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Intersexualidad

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Intersexualidad

Este elemento es una profundización de los cursos y guías de Lawi. Ofrece hechos, comentarios y análisis sobre este tema.

🙂 ▷ Ciencias Sociales y Humanas » Inicio de la Plataforma Digital » I » Intersexualidad
En inglés: Intersex.

La intersexualidad se define como una identidad que se refiere a personas cuyas credenciales biológicas no encajan dentro de las concepciones binarias de los cuerpos de género y sexo, mientras que la transgénero se refiere a los individuos, que viven dentro, entre y/o más allá del binario de género.

Introducción

La intersexualidad se refiere en términos generales a una variedad de condiciones que pueden presentarse en el nacimiento o más adelante en la vida, por las cuales los cromosomas, hormonas u órganos sexuales de un individuo difieren de la ‘norma’ de una manera que no corresponde a las definiciones típicas de hombre y mujer. A estos individuos se les suele dar un diagnóstico general de “trastornos del desarrollo sexual”, o TSD, que luego se clasifica en una de las más de 20 TSD para guiar el manejo y el pronóstico.

Puntualización

Sin embargo, los actores sociales no están de acuerdo en si este tipo de variación sexual debe ser patologizada, a pesar de que existe un acuerdo considerable (incluso entre algunos médicos) de que la construcción de la intersexualidad como diagnóstico refleja un dilema de categorización social (Davis, 2015).

Una Conclusión

Por lo tanto, la intersexualidad es un buen ejemplo del tipo de “push and pull” que hace que la medicalización sea más una cuestión de escala que de categorías discretas -un diagnóstico en el que la estructura responde al proceso-, lo que lo convierte en un caso apropiado para ilustrar la ventaja de una teoría revisada del diagnóstico social.

Una breve nota sobre la terminología: a lo largo del texto utilizamos el término ‘intersexualidad’ (examine más sobre estas cuestiones en la presente plataforma en línea de ciencias sociales y humanidades). Reconocemos la aparición de un consenso entre los profesionales médicos para utilizar una terminología diferente, a saber, “Trastornos del Desarrollo Sexual”, pero reflexivamente elegimos no utilizar el lenguaje médico de “trastornos” (examine más sobre estas cuestiones en la presente plataforma en línea de ciencias sociales y humanidades). Reconocemos que no todos los investigadores académicos prefieren el término intersexual y que algunos individuos intersexuales no prefieren el término DSD. Usamos el término intersexual conscientemente, reconociendo sus limitaciones y entendiendo que lo que ‘cuenta’ como intersexual también es cuestionado (como resaltaron Dreger y Herndon en 2009) y construido socialmente.

Hasta hace poco, cuando nacía un niño al que no se le podía asignar fácilmente un sexo según el binario de sexo/género, los clínicos solían realizar pruebas para determinar un “verdadero” sexo y llevar a cabo intervenciones médicas para alinear la variación física con esta asignación de sexo/género.

Puntualización

Sin embargo, desde 2004, la comunidad médica ha mostrado interés en reformar las prácticas relacionadas con el manejo de las afecciones intersexuales, alejándose de la idea de que el borrado inmediato quirúrgico o médico de cualquier ambigüedad de sexo es la mejor práctica.Entre las Líneas En el 2006, las sociedades endocrinas pediátricas de Estados Unidos y Europa emitieron su histórica “Declaración de consenso sobre el manejo de los trastornos intersexuales” con el objetivo de regular los enfoques utilizados por los médicos. Por primera vez, al redactar este consenso, los médicos invitaron a los miembros de los grupos de defensa de los pacientes a unirse a ellos para discutir varios aspectos del manejo de la intersexualidad, aunque algunos han descrito la participación de los defensores como limitada y, en el mejor de los casos, simbólica, con solo dos defensores de los pacientes presentes en las reuniones.

