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Teoría de la Identidad Social

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Teoría de la Identidad Social

Este elemento es un complemento a las guías y cursos de Lawi. Ofrece hechos, comentarios y un análisis sobre la teoría de la identidad social.

Índice de Contenidos

Teoría de la Identidad Social

La teoría de la identidad social es una teoría psicológica social sobre el papel del yo y la identidad en los fenómenos grupales e intergrupales. La perspectiva de la identidad social fue desarrollada inicialmente por Henri Tajfel a finales de la década de 1960 y con la posterior colaboración de John Turner en la década de 1970. En las primeras fases de desarrollo, la teoría se centró en gran medida en cuestiones intergrupales como el conflicto y la discriminación. Con el tiempo, el enfoque de la identidad social se desarrolló para abarcar toda la gama de fenómenos grupales e intergrupales, asegurando su lugar como perspectiva teórica dominante sobre los grupos en la psicología social. Más tarde, el enfoque de la identidad social se amplió para estudiar la naturaleza del liderazgo en los grupos, dando lugar a una teoría de la identidad social del liderazgo. Esta teoría de la identidad social del liderazgo ha revigorizado el interés de los psicólogos sociales por la investigación sobre el liderazgo y ha reformulado el liderazgo como un proceso fundamentalmente grupal, que surge de los procesos de cate-gorización del yo y de la sociedad. Este marco teórico sentó las bases de un modelo totalmente nuevo de liderazgo al abordar la importante función de identidad que los líderes proporcionan a sus miembros. En esta entrada se analiza en profundidad el enfoque de la identidad social y, a continuación, se examina su relación con el liderazgo y en los roles de grupo. La entrada concluye destacando algunos desarrollos más recientes del enfoque de la identidad social, así como algunas direcciones futuras de la investigación.

El Enfoque de la Identidad Social

Tipos de yo e identidad

La identidad puede definirse de muchas maneras diferentes. El enfoque de la identidad social ha distinguido principalmente entre la identidad personal y la identidad social. La identidad personal es la parte del autoconcepto que se basa en atributos personales idiosincrásicos (por ejemplo, honesto, inteligente) y/o en relaciones personales con otras personas específicas (por ejemplo, el marido de X, el amigo de Y). Por el contrario, la identidad social es la parte del autoconcepto que se deriva de la pertenencia a un grupo. La identidad social es una definición y evaluación del yo en términos de grupos específicos a los que se pertenece (por ejemplo, ser mujer, académico, canadiense, musulmán). La identidad social está asociada a comportamientos grupales e intergrupales (por ejemplo, conformidad, discriminación intergrupal) que son diferentes de los comportamientos personales e interpersonales asociados a la identidad personal.

Saliencia

La medida en que la identidad social influye en el comportamiento depende de la saliencia de la identidad: cuanto más saliente sea una identidad social concreta, más influirá en el comportamiento. La saliencia de la identidad social se basa en la interacción entre la accesibilidad y la adecuación. La accesibilidad cognitiva es mayor si una identidad se utiliza con frecuencia (accesibilidad crónica) o es especialmente relevante en una situación determinada (accesibilidad situacional). Una iden-tidad o categorización particular tiene una alta adecuación si da cuenta de las similitudes y diferencias relevantes entre las personas (adecuación com-parativa) y puede explicar su comportamiento (adecuación normativa). Cuando una identidad social es psicológicamente destacada, moldea la forma en que uno se ve a sí mismo y a los demás y, por lo tanto, la forma en que uno percibe, piensa, siente y se comporta.

Prototipos

Las personas representan cognitivamente a los grupos en términos de prototipos, o el conjunto difuso de atributos (por ejemplo, actitudes, valores y comportamientos) que mejor definen al grupo en un contexto social. Los prototipos se derivan maximizando el metacontraste -la relación entre las diferencias intergrupales percibidas y las diferencias intragrupales- y, por lo tanto, acentúan las similitudes dentro de los grupos y las diferencias entre ellos. Además, los prototipos del intragrupo se polarizan alejándose de los extragrupos relevantes, por lo que tienden a captar atributos grupales ideales en lugar de reales. Dado que los prototipos pueden cambiar en función de cuál sea el grupo saliente, los prototipos son específicos del contexto más que fijos.

