Expansión del Parlamentarismo

Expansión del Parlamentarismo

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La difusión mundial (o global) del sistema parlamentario en el Siglo XX

Las recientes olas de democratización en el siglo XX han engendrado gradualmente una expansión mundial (o global) del parlamentarismo. Los nuevos Estados democráticos que siguieron a la disolución de los imperios coloniales europeos, en particular los que lograron la independencia del dominio británico, ya sea antes o después de la Segunda Guerra Mundial (entre ellos Australia, el Canadá, Nueva Zelanda y la India, así como los Estados de África y el Caribe) se establecieron en su mayor parte mediante una constitución escrita que preveía la forma parlamentaria de gobierno. Un fenómeno similar se produjo más tarde en Europa oriental con el colapso del comunismo, y en Sudáfrica con el fin del “apartheid”.

No obstante, en África, Asia, América Latina e incluso en Europa oriental, un número importante de jóvenes democracias han adoptado el modelo semipresidencial o presidencial. Algunas de ellas deberían clasificarse como “democracias antiliberales”, dadas las violaciones incontroladas de los derechos fundamentales que se producen y el escaso respeto del estado de derecho.Si, Pero: Pero el número de regímenes plenamente democráticos que adoptan sistemas semipresidenciales o presidenciales basta para demostrar que la democracia ya no se identifica con el parlamentarismo, como sostuvo incluso Hans Kelsen, el teórico más importante de la democracia en Europa continental. Más que por su capacidad para garantizar la democracia, estos sistemas de gobierno difieren en cuanto a la relación entre los poderes públicos y su respectiva legitimidad.

La expansión del presidencialismo también está vinculada a la expansión de la otra forma de gobierno alternativa: el sistema presidencial.

Formas de gobierno, presidencialismo y separación de poderes

A diferencia del parlamentarismo, el presidencialismo se basa en la separación entre los poderes legislativo y ejecutivo, cada uno de los cuales está ocupado por una autoridad elegida popularmente.

Una Conclusión

Por consiguiente, el mandato del ejecutivo está directamente establecido por la Constitución y el ejecutivo no depende de la confianza del legislativo para mantenerse en el cargo. Es cierto que el poder legislativo (“el Congreso” según la Constitución de los Estados Unidos) puede destituir al Presidente mediante un juicio político.Si, Pero: Pero esa posibilidad es muy distinta de la facultad de un parlamento de retirar su confianza a un Primer Ministro o a todo el gobierno.
Por el contrario, la ausencia de una mayoría parlamentaria que sostenga al gobierno en el cargo no significa que el parlamento esté sujeto a disolución. (Tal vez sea de interés más investigación sobre el concepto). Dada la separación, no se necesita una autoridad imparcial para supervisar la relación entre el poder legislativo y el ejecutivo, y el presidente ocupa el cargo de jefe de Estado junto con el de jefe del ejecutivo; tiene la facultad de nombrar y destituir a los ministros sin necesidad de aprobación parlamentaria (salvo que, en virtud de la Constitución de los Estados Unidos de América, el nombramiento de los funcionarios clave se realiza con el asesoramiento y el consentimiento del Senado).

La forma de gobierno presidencial difiere, por lo tanto, de la parlamentaria, tanto por la legitimidad popular concurrente de los poderes legislativo y ejecutivo, como por la separación entre ellos.

El modelo semipresidencial combina un presidente de plazo (véase más detalles en esta plataforma general) fijo elegido popularmente con un primer ministro y un gabinete que son responsables ante el poder legislativo; esto reúne el tipo de legitimidad del sistema presidencial con la relación entre las instituciones políticas que caracteriza al sistema parlamentario. Esto significa que el término “semipresidencial” no da cuenta con exactitud de la base del modelo, pero, a pesar de las críticas de los estudiosos, sigue siendo ampliamente adoptado debido a la falta de consenso sobre una fórmula alternativa.
Al examinar los costos (o costes, como se emplea mayoritariamente en España) y beneficios del sistema parlamentario en relación con el presidencial y el semipresidencial, debe prestarse atención en primer lugar a su respectiva estructura básica.Entre las Líneas En la medida en que se basa en una única autoridad elegida popularmente, la primera tiende no sólo a evitar el conflicto entre las instituciones políticas, sino también a concentrar el poder en manos de una única autoridad política, ya sea el parlamento o el gobierno.Entre las Líneas En el caso del segundo, ocurre lo contrario, dada la legitimidad popular concurrente que caracteriza a estos sistemas.

