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Mancomunidad de Inglaterra

Durante un tiempo, la calidad personal de Oliver Cromwell y la disciplina y fuerza del ejército que había creado mantuvieron a Inglaterra en el rumbo republicano que había tomado. Los católicos irlandeses habían hecho una masacre de los ingleses protestantes en Irlanda, y ahora Cromwell reprimió la insurrección irlandesa con gran vigor. A excepción de algunos frailes en la tormenta de Drogheda, sus tropas no mataron más que a hombres con armas en las manos; pero las atrocidades de la masacre estaban frescas en su mente, no se dio cuartel en la batalla, y por eso su recuerdo todavía resuena en la mente de los irlandeses, que tienen una larga memoria para sus propios males. Después de Irlanda vino Escocia, donde Cromwell destrozó un ejército monárquico en la batalla de Dunbar (1650). Luego dirigió su atención a los Países Bajos, país que había aprovechado precipitadamente las divisiones entre los ingleses como excusa para perjudicar a un rival comercial. Los holandeses eran entonces los dominadores del mar, y la flota inglesa luchaba contra viento y marea; pero tras una serie de obstinados combates marítimos los holandeses fueron expulsados de los mares británicos y los ingleses ocuparon su lugar como potencia naval ascendente. Los barcos holandeses y franceses tuvieron que arriar sus banderas. Una flota inglesa se adentró en el Mediterráneo -la primera fuerza naval inglesa que entraba en estas aguas-; reparó varios agravios de los cargadores ingleses con Toscana y Malta, y bombardeó el nido de piratas de Túnez y destruyó la flota pirata -que en los días laxos de Carlos había tenido la costumbre de llegar hasta las costas de Comwall y Devon para interceptar barcos y llevarse esclavos a África.