Historia del Derecho Griego

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Historiografia Griega (Historia)

Nota: véase más sobre la Historia e historiografía, y la literatura jurídica en la historia en Occidente en esta obra.

En el siglo V a.C. Heródoto, considerado el ‘padre de la historia’, escribió su famoso relato de las Guerras Médicas. Poco después Tucídides redactó su obra clásica sobre el conflicto mantenido entre Atenas y Esparta, titulada Historia de la guerra del Peloponeso. Estos primeros historiadores recogieron los sucesos de su época, o por lo menos los más próximos a su tiempo, en prosa narrativa, dependiendo en gran medida de testigos presenciales u otros testimonios fidedignos. Se centraron en los hechos bélicos, en la historia constitucional y en el carácter de los dirigentes políticos para crear retratos de las sociedades humanas en tiempos de crisis o de cambio.

Pormenores

Los historiadores posteriores también prefirieron sucesos recientes, consideraron los testimonios visuales y orales de mayor valor que los escritos (usados únicamente de forma secundaria) y asumieron que la mayor expresión humana era la vida política y el Estado. La investigación sobre religión, costumbres, nombres y arte, fundamentada sobre fuentes documentales, tuvo también lugar en Grecia y Roma, pero asociada principalmente a la filosofía, biografías y áreas de conocimiento especializado y estuvo excluida de las principales tradiciones de la historia política. No se consideraba esencial ninguna formación específica para la actividad historiográfica. La formación del historiador era la propia de un hombre cultivado: la cuidadosa lectura de literatura general y el estudio de la retórica o arte de influir y persuadir mediante el lenguaje, que dominó la formación superior en el mundo antiguo.

En el siglo IV Jenofonte, Teopompo de Quíos y éforo continuaron durante el periodo helenístico la tradición de la historiografía griega, pero ampliaron su visión. (Tal vez sea de interés más investigación sobre el concepto). Polibio escribió en el siglo II a. C. la historia, vida política y triunfos militares de Roma. Estrabón y Dionisio de Halicarnaso siguieron esa misma corriente historiográfica durante el siglo posterior. Flavio Josefo, noble judío impregnado de la cultura griega clásica, situó en el contexto helenístico y romano la historia del pueblo judío y explicó y defendió las costumbres y religión judías.Entre las Líneas En este mismo periodo Plutarco redactó biografías de notables personajes griegos y romanos, enfatizando los aspectos anecdóticos y dramáticos en la descripción de sus caracteres como individuos (se consideraban las vidas individuales como ejemplos de opciones morales) y su repercusión en la vida pública.[1]

Consideraciones Jurídicas Internacionales del Primer Derecho de Grecia

En sus relaciones con los demás pueblos, los griegos no superaron las concepciones comunes del Antiguo Oriente. Incluso puede decirse que se quedaron a la zaga del universalismo (la creencia de que es posible descubrir ciertos valores y principios que son aplicables a todas las personas y a todas las sociedades, independientemente de las diferencias históricas, culturales y otras) iranio. Una barrera psicológica les separaba de los «bárbaros», es decir, de los «no griegos», de lenguaje ininteligible, y con respecto a los cuales se consideraban de una naturaleza superior.Entre las Líneas En su Política, Aristóteles había reforzado esta convicción en el plano filosófico, sosteniendo, en con-secuencia, el derecho de los griegos a someterlos y a reducirlos a esclavitud.

Puntualización

Sin embargo, no conviene exagerar el alcance de esta oposición, que, en la práctica, no estorbó las relaciones en pie de igualdad con el Imperio persa, al este, o con Cartago y Roma, al oeste. Esta actitud de los griegos hacia los que no lo eran, era, por lo demás, el efecto del sentimiento que poseían de pertenecer a una comunidad étnica, lingüística, religiosa y cultural bien diferenciada, que atenuaba, en cierta medida, la atomización política en un mundo de ciudades celosas de su independencia.

Esta atomización política dentro del marco de una comunidad de civilización dio lugar a estrechos contactos de toda índole, regidos por un conjunto de reglas, consuetudinarias o convencionales, que, no por establecerse entre entidades políticas autónomas reducidas, poseían un menor carácter de lo que hoy calificamos como internacional. La Polis, el Estado-ciudad, según la expresión corriente, era independiente y, por emplear un término moderno, soberana. Así es como surgió, a partir del siglo IX a.C., un Derecho internacional intrahelénico o panhelénico, fundado sobre prácticas y tradiciones comunes, sancionadas por la religión, y después sobre convenios puestos bajo la advocación de los Dioses respectivos. Estas prácticas, tradiciones y convenios suavizaron poco a poco las durezas y violencias primitivas, encauzando, por lo menos en parte, los conflictos entre ciudades.