En la superficie, la Declaración de Consenso prometía un enfoque más “holístico”, menos estrechamente medicalizado que el que habían adoptado anteriormente los médicos. Por ejemplo, sus recomendaciones para la intervención quirúrgica solo en casos de “virilización severa” eran más sensibles a los derechos de las pacientes a la fertilidad y al placer sexual. La Declaración también cambió el enfoque quirúrgico de las intervenciones cosméticas a las funcionales, citando los riesgos de la cirugía repetida. Una conciencia más general de los derechos de los pacientes se hizo palpable a lo largo de la Declaración, incluyendo las directrices para el uso apropiado de la fotografía médica. Estos cambios reflejaron una marcada desviación de los enfoques anteriores que insistían mucho en ‘normalizar’ los genitales y representaron un grado de éxito para los defensores y defensoras que luchaban por transformar las prácticas médicas.

Sin embargo, a medida que el bienestar de los pacientes pasó al primer plano de la Declaración, la autoridad médica ganó fuerza en el fondo, especialmente a través del cambio de nomenclatura propuesto de “intersexualidad” a “trastornos del desarrollo sexual” (DDS). Este término se originó en una reunión separada de activistas, padres y médicos patrocinada por la Sociedad Intersexual de América del Norte, pero concedió a los médicos un control continuo sobre el marco patológico de la variación del sexo, reforzando así su jurisdicción sobre la intersexualidad. Aunque algunos académicos han pedido que se haga más hincapié en la variación que en el trastorno o la ambigüedad, se descartó la sigla ‘VSD’ porque ya se utiliza en el léxico médico para denotar “Defecto Septal Ventricular”.

Una Conclusión

Por lo tanto, a pesar de ser promocionado como sensible a la preocupación de los pacientes, la nueva nomenclatura ha sido criticada por reflejar y promover los intereses de los médicos, no los de los pacientes.

▷ En este Día de 1 Mayo (1889): Fundación del Primero de Mayo
Tal día como hoy de 1889, el Primero de Mayo -tradicionalmente una celebración del retorno de la primavera, marcada por el baile en torno a un mayo- se celebró por primera vez como fiesta del trabajo, designada como tal por el Congreso Socialista Internacional. (Imagen de Wikimedia)

La consideración de la intersexualidad como un problema médico ayuda a justificar el papel de los médicos como decidores de lo que cuenta como hombre y mujer en la sociedad (Holmes, 2009) -una posición poderosa derivada de las opiniones culturales sobre el dimorfismo sexual. Cuando los médicos intentan “descubrir” el sexo de un bebé a través de una extensa evaluación diagnóstica de cromosomas, hormonas y órganos sexuales, hablan de encontrar el “verdadero” sexo, cuando simplemente han hecho una recomendación sobre lo que creen que es el sexo más “apropiado”. Mientras Vidal y sus colegas (ellos mismos médicos) escriben sobre los tratamientos quirúrgicos para los DSD, El desafío es esbozar la futura identidad individual del niño en el período postnatal utilizando estos indicadores, sugiriendo que es responsabilidad de los médicos adivinar lo que el cuerpo está diciendo realmente, y hacerlo menos ambiguo.

Una Conclusión

Por lo tanto, esta posición de poder se mantuvo y la medicalización se solidificó a medida que los médicos mantuvieron el control, y posiblemente fortalecieron, su jurisdicción sobre la intersexualidad en la Declaración de Consenso de 2006, a pesar de los avances realizados por los defensores de los pacientes hacia el cambio de los enfoques medicalizados.