Autocategorización

La categorización de uno mismo y de los demás en grupos permite a las personas entenderse a sí mismas y a los demás como aproximaciones relativas al prototipo de su grupo. Cuando se produce la categorización social, los miembros del grupo se despersonalizan perceptualmente, o se ven en términos de su similitud con el prototipo del grupo en lugar de como individuos únicos e idiosincrásicos. La despersonalización perceptiva de los miembros del grupo exterior se denomina más comúnmente estereotipia, ya que se ve a los miembros del grupo exterior como muy similares entre sí y poseedores de atributos prototípicos del grupo. La despersonalización no es exclusiva de los miembros del grupo externo, sino que se aplica a uno mismo y a los miembros del grupo interno de la misma manera. Cuando una persona se autocategoriza, se ve a sí misma en términos de los atributos del prototipo del intragrupo (autoestereotipado). Dado que los prototipos describen y prescriben cómo deben pensar, sentir y comportarse los miembros del grupo, el autoestereotipado lleva a pensar, sentir y comportarse de acuerdo con el prototipo del grupo. Como resultado, la autocategorización no sólo transforma las percepciones de uno mismo y de los demás, sino que también produce un comportamiento normativo entre los miembros del grupo. En última instancia, el comportamiento orientado al grupo, como el compromiso con un grupo y la adhesión a las normas del grupo, depende de la autocategorización y la despersonalización compartidas.

▷ En este Día de 8 Mayo (1846): Primera Derrota Mexicana frente a Estados Unidos
Tal día como hoy de 1846, las tropas estadounidenses al mando de Zachary Taylor derrotan a una fuerza mexicana al mando del general Mariano Arista en la batalla de Palo Alto, el primer enfrentamiento de la guerra mexicano-estadounidense (1846-48; véase su origen). Diez años antes tuvo lugar la batalla de San Jacinto, durante la guerra de la Independencia texana frente a México, cerca del lugar donde hoy en día se encuentra la ciudad de Houston (Texas). (Imagen de Wikimedia)

Motivación

La identidad social y los procesos de autocategorización están motivados psicológicamente por un deseo de auto-mejora, distinción óptima y reducción de la incertidumbre. En las primeras etapas de su desarrollo, la teoría de la identidad social hacía hincapié en un motivo subyacente de automejora. Este deseo de automejora, o autoestima, motiva a los grupos a proteger y promover un carácter distintivo evaluativamente positivo para su grupo y su identidad social y, por tanto, para sus miembros. Más recientemente, la teoría de la distintividad óptima ha surgido como modelo de la motivación de la identidad social. Según la teoría del carácter distintivo óptimo, las personas se esfuerzan por equilibrar dos motivos en conflicto, uno por la inclusión/semejanza (que se satisface a través de la pertenencia al grupo) y otro por el carácter distintivo/único (que se satisface a través de la individualidad). Cuando las personas se sienten demasiado distintivas, luchan por una mayor inclusión, y cuando las personas se sienten demasiado subsumidas por su grupo, luchan por una mayor distintividad. Según la teoría de la distintividad óptima, la identidad social y los fenómenos grupales están conformados por la necesidad de equilibrar estos motivos conflictivos. Otro motivo que desempeña un papel clave en los procesos de identidad social y autocategorización es el deseo de reducir los sentimientos de incertidumbre. Según la teoría de la incertidumbre-identidad, los sentimientos de incertidumbre, especialmente la incertidumbre relacionada con el propio yo y la identidad, son aversivos.

La incertidumbre sobre uno mismo puede provocar mucha ansiedad y estrés: dificulta la predicción o el control de nuestro mundo y de lo que nos ocurrirá en él. Por ello, los seres humanos están motivados para reducir esta incertidumbre. La autocategorización y la identificación con el grupo pueden reducir la incertidumbre porque los prototipos de grupo describen y prescriben la identidad, las actitudes, las percepciones y los comportamientos propios, haciendo así más predecible el comportamiento propio y el de los demás. Dado que el prototipo de grupo es compartido, la auto-cate-gorización también proporciona una validación consensuada de la propia visión del mundo y del auto-concepto por parte de los compañeros de grupo. Las pruebas empíricas de la teoría de la incertidumbre-identidad han demostrado que las personas se identifican más con los grupos cuando éstos son inciertos, especialmente cuando la incertidumbre es relevante para el yo.

