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Chiste

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El Chiste

Este elemento es una expansión del contenido de los cursos y guías de Lawi. Ofrece hechos, comentarios y análisis sobre este tema.

🙂 ▷ Ciencias Sociales y Humanas » Inicio de la Plataforma Digital » C » Chiste

s. m. (fr. mot d’esprit [«palabra de espíritu», asociable con «trait d’esprit»: «rasgo de espíritu», lo
que permite acentuar la actividad del «espíritu o ingenio», la fineza del chiste en contraposición
con la burla, la farsa, el chasco, etc., en coincidencia con el Witz freudiano]; inglJoke; al. Witz).
Enunciado sorprendente que usa la mayor parte de las veces los recursos propios del lenguaje
y cuya técnica Freud desmontó para dar cuenta de la satisfacción particular que suscita y, más
en general, de su papel en la vida psíquica.

Desde que comienza su trabajo clínico, en las primeras curas de las histéricas, Freud se ve
frente a la cuestión del chiste. Si, en efecto, una representación inconciente es reprimida, puede
retornar bajo una forma irreconocible para burlar la censura. Curiosamente, el «doble sentido»
de una palabra, la polisemia del lenguaje, puede ser la forma más apropiada de esas
trasformaciones: así sucedía, por ejemplo, con aquella joven que sufría un dolor taladrante en la
frente, dolor que remitía inconcientemente a un lejano recuerdo de su abuela desconfiada que la
miraba con una mirada «punzante». El inconciente juega aquí con las palabras y la interpretación
funciona naturalmente como un chiste.
Es así como, cuando Freud toma un poco de distancia del trabajo estrictamente clínico, se verá
llevado a dedicar a esta cuestión un libro entero, El chiste y su relación con lo inconciente
(1905). Junto con La interpretación de los sueños (1900) y Psicopatología de la vida cotidiana
(1901), constituye una de las tres grandes obras que estudian los mecanismos de lenguaje del
inconciente.
¿Qué hace que una interjección, una fórmula, una réplica puedan ser consideradas como un
chiste? Freud dedica en primer lugar una extensa parte de su obra a los mecanismos formales
del chiste, que por otra parte son los mismos del trabajo del sueño, es decir, del trabajo que
produce el sueño manifiesto a partir de las ideas latentes. De estos mecanismos, el más
frecuente sin duda es la condensación. Ella está en juego en el primer ejemplo que da Freud. En
una parte de las Estampas de viaje de Heine, Hirsch-Hyacinthe, vendedor de lotería y pedicuro,
se vanagloria de sus relaciones con el rico barón Rothschild, culminando con estas palabras:
«Doctor, tan verdadero como que Dios vela por mí, estaba yo sentado al lado de Salomon
Rothschild y él me trataba de igual a igual, de modo totalmente famillonario» (véase formaciones
del inconciente). Es evidente el sentido que tal chiste puede tener: Rothschild lo trataba
familiarmente, pero no más de lo que puede hacerlo un millonario, sin duda con esa
condescendencia común en la gente muy rica. Pero se ve también al propio tiempo que el valor
de ingenio está ligado a la forma lingüística misma, a la condensación de familiar y millonario en