Activistas y académicos unieron sus fuerzas en la década de 1990 para contrarrestar el tratamiento médico de la intersexualidad y ofrecer apoyo y recursos a los individuos intersexuales. La Sociedad Intersexual de América del Norte (ISNA) -ahora Alianza de Acuerdo- fue uno de los grupos más vocales en los Estados Unidos, luchando para alterar las normas sociales y reconocer los derechos de las personas intersexuales. La Sociedad Intersexual de América del Norte denunció a los médicos por considerar a la intersexualidad como una emergencia médica y la calificó como una emergencia social. Abogaron por tratar a los cuerpos intersexuales no como enfermos, solo diferentes, enfatizando lo poco que la intersexualidad constituye en realidad una emergencia médica. El diagnóstico de la intersexualidad, en su opinión, fue producto de mecanismos reguladores de normalización y pidieron que se detuvieran las intervenciones médicas que buscaban el borrado de la variación anatómica. Estos puntos de vista representaron un consenso considerable dentro de la comunidad de activistas intersexuales en la década de 1990, lo que permitió que el movimiento de desmedicalización floreciera.

En 2005, antes de la reunión de Consenso de endocrinología pediátrica, la Sociedad Intersexual de América del Norte convocó un Consorcio de 45 individuos (24 clínicos y 21 activistas/académicos, incluyendo adultos y/o padres de individuos con condiciones intersexuales), para producir un conjunto de guías clínicas que enfatizan los enfoques centrados en el paciente para el manejo del DSD. Este es un ejemplo extraordinario de cómo las acciones de un grupo (activistas sociales) pueden afectar las acciones de otro (clínicos) en la formación de un diagnóstico al producir guías clínicas que desafían los enfoques médicos existentes – un sello importante de nuestro marco de diagnóstico social revisado, que reconoce cómo los actores sociales se resisten a la medicalización.

De manera importante, a pesar de su énfasis en los enfoques centrados en el paciente, estas pautas también propusieron varios cambios en el manejo médico de la intersexualidad que paradójicamente contribuyeron a su medicalización. (Tal vez sea de interés más investigación sobre el concepto). Quizás el más importante de estos cambios fue la mencionada revisión de la nomenclatura. Los sociólogos han argumentado que para que un problema sea medicalizado, no necesita tener una solución médica, pero sí una definición médica. Aunque las Guías condenan enérgicamente la cirugía temprana e instan a los médicos a considerar si las intervenciones son realmente en el mejor interés de sus pacientes (lo que contribuye a la desmedicalización de la intersexualidad), siguen defendiendo el término DSD que cimienta la definición de la intersexualidad como una enfermedad. Se le atribuye al Consorcio de la Sociedad Intersexual de América del Norte el haber acuñado Trastornos del Desarrollo Sexual como un reemplazo de la intersexualidad.

Puntualización

Sin embargo, ese mismo término ha sido criticado por enmarcar a la intersexualidad como un “trastorno”, y por transmitir la noción de que los cuerpos de la intersexualidad son defectuosos: Si el uso de la palabra trastorno connota una necesidad de reparación, entonces esta nueva nomenclatura contradice uno de los principios centrales del activismo intersexual: que la anatomía sexual inusual no requiere inevitablemente de una corrección quirúrgica u hormonal.

Una Conclusión

Por lo tanto, al apoyar el cambio de nombre a DSD, entre otros cambios, el Consorcio reforzó el marco patológico de la intersexualidad, a pesar de la larga historia de la ISNA de denunciar el enfoque de la medicina hacia la intersexualidad.

Los desacuerdos sobre la conveniencia del diagnóstico revisado del DSD, las pautas y sus implicaciones son manifestaciones de la considerable heterogeneidad entre los individuos y organizaciones activistas. Algunos activistas han criticado fuertemente al Consorcio por traicionar a la comunidad intersexual al respaldar prácticas que inducen a la docilidad en lugar de conferir capacidad.Entre las Líneas En respuesta, algunos activistas han descrito esta aparente paradoja como un esfuerzo necesario y pragmático para comprometerse y construir alianzas con la profesión médica. Otros han aludido al poder del diagnóstico para desbloquear el acceso a los recursos, señalando que para recibir atención sanitaria, la intersexualidad tiene que enmarcarse utilizando un término patologizante.

