La toponimia es una rama de la lingüística poco estudiada que, sin embargo, encierra muchas de las respuestas a cómo nos situamos en el mundo: ¿dónde estamos y cómo decimos a los demás lo que hemos visto aquí? Todo está en la historia del topónimo. Rama de la onomástica (estudio de los nombres propios) en la lingüística, la toponimia estudia los orígenes, significados y alteraciones de los topónimos. Además, este campo conlleva un considerable trabajo de inventario y clasificación en diversos contextos y a diversas escalas, que van desde los microtopónimos rurales hasta los macrotopónimos (por ejemplo, los nombres de territorios que mantienen relaciones internacionales). Existen, por ejemplo, nomenclátores y diccionarios académicos de ciudades, regiones y estados, y expertos internacionales que trabajan en la normalización y transcripción de nombres oficiales. Los resultados de la toponimia se utilizan en historia y geografía para reconstruir las arqueologías del poblamiento, el paisaje y el medio ambiente, utilizando los valiosos indicadores que proporciona el patrimonio de topónimos. Por último, la lingüística tiene en cuenta la toponimia cuando trabaja en los paisajes lingüísticos. La cuestión de la nomenclatura, sus motivos y las posibles controversias que suscita siguen siendo poco estudiadas y aparecen como un campo interdisciplinar. En efecto, nombrar los lugares es una operación humana esencial de territorialización, en el centro mismo de la geografía política.