Teoría de la identidad social del liderazgo

El enfoque de la identidad social conceptualiza el liderazgo como un proceso fundamentalmente grupal, que surge de los procesos de autocategorización y categorización social.

Esos sentimientos positivos hacia los miembros prototípicos son compartidos por el grupo en su conjunto. Por lo tanto, los miembros prototípicos del grupo son populares, son consensuadamente queridos por todos. Esta atracción social hacia los miembros prototípicos del grupo tiene claras implicaciones para el liderazgo. Ser querido facilita la influencia sobre la gente, ya que la simpatía aumenta el cumplimiento de las sugerencias y peticiones. Los miembros prototípicos, que son consensuadamente queridos y populares, tienen más probabilidades que los miembros menos prototípicos de poder persuadir al grupo y de que éste apoye sus ideas.

Construcción social del carisma

La investigación en psicología social ha demostrado que las personas tratan de comprender las causas de los acontecimientos que les rodean, incluidas las causas del comportamiento de otras personas. En el proceso de atribución causal, es habitual pasar por alto los factores situacionales que podrían explicar el comportamiento de una persona y, en su lugar, atribuir el comportamiento a propiedades invariables de la persona, como su personalidad. Este error de atribución fundamental se acentúa cuando la persona es distintiva y destaca sobre el fondo. Los miembros del grupo altamente prototípicos son el centro de atención y destacan de forma distintiva sobre el fondo del grupo. Por ello, es aún más probable que los observadores atribuyan su comportamiento a una dis-posición o personalidad subyacente en lugar de a factores situacionales. Para los miembros prototípicos del grupo, la clase de comportamientos atribuidos a la personalidad suele incluir influir en los demás, ser persuasivo, innovador y ser evaluado favorablemente por los demás, todos ellos componentes del carisma. Dado que estos comportamientos se atribuyen a la personalidad, los miembros del grupo suelen construir una personalidad de liderazgo carismático para los miembros altamente prototípicos. De este modo, el enfoque de la identidad social considera que el carisma es una propiedad emergente de los procesos de identidad social en los grupos destacados, más que un atributo estático de la personalidad.

Comportamiento del líder

En términos generales, cuanto más prototípico es un miembro de un grupo, más fuertemente se identifica con el grupo y más central es el grupo para la autodefinición. Esta mayor identificación entre los miembros prototípicos se asocia con una mayor inversión en el grupo, una mayor encarnación de las normas, un favoritismo más fuerte hacia el grupo, un trato más justo hacia los compañeros del grupo y una mayor promoción de los objetivos y el bienestar del grupo. Así, los miembros prototípicos son en realidad más propensos a comportarse de manera que sirvan al grupo y promuevan el intragrupo. Estos comportamientos refuerzan su prototipicidad y llevan a otros miembros del grupo a confiar en que actúan en el mejor interés del grupo, incluso cuando parece que no lo hacen. Los líderes prototípicos están dotados de legitimidad y los seguidores invierten su confianza en ellos, lo que les permite un mayor margen de maniobra en su comportamiento. Esto contrasta con los líderes no prototípicos, que necesitan utilizar su comportamiento para establecer la confianza de los seguidores en sus intenciones de servir al grupo. Paradójicamente, este mayor margen de maniobra en el comportamiento permite a los líderes prototípicos desviarse de las normas del grupo y comportarse de formas que no se ajustan estrictamente al prototipo del grupo. Así, los líderes prototípicos pueden ser más inno-vativos y transformacionales, experimentando con nuevas direcciones para el grupo y sirviendo como agentes de cambio eficaces.

