Políticas de Empleos de Calidad en el Mundo
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Empleos de Calidad en el Entorno Empresarial Global
El proceso de convergencia económica entre los países en desarrollo y las economías avanzadas ha cobrado impulso. Entre 1980 y 2011, la renta per cápita de los países en desarrollo creció, por término medio, un 3,3% anual, mucho más rápido que el crecimiento de la renta per cápita del 1,8% registrado en las economías avanzadas. Este proceso de convergencia se ha acelerado desde principios de la década de 2000, especialmente desde el inicio de la crisis mundial en 2007-08.
Sin embargo, existen importantes diferencias entre países. El informe identifica un grupo de economías emergentes que han crecido con especial rapidez (capítulo 2). En los últimos años, la mayoría de los países de ingresos bajos y medianos y los países menos desarrollados también han logrado avances significativos en términos de crecimiento económico.
Los países que invierten en empleos de calidad
La medida en que los países se han esforzado por mejorar la calidad del empleo contribuye a explicar las pautas de crecimiento observadas por la ILO. Este es el caso, en particular, de la última década. En los países que más han invertido en empleos de calidad desde principios de la década de 2000, el nivel de vida (medido por el crecimiento de la renta media anual per cápita) mejoró más que en las economías en desarrollo y emergentes que prestaron menos atención a los empleos de calidad.
Entre los países en los que la pobreza laboral -que incluye a los trabajadores que ganan menos de 2 dólares al día- se redujo de forma más pronunciada desde principios de la década de 2000, la renta per cápita general creció un 3,5%, de media, durante el periodo 2007-12. En el caso de los países que menos han avanzado en la reducción de la pobreza laboral desde principios de la década de 2000, la cifra es de sólo el 2,4%.
Asimismo, los países que tuvieron especial éxito en la reducción de la incidencia del empleo vulnerable durante los primeros años de la década de 2000 disfrutaron de un importante crecimiento económico después de 2007. En estos países, el crecimiento per cápita fue de casi un 3% con empleos por año entre 2007 y 2012, prácticamente un punto porcentual más que en los países que menos avanzaron en la reducción de la incidencia del empleo vulnerable -que incluye el empleo por cuenta propia y el trabajo familiar no remunerado-.
Disparidad en los empleos de calidad
A pesar de estas tendencias positivas, los retos sociales y de empleo siguen siendo graves en la mayoría de los países emergentes y en desarrollo. Más de la mitad de los trabajadores del mundo en desarrollo (es decir, casi 1.500 millones de personas) tienen un empleo vulnerable. Estos trabajadores tienen menos probabilidades que los asalariados de tener acuerdos de trabajo formales, estar cubiertos por la protección social, como las pensiones y la asistencia sanitaria, o tener ingresos regulares. Suelen estar atrapados en un círculo vicioso de ocupaciones de baja productividad, mala remuneración y capacidad limitada para invertir en la salud y la educación de sus familias, lo que a su vez merma las perspectivas generales de desarrollo y crecimiento, no sólo para ellos mismos, sino para las generaciones venideras. En el sur de Asia y el África subsahariana, más de tres de cada cuatro trabajadores tienen formas de empleo vulnerables, y las mujeres se ven afectadas de forma desproporcionada en comparación con los hombres.
Los niveles de pobreza laboral siguen siendo elevados
Todo ello a pesar de los considerables progresos realizados.
La reducción de la incidencia de la pobreza laboral en muchos países del mundo en desarrollo ha sido impresionante. Sin embargo, 839 millones de trabajadores de los países en desarrollo no pueden ganar lo suficiente para superar, ellos y sus familias, el umbral de pobreza de 2 dólares al día. Esto representa alrededor de un tercio del empleo total, en comparación con más de la mitad a principios de la década de 2000.
Necesidad de 200 millones de nuevos empleos
Según la ILO, eran los necesarios en el período 2014-2019 para mantener el ritmo de la creciente población en edad de trabajar en los países emergentes y en desarrollo.
Se calcula que en los próximos cinco años habrá 213 millones de nuevos trabajadores, 200 millones sólo en los países en desarrollo. Esto plantea el problema del desempleo juvenil. La tasa de desempleo juvenil supera ya el 12% en los países en desarrollo, más de tres veces la tasa de desempleo de los adultos. A nivel regional, las mayores tasas de desempleo juvenil se dan en las regiones de Oriente Medio y el Norte de África, donde casi uno de cada tres jóvenes en activo no puede encontrar trabajo. Las mujeres jóvenes, en particular, tienen dificultades para encontrar trabajo en estas regiones, con tasas de desempleo que se acercan al 45%.
El reto del empleo es también cualitativo. De hecho, el nivel educativo está mejorando rápidamente en la mayoría de los países en desarrollo. Por lo tanto, existe una brecha creciente entre las competencias adquiridas en la educación y la naturaleza de los empleos disponibles.