un neologismo. Expresada de otra manera, la idea perdería todo carácter ingenioso.
Evidentemente hay una gran variedad de chistes, que pueden apoyarse en la condensación,
pero también por ejemplo en el «desplazamiento», y hasta en varios registros a la vez (se puede examinar algunos de estos temas en la presente plataforma online de ciencias sociales y humanidades). Freud
describe largamente su funcionamiento tomando muchos de sus ejemplos de las historias judías.
He aquí una de estas: dos judíos se encuentran en las cercanías de un establecimiento de
baños: «¿Tornaste un baño’?», pregunta uno de ellos. «¿Cómo? -dice el otro-, ¿falta alguno?».
La condensación reside aquí en el doble sentido del verbo tomar, pero a la vez hay
desplazamiento del acento, al fingir el segundo oír «¿Tornaste un baño?» cuando el primero le
preguntaba «¿Tomaste un baño?».
¿De qué depende la satisfacción experimentada al hacer o escuchar un chiste? No es
despreciable en esto el puro y simple juego con las palabras, por ejemplo con las sonoridades,
en tanto remite a un placer importante de la infancia. Pero Freud insiste sobre todo en el hecho
de que lo que se dice con ingenio es más fácilmente aceptado por la censura, aun cuando se
trate de ideas ordinariamente rechazadas por la conciencia. Cuando hace o escucha un chiste,
el sujeto no tiene necesidad de mantener la represión a la que ordinariamente recurre. Libera así
la energía habitualmente utilizada para ello y en este ahorro encuentra su placer, que se define
clásicamente como disminución de la tensión.
Freud hace por otra parte una reseña de las principales tendencias ingeniosas: el ingenio
obsceno, el ingenio agresivo, el ingenio cínico, el ingenio escéptico. Bien se ve, aunque más no
sea a través del ejemplo de Hirsch-Hyacinthe, qué importante puede ser para un sujeto que ha
debido guardarse quejas y burlas poder dejar aparecer su sentimiento gracias al chiste. El chiste
y su relación con lo inconciente abunda en ejemplos como estos, especialmente ejemplos de
casamenteros, que deben disimular sin cesar para elogiar la excelencia de las uniones que
favorecen, casamenteros que, dado el caso, dejan ver una realidad bien diferente cuando el
negocio se les escapa. «El que deja escapar así inopinadamente la verdad -dice Freud- está en
realidad feliz de tirar la máscara».
Si, en el chiste, el sujeto puede por fin tomar la palabra, es por -que al hacer reír desarma al
Otro, que podría criticarlo (se puede examinar algunos de estos temas en la presente plataforma online de ciencias sociales y humanidades). Freud destaca el estatuto del tercero en el chiste: una burla puede ir
dirigida a una persona dada, pero sólo vale como chiste cuando es enunciada para un tercero,
un tercero que al reír va a confirmar que es aceptable. Este tercero puede ser considerado
como una de las fuentes a partir de las cuales Lacan constituye su concepto del Otro, esa
instancia ante la cual buscamos hacer reconocer nuestra verdad. Tomado así, el chiste da una
de las representaciones más precisas del levantamiento de la represión.

