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Revolución Rusa de 1905

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Revolución Rusa de 1905

Este elemento es una profundización de los cursos y guías de Lawi. Ofrece hechos, comentarios y análisis sobre este tema.

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Nota: esta revolución, en opinión de numerosos autores, fue facilitada por el desastre de Tsushima (ante los japoneses), tras los sucesos del domingo sangriento y antes de la las huelgas (generales a veces) en la Revolución Rusa de 1905.

Witte se comportaba como un primer ministro occidental no solo en la elección de su gabinete, sino también al solicitar a los gobernadores y las autoridades militares, que en Rusia tenían responsabilidades administrativas, que presentaran informes diarios. Asimismo, creó una oficina de prensa para promover una cobertura informativa favorable a él. Estas prácticas no eran del agrado de la corte, recelosa ante la posibilidad de que Witte se valiera de la crisis para acumular poder personal y erigirse en un «gran visir». Tenemos un testimonio de lo insegura que era la posición de Witte en una carta de Nicolás a su madre, en la que se aludía al primer ministro, que tenía que negociar con banqueros judíos del exterior a fin de obtener préstamos para Rusia, como un «camaleón» en quien solo confiaban «hebreos extranjeros».

El Manifiesto de Octubre, y la ley de amnistía política que lo siguió, consiguieron en buena medida mitigar las huelgas y otras formas de agitación radical en las ciudades. Al mismo tiempo, desencadenaron desórdenes aún más violentos de elementos derechistas contra aquellos a quienes hacían responsables de obligar al zar a conceder algo tan poco ruso como una Constitución, así como de campesinos contra terratenientes. Sería fútil buscar alguna lógica en esos excesos, que arreciarían durante los dos años siguientes. Se trataba del estallido de rencores reprimidos, motivado por el derrumbe de la autoridad; irracionales e incluso antirracionales, sin un programa, representaban la bunt rusa que Witte temía y esperaba prevenir.

El día posterior a la proclamación del Manifiesto de Octubre estallaron pogromos antijudíos a lo largo y ancho del imperio, acompañados de ataques a estudiantes e intelectuales. El pánico embargó a los judíos de la Zona de Reasentamiento y de ciudades como Moscú, donde muchos de ellos vivían con permisos temporales; era un miedo que no sentían desde la Edad Media. [rtbs name=”historia-medieval”] Hubo apaleamientos y asesinatos, acompañados del saqueo y el incendio de propiedades judías. Odesa, que tenía un historial de violencia extrema, fue testigo del más salvaje de los pogromos, en el cual murieron alrededor de quinientos judíos. Era común que treinta, cuarenta o más de ellos perdieran la vida en una ciudad de tamaño mediano.

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Nace el abogado defensor, orador, polemista y escritor estadounidense Clarence Darrow, entre cuyas destacadas comparecencias ante los tribunales figura el juicio Scopes, en el que defendió a un profesor de secundaria de Tennessee que había infringido una ley estatal al presentar la teoría darwiniana de la evolución.

Si bien sometía a los judíos a fuertes discriminaciones, en el pasado el gobierno ruso no había alentado los pogromos e incluso los había reprimido, temeroso de que la violencia antijudía se descontrolara y se dirigiera contra los propietarios y funcionarios rusos.Entre las Líneas En efecto, ambos tipos de violencia tenían una base psicológica común, ya que si bien los intelectuales radicales consideraban «reaccionarios» los pogromos antijudíos y «progresistas» los ataques a propietarios, sus perpetradores no hacían esa distinción. (Tal vez sea de interés más investigación sobre el concepto). Ante el espectáculo de policías y cosacos de brazos cruzados mientras las turbas apaleaban y robaban a los judíos, los campesinos interpretaban que las autoridades hacían la vista gorda ante los ataques contra todos los bienes no comunales y sus propietarios. Entre 1905 y 1906, en muchas localidades los campesinos atacaron fincas de hacendados cristianos, movidos por la impresión de que el zar, que toleraba los pogromos antijudíos, no pondría objeciones a las agresiones contra terratenientes. Así pues, al impedir la violencia antijudía, el establishment actuaba en defensa de sus propios intereses.