Informaciones

Los defensores también argumentan que la nueva nomenclatura normaliza las condiciones de la intersexualidad al referirse a ellas como un trastorno “como cualquier otro” en lugar de abarcar toda la identidad de los individuos como la intersexualidad.

Estos debates han dejado a la comunidad académica-activista un tanto dividida. El considerable acuerdo entre los activistas contra el establishment médico forjado en la década de 1990 ha sido reemplazado por el desacuerdo en torno a la nueva terminología. Estas disputas son centrales en el enfoque revisado del diagnóstico social, ilustrando los procesos multidireccionales y dinámicos de (des)medicalización, y la fabricación conjunta de ‘patología’ que refleja las intersecciones y contradicciones entre y entre los clínicos, académicos y activistas -individuos que a menudo ocupan más de uno de estos roles a la vez.

Mientras tanto, al nacer un niño intersexual, los padres a menudo son empujados sin querer a este debate al enfrentarse a un mundo informado por la premisa del defecto, no de la variación neutral. Para los padres que entienden el sexo en términos binarios, la intersexualidad puede ser desorientadora, e incluso devastadora, según algunos estudios. Algunos padres apoyaron el cambio de nomenclatura precisamente porque la noción de estar “entre sexos” les hacía sentir alienados e incómodos; esta fue una razón citada por el Consorcio para reemplazar la intersexualidad con el DSD. Otros han señalado que la adaptación de la terminología para aplacar a los padres aleja el énfasis de la persona intersexual.

Dada su preocupación y confusión, muchos padres recurren a la medicina para encontrar sentido al ‘desorden’ de su bebé, encontrar pistas sobre el ‘verdadero’ sexo, y en última instancia, ‘arreglar’ a su hijo (hay varios estudios del 2008 y 2009 sobre ello). De esta manera, contribuyen a la medicalización de la intersexualidad exigiendo soluciones médicas a situaciones socialmente incómodas. Al mismo tiempo, los académicos observan que es razonable que los padres se alarmen y acepten, en lugar de desafiar, las interpretaciones dimórficas y esencialistas prevalecientes sobre el sexo, cuando los profesionales médicos les presentan una emergencia médico-social (Davis y Murphy, 2013). Y aunque las decisiones sobre las intervenciones médicas se dejan en última instancia a los padres, siguen estando muy influidas por los profesionales médicos, lo que constituye otro ejemplo de desbordamiento entre los padres, médicos e investigadores.

Basado en la experiencia de varios autores, mis opiniones y recomendaciones se expresarán a continuación (o en otros lugares de esta plataforma, respecto a las características en 2024 o antes, y el futuro de esta cuestión):

El deseo de ser buenos padres también influye en las decisiones de consentir una cirugía genital. Informados por las creencias culturales sobre el sexo y el género, los padres perciben que los genitales “ambiguos” son problemáticos y a menudo deciden sobre la necesidad de la cirugía en base a esas creencias (Sanders et al., 2008). Al mismo tiempo, se deja que los padres hagan gran parte del trabajo de identidad después de que se ha determinado/asignado el sexo. Algunos padres eligen la cirugía para reorientarse y promover la aceptación de su hijo por la sociedad, mientras que otros rechazan la cirugía y eligen reorientar su perspectiva al ver el sexo con mayor fluidez. De esta manera, algunos padres contribuyen a la medicalización de la intersexualidad exigiendo respuestas médicas, mientras que otros contribuyen a su desmedicalización desafiando el binario del sexo – una estructura social importante en este debate.

Finalmente, llegamos a los individuos cuyos cuerpos están en el centro de este debate. A pesar de los esfuerzos para incluir a los individuos intersexuales en la Declaración de Consorcio y Consenso, sus voces rara vez son escuchadas en el contexto de las discusiones sobre sus cuerpos, ya que la mayoría de las decisiones se toman cuando son bebés.