▷ En este Día de 26 Abril (1937): Bombardeo de Guernica
Durante la guerra civil española, la Legión Cóndor de la fuerza aérea alemana, que apoyaba a los “nacionalistas” sublevados, bombardeó la ciudad vasca de Guernica, un acontecimiento conmemorado en el cuadro “Guernica” de Pablo Picasso, en varias películas y en numerosos libros y estudios. Véase más acerca de los efectos y consecuencias de esa guerra.

Fuente: Diccionario de Psicoanálisis, Roland Chemama

El Chiste y su relación con lo inconsciente

Obra de Sigmund Freud publicada por primera vez en 1905 con el título de Der Witz un seine
Beziehung zum Unbewussten. Traducida por primera vez al francés en 1930 por Marie
Bonaparte y Marcel Nathan, con el titulo de Le Mot d’esprit et ses rapports avec l’inconscient, y
después por Denis Messier en 1988 con el titulo de Le Mot d’esprit et sa relation à l’inconscient.
Traducida por primera vez al inglés en 1916 por Abraham Arden Brill con el titulo de Wit and its
Relation to the Unconscious, y después, en 1960 por James Strachey con el titulo de Jokes and
their Relation to the Unconscious.
Sigmund Freud tenia pasión por los aforismos, los juegos de palabras, los cuentos judíos, y no
cesó de coleccionarlos a lo largo de su vida. Como numerosos intelectuales vieneses (por
ejemplo Karl Kraus), estaba dotado de un humor corrosivo, y adoraba los relatos de Schadhen
(casamenteros judíos) o Schnorrer (mendigos), a través de los cuales se expresaban entre
risas los problemas principales de la comunidad judía de la Europa central enfrentada al
antisemitismo. En este sentido, como lo subraya Henri F. Ellenberger, su obra sobre el chiste es
un pequeño monumento a la memoria de la vida vienesa: allí cuenta historias de dinero y sueños
de gloria, anécdotas concernientes al sexo, la familia, el matrimonio, etcétera.
En múltiples ocasiones, Freud usa el Witz (chiste) tanto para burlarse de sí mismo como para
significarle a su entorno hasta qué punto él podía reírse de las realidades más sombrías. Así, el
21 de septiembre de 1897, después de haberle explicado a Wilhelm Fliess su renuncia a la teoría
de la seducción, termina la carta con una anécdota de Schadhen: “Rebeca, quítate el vestido, ya
no estás de novia”. La palabra novia estaba escrita en ídish (kalle), y la frase significaba que
Freud, después de haber decidido cambiar de orientación teórica, se encontraba totalmente
desnudo, como una joven abandonada por su novio en vísperas de la boda. Cuarenta y un años
más tarde, al final de su vida, obligado a dejar Viena, firmó bajo coacción una declaración con la
cual reconocía que los funcionarios del Partido Nazi lo habían tratado correctamente. Ahora bien,
según la leyenda, recogida por su hijo Martin Freud y después por Ernest Jones, Freud habría
añadido: “Puedo recomendar cordialmente la Gestapo a todos”.
Freud se basa en cuentos de gueto para establecer el vínculo entre los mecanismos del sueño y
las diversas modalidades de la risa. En otras palabras, parte de anécdotas específicas de una
comunidad para realizar un análisis del chiste de alcance universal. En efecto, fueran cuales
fueren sus modalidades, el Witz aparece a sus ojos como una expresión de lo inconsciente que
puede descubrirse en todos los individuos.
Después de La interpretación de los sueños y Psicopatología de la vidia cotidiana, El chiste y
su relación con lo inconsciente es la tercera gran obra de Freud dedicada a la elaboración de
una nueva teoría de lo inconsciente. Hay que completarla con los Tres ensayos de teoría sexual.
Redactado al mismo tiempo y publicado el mismo año, este cuarto libro añade al edificio freudiano
una nueva doctrina de la sexualidad, y le aporta a la cuestión del chiste una iluminación esencial,
puesto que subraya el aspecto infantil o polimorfo de la sexualidad humana, que se vuelve a
encontrar en los juegos de lenguaje.
La lectura en 1898 del libro de Theodor Lipps (1851-1914) titulado Komik und Humor fue lo que
indujo a Freud a dedicar una obra a este tema. Del trabajo de este filósofo alemán, heredero del
romanticismo, Freud retuvo la adecuación entre el psiquismo y lo inconsciente. Esto no le impidió
encontrar otras fuentes de inspiración: Georg Christoph von Lichtenberg (1851-1914),
Cervantes, Moliére, Heinrich Heine (1742-1799), entre otros.
La obra está dividida en tres partes: una analítica, la siguiente sintética, y la última teórica (se puede examinar algunos de estos temas en la presente plataforma online de ciencias sociales y humanidades). Freud
