooperativo, educación permanente, asistencia a los discapacitados, niñez, migrantes, etcétera, no necesitan del Estado más que una correcta asignación de recursos.Si, Pero: Pero su ejecución debe ser confiada a los propios sectores sociales: comités de bienestar de la empresa, sindicatos, cooperadoras escolares, uniones vecinales y de fomento, centros populares de administración hospitalaria, cooperativas de consumo, de vivienda, de ayuda mutua, etcétera. Quizás nunca se haya advertido que este cambio, simple y posible signifique un auténtico retorno a las fuentes del Cristianismo: dejar de morir en sociedad para comenzar a vivir en comunidad. [1]

Bienestar en Relación a Economía de Finales del Siglo XX

En este contexto, a efectos históricos puede ser de interés lo siguiente: [1] I. Economía del bienestar. II. Doctrina social cristiana. Introducción. El diccionario de la R. A. Española define al bienestar como «estado de vida abastecida de cuanto conduce a pasarlo bien y con tranquilidad».
El término puede emplearse en una doble dimensión: subjetiva y objetiva.Entre las Líneas En la primera el bienestar implica un estado de ánimo satisfecho, propio del que se encuentra bien.Entre las Líneas En su dimensión objetiva alude a las condiciones desde las que se hace posible y efectivo aquel estado de ánimo. La noción que comentamos puede también emplearse en sentido individual o en el social. E igualmente cabría que tratásemos de ella en su carácter fáctico o en el ético. Propio de aquél ha venido siendo el desarrollo del mismo acuñado en Economía y del que las llamadas economías del bienestar son singular exponente (véase, si se desea, más sobre este último termino en la plataforma general). El tratamiento ético del mismo puede consultarse singularmente en Filosofía del Derecho (como fin de la actividad jurídica: cfr. J. Messner, Ética social, política y económica, Madrid 1967) o en Moral social a propósito del fin de la sociedad política (Utz, Messner, etc.).
I. Economía DEL BIENESTAR. Concepto. La e. del bienestar es la rama de la Economía que estudia los criterios para ordenar situaciones económicas alternativas. Por lo que se refiere al individuo, la información solicitada puede quedar resumida, formalmente, en su función de utilidad (ordinal). Con relación a esto, si un conjunto de bienes es considerado superior a otro o, basándolo en un esquema alternativo, su comportamiento revela consistentemente que prefiere un conjunto de bienes a otro, puede considerarse que mejora su situación cuando intercambia éste por aquél, siempre y cuando aceptemos el criterio de que el individuo es el mejor juez de su propio bienestar Puede ser éste un criterio de hecho, en cuyo caso está abierto a debate. Si se rechaza por razones empíricas puede, no
BIENESTAR 1
obstante, ser aceptado como juicio de valor general: a saber, que la sociedad debería considerar a todo miembro adulto como si él conociera mejor que nadie cuáles son sus propios intereses.
Por cuanto nos ocupamos aquí del bienestar de la sociedad en sentido amplio, la clasificación de las situaciones económicas alternativas requiere, sin embargo, criterios adicionales, todos los cuales son precisamente de naturaleza ética.[rtbs name=”etica”]De ellos, el criterio que se acepta con mayor facilidad es aquel que sostiene que el bienestar de la sociedad depende exclusivamente del bienestar de las personas que la componen. Formalmente, dicha idea queda expresada en una función de bienestar social, siendo éste una función solamente de todas las funciones individuales de bienestar o de utilidad. También llevarla consigo otro juicio ético más al especificar que la función de bienestar social es de tipo Pareto, teniendo la propiedad de que si, por lo menos, una persona mejora de posición y, sin embargo, ninguna otra persona empeora.la suya, se considera que la sociedad en conjunto ha mejorado.