Una Conclusión

Por lo tanto, a menudo se encuentran atrapados entre los intereses y las preocupaciones de sus padres, médicos, académicos y activistas cuando son jóvenes, y a veces dan forma al debate y al diagnóstico a medida que crecen. Algunos individuos intersexuales preferirían abolir la representación dicotómica del sexo, mientras que otros apoyan su mantenimiento. Otros quieren crear nuevas categorías que se adapten a sus variaciones sin encasillarlas en un sexo u otro. Casi todos quieren que los médicos revelen todas las evaluaciones – una cortesía que tristemente está lejos de ser universal (como evidenció una investigación de 2010).

Los individuos intersexuales varían en sus percepciones de la nueva terminología. Un estudio de pacientes con hiperplasia suprarrenal congénita (HAC), una condición común de la intersexualidad, encontró en 2015 que a una gran mayoría no le gustaba el término ‘DSD’ y/o no se identificaba con él. Más de tres cuartas partes consideraron que tenía un efecto negativo en la comunidad de la HAC. Otro estudio encontró que las personas intersexuales que apoyaban la nueva terminología del DSD estaban más inclinadas a expresar sentimientos de ‘anormalidad’ que aquellas que rechazaban el término (Davis, 2014). Aunque los académicos del Consorcio sostuvieron que el término DSD era menos esencial que el de intersexualidad, algunos individuos intersexuales encontraron que el término ‘trastorno’ lo era aún más.

Una Conclusión

Por lo tanto, puede quedar una brecha entre la satisfacción de los profesionales (y la de los activistas y padres) por un lado, y la de los pacientes por el otro.

Las personas intersexuales, por lo tanto, contribuyen y se resisten a la medicalización de la intersexualidad. Muchos son críticos de la normalización quirúrgica, rechazando la idea de que la intersexualidad requiere una solución médica. Otros prefieren la cirugía temprana y no se arrepienten de la intervención. (Tal vez sea de interés más investigación sobre el concepto). Un estudio encontró que los individuos intersexuales construyeron narrativas que normalizaron su diferencia, ya sea minimizándola o enfatizando la variación entre otros, y situando su propia diferencia como parte de una constelación de variación de sexo. De esta manera, refuerzan, resisten y remodelan el imperativo bi-sexual, contribuyendo así también al debate sobre la (des)medicalización de la intersexualidad.

Revisor: Lawrence

Género y sexualidad

¿Hasta qué punto el comportamiento y las prácticas comunicativas de las mujeres y los hombres son el resultado de diferencias biológicas? Algunos científicos sostienen que algunos aspectos de la biología humana, desde las hormonas hasta los cromosomas, desde el tamaño del cerebro hasta la genética, son responsables de las diferencias innatas de comportamiento entre hombres y mujeres. Los sociólogos siguen sin estar convencidos de estos argumentos, que tienden a ser reduccionistas. Todas las sociedades tienen normas y prohibiciones sexuales, pero éstas varían mucho. La sexualidad humana es simbólica y está imbuida de un significado social, cultural y personal. El cristianismo ha dado forma a las actitudes occidentales respecto de la sexualidad, pero en el siglo XIX se medicalizó la sexualidad, transformando las prácticas ‘pecaminosas’ en ‘insalubres’.Entre las Líneas En los países desarrollados, en los últimos cuarenta años se han producido enormes cambios en las actitudes hacia el sexo y las costumbres sexuales, el matrimonio y el divorcio, las relaciones entre personas del mismo sexo, el aborto y la pornografía adulta.
La orientación sexual se deriva de una compleja interacción de factores biológicos, psicológicos, sociales y culturales. La orientación sexual más común en todas las sociedades es la heterosexualidad, aunque también existe la homosexualidad. También hay muchos gustos e inclinaciones sexuales minoritarios.