Instituciones como la hospitalidad, que tejen a través de toda Grecia lazos de amistad y de agradecimiento mutuos entre familias de distintas ciudades, preludian algunas modalidades más regulares en la protección de los extranjeros. Éstos fueron sometidos a la jurisdicción especial del Polemarco, el magistrado encargado de la administración de la guerra, y sus intereses generales fueron puestos bajo la protección de un Próxeno, ciudadano influyente de la ciudad de residencia que designaba la ciudad de origen. Con razón se ha visto en el Próxeno griego el antecedente del cónsul moderno, en su forma de cónsul honorario, de la nacionalidad del Estado receptor. Una ciudad podía conceder evidentemente la ciudadanía a un extranjero, pero también podía extenderla, en bloque, a colec¬tividades, siendo su base jurídica los tratados de isopoliteía y de sympoliteía.

Las relaciones diplomáticas eran frecuentes entre las ciudades, y las categorías de los emisarios (embajadores, parlamentarios, etc.) estaban establecidas claramente.Si, Pero: Pero faltaban las embajadas permanentes, y lo mismo ocurrirá también en Roma.

Un fenómeno propio del Derecho internacional helénico fue el de las ligas de ciudades.

Pormenores

Las anfictionías, constituidas para asegurar el acceso pacífico a santuarios célebres, tenían un carácter religioso. La más conocida es la de Delfos, relacionada con el templo de Apolo.

Pormenores

Las alianzas políticas (simmaquías) presentan estructuras diversas, que, en todo caso, recuerdan a las confederaciones modernas.Entre las Líneas En su mayoría estaban situadas bajo la dirección de una ciudad hegemónica: la Liga beocia (alrededor del s. VI a.C.), en torno a Tebas; la Liga del Peloponeso (hacia el 550), dominada por Esparta; la Liga marítima ático-délica o Liga de Délos (478-477), bajo la férula de Atenas; la Liga de Corinto (338), que sirvió a Filipo II de Macedonia como instrumento para imponer desde el exterior su protectorado sobre el conjunto de Grecia.

El derecho de la guerra fue muy duro. Todo estaba permitido contra el enemigo. El estado de paz iba asociado (véase qué es, su concepto jurídico; y también su definición como «associate» en derecho anglo-sajón, en inglés) a la existencia previa de un pacto, generalmente suscrito por un plazo (véase más en esta plataforma general) fijo.

Puntualización

Sin embargo, con el tiempo, se establecieron normas destinadas a atenuar el rigor de la guerra, o, al menos, a disciplinarla: así, la exigencia de una declaración formal del estado de guerra, el respeto a los heraldos enemigos, la neutralización de los santuarios y las propiedades de los dioses, incluyendo la protección de los que se refugiasen allí (derecho de asilo), el respeto de los cadáveres y los ritos funerarios que les fueran debidos, etc. Poco a poco, la guerra se humanizó. La idea de que las contiendas entre griegos tenían algo de impías fue abriéndose paso’. Por lo demás, «paces generales», al término de enfrentamientos militares mayores, incluían también a ciudades que no habían tomado parte en las hostilidades. Esta evolución favoreció la conclusión de tratados de arbitraje, que se multiplicaron a partir del siglo III a.C., siendo generalmente el arbitro designado otra ciudad.Si, Pero: Pero éstos llegaban tarde, puesto que ya era el momento en que las ciudades griegas perdieron su independencia. «De hecho, mientras han sido libres y poderosas, las ciudades griegas han aceptado difícilmente una limitación de su actividad guerrera y, antes que a todos los procedimientos pacíficos, han preferido el recurso a las armas».

En lo que concierne a la doctrina, la contribución del pensamiento griego clásico al ámbito de la vida internacional no es comparable con su aportación a la filosofía del Derecho o al pensamiento político.