Muchos jóvenes con estudios tienen que emigrar
La falta de empleos de calidad es un factor determinante de la emigración, especialmente entre los jóvenes con estudios de los países en desarrollo. La brecha salarial entre los países receptores y emisores suele ser de hasta 10 a 1. En 2013, más de 230 millones de personas vivían en un país distinto al de su nacimiento -un aumento de unos 57 millones desde el año 2000- y el sur de Asia representaba aproximadamente la mitad de este incremento.
Para hacer frente a estos retos, es esencial, en primer lugar, impulsar una capacidad productiva diversificada en lugar de limitarse a liberalizar el comercio. Los datos presentados por la ILO en 2014, incluidos los estudios de casos de países que han mejorado con éxito su capacidad productiva, muestran que el desarrollo requiere una estrategia para diversificar la base económica y mejorar la capacidad de las empresas sostenibles para crear empleos de calidad.
Aunque la industria manufacturera tiende a asociarse con un crecimiento económico más rápido y la creación de empleos de calidad, el informe destaca las experiencias exitosas basadas en el desarrollo agrícola y rural, el uso eficiente y equitativo de los recursos naturales y los servicios que se conectan con el resto de la economía. No existe una única vía de desarrollo y el informe documenta experiencias exitosas de países de todos los niveles de desarrollo. Las limitaciones de los recursos naturales y los límites medioambientales a los que se enfrentan todos los países pueden convertirse en una ventaja para las economías en desarrollo y emergentes que aprovechen la oportunidad de dar un “salto” tecnológico. En este sentido, la economía verde ofrece nuevas perspectivas a los países en desarrollo, que se enfrentan a menos retos de ajuste que las economías avanzadas con estructuras de producción maduras e intensivas en carbono.
En todos los casos, sin embargo, es crucial evitar la concentración del crecimiento económico en unos pocos sectores orientados a la exportación con escasos vínculos con el resto de la economía. Las políticas de diversificación económica, las medidas para facilitar la formalización y la expansión de las empresas y la aplicación de las normas laborales pueden contribuir a un desarrollo de base amplia y a la promoción del trabajo decente.
La transformación productiva debe estar respaldada por un entorno propicio para las empresas, que incluya políticas macroeconómicas de apoyo. Las experiencias de varios países asiáticos y latinoamericanos ponen de manifiesto el potencial de las estrategias de desarrollo para fomentar la diversificación de la producción en colaboración con el sector privado y reforzar el entorno de las empresas, garantizando al mismo tiempo la existencia de una demanda agregada suficiente, especialmente mediante políticas macroeconómicas anticíclicas. También han demostrado tener éxito con controles de capital bien calibrados para gestionar los flujos de capital volátiles y mantener los tipos de cambio predecibles y competitivos.
Estos resultados arrojan nueva luz sobre el papel del gobierno en los países en desarrollo. Según la sabiduría convencional, las intervenciones selectivas y el apoyo selectivo serían una fuente de distorsiones e ineficiencia económica. En realidad, el éxito depende de cuidadosas estrategias de diversificación en el contexto de una liberalización gradual del comercio coherente con los compromisos multilaterales.
Reforzar las instituciones y normas del mercado laboral
Las instituciones laborales y de protección social son ingredientes importantes del crecimiento económico, el empleo de calidad y el desarrollo humano, según la ILO. No es posible lograr la diversificación económica sin medidas activas para hacer frente a la baja productividad en la agricultura y la pequeña y mediana empresa, a las trampas de las malas condiciones laborales y a las altas tasas de informalidad. El crecimiento fuerte y sostenido está en peligro si aumenta la desigualdad social o si se permite que el comportamiento de búsqueda de rentas por parte de los propietarios de los recursos naturales o de la tierra siga sin control.
Conseguir que estas instituciones sean más eficaces sigue siendo un gran reto para muchos países en desarrollo. Hay que diseñar adecuadamente los mecanismos de fijación de salarios y las normativas laborales y prestar atención a la capacidad de aplicación. A pesar de estas dificultades, hay muchas innovaciones recientes interesantes en este ámbito. Cada vez se es más consciente del papel de los salarios mínimos en la lucha contra la pobreza laboral y las desigualdades, al tiempo que se promueve la participación en el mercado laboral. El informe da ejemplos de cómo algunos países en desarrollo han encontrado formas innovadoras de fijar y aplicar los salarios mínimos, incluso a través del diálogo social. Asimismo, una negociación colectiva bien diseñada puede tener efectos positivos en la distribución de los ingresos, al tiempo que se aborda la informalidad y las trampas de baja productividad. Uno de los principales retos es la disminución de la cobertura de la negociación colectiva, una tendencia que también es evidente en las economías avanzadas.
La cuestión de la protección del empleo, que ha sido objeto de un animado debate pero a menudo sin una revisión sistemática de las prácticas actuales, se examina cuidadosamente en el informe. En contra de lo que se preveía, el debilitamiento de la normativa sobre el empleo no ha facilitado la transición al empleo formal. Por el contrario, el informe ofrece ejemplos de países, como Argentina, que han abordado la informalidad mediante enfoques pragmáticos, combinando la reforma fiscal, la protección social, la agilización de los procesos de registro de las empresas y una mejor aplicación de las normas.