Sin embargo, hay que añadir una salvedad. El “conflicto” y la “concentración de poder” no son necesariamente un mal. Siempre que no amenacen la estabilidad del sistema, el conflicto puede garantizar el pluralismo y, por consiguiente, la democracia.[rtbs name=”democracia”] Y la concentración de poder podría mejorar la rendición de cuentas de los gobernantes, así como la eficiencia del proceso político, y no debe considerarse que allana el camino al absolutismo en la medida en que se respeten las funciones de las autoridades no mayoritarias, y de los tribunales en particular.Entre las Líneas En cierta medida, pues, es probable que tanto el conflicto como la concentración de poder persigan objetivos compatibles con la democracia constitucional.

Informaciones

Los diversos objetivos que es probable que alcancen estas formas de gobierno respectivamente parecen estar suficientemente equilibrados desde el punto de vista normativo.

Al examinar los méritos y deméritos del parlamentarismo y el presidencialismo, James Bryce observó que el primero está “calculado para garantizar la rapidez de las decisiones y el vigor de las medidas, y permite al Gabinete presionar para que se apruebe la legislación que considere necesaria y llevar a cabo tanto la administración nacional como la política exterior con la confianza de que su mayoría la apoyará contra los ataques de la oposición”. A estos méritos hay que añadir la concentración de la responsabilidad. Por las faltas cometidas, la Legislatura puede culpar al Gabinete, y el pueblo puede culpar tanto al Gabinete como a la mayoría”. Por otra parte, el presidencialismo “al dividir el poder entre varias autoridades distintas… protege más cuidadosamente que el [sistema] parlamentario contra los errores del Legislativo o del Ejecutivo, y retrasa la decisión del pueblo en los conflictos que surjan entre ellos”.

Sin embargo, en términos descriptivos, el relato anterior sólo da una idea preliminar de los costos (o costes, como se emplea mayoritariamente en España) y beneficios de los diversos modelos institucionales, y debe complementarse con el análisis de su funcionamiento efectivo y de otras características estructurales que afectan a las democracias contemporáneas.

En cuanto a su funcionamiento, los conflictos derivados de la legitimidad popular concurrente del poder legislativo y del gobierno se gestionan de forma diferente según diversos factores, entre los que se encuentran las diferencias estructurales entre los sistemas presidencial y semipresidencial, y el papel de los partidos políticos.Entre las Líneas En los Estados Unidos, dada la separación de poderes, es probable que el poder legislativo paralice el programa político del ejecutivo en la medida en que el partido que no ocupa la Casa Blanca puede poseer la mayoría en una o ambas cámaras del Congreso.

Aviso

No obstante, la disciplina de los partidos en el Congreso puede ser lo suficientemente laxa como para dar al Presidente alguna posibilidad de obtener el apoyo de representantes únicos del partido que se opone a su política y limitar así la existencia de un bloqueo total.

Una Conclusión

Por lo tanto, puede ser que un aparente estancamiento político no llegue al punto de amenazar la estabilidad del sistema.