Los sociólogos distinguen entre sexo -diferencias anatómicas y fisiológicas- y género -diferencias psicológicas, sociales y culturales entre mujeres y hombres-. La socialización de género es el proceso por el cual los seres humanos aprenden comportamientos que se consideran apropiados para el género en la sociedad.

Las académicas feministas hicieron del “género” un tema central de la sociología, centrándose en la posición de las mujeres en la sociedad, aunque la masculinidad también se ha convertido en un área de estudio en el contexto de las relaciones de género. Connell identifica tres aspectos de la sociedad que interactúan para formar un ‘orden de género’: el trabajo, el poder y las relaciones personales/sexuales. Existen diferentes versiones de masculinidades y feminidades, la más poderosa de las cuales es la masculinidad hegemónica. Las relaciones de género están organizadas jerárquicamente, pero no son fijas y se rehacen a través de las prácticas sociales y están sujetas a desafíos.

El género es un factor clave en la estructuración de los tipos de oportunidades y posibilidades de vida que enfrentan los individuos y grupos e influye fuertemente en los roles que desempeñan dentro de las instituciones sociales, desde el hogar hasta el Estado. La división del trabajo que prevalece entre los sexos ha llevado a que hombres y mujeres asuman posiciones desiguales en términos de poder, prestigio y riqueza. Los enfoques funcionalistas de las relaciones de género tendían a reproducir sin crítica alguna el enfoque de las “diferencias naturales”. El feminismo (compromiso con una mejora del papel social de la mujer, que suele reflejarse en el sentido de promover la igualdad sexual) ha generado un cuerpo teórico más rico que analiza la posición de las mujeres en la sociedad. El feminismo (compromiso con una mejora del papel social de la mujer, que suele reflejarse en el sentido de promover la igualdad sexual) liberal propone una igualdad fundamental entre mujeres y hombres que puede lograrse transformando las actitudes y prácticas sociales para eliminar la discriminación injusta.

El feminismo (compromiso con una mejora del papel social de la mujer, que suele reflejarse en el sentido de promover la igualdad sexual) socialista se basa en el análisis marxista del capitalismo. El capitalismo intensifica la dominación masculina y se basa en el trabajo doméstico no remunerado de las mujeres. [rtbs name=”historia-de-las-mujeres”] El feminismo (compromiso con una mejora del papel social de la mujer, que suele reflejarse en el sentido de promover la igualdad sexual) radical se centra en el análisis del patriarcado: el sistema de dominación de los hombres sobre las mujeres, haciendo hincapié en el papel de las mujeres en la reproducción biológica, la violencia masculina contra las mujeres y la objetivación sexual de las mujeres.

Walby identifica dos formas de patriarcado: el privado, que tiene lugar en el hogar, y el público, que trabaja para excluir a las mujeres de la riqueza y el poder en el lugar de trabajo y en la vida pública. A lo largo del siglo XX, el equilibrio se ha desplazado hacia esta última.

El feminismo (compromiso con una mejora del papel social de la mujer, que suele reflejarse en el sentido de promover la igualdad sexual) negro sostiene que otros enfoques feministas no han reconocido las diferencias entre las mujeres, especialmente las estructuradas por la etnia y el imperialismo. La mayoría de los feminismos toman una experiencia de clase media blanca y occidental y la generalizan, pero esto es engañoso e inapropiado. El feminismo (compromiso con una mejora del papel social de la mujer, que suele reflejarse en el sentido de promover la igualdad sexual) postmoderno desafía la idea de una categoría universal de ‘mujer’ que puede ser la base de la acción política feminista. Las multiplicidades de individuos y grupos están posicionados de manera diferente y tienen experiencias muy distintas.
La teoría “Queer” rompe con muchas ideas sociológicas convencionales sobre la identidad. La teoría queer desafía el concepto mismo de ‘identidad’ como algo que está relativamente fijo o asignado a las personas por los agentes socializadores. Basándose en Foucault, los teóricos queer argumentan que el género y la sexualidad, junto con todos los demás términos que vienen con estos conceptos, constituyen un discurso específico en lugar de referirse a algo objetivamente real o ‘natural’.