La apología del derecho del más fuerte, que ciertos sofistas defendieron con relación a la génesis del Derecho en el orden interno de la ciudad, tuvo su equivalente en el terreno de las relaciones recíprocas entre las ciudades con Tucídides (en torno al 460-395 a.C.). Tucídides veía en la guerra un fenómeno natural, cuya ley propia es la sumisión del débil al fuerte (consulte más sobre estos temas en la presente plataforma digital de ciencias sociales y humanidades). De esta convicción procede, en su Historia de la guerra del Peloponeso, la objetividad con la que analiza las causas de la guerra, convertida en inevitable a partir de que Atenas y Esparta «habían llegado a la cúspide de su poder» (libro 1,1), debiendo chocar fatalmente. El desapego que demuestra en su evocación del diálogo entre los atenienses y los melios, sus reticentes aliados (libro V, 84-113), no es menos contundente: «lo sabemos y vosotros lo sabéis tan bien como nosotros, la justicia no se tiene en cuenta dentro del razonamiento de los hombres más que cuando las fuerzas son iguales en una y otra parte; en el caso contrario, los fuertes ejercen su poder y los débiles deben ceder». Platón, por su parte, en el libro V de La República, presenta un programa de humanización de la guerra entre las ciudades griegas. Es notable que las ligas de ciudades no hayan sido objeto de un estudio mayor, como el de las constituciones que Aristóteles había dirigido en su Liceo.
Señalemos, sin embargo, que, en el marco de las solemnidades de los juegos olímpicos, el sofista Gorgias (en torno al 483-375 a.C.) lanzó la idea de una federación panhelénica, que Isócrates (436/5-338 a.C.) profundizó, confiando la tarea de constituirla, ya a la desesperada, a Filipo II de Macedonia, que la organizó al precio de la independencia de las ciudades.

Debe decirse alguna palabra, al menos, acerca de la piratería. Sin duda, ésta es tan antigua como las propias relaciones marítimas.Entre las Líneas En la Antigüedad la practicaron todos los pueblos costeros del Mediterráneo.Entre las Líneas En Grecia, la favorecieron en particular las guerras endémicas entre las ciudades y las condiciones del litoral, tanto el continental como el insular. Vino incluso a ser considerada como un servicio a la ciudad en lucha. No retrocederá sino ante el poder romano.

Fuente: Histoire du droit international public, Editions Economica, 1995 (traducido por Editorial Tecnos en 1998)

LA ÉPOCA HELENÍSTICA
El protectorado de Macedonia sobre las ciudades griegas fue reforzado por su hijo Alejandro (336-323 a.C.), quien, mediante la conquista del imperio de los Aqueménidas, ampliado en Oriente como consecuencia de sus adquisiciones posteriores, alcanzó un grado de universalidad desconocido hasta entonces. A comienzos del período helenístico, su política dio lugar a una helenización de Asia, hasta la India y, a la inversa, a una penetración de elementos culturales orientales en el mundo griego. Una vez pasado el breve período de sus sucesores, los diádocos, con su fachada de unidad, surgieron los tres reinos de Macedonia (Antigónidas), Egipto (Lágidas) y Siria (Seléucidas) (consulte más sobre estos temas en la presente plataforma digital de ciencias sociales y humanidades). De ahí resultó un sistema de potencias que recuerda en cierto modo al concierto de imperios que se había establecido en esta misma región un milenio antes. Este sistema se prolongó por el Mediterráneo occidental, incluyendo a Cartago, Siracusa, las ciudades etruscas, las de la Magna Grecia y las de la Italia central. Entre estas últimas destaca Roma, en particular a partir del 265 a.C., con la constitución de la Liga itálica bajo su hegemonía. El comercio marítimo y las rivalidades a que da lugar son la ocasión de estrechas relaciones, tanto belicosas como pacíficas. Entre los abundantes tratados de esta época cabe mencionar aquellos que fueron concluidos entre Roma y Cartago (par¬ticularmente en el 306, 241, 226,201 a.C.), que establecen, por ejemplo, zonas de influencia y de monopolio marítimo, o límites de expansión territorial.

Este mundo internacional fue de corta duración, víctima de la expansión de Roma, que, a mediados del siglo II a.C., tras la batalla de Pidna (168), eliminó a sus grandes rivales del Oriente mediterráneo y destruyó Cartago en el año 146.

Es en la época helenística cuando la filosofía estoica, al afirmar la unidad del género humano, permitió establecer un conjunto de principios ético-jurídicos válidos para todos los hombres, sin distinción de raza, de lengua o de cultura. Según los estoicos, una ley universal, el Logos, rige la vida del cosmos, y todos los hombres participan de ella por su recta razón. Así llegaron los estoicos a la idea cosmopolita de una ciudad común a los hombres y a los dioses, una «civitas» máxima en cuyo interior desaparecen los vínculos, considerados accidentales, de los individuos con sus comunidades históricas. Esta concepción del orden del mundo, de alcance esencialmente moral, ejercerá una influencia duradera sobre el pensamiento internacional y el pacifismo en el curso de los siglos posteriores.

Fuente: Histoire du droit international public, Editions Economica, 1995 (traducido por Editorial Tecnos en 1998)

Recursos

Notas y Referencias

  1. Información sobre historia e historiografía literatura historia en occidente historiografia griega de la Enciclopedia Encarta

Véase También

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