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No obstante, la mayoría de los cambios económicos son aptos para hacer mejorar a unas personas y perjudicar a otras. Si los criterios del bienestar han de clasificar también esta clase de situaciones se precisará de más juicios éticos. Podríamos proponer que se considerase a la sociedad como en mejor situación si se pasa a una posición en la cual todos sus miembros podrían estar en mejores condiciones de vida. Y si esto se creyese que es insatisfactorio, como en efecto puede ser, se podría añadir la condición de que el cambio llevase consigo una distribución que fuese, en algún sentido específico, mejor que la correspondiente a la posición original.
Antecedentes de la moderna economía del bienestar. Hasta el comienzo del siglo Xx no había una distinción clara en Economía entre lo positivo y lo normativo. Sólo el descubrimiento de los conceptos específicos de bienestar en el siglo Xtx y su posterigr desarrollo hizo posible en el siglo Xx desligar lo normativo de lo analítico en economía y sentar las bases de una moderna e. del bienestar En 1840, p. ej., Dupuit, un ingeniero francés, anticipó la formulación de Alfred Marshall del «excedente del consumidor», definido como la diferencia entre el precio que un consumidor «estaría dispuesto a pagar antes que irse sin el objeto y el precio que realmente paga». Marshall intentó extender esta noción, a fin de identificar la zona comprendida entre la curva de demanda de mercado de un bien determinado y su precio como una medida muy aproximada del exceso del consumidor, o beneficio neto, obtenido por la comunidad como un todo por la compra del bien en cuestión. Este concepto junto con el de renta económica, cuya contrapartida surge del suministro de servicios productivos, se emplea en desarrollar proposiciones generales sobre impuestos, monopolio y controles de precios, etc.
Una alternativa a este acercamiento parcial a la e. del bienestar había sido ya introducida por Leon Walras en 1870, en forma de una posición de máximo bienestar para la sociedad, que él asociaba con la situación alcanzada en una economía puramente competitiva. Aun cuando su lógica era ingeniosa, la conclusión fue entonces rechazada. El concepto de una posición de bienestar máxima u óptima se mantuvo, sin embargo, y fue rescatada por W. Pareto a comienzos de siglo, quien la definió como aquella posición desde la cual no se podía efectuar ningún cambio sin empeorar la situación de alguien. Enrico Barone, unos años más tarde, explotó las implicaciones de una posición óptima de la sociedad.

Puntualización

Sin embargo, la demostración más precisa de las implicaciones de una posición óptima fue proporcionada casi una generación más tarde, por Abram
Bergson. Por el simple proceso de hacer máxima una función de bienestar general para la sociedad, en la cual se incluyeran las utilidades de todos los individuos, y sujeta a las restricciones de técnicas y recursos, se podrían identificar todas las condiciones óptimas familiares como las condiciones de primer orden para que exista un máximo derivado del cálculo.
Condiciones del óptimo. La definición de Pareto de un óptimo social hace evidente que puede haber un número indeterminado de posiciones óptimas para la sociedad, distinguiéndose unas de las otras por la distribución que implica cada una de ellas. Una expresión alternativa nos la ofrece el concepto de Cambridge de una distribución ideal, que es aquella distribución de factores a partir de la cual no se pueda aumentar el valor social del producto total mediante una nueva combinación de factores. Para conseguir esta distribución ideal se precisa cumplir primero con un principio de asignación simple: que, en el margen, el valor aportado por cualquier clase de factor sea el mismo en todas las ocupaciones alternativas en las que se pueda emplear dicho factor.
No es, por tanto, sorprendente hallar que esta regla de distribución simple pueda ser descompuesta en el número de condiciones que fueron explicadas por Bergson al llevar al máximo la función del bienestar social. Tres de estas condiciones merecen especial atención: 1) el óptimo de cambio, que exige que la relación de sustitución entre cualquier par de bienes económicos sea la misma para todas las personas; 2) el óptimo de producción. Se precisa que la relación de sustitución entre cualquier par de factores sea la misma en la producción de todos los bienes. Si esto no se cumple es simple demostrar que se puede producir más de ambos bienes; 3) el óptimo general se construye sobre la base de las dos condiciones precedentes. [rbts name=”economía”]

Basado en la experiencia de varios autores, mis opiniones y recomendaciones se expresarán a continuación:

Bienestar en Relación a Sociología

En este contexto, a efectos históricos puede ser de interés lo siguiente: [1] DOCTRINA SOCIAL CRISTIANA. Introducción. Nuestro interés por el tema en Doctrina social cristiana nos lleva a un planteamiento del mismo no sólo social y ético, sino también positivamente cristiano, cuya Doctrina social lo desarrolla no sólo como palabra, sino como categoría cuya ácuñación doctrinal se encuentra en gestación. El uso del vocablo es cada vez más frecuente en los textos pontificios, en las cartas pástorales y en los trabajos sistemáticos de Doctrina social cristiana. Sobre todo a partir de Pío XI (enc. Divini Illius Magistri, 31 dic. 1929), Pío XII (Radiomensaje, 24 dic. 1940), Juan XXIII y Paulo VI (recuérdese una Carta pastoral siendo arzobispo de Milán dedicada toda ella al tema: II Cristiano e il benessere temporale, Milán 1963), la utilización del término se ha hecho más común. El hecho de que, sin embargo, como categoría doctrinal no esté perfilada definitivamente, lleva consigo una cierta ambigüedad en la utilización de la expresión, cuyo contenido se hace preciso aclarar en cada caso. Máxime cuando crece en la actualidad una aguda polémica ideológicosecular en su torno. Implicaciones del concepto de bienestar. Veamos el bienestar dentro de la Doctrina social cristiana en referencia con otras categorías (bien común, bienes, progreso, suficiencia), con las que ha venido apareciendo implicado y en relación con las cuales pueda comprenderse mejor. El bien común (véase, si se desea, más sobre este último termino en la plataforma general) viene siendo invocado por la Doctrina social cristiana como fin de la sociedad. Ahora bien, éste supone y comprende al bienestar Lo supone, según León XIII (enc. Rerum Novarum, n° 23), porque no hay bien común sin prosperidad, noción utilizada como equivalente a la nuestra. O porque, según Pío XII (Radiomensaje 1 jun. 1941), «supone el bien común frutos de paz y de bienestar general». O con palabras de Juan XXIII (enc. Mater et Magistra, n° 79) se incluye en las exigencias del bien común nacional una descripción del bienestar Podría, en consecuencia, afirmarse con toda propiedad que el bienestar constituye un ingrediente en la visión estructural del bien común, a cuya base, y elementalmente, aparecería.Entre las Líneas En segundo lugar,y por referencia a la noción de bienes, el bienestar los apunta desde su propia objetivación, pues que una condición del estar bien remite a ellos. E incluso en la especificación de los mismos deben ser contemplados los llamados bienes económicos, sin que su carácter de básicos permita su extrapolación valorativa, ni la reducción a ellos de los de otra naturaleza. Invocando, en tercer término, la noción de progreso, la Doctrina social cristiana ha comentado abundantemente tal categoría, la cual engloba una actitud cristiana hacia la técnica (cfr. José María Guix, El Diálogo según la mente de Pablo VI, en Comentarios a la Ecclesiam suam). Pío XII, Juan XXIII y Paulo VI reafirman una valoración positiva del progreso y lo hacen justificativamente, entre otras razones por el hecho de generar un correcto bienestar Así, en su Radiomensaje de Navidad de 1953, Pío XII decía a propósito del progreso técnico, que éste sirve «para penetrar más profundamente en el conocimiento de la creación y de las fuerzas naturales y para mejor dominarlas por medio de las máquinas y de los instrumentos en servicio del hombre y del bienestar de la vida terrenal». Por tanto, la estimación positiva del progreso tan repetida en la mentalidad eclesial actual, envuelve la del b., que resulta como fruto significativo del avance tecnológico.