Tal resultado es difícilmente imaginable en Europa, debido a una disciplina de partido tradicionalmente mucho más estricta en las asambleas. Esta es quizás la razón más importante por la que el sistema presidencial nunca ha sido adoptado allí. Incluso el funcionamiento del modelo semipresidencial suele parecerse al del modelo parlamentario, en la medida en que los acuerdos previos entre los partidos y/o la tradición del país han creado convenciones constitucionales que privan al Presidente de un poder político significativo, a pesar de que sea elegido popularmente (véase, entre otros, Austria, Portugal y Finlandia). Lo mismo sucede en la Quinta República de Francia, cuando la mayoría presidencial difiere de la parlamentaria, con lo que se produce un estado de cohabitación entre ambas instituciones.Si, Pero: Pero cuando estas mayorías coinciden, el Presidente reúne los poderes constitucionales de jefe de Estado con los de jefe del ejecutivo, resultantes de su dirección de la mayoría parlamentaria, con el efecto de que tanto el nombramiento como la destitución del Primer Ministro están a su disposición. (Tal vez sea de interés más investigación sobre el concepto).Entre las Líneas En el panorama de las democracias contemporáneas, incluidas las que adoptan el modelo parlamentario, no se concede una mayor concentración del poder político a una única autoridad.

Una amplia concentración de poder también puede derivarse del recurso incontrolado a poderes de emergencia por parte del Presidente elegido, como ocurre frecuentemente en América Latina, independientemente de la adopción formal de un sistema semipresidencial (Argentina) o presidencial (Brasil). Esa práctica va mucho más allá de la necesidad de remediar situaciones excepcionales, ya que tiende a sustituir los decretos presidenciales por legislación ordinaria y, por lo tanto, extingue la función del parlamento. Una vez más, la comprensión del funcionamiento del mecanismo institucional exige un examen de las prácticas concretas que va más allá de la distinción entre las formas de gobierno.

Por otra parte, la distribución territorial del poder en sus diversas formas, en particular el sistema unitario y el sistema federal (o regional), también puede tener un efecto crucial en ese funcionamiento. Mientras que el primero presupone una legislatura única dentro del Estado, y a veces incluso se funda en una administración unitaria, el segundo fomenta el pluralismo y es probable que genere competencia y conflictos entre las diversas autoridades gubernamentales. Los sistemas parlamentarios, así como otras formas de gobierno, corresponden cada vez más a las federaciones, lo que tiene importantes consecuencias para el proceso nacional de adopción de decisiones, incluido el hecho de que se suele establecer una segunda cámara que representa a los componentes regionales del Estado federal (para el funcionamiento de los sistemas parlamentarios en esos Estados, véanse los ejemplos de. Alemania, Australia, Austria, India y Sudáfrica).

Sin embargo, la asociación tradicional del federalismo con el ideal de un gobierno dividido no corresponde necesariamente a su funcionamiento. Los sistemas federales se diferencian, entre otras cosas, según que las competencias entre la federación y los territorios regionales estén estrictamente separadas (“federalismo dual”), o en su mayor parte compartidas (“federalismo cooperativo”).Entre las Líneas En los países que adoptan el sistema cooperativo, la cámara alta suele estar compuesta por representantes regionales, con el efecto de que la mayoría puede diferir de la de la cámara baja elegida. El estancamiento político que se produjo en Alemania entre el “Bundestag” y el “Bundesrat” (las dos cámaras de su parlamento) condujo en 2006 a una importante reforma constitucional del sistema federal.

Estas referencias bastan para demostrar que la distribución territorial del poder no es menos significativa que la forma nacional de gobierno para determinar el grado de concentración del poder o, por el contrario, está sujeta a la coexistencia de autoridades en conflicto. Siguiendo este criterio, el sistema de los Estados Unidos parece menos concentrado que el alemán y el francés, ya que se basa en el modelo presidencial y en el federalismo dual. El sistema alemán, que combina un modelo parlamentario con el federalismo cooperativo, parece más concentrado que el estadounidense pero menos que el francés, que presenta la mayor concentración de poder político, ya que combina un Estado unitario con la versión ya mencionada del modelo semipresidencial.