estudia primero la técnica del chiste, para mostrar a continuación el mecanismo de placer que
éste pone en marcha (se puede examinar algunos de estos temas en la presente plataforma online de ciencias sociales y humanidades). Finalmente describe el aspecto social del chiste y su relación con el sueño
y lo inconsciente.
Entre los diferentes Witze, Freud distingue los que son inofensivos y los tendenciosos; estos
últimos tienen por móvil la agresividad, la obscenidad o el cinismo. Cuando alcanza su meta, el
chiste, que necesita la presencia de al menos tres personas (el autor de la broma, su
destinatario y el espectador), ayuda a soportar los deseos reprimidos, proveyéndoles un modo
de expresión socialmente aceptable. Según Freud, hay además un cuarto móvil, más terrible que
los otros tres: el escepticismo. Los chistes de este registro ponen en juego el absurdo y no
atacan a una persona o una institución, sino a la seguridad del juicio. Mienten cuando dicen la
verdad, y dicen la verdad por medio de la mentira, como lo ilustra la siguiente historia judía: “En
una estación de Galitzia, dos judíos se encuentran en un tren. «¿A dónde vas?», pregunta uno.
«A Cracovia», responde el otro. «¡Eres un mentiroso!», grita el primero, furioso. «Si dices que
vas a Cracovia, es porque quieres que yo crea que vas a Lemberg. Yo sé que vas
verdaderamente a Cracovia. Entonces, ¿por qué mientes?»”
Mientras que el sueño es la expresión de la realización de un deseo y de la evitación de un
displacer, y conduce a una regresión al pensamiento en imágenes, el chiste es productor de
placer. Si bien recurre a los mecanismos de la condensación y el desplazamiento, se caracteriza
ante todo por el ejercicio de la función lúdica del lenguaje, cuyo primer estadio sería el juego del
niño, y el segundo, la broma.
Después de haber encarado todas las formas de lo cómico, desde las más ingenuas hasta las
más complejas, Freud concluye su exposición con un estudio de la práctica del humor. Desde
Mark Twain (1835-1910) hasta Don Quijote, distingue el humor, lo cómico y el chiste
propiamente dicho. Estas tres entidades, dice, vuelven a llevar al hombre al estado infantil, pues
“la euforia que aspiramos a alcanzar por estas vías no es más que el humor [ … ] de nuestra
infancia, una edad en la que ignorábamos lo cómico, no teníamos ingenio, ni necesidad del humor
para sentirnos felices en la vida”.
Freud no atribuía una gran importancia a este voluminoso libro, que consideraba un ensayo de
psicoanálisis aplicado a la creación literaria, y que prácticamente no modificó a lo largo de los
años. Por otra parte subrayaba de buena gana que se trataba de una digresión respecto de La
interpretación de los sueños. El libro no recibió una acogida entusiasta, y los mil ejemplares de la
primera edición sólo se agotaron siete años más tarde. Inspirándose en esta obra, el dibujante
Ralph Steadman compuso en 1979 un álbum humorístico sobre la vida de Freud cuyas imágenes
dieron la vuelta al mundo.
En 1958, Jacques Lacan fue el primer gran intérprete de la historia del freudismo que se interesó
por esta obra de manera nueva, y le dio al Witz un estatuto de concepto técnico. En su célebre
conferencia “La instancia de la letra en el inconsciente”, calificó El chiste de texto “canónico”,
considerándolo la primera parte de una especie de trilogía que incluía también a La interpretación
de los sueños y Psicopatología de la vida cotidiana. El mismo año, en su seminario Las
formaciones del inconsciente, tradujo la palabra Witz por “trait d’esprit” (“rasgo de espíritu”,
“rasgo de ingenio”), y propuso una interpretación propia de la historia narrada por Freud, tomada
de los Cuadros de viaje de Heinrich Heine, que pone en escena a un personaje jugoso,
Hirsch-Hyacinth, vendedor de billetes de lotería y pedicuro de Hamburgo, el cual se jacta ante el
poeta de ser tratado de manera famillionnaire por el rico barón de Rothschild. En ese chiste
forjado por error (inconscientemente) a partir de familier y de millionnaire, Freud veía el
resultado de un proceso de condensación semejante al que se encuentra en el trabajo del
sueño.
Con el objetivo de poner de manifiesto la relación entre el inconsciente y el lenguaje, Lacan
realizó una lectura estructural de la noción freudiana de condensación. Él la asimiló a una
metáfora, haciendo del trait d’esprit un significante, es decir, la marca por la cual surge en un