Finalmente, cabe dejar una conexión del tema con la categoría clásica de suficiencia.Entre las Líneas En los comentarios a la Ética (I, prol.) S. Tomás retoma un texto clásico de Aristóteles según el cual «el hombre es naturalmente parte de una sociedad, por la cual se le presta auxilio para vivir bien». Según el Aquinatense, el hombre es ayudado por la sociedad «para que no solamente viva, sino para que viva bien» (cfr. J. M. Gallegos Rocafull, El orden social según la doctrina de Santo Tomás, 2 ed. México, 1947). Y esa ayuda, que hace posible la vida y la vida buena, es la medida de una «suficiencia», una «suficiencia» que se denota como adecuada a la naturaleza, varia y diferente según las sociedades, y extendida a lo largo del camino que va desde el mínimo del «vivir», al máximo del «vivir bien». La analítica de contenido de la «suficiencia social» puede rastrearse en la Summa Theologica, en los Comentarios a la Ética, en los Comentarios a la Política, y consecuentemente en De Reg. Princ. Con lenguaje escolástico, Gallegos Rocafull habla de un «bonum essentialiter», un «bonum integraliter», un «bonum consequenter» y un «bonum instrumentaliter». Si ahora, en resumen, recogemos los materiales que nos suministra toda esta referencia del b.’ a las nociones con las que acabamos de vincularlo, podríamos afirmar que el bienestar es un ingrediente básico en la estructura del bien común. Que es un tracto éticocristiano de los bienes. Un producto del progreso técnico, rectamente entendido. Y que supone tanto como la suficiencia social, en tanto en cuanto ella nos reclama una escala de «abundancia» sobre la que montar la vida y la vida buena.
Bienestar y ecuación de necesidades. El reconocimiento del hombre como ser de necesidades y satisfacciones forma parte del patrimonio doctrinal cristiano. Pío XI en la enc. Quadragesimo Anno lo afirma formalmente invocando la exigencia de bienes abundantes «para satisfacer las necesidades de una honesta subsistencia». Y en su Carta a Charles Flory, 5 jul. 1952, AAS 44 (1952) Pío XII lo recuerda, como si fuera el antecedente del Radiomensaje de Navidad del mismo año, donde asegura solemnemente que el fin supremo de la economía es la satisfacción permanente de las necesidades en bienes y servicios materiales (AAS 45, 1952)_ Las necesidades y su correato, las satisfacciones, son así el mecanismo cuya ecuación se plantea, éticosocialmente, como un imperativo cristiano. La economía social y humana debe proveer esa ecuación, tras de la que se esconde siempre la dignidad de la persona, acreedora legítima de b.
Pero subrayemos algo que parece singularmente revelador y tradicional en la posición cristiana, al respecto de nuestro tema: la ecuación necesidadsatisfacción no subyace a los actos meramente biológicos del hombre. El b., que es la fórmula de esa ecuación, se nos presentará como exigencia personal, al nivel incluso de su realización virtuosa. León XIII en la Rerum Novarum (n° 25) repetirá, actualizándolo, un principio de la ética social tomista según el cual los bienes materiales y externos deben ser facilitados a los individuos en una sociedad bien conformada, pues «su uso es necesario para el ejercicio de la virtud» (De Reg. Princ., I, 15). Y Pío XI en la Quadragesimo Anno (n° 136) asegura como «clara voluntad del Divino Hacedor, el poner al hombre sobre la tierra para trabajarla y hacerla servir a sus múltiples necesidades». El hombre, pues, necesitado de los bienes, incluso para su virtud, trata de proveerlos y remonta la escala variada y diversa dé los mismos, satisfaciéndose relativamente en ellos, sin poder jamás confundirlos con el Bien supremo, con el que sólo podrá definitivamente sentirse satisfecho.