Basado en la experiencia de varios autores, mis opiniones y recomendaciones se expresarán a continuación (o en otros lugares de esta plataforma, respecto a las características en 2024 o antes, y el futuro de esta cuestión):

Emprendedores de identidad

Los líderes altamente prototípicos están bien posicionados para guiar el futuro del grupo y mantener su posición de liderazgo. Como se confía en ellos, se les da margen para ser innovadores y están investidos de carisma, los líderes prototípicos suelen actuar como “empresarios de la identidad” que pueden construir o cambiar activamente las percepciones del prototipo del grupo y, por tanto, la identidad del grupo. Los líderes prototípicos tienen una capacidad única para definir quién es el grupo y qué representa. Con esta capacidad, los líderes prototípicos también pueden gestionar activamente su propia prototipicidad. Los líderes prototípicos pueden redefinir el grupo o modificar el prototipo del grupo para parecer más prototípicos de lo que realmente son. Existen muchas estrategias, tanto retóricas como conductuales, que los líderes prototípicos pueden utilizar para dar forma a la identidad del grupo y gestionar su propia prototipicidad. Estas estrategias pueden incluir enfatizar su propia prototipicidad y/o restar importancia a los aspectos de sí mismos que no son prototípicos, identificar y marginar a los desviados del intragrupo, presentar a los candidatos a líderes de la oposición como no prototípicos o invocar selectivamente a grupos de comparación de fuera del grupo que realcen mejor su propia prototipicidad. Los líderes también pueden aumentar o disminuir la saliencia del grupo. A medida que la pertenencia al grupo se hace más saliente, las evaluaciones de los líderes dependen cada vez más de la prototípica. Sin embargo, cuando la prominencia es baja, la prototipicidad es una consideración menos importante y otros factores tendrán más impacto. Para los líderes prototípicos, aumentar la prominencia del grupo o incrementar la identificación de los miembros con el grupo mejora los beneficios de la prototípica en el liderazgo, mientras que para los líderes no prototípicos, reducir la prominencia del grupo y debilitar la identificación con el grupo puede protegerles contra los riesgos de ser líderes no prototípicos.

Investigación sobre la identidad social y nuevos desarrollos

La teoría de la identidad social del liderazgo se desarrolló originalmente a finales de la década de 1990 y se publicó formalmente por primera vez en 2001. Desde su creación, la teoría se ha puesto a prueba ampliamente, se ha ampliado conceptualmente y ha motivado nuevas áreas de investigación. Veinte años de investigación empírica han respaldado la premisa clave de la teoría de la identidad social del liderazgo, según la cual, a medida que la pertenencia al grupo se convierte en algo destacado y en una base importante de la autoconcepción, los líderes prototípicos del grupo son evaluados más favorablemente que los líderes no prototípicos. Las primeras pruebas de la teoría, tanto en experimentos de laboratorio controlados como en estudios de campo naturalistas, demostraron que a medida que las evaluaciones del liderazgo dependían más de la prototipicidad del grupo, dependían menos de la medida en que el líder poseía propiedades estereotipadas de la categoría “líder” en general. Investigaciones posteriores añadieron más apoyo a la teoría, demostrando que a medida que los miembros se identifican más fuertemente con el grupo, los líderes prototípicos reciben un mayor apoyo y son percibidos como más eficaces que los líderes menos prototípicos o los líderes de fuera del grupo. Investigaciones adicionales han demostrado que los líderes no prototípicos reciben más apoyo y confianza cuando se comportan de forma orientada al grupo y demuestran su compromiso con éste. Sin embargo, por lo general se confía en que los líderes prototípicos actúan en beneficio del grupo, por lo que -a diferencia de los líderes no prototípicos- no necesitan comportarse de forma abiertamente orientada al grupo para confirmar su compromiso y recibir el apoyo de los seguidores.