discurso un “rasgo” (trait) de verdad que se trata de ocultar. En el caso de Hirsch-Hyacinth, en
el juego de palabras famillionnaire se expresa el deseo, imposible de objetivar, de “tener un
millonario en el bolsillo”.
Desde este punto de vista, el libro de 1905, se convertía en una etapa principal en la elaboración
de la teoría freudiana de lo inconsciente. Según Lacan, Freud habría percibido una relación entre
las leyes del funcionamiento del lenguaje y las del inconsciente, antes de los descubrimientos de
la lingüística moderna.
Lo mismo que Freud, Lacan tenía un humor corrosivo. Adoraba los juegos de palabras y las
bromas de todo tipo, construidas según el modelo de los cuentos judíos (se puede examinar algunos de estos temas en la presente plataforma online de ciencias sociales y humanidades). Fue un maestro del
Witz, del retruécano y el aforismo, y sobre todo supo manejar la técnica de la “figuración por lo
contrario” con más ferocidad que Freud, como lo atestigua su flamígera fórmula de la relación
amorosa: “El amor es dar lo que uno no tiene a alguien que no lo quiere”.
La traducción de la palabra alemana Witz ha sido objeto de polémicas entre los freudianos de
lengua inglesa y lengua francesa. En 1916, Abraham Arden Brill realizó la primera versión en
inglés de la obra, y eligió el término wit (agudeza) como equivalente a Witz, con riesgo de
restringir la significación del chiste a la broma intelectual, en el sentido de algo “ingenioso” y
“sutfl”. Contra esta reducción, James Strachey prefirió en 1960 el vocablo joke, que amplía la
significación a broma, chanza, farsa, con riesgo en este caso de que se perdiera el “rasgo de
ingenio”, es decir, el lado intelectual del Witz freudiano, en el campo más vasto de las diferentes
formas de expresión de lo cómico. De hecho, detrás de esta disputa se perfilaba una lucha
ideológica entre los ingleses y los norteamericanos por la apropiación de la obra freudiana. Pues
Brill, en su traducción, había tratado de “adaptar” el pensamiento freudiano al espíritu de
ultramar, transformando ciertas bromas judías en chanzas norteamericanas. Strachey, en
cambio, y contra Brill, reivindicó una mayor fidelidad al texto freudiano, a la lengua inglesa (y no
al inglés americano) y a la historia vienesa.
En Francia, Lacan, contra Marie Bonaparte, que había empleado “mot d’esprit”, quiso traducir
Witz por trait d’esprit, disociando así el rasgo, trait, como significante, del esprit. Después de él,
los lacanianos, fascinados por los juegos de palabras del maestro, prefieren hablar de Witz,
más bien que de chiste, como si el empleo del término alemán permitiera remitir el Witz freudiano
a una función simbólica del lenguaje, a un rasgo significante que se pierde al cambiar de idioma.
En 1988, en ocasión de la aparición de la excelente traducción de Denis Messier, Jean-Bertrand
Pontalis escribió una nota en la cual refutaba la traducción de Witz por trait d’esprit. Aunque
teniendo en cuenta el carácter positivo del aporte teórico lacaniano, subrayó ajusto título que el
Witz en el sentido de Freud tenía una significación mucho más amplia y menos conceptual que la
que surge de la lectura propuesta por Lacan. De allí la decisión de traducir el título de la obra
como Le Mot d’esprit et sa relation à l’inconscient.
En 1989, los traductores de las (Euvres complètes, bajo la dirección de Jean Laplanche, Pierre
Cotet y André Bourguignon (1920-1996), anunciaron, al contrario, su intención de retomar el
término de Lacan con otro enfoque. Sosteniendo la existencia de una supuesta “lengua
freudiana” y de una disciplina llamada freudología, llegaron a la conclusión de que el Witz no era
un chiste (mot d’esprit), sino un rasgo del espíritu freudiano que había que hacer pasar a la
lengua francesa. Al término de esa elaboración un tanto bizantina, decidían que la obra de Freud
se publicara en francés con el título de Le trait d’esprit en el tomo VII de las Euvres complètes.

Basado en la experiencia de varios autores, mis opiniones y recomendaciones se expresarán a continuación (o en otros lugares de esta plataforma, respecto a las características y el futuro de esta cuestión):

Fuente: Diccionario de Psicoanálisis, Elisabeth Roudinesco y Michel Plon

Recursos

Véase También

Psicoanálisis, Psicología, Psicología Clínica, Psicología Forense, Psicología Social, Salud Mental, Sociología Cultural, Trastornos Psicológicos, Vocabulario Básico de Psicología

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