La prostitución se considera hoy en día como una forma de trabajo sexual. Muchas feministas hacen campaña contra la industria del sexo, considerándola degradante para las mujeres y, en última instancia, arraigada en la subordinación de las mujeres a los hombres.

Puntualización

Sin embargo, más recientemente, el trabajo sexual ha sido reevaluado por algunas feministas, quienes argumentan que muchas, aunque no todas, las trabajadoras sexuales se ganan bien la vida, disfrutan de lo que hacen y no encajan en el estereotipo de ser pobres, subeducadas o forzadas a la prostitución por sus circunstancias.Si, Pero: Pero el crecimiento de la industria del sexo a nivel mundial (o global) es en gran medida el resultado del turismo sexual y el tráfico de personas, y se basa en la explotación y las enormes disparidades de riqueza y poder.

El desarrollo a largo plazo (véase más detalles en esta plataforma general) del pensamiento feminista y de los movimientos sociales que buscan promover los derechos de la mujer se considera convencionalmente que pasa por una serie de tres “olas”. La primera ola del feminismo (compromiso con una mejora del papel social de la mujer, que suele reflejarse en el sentido de promover la igualdad sexual) buscó el acceso igualitario al poder político extendiendo el derecho al voto a las mujeres sobre la misma base que a los hombres, y el acceso a todas las instituciones de la sociedad, incluyendo la educación superior.
El feminismo (compromiso con una mejora del papel social de la mujer, que suele reflejarse en el sentido de promover la igualdad sexual) de la segunda ola se centró en las ideas de “liberación” y “empoderamiento” de la mujer. [rtbs name=”estudios-de-la-mujer”] Si el movimiento de la primera ola estaba influenciado por los ideales políticos liberales y socialistas de la igualdad ante la ley, la segunda ola era un movimiento más “radical” para el cambio en el mundo privado de la vida familiar y la domesticidad tanto como en el ámbito de la política pública y la política formal.

El feminismo (compromiso con una mejora del papel social de la mujer, que suele reflejarse en el sentido de promover la igualdad sexual) de la tercera ola se caracteriza por el activismo local, nacional y transnacional, en áreas como la violencia contra las mujeres, el tráfico, la cirugía corporal, la auto-mutilación, y la ‘pornotización’ general de los medios de comunicación. (Tal vez sea de interés más investigación sobre el concepto). Critica a las olas feministas anteriores por presentar respuestas o definiciones universales de la feminidad.

El desarrollo desigual de las regiones y sociedades a nivel mundial (o global) significa que muchas de las medidas de igualdad de derechos que la gente del mundo desarrollado da por sentado en la actualidad todavía no se han logrado en los países en desarrollo.

Puntualización

Sin embargo, la creciente globalización y las conexiones transnacionales ilustran cómo la dimensión global de la vida social contemporánea ofrece nuevas oportunidades para que los movimientos de mujeres se unan en la campaña en curso en favor de la igualdad entre los géneros.

Revisor: Lawrence

Noción de Intersexualidad en relación con las Políticas de Género y Desarrollo

Recursos

[rtbs name=”informes-jurídicos-y-sectoriales”][rtbs name=”quieres-escribir-tu-libro”]

Véase También

Andrógino
Identidades LGBT
Queer
Hermafrodita —mitología—
Hermafroditismo
Los intersexuales y el servicio militar
Diferenciación sexual en los humanos
Tercer género
Sor Fernanda Fernández
Intersexualidad en América
Cheryl Chase
Eliana Rubashkyn
Tercer sexo
Principios de Yogyakarta
Herculine Barbin
Hiperplasia suprarrenal congénita
Síndrome de Turner
Biología del género
Estudios de género
Sexo

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