Incertidumbre y liderazgo

Un desarrollo algo más reciente de la teoría de la identidad social del liderazgo tiene sus raíces en la teoría de la incertidumbre-identidad. En tiempos de incertidumbre, el liderazgo adquiere cada vez más importancia y los miembros del grupo a menudo buscan a los líderes para que les proporcionen una dirección clara y reduzcan su incertidumbre. Existe una creciente literatura que demuestra el impacto de la incertidumbre en la preferencia por el liderazgo. Por ejemplo, investigaciones recientes han demostrado que la incertidumbre puede mod-erar la relación entre el prototipo de líder y la eficacia percibida, así como la relación entre determinados estilos de liderazgo y la eficacia percibida. La teoría de la incertidumbre-identidad sostiene que los sentimientos de incertidumbre, especialmente la incertidumbre relevante para el yo, mo-tivan la identificación con grupos sociales y, en particular, con grupos que son altamente entitativos. Los grupos altamente entitativos son especialmente “grupales”: tienen límites claros, una gran homogeneidad interna, una interacción frecuente, una estructura interna clara, objetivos comunes y un destino común. Como tales, los grupos entitativos proporcionan un prototipo claro y dis-tinto, y son especialmente adecuados para reducir la incertidumbre. Las investigaciones confirman que las personas que experimentan incertidumbre se identifican más con los grupos altamente entitativos, y también prefieren los grupos estructurados de forma más rígida y jerárquica. Las estructuras jerárquicas de grupo se asocian a menudo con un liderazgo más directivo, incluso autocrático, e investigaciones recientes han demostrado que la autoincertidumbre puede elevar el apoyo a un estilo de liderazgo autocrático.

Liderazgo intergrupal

Las relaciones intergrupales son un tema en el que se han centrado durante mucho tiempo la psicología social y la teoría de la identidad social, pero que ha estado ausente en gran medida de la investigación sobre el liderazgo. En muchos casos, los líderes tienen la tarea de dirigir no sólo a un grupo único y unificado, sino a dos o más subgrupos con identidades distintas y autónomas. En algunos casos, la relación entre subgrupos se caracteriza por el conflicto, la desconfianza o la discriminación, y los líderes tienen la tarea de mejorar las relaciones intergrupales y promover la cooperación.

Una forma intuitivamente atractiva de enfocar el liderazgo intergrupal es la elaboración de una identidad supragrupal o de un ingrupo común. Sin embargo, centrarse en una identidad común dentro de un grupo puede difuminar e ignorar límites importantes entre subgrupos que definen la identidad. Dado que los grupos se esfuerzan por diferenciarse unos de otros, esto puede crear una amenaza de diferenciación identitaria, provocando reacciones como el aumento de la hostilidad intergrupal. La teoría del liderazgo intergrupal sostiene que, ante la amenaza identitaria, los líderes intergrupales pueden mejorar las relaciones entre subgrupos promoviendo una identidad relacional intergrupal. Una identidad relacional intergrupal define al yo en términos de la relación del intragrupo con uno o más grupos externos relevantes. Por ejemplo, para mejorar la di-vida entre los canadienses franceses y los canadienses europeos, los líderes podrían definir a estos subgrupos en términos de su interdependencia esencial en lugar de ignorar las fronteras de los subgrupos y definir a todos exclusivamente en términos de sus atributos compartidos como canadienses. Esta estrategia preserva el carácter distintivo de las iden-dades de los subgrupos y proporciona un sentido de identidad que incluye la relación de colaboración e interdependencia entre el intragrupo y el extragrupo. Investigaciones recientes han demostrado que cuando existe una amenaza de identidad subgrupal, los líderes que promueven una identidad relacional intergrupal son evaluados más favorablemente y son más capaces de mejorar las actitudes intergrupales.

El futuro

El enfoque de la identidad social ha revigorizado el interés de los psicólogos sociales por la investigación del liderazgo, ha reconceptualizado el liderazgo como un proceso fundamentalmente grupal y ha dilucidado la importante función de identidad que los líderes desempeñan para sus seguidores. En la actualidad, la teoría se ha ampliado para considerar temas importantes como el género, la raza y la etnia, el lado oscuro del liderazgo, el cambio y la continuidad de la identidad social, el liderazgo en condiciones de incertidumbre y el liderazgo intergrupal. La teoría de la identidad social del liderazgo sigue siendo un área de investigación activa y vibrante en la psicología social.

Revisor de hechos: Ellen

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Datos verificados por: Sam.

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Recursos

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Véase También

  • Indígenas
  • Género
  • Pueblos indígenas y tribales

Véase también Liderazgo carismático; Procesos de grupo; Procesos intergrupales; Identidades sociales

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