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Cuestión Oriental

La sucesión de acontecimientos históricos conocida como la “Cuestión Oriental”, que comenzó con la firma del Tratado de Kutchuk-Kainardji en 1774 y terminó con el Tratado de Lausana en 1923, gira esencialmente en torno al desmembramiento del Imperio Otomano y a la lucha de las grandes potencias por establecer su control o influencia sobre la Europa balcánica y los países del Mediterráneo oriental. De estos acontecimientos se desprenden varios aspectos: en primer lugar, el empuje del Imperio ruso hacia el Mar Negro, y luego hacia los Balcanes y el Mediterráneo, basado en la protección de los pueblos eslavos y los cristianos ortodoxos; en segundo lugar, sus objetivos de control del Estrecho y de acceso al mar abierto, que preocupaban especialmente a Inglaterra. Desde finales del siglo XVIII, Inglaterra definió gran parte de su política exterior en función de la defensa de la ruta hacia la India y, en consecuencia, trató de dominar el istmo que separa el Mediterráneo del Océano Índico; por ello, se interesó mucho por los árabes de Oriente Próximo. Francia, por su parte, después de haber mantenido sus posiciones comerciales y culturales en el Levante, acentuó su acción en favor de los cristianos de Oriente, lo que la puso en oposición con Rusia e Inglaterra. A estos elementos fundamentales se añadieron posteriormente la preocupación de Austria-Hungría por contener el avance ruso en los Balcanes, el Drang nach Osten del Imperio alemán a partir de finales del siglo XIX y, sobre todo, la explotación económica de los territorios otomanos, a la que los dirigentes turcos, a pesar de las reformas políticas y sociales promulgadas a lo largo del siglo XIX, no pudieron oponerse más que al desmembramiento de su Imperio, consagrado en el Tratado de Sèvres (1920); Pero los turcos, liderados por Mustafá Kemal y la conclusión del Tratado de Lausana, dieron origen a una nueva Turquía y pusieron fin a la Cuestión de Oriente tal y como había surgido durante el siglo XIX. En el siglo XX, iba a renacer bajo diferentes aspectos. El desarrollo de este asunto está marcado por sucesivas crisis internacionales. Tras las Guerras Turco-rusas, Rusia obtuvo concesiones a expensas del Imperio otomano en virtud de varios tratados, como el de Bucarest (1812).