El relato anterior se refiere al funcionamiento de las instituciones políticas y a la interacción entre ellas. Pero, como ya se ha mencionado, la concentración de poder no debe considerarse como un camino hacia el absolutismo en la medida en que se respeten las funciones de las autoridades no mayoritarias. A estas autoridades, a saber, los tribunales, incluidos los tribunales constitucionales cuando se distinguen de los ordinarios, y las autoridades independientes, que suelen actuar en el ámbito del mercado, se les encomienda la tarea de garantizar los derechos fundamentales de los ciudadanos y, más en general, los principios y normas constitucionales que se cree que están por encima de la apreciación de las mayorías parlamentarias. De ahí se deriva la necesidad de concederles independencia de los poderes políticos, lo que se suele conseguir en las democracias constitucionales contemporáneas independientemente de sus formas de gobierno.

En particular, el establecimiento de la revisión judicial de la legislación ha transformado profundamente el papel del poder judicial, en relación con sus resistentes definiciones como “pouvoir en quelque façon nul” (Montesquieu), o como “la rama menos peligrosa” (Hamilton). Como ya se observó en un estudio general de la justicia constitucional en las democracias occidentales, “la revisión constitucional demuestra que se ha convertido en el contrapeso insustituible de la supremacía del principio de la mayoría” . Y las olas de democratización posteriores a la Segunda Guerra Mundial y la caída del comunismo se complementaron regularmente con el establecimiento de tribunales constitucionales.

Si bien se tiene en cuenta la conexión estructural entre el poder ejecutivo y el legislativo que afecta al parlamentarismo (y en gran medida al sistema semipresidencial) y, por otra parte, la independencia del poder judicial respecto de los poderes políticos, en nuestra época el sentido último de la separación de poderes parece más cercano al que surge de la distinción de Henry de Bracton entre “gubernaculum” y “iurisdictio”, o de la dicotomía medieval entre “leges” e “iura”, que de las célebres teorías de Locke y Montesquieu.

Datos verificados por: Chris

Parlamento: Extensión del sistema parlamentario

La gran mayoría de los países del mundo poseen un Parlamento. Una de las consecuencias de la influencia occidental en el resto del mundo ha sido la extensión del concepto de sistema parlamentario aunque algunos estados no occidentales ya tenían sus propias asambleas antes de la colonización. (Tal vez sea de interés más investigación sobre el concepto). Esto es especialmente cierto en el caso de la Commonwealth. Países como Canadá, Australia y Nueva Zelanda han funcionado con un gobierno parlamentario tradicional durante mucho tiempo. La India también ha demostrado ser capaz de mantener un sistema parlamentario y puede reclamar el título de ser la mayor democracia parlamentaria con sus dos multitudinarias cámaras, el Lok Sabha y el Rajya Sabha. Un país vecino, Pakistán, ha tenido una experiencia parlamentaria menos satisfactoria e interrumpida con más frecuencia. Esto indica que los países en vías de desarrollo tienen mayores dificultades en mantener un sistema parlamentario por una inestabilidad política que ha derivado históricamente en la frecuente aparición de regímenes de partido único o dictaduras.

Por otro lado, el parlamentarismo latinoamericano es consecuencia del proceso de emancipación iniciado en 1810, y en el que ejerció una gran influencia la primera Constitución liberal española aprobada en las Cortes de Cádiz en 1812.Entre las Líneas En casi todos los países, el poder legislativo reside en un Parlamento bicameral (cuando se aplica al derecho parlamentario, significa que hay dos cámaras independientes en el órgano legislativo; la segunda, aparte de algún caso histórico de representación de la nobleza, y el clero, actúa generalmente como representación de entes territoriales) compuesto por una cámara baja, que puede ser denominada de diversas maneras (Congreso de los Diputados, Cámara de Representantes, etcétera) y una cámara alta que suele identificarse como Senado.

Origen del Parlamentarismo Continental Europeo

Véase la información respecto a la historia del Parlamentarismo Británico, en especial sus orígenes.

Nota: para considerar la cuestión de si los aspectos británicos del parlamentarismo se encuentran en otras constituciones europeas, véase aquí, centrado también en el período del Antiguo Régimen.

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4 comentarios en «Expansión del Parlamentarismo»

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