Sin embargo, frustrados por el curso de los acontecimientos, los monárquicos estaban perdiendo de vista esas realidades; no solo toleraban los excesos antijudíos sino que los promovían activamente. Tras asumir el cargo de primer ministro, Witte se enteró de que el Departamento de Policía, valiéndose de prensas que había confiscado a los revolucionarios, imprimía y repartía en secreto llamamientos a los pogromos antijudíos; Witte puso fin a esta práctica, pero no antes de que se hubiese cobrado muchas vidas. Incapaces de explicar lo que había pasado con su idealizada Rusia como no fuera culpando a los presuntos villanos, entre quienes los judíos ocupaban el lugar preferente, los monárquicos ventilaban su furia de una manera que alentaba la violencia generalizada. Nicolás demostró haber caído también en este engaño autodestructivo cuando escribió a su madre, el 27 de octubre, que «nueve de cada diez revolucionarios son hebreos [zhidi]». Esto explicaba y presumiblemente justificaba la ira popular contra ellos y las otras «malas personas», entre las cuales el zar incluía a los «agitadores, ingenieros y abogados rusos».Entre las Líneas En diciembre de 1905, Nicolás aceptó la insignia de la Unión del Pueblo Ruso (Soiuz Russkogo Naroda), una organización monárquica recién formada que aspiraba a restablecer la autocracia y propiciaba la persecución de los judíos.

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A la sazón, sin embargo, la causa principal de la agitación no eran los judíos y los intelectuales, sino los campesinos. El campesinado malinterpretó por completo el Manifiesto de Octubre al suponer que daba a las comunas la autorización de tomar el control del campo.Entre las Líneas En la primavera de 1905 hubo algunos desórdenes rurales, que aumentaron durante el verano y solo estallaron a partir del 17 de octubre. Tras saber que las huelgas y los pogromos en las ciudades quedaban impunes, los campesinos sacaron sus propias conclusiones. A partir del 23 de octubre, cuando estallaron desórdenes a gran escala en la provincia de Chernígov, la oleada de disturbios rurales siguió creciendo hasta comienzos del invierno, para reaparecer en la primavera de 1906 y alcanzar unas dimensiones aún mayores. Solo se aquietaría por completo en 1908, tras las salvajes medidas represivas dictadas por el primer ministro Stolipin.

Sorprendentemente, en la revuelta agraria de 1905-1906 hubo poca violencia de índole personal; existe un solo caso confirmado de asesinato de un terrateniente, si bien se denunció la muerte de cincuenta campesinos no comunales que eran particularmente detestados.Entre las Líneas En algunas localidades, los ataques a las fincas fueron acompañados de pogromos antijudíos. El objetivo principal de la jacquerie no era infligir daños físicos a personas ni apropiarse siquiera de tierras, sino privar a los terratenientes y otros propietarios no campesinos de la oportunidad de ganarse la vida en el campo; que «se esfumaran», como solían decir.Entre las Líneas En palabras de un observador: «El movimiento [campesino] se dirigía casi exclusivamente contra los bienes raíces y no contra los terratenientes; los campesinos no tenían interés alguno en estos, pero sí que necesitaban las tierras».

La idea era sencilla: obligar a los terratenientes a abandonar el campo y vender sus tierras a precio de ganga. Con este fin, los campesinos talaban los bosques del hacendado, enviaban el ganado a pastar en sus campos, destrozaban la maquinaria y se negaban a pagar el arriendo.Entre las Líneas En algunos lugares se prendió fuego a las casas solariegas. Las mayores violencias se produjeron en las provincias del centro de Rusia y en las zonas del Báltico; las menores, en las regiones del oeste y del sudoeste, antaño parte de Polonia. Los más propensos a embarcarse en ellas eran los jóvenes aldeanos y los soldados que regresaban del Lejano Oriente; en todas partes, la ciudad actuaba como un estímulo.Entre las Líneas En sus asaltos a las propiedades, los campesinos no discriminaban entre terratenientes «buenos» y «malos»; las fincas de intelectuales liberales y revolucionarios no quedaron al margen. Los propietarios conservadores que se defendían sufrieron menos que los liberales con conciencia de culpa. Como veremos, los campesinos tuvieron un considerable éxito en su campaña para desalojar a los propietarios no campesinos.