Las exigencias del bienestar. La const. pastoral Gaudium et spes comienza haciendo eclesiales «los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo» (n° 1). Hará suyos en estos gozos y estas esperanzas los afanes legítimos, de bienestar que honestamente siente el mundo. Tanto «en las naciones que se benefician ya de los progresos económicos y técnicos», como, sobre todo, en los «pueblos en vía de desarrollo». La promoción del bien común y en él del bienestar resulta, pues, universalmente urgida. Por ello en el cap. III, al tratar sobre la vida económicosocial, denuncia las injustas diferencias de b., enuncia la ley fundamental del desarrollo, como servicio del hombre y detalla algunos principios, reguladores del conjunto de la vida económicosocial, cuya cristianización «puede contribuir mucho al bienestar de la humanidad y a la paz del mundo» (n° 72).
El repertorio de exigencias del b venía siendo ya desgranado anteriormente en la doctrina pontificia. La Mater et Magistra, sobre todo, comentó las exigencias económicas del desarrollo entre sectores de la producción y entre zonas de cada pueblo, subrayando las condiciones precisas para una óptima producción (n° 128, 151, 168). La misma encíclica había aludido también a las exigencias sociales del b., pues no hay desarrollo económico digno sin el correspondiente progreso social (n° 192), sin una justa distribución, proporcional a las necesidades, a la cooperación, a la función social y al bien común.Si, Pero: Pero el orden de las exigencias no podía por menos de personalizarse y, junto a las exigencias de objeto, se han hecho presentes las llamadas a la conciencia y a la acción subjetiva de todo ciudadano, de toda entidad social y del propio Estado (política económicosocial). Pío XI recordará en la Quadragesimo Anno, fundamentándola, la voz del apóstol San Pablo sobre el Cuerpo Místico de Cristo como modelo de toda otra corporación: «Todo el cuerpo compacto y unido por todos sus vasos, según la proporción de cada miembro, opera el aumento del cuerpo para su edificación en la caridad» (Eph 4,16). Todo este recorrido de exigencias que la Doctrina social cristiana ha sabido ver como urgencias, pues urge la justicia y urge la caridad, no tiene por qué ocultar el intrínseco sentido de tentación que puede esconder el bienestar cuando, rebasando su área en la estructura moral del bien común, se nos absolutiza, haciendo cobrar valor de fin a lo que sólo tiene valor de medio.
La idolatría del bienestar es la obra cara de la medalla. Y si el bienestar ético es un deber, el bienestar absolutizado es un pecado, llámese como se llame. Pío XI lo recordó, condenándolo cuando ante «la más eficaz producción de bienes, son preteridos e inmolados los más elevados valores del hombre, incluida la libertad» (Quadragesimo Anno, n° 119). Y el card. Montini (después Paulo VI) en su Lettera pastorale all’Arcidiocesi Ambrosiana per la Santa Quaresima de 1963, al hacer el balance de las perspectivas y riesgos de una civilización del b., pone el acento en la valoración del sentido cristiano de las realidades temporales, antídoto eficaz frente a los sistemas que han puesto su confianza en la primacía del factor económico. El cristianismo actual requiere averiguar «las relaciones que deben existir entre la vida cristiana y la vida moderna, entendiendo aquélla como fidelidad al compromiso evangélico, y ésta como afán de búsqueda y conquista del bienestar temporal» (n° 10). Es preciso no olvidar que el bienestar es un bien próximo, pero no es el Bien último. Es estimable como todo bien, pero al no ser el Bien pleno, ha de ser incluido en la jerarquía de los bienés, donde tiene su inexcusable lugar. [rbts name=”sociologia”]

