Este texto se ocupa de la independencia de los bancos centrales en economía. La independencia de los bancos centrales, entendida de forma muy estrecha como independencia del gobierno de turno, se convirtió en el “must” de los años 90. Ciertamente, incluso países que no experimentaron ninguna inflación (significativa), como Italia en 1992, Portugal en 1992, Bélgica en 1993, Francia en 1993, Grecia en 1993 y España en 1994, decidieron delegar la formulación de su política monetaria en sus bancos centrales, haciéndolos independientes del poder ejecutivo. Esta tendencia fue continuada por Japón, que a mediados de la década de 1990 experimentó una deflación, pero decidió optar por la independencia del banco central. En consecuencia, es muy difícil demostrar que la alta o la hiperinflación es el principal motivo para promover la independencia del banco central, como sugieren muchos estudiosos neoclásicos. Otros no pudieron corroborar esta conclusión, ya que parece que la independencia del banco central en los países en desarrollo, que puede extenderse fácilmente a las economías en transición, no ha dado ningún resultado económico significativo. Se ha prestado atención a la independencia legal, a la rotación real de los gobernadores y a las respuestas de los responsables políticos nacionales a un cuestionario sobre el comportamiento del banco central en la práctica.