Basado en la experiencia de varios autores, mis opiniones y recomendaciones se expresarán a continuación:

En un esfuerzo por cortar de raíz la agitación agraria, a comienzos de noviembre el gobierno redujo las cuotas pendientes de las amortizaciones (pagos por la tierra entregada a los siervos emancipados en 1861) y prometió abolirlas por completo en enero de 1907, pero dichas medidas contribuyeron poco a llevar la calma a los distritos rurales.

En 1905 y 1906, los campesinos, por regla general, se abstuvieron de tomar las tierras que codiciaban por temor a que no se les permitiera quedarse con ellas. Aún esperaban un gran reparto nacional de todas las tierras no comunales, pero si bien antes contaban con que el zar lo ordenara, ahora depositaban sus esperanzas en la Duma. Cuanto antes expulsaran a los terratenientes, pensaban, más rápido se produciría el reparto.

Para gran decepción de Nicolás, el Manifiesto de Octubre no logró pacificar Rusia. El zar estaba impaciente con Witte; el 10 de noviembre se quejó de que este había prometido que no toleraría actos violentos tras la proclamación del Manifiesto, pero en realidad los desórdenes no habían hecho más que empeorar.

El gobierno afrontaba una prueba de fuerza más, esta vez con la izquierda radical.Entre las Líneas En este conflicto no había cabida para soluciones de compromiso, porque los socialistas solo se conformarían con una revolución política y social.
Las autoridades toleraban el Sóviet de San Petersburgo, que seguía celebrando sesiones aunque ya no tenía un propósito claro. El 26 de noviembre se ordenó el arresto de Nosar, su presidente. El presídium de tres miembros (uno de los cuales era León Trotski) que lo reemplazó resolvió responder con un levantamiento armado. La primera acción, de la que se esperaba que causara un derrumbe financiero, fue un llamamiento al pueblo (el llamado Manifiesto Económico), dado a conocer el 2 de diciembre, en el que se le instaba a interrumpir los pagos al Tesoro, retirar el dinero de las cuentas y aceptar únicamente metálico o divisas. Al día siguiente, Durnovó allanó el sóviet y encarceló a alrededor de 260 diputados (cerca de la mitad de sus miembros). Tras esas detenciones se reunió un nuevo sóviet bajo la presidencia de Alexánder Helphand (Parvus), el teórico de la «revolución permanente». El 6 de diciembre, el Sóviet de San Petersburgo publicó un llamamiento a una huelga general que debía iniciarse dos días más tarde. A pesar de la bendición que le dio la Unión de Uniones, el llamamiento fue ignorado.

Los socialistas tuvieron más éxito en Moscú. El sóviet de esta ciudad, formado tardíamente, el 21 de noviembre, por intelectuales de los tres principales partidos socialistas, decidió impulsar la revolución más allá de su etapa «burguesa». Sus seguidores eran trabajadores semicualificados, muchos de ellos obreros de la industria textil, profesional y culturalmente menos maduros que sus homólogos de la capital. La principal fuerza que sostenía dicha tentativa era el Comité Bolchevique de Moscú. El levantamiento de Moscú fue, en la Revolución de 1905, el primero liderado por los socialistas. El 6 de diciembre, el sóviet decidió por votación desencadenar al día siguiente una insurrección armada con el propósito de derrocar al gobierno zarista, convocar una Asamblea Constituyente y proclamar una república democrática.

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El 7 de diciembre, la ciudad de Moscú quedó paralizada; la huelga fue impuesta por agentes del sóviet que amenazaban con recurrir a la violencia a quien se negara a cooperar. Dos días después, las fuerzas gubernamentales lanzaron un ataque contra los insurgentes, que respondieron con tácticas de guerrilla urbana. La llegada del regimiento Semiónovski, que utilizó artillería para dispersar a los insurrectos, zanjó la cuestión. (Tal vez sea de interés más investigación sobre el concepto). El 18 de diciembre, el Comité Ejecutivo del Sóviet de Moscú capituló.Entre las Líneas En el levantamiento perdieron la vida más de 1.000 personas y zonas enteras de la antigua capital quedaron devastadas.