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Recursos

Notas y Referencias

  1. Basado parcialmente en el concepto y descripción sobre bienestar en la Enciclopedia Rialp (f. autorizada), Editorial Rialp, 1991, Madrid

Véase También

Bibliografía

J. Y. CALVEZ y J. PERRIN, Église et société économique, París 1959; E. GUERRY, La doctrina social de la Iglesia, Madrid 1964; COMISIÓN EPISCOPAL DE APOSTOLADO SOCIAL, Doctrina social de la Iglesia, Madrid 1963; J. MESSNER, La cuestión social, Madrid 1960; CARD. MONTINI, Cristianismo y bienestar, Barcelona 1964; INSTITUTO SOCIAL LEóN XIII, Comentarios a la «Ecclesiam Suam», Madrid 1965; ID, Comentarios a la «Meter et Magistra», Madrid 1962; Concilio VATICANO II, Constituciones, Decretos, Declaraciones, Madrid 1965; INSTITUTO SOCIAL LEóN XIII, Doctrina Social Católica, Madrid 1964.

Recursos

Notas y Referencias

  1. Basado parcialmente en el concepto y descripción sobre bienestar en la Enciclopedia Rialp (f. autorizada), Ediciones Rialp, 1991, Madrid, España

Véase También

Bibliografía

Libros: antes de la era común PIGou, The Economics of Welfare, 4 ed. Londres 1932; J. DE V. GRAEFF, Theoretical Welfare Economics, Cambridge 1957; 1. M. D. LITTLE, A critique of Welfare Economics, 2 ed. Oxford 1957; E. J. MISHAN, Economía del bienestar, Madrid 1969~Artículos: A (consulte más sobre estos temas en la presente plataforma online de ciencias sociales y humanidades). BERGsoN, A Reformulation of Certain Aspects of Welfare Economics, «Quarterly Journal of Economics» 1938; J. R. HICxs, The Foundation of Welfare Economics, «Economic Journal» 1939; R. G. LIFSEY y K. LANCASTER, The General Theory of Second Best, «Rev. of Economic Studies» 1957; P. A. SAMUELSON, Eaolution of Real National Income, «Oxford Economic Papers» 1950.

Recursos

[rtbs name=”informes-jurídicos-y-sectoriales”][rtbs name=”quieres-escribir-tu-libro”]

Notas y Referencias

  1. Información sobre Bienestar procedente del Diccionario de Derecho Internacional de los Conflictos Armados.
  2. Eduardo Giorlandini y Rodolfo Capon Filas, Diccionario de derecho social: derecho del trabajo y la seguridad social: relaciones colectivas profesionales, voz “Bienestar”, (autor de la voz: M. J. C.), Rubinzal-Culzoni Editores, Argentina, 1991

Véase También

  • Cuidado de niños
  • Protección de niños
  • Bienestar del Niño
  • Cuidado de niños
  • Protección de niños

Bibliografía

  • Información sobre Bienestar en el Diccionario Terminológico Básico de la Intervención Militar (Intervención General de la Defensa, España)
  • Manual de Derecho Militar: Doctrina, Legislación, Jurisprudencia (Carlos Manuel Silva Ruiz; “Los Amigos del Libro,” Bolivia)
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2 comentarios en «Bienestar»

    • Así es como se deja de ser promedio:

      Cuando te levantas por la mañana y tienes que cepillarte los dientes, y tienes ese pensamiento, “Oh, en realidad también debería usar el hilo dental”, entonces usa el hilo dental.

      Cuando vayas a prepararte el desayuno y tengas ese pensamiento, “Oh, dije que iba a comer más sano”, haz la elección sana en lugar de la insana.

      Cuando te dirijas al tren para ir al trabajo y tengas que elegir entre subir por las escaleras o por la escalera mecánica, y oigas esa voz en tu cabeza que dice: “Oh, dije que iba a ser más activo físicamente”, sube por las escaleras.

      Cuando llegas al trabajo y te sientas frente a tu primera tarea, y tienes ese pensamiento, “Oh, dije que iba a trabajar para ser más productivo”, apaga todas las distracciones y ponte a trabajar, en lugar de navegar por Facebook, por ejemplo.

      Cuando salgas del trabajo y estés agotado y tengas ese pensamiento, “Oh, dije que iba a trabajar en mi libro esta semana”, no vayas al bar. Ve a casa y trabaja en tu libro.

      Cuando te prepares para ir a la cama y tengas ganas de relajarte, y tengas ese pensamiento de “dije que iba a leer más en lugar de ver tanto Netflix”, coge un libro en lugar de abrir el navegador web.

      Ser mediocre es una elección, eso es lo que mucha gente no entiende.

      Tú sabes lo que tienes que hacer. Y una pequeña y débil voz en tu cabeza te recuerda lo que tienes que hacer, o lo que habías dicho que ibas a hacer, mucho más a menudo de lo que crees.

      Empieza a escuchar esa voz.

      Empieza a elegir lo que “necesitas” hacer más a menudo de lo que caes en el hábito de hacer lo que “quieres” hacer.

      La grandeza, entonces, no es más que una práctica diaria.

      Responder

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