Protección Social
La ILO considera que es conveniente extender los pisos de protección social bien diseñados como motores del desarrollo inclusivo, no sólo como una red de seguridad estrechamente dirigida a los pobres.
Está demostrado que la protección social contribuye a reducir la incidencia de la pobreza, las desigualdades y el empleo vulnerable, según la ILO. Una protección social bien diseñada mejora las capacidades individuales para acceder a mejores empleos. Por ejemplo, Bolsa Família en Brasil, la Ley Nacional de Garantía del Empleo Rural Mahatma Gandhi en la India y programas similares en Cabo Verde han logrado proporcionar ingresos suplementarios a los hogares, permitiendo a las familias invertir en actividades productivas, así como mejorar sus resultados en materia de salud y educación.
Además, la protección social puede impulsar el crecimiento económico y la creación de empleo de calidad. Mucho depende de la capacidad de respuesta de la protección social a las cambiantes condiciones económicas. Los programas anticíclicos de China y Sudáfrica son casos interesantes a este respecto. En algunos países, como Etiopía y Namibia, el empleo es un objetivo explícito de los planes de protección social.
El establecimiento de una base de financiación eficaz para la protección social es crucial. La creación de un impuesto sobre las exportaciones de petróleo y gas en Bolivia fue decisiva para garantizar la financiación sostenible de la pensión de jubilación no contributiva.
Por último, es importante combinar la protección social con un conjunto de políticas que promuevan un entorno favorable para las empresas y la creación de empleo. Esto incluye la simplificación de los procedimientos administrativos para los trabajadores autónomos con el fin de facilitar la actividad empresarial formal. Otra medida que ha tenido éxito ha sido la provisión de incentivos adicionales para que los beneficiarios de las prestaciones, incluidos los demandantes de empleo, reciban formación y acepten un trabajo, como ilustran los programas de formación profesional de Brasil ofrecidos a los beneficiarios de los programas de transferencia de ingresos.
Evolución equilibrada de los ingresos
Se trata de evitar desigualdades perjudiciales. El aumento de las desigualdades de ingresos dentro de los países es ya un hecho bien establecido. Los análisis sugieren que esta tendencia está asociada a un cambio en la distribución de la renta, en detrimento del trabajo.
Los países en desarrollo no han sido inmunes a estos patrones (capítulo 8). Los datos sugieren que el aumento de las desigualdades puede ser perjudicial para el crecimiento económico, hasta el punto de que el efecto negativo del consumo asociado (véase qué es, su concepto jurídico; y también su definición como “associate” en derecho anglo-sajón, en inglés) a las crecientes desigualdades supera cualquier impacto positivo en términos de mayor rendimiento de la inversión y de mejora de la competitividad de los costes. Este resultado negativo es tanto más probable cuanto que los efectos de la competitividad se ven amortiguados por el hecho de que la parte de las rentas del trabajo disminuye en muchos países, lo que conduce a un déficit de la demanda agregada global y a una carrera hacia abajo en los salarios y los estándares. Además de los efectos sobre la economía, el aumento de las desigualdades de renta puede erosionar la cohesión social e intensificar el malestar social, como ha ocurrido en algunos países árabes y asiáticos.
La capacidad de los países en desarrollo para compensar la caída de las rentas del trabajo mediante una fiscalidad progresiva es más limitada que en el caso de las economías avanzadas. Por lo tanto, es esencial reforzar las instituciones del mercado laboral, que pueden mejorar la distribución de las rentas del mercado entre el trabajo y el capital. Esto puede hacerse facilitando el diálogo entre empresarios y trabajadores, haciendo cumplir las leyes y normas laborales, así como aplicando una protección social bien diseñada para garantizar una distribución de la renta más equilibrada en los países en desarrollo. Existen importantes experiencias en este sentido, como en Argentina, Brasil y -en 2013- Túnez.
Datos verificados por: Sam
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Recursos
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Por último, podría añadirse, según señalaba la ILO, el trabajo decente debe ser un objetivo central en la Agenda de Desarrollo Post-201. Las conclusiones del Informe sugieren que el desarrollo sostenido no es posible sin avanzar en la agenda de empleo y trabajo decente. Si se ponen en marcha políticas e instituciones que ayuden a crear más y mejores empleos, se facilitará el proceso de desarrollo. Por el contrario, el crecimiento económico no es sostenible cuando se basa en unas condiciones de trabajo pobres e inseguras, en la supresión de los salarios y en el aumento de la pobreza y las desigualdades laborales. Además de su impacto en el crecimiento económico, el empleo, los derechos, la protección social y el diálogo son componentes integrales del desarrollo.
Por lo tanto, el empleo y el trabajo decente deberían ser un objetivo central en la agenda de desarrollo post-2015. La OIT ha adoptado una serie de importantes iniciativas que, en el marco de una nueva agenda de desarrollo llevada a cabo bajo la égida de la ONU, podrían contribuir significativamente a mejorar el nivel de vida de todas las mujeres y hombres del mundo.