Lo que siguió fue una orgía de represalias en las que la policía identificaba a estudiantes para apalearlos. Una cantidad desconocida de personas involucradas en la insurrección o sospechosas de haber participado en ella fueron ejecutadas sumariamente, y se enviaron expediciones punitivas a las provincias.

A mediados de abril de 1906, Witte renunció, sobre todo porque pensaba que el zar ya no confiaba en él. Antes de dejar el cargo, logró obtener un préstamo internacional de 844 millones de rublos para Rusia —el más grande otorgado hasta entonces a un país— con el que fue posible estabilizar su economía, perjudicada por la guerra y la revolución. (Tal vez sea de interés más investigación sobre el concepto).

Otros Elementos

Además, el préstamo liberó durante algún tiempo a la Corona de su dependencia de la Duma, cuya inauguración estaba prevista para poco después. El sustituto de Witte fue Iván Goremikin, un burócrata adorado en la corte por su devoción eslava. Witte, designado para integrar el Consejo de Estado, la cámara alta del nuevo Parlamento, dedicó los años que le quedaban de vida (murió en 1915) a dictar sus memorias y odiar al sucesor de Goremikin, Piotr Stolipin.

El año 1905 marcó el apogeo del liberalismo ruso, el triunfo de su programa, su estrategia y sus tácticas. Fueron la Unión de Liberación y las organizaciones asociadas a ella, el movimiento de los zemstvos y la Unión de Uniones, las que empujaron a la monarquía a conceder un régimen constitucional y parlamentario. Aunque más adelante reclamarían el mérito, en esa campaña los socialistas en general y los bolcheviques en particular solo desempeñaron un papel auxiliar; su única iniciativa independiente, el levantamiento de Moscú, terminó en desastre.
El triunfo de los liberales, sin embargo, distaba de estar asegurado. Como pronto demostrarían los acontecimientos, eran una minoría atrapada en el fuego cruzado entre los extremismos conservador y radical. Decididos como los conservadores a impedir la revolución, los liberales estaban no obstante comprometidos con los radicales, dado que la amenaza revolucionaria era la única palanca que tenían para incitar a la Corona a hacer aún más concesiones.Entre las Líneas En última instancia, esta contradicción sería la causa de su desaparición.

La Revolución de 1905 modificó de manera sustancial las instituciones políticas rusas, pero dejó intactas las actitudes políticas. La monarquía siguió ignorando las implicaciones del Manifiesto de Octubre e insistiendo en que, en realidad, nada había cambiado. Sus partidarios de la derecha y las turbas inspiradas por ellos anhelaban castigar a quienes habían humillado al zar. La intelligentsia socialista, por su parte, estaba más resuelta que nunca a aprovechar la probada debilidad del gobierno e impulsar la siguiente etapa de la revolución, de carácter socialista.

Detalles

Las experiencias de 1905 la volvieron no menos, sino más radical. La extraordinaria debilidad de los lazos que mantenían unida a Rusia quedó a la vista de todos, pero mientras que para el gobierno ello implicaba la necesidad de una autoridad más firme, para los radicales era una fuente de oportunidades de destrucción del orden existente. No es de sorprender que tanto el gobierno como la oposición vieran la Duma no como un vehículo para alcanzar acuerdos, sino como una arena de combate, y la una y la otra parte se dedicaron a vilipendiar a las voces sensatas que abogaban por la cooperación.

Es justo decir, por consiguiente, que la Revolución de 1905 no solo no logró resolver el problema más acuciante de Rusia —el distanciamiento entre gobernantes y gobernados—, sino que lo agravó. Y, en la medida en que son las actitudes y no las instituciones o las realidades económicas y sociales «objetivas» las que determinan el rumbo de la política, solo los más optimistas podían mirar el futuro con alguna confianza. De hecho, Rusia solo había ganado un respiro.

Fuente: libro de Richard Pipes

Congreso de los Zemstvos en la Revolución de 1905

Sobre el Congreso de los Zemstvos en la Revolución de 1905, véase aquí.

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2 comentarios en «Revolución Rusa de 1905»

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