Democracia Deliberativa

Democracia Deliberativa

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La concepción de la democracia deliberativa de Habermas

Desde fines de la Segunda Guerra hasta la década de los sesenta se observa un predominio indudable del modelo de “la democracia como equilibrio” (Macpherson 1976), denominado también: “democracia elitista competitiva” (Held 1987), desarrollado por Robert Dhal, Charles Lindblom, Paul Lazerfeld y otros. Este fue un modelo que tuvo una gran importancia, pero que actualmente ha perdido vigencia, no solo porque ha sido sustituido por otros, sino porque sus dos principales teóricos Dhal y Lindblom la reexaminaron críticamente y crearon, a partir de los
ochenta, un nuevo modelo: “el neopluralista” (Lindblom 1977, Dhal 1985 y Held 1987: 243 a 266).

El modelo de “democracia elitista competitiva”, tuvo su origen en las influyentes concepciones sobre la democracia del economista alemán Joseph Schumpeter. Este autor rechazaba la concepción que denominó clásica sobre la democracia representativa y el autogobierno proveniente de Locke y Rousseau, y de la democracia del autodesarrollo de John Stuart Mill (Macpherson 1976). Para Schumpeter la democracia era solo un medio, un procedimiento, para elegir gobiernos y legitimar sus decisiones (1942: cap. XXI). Propuso analizar el funcionamiento democrático como un mercado político donde los ciudadanos eran consumidores políticos que compraban con su voto ofertas políticas a candidatos y a partidos (Ibíd: caps. XXII y XXIII).

“El modelo democrático elitista competitivo” se caracteriza porque hace de las elites políticas los únicos protagonistas de la vida democrática; considera que los ciudadanos carentes de las condiciones de autodisciplina y reflexividad necesarias para la actividad política permanente
y, consiguientemente, la limita solo a los actos electorales. Su carácter es pluralista porque sostiene que el mercado democrático requiere una diversidad de ofertas políticas. Se define como competitivo porque los distintos empresarios políticos buscan captar la demanda de los votantes.

Es un modelo de equilibrio porque procura alcanzar el equilibrio entre las ofertas y las demandas políticas.

Este modelo se construyó a partir de la observación del funcionamiento de la democracia norteamericana de la época. Sus autores realizaron importantes estudios empíricos sobre el tema.

Puntualización

Sin embargo, como lo mostraron sus críticos, no está basada en una descripción fiel de dicho sistema democrático, sino que, en importante medida, constituye su idealización (Macpherson 1976 y Vergara 1988). Estos autores definen las democracias existentes como poliarquías, es decir como un sistema intermedio entre la democracia directa de los griegos, gobierno de todos los ciudadanos, y un sistema de concentración del poder en un centro único.

La poliarquía es el gobierno de los lobbies, de un conjunto de grupos de poder dirigidos por elites diversas estatales y privadas, el cual admite la incorporación de nuevos actores.

En la historia de las teorías democráticas, el período que va desde
fines de la década del sesenta y de los setenta, representa una importante
fase: por primera vez se formulan explícitamente modelos democráticos
participativos aplicables. Dichos modelos no son una reedición de los
antiguos modelos de democracia directa, como tienden a pensar los autores
de orientación elitista. Se diferencian esencialmente de ellos no solo
por su aceptación de los mecanismos de representación, sino porque
combinan procedimientos representativos y participativos (Held 1987).

El surgimiento de estos modelos participativos está relacionado,
por una parte, a la búsqueda de nuevas alternativas y respuestas a los problemas
e insatisfacciones que conllevaban los modelos elitistas, predominantes
hasta los sesenta, y, por otra, a las transformaciones históricas
del período, tanto en el Norte como en América latina. David Held señala
que si bien dichos modelos pueden ser entendidos como “contramodelos”,
no fueron elaborados como respuesta al modelo de la Nueva Derecha,
sino más bien como un intento de abordar los problemas de la democracia
contemporánea en sociedades de mercado (Held 1987: 306 y
307). Surgen en un período de profundas transformaciones históricas: en
los últimos años del período denominado de “modernidad organizada”
(Wagner), la cual fue una etapa de estabilidad y alto crecimiento econó-
mico que se había iniciado a fines de la Segunda Guerra (Larraín y Vergara
1998).Entre las Líneas En Estados Unidos y en Europa, tanto del este como del oeste,
se observa un creciente malestar político y cultural que se expresa a
través de los movimientos estudiantiles y pacifistas, y en los frustrados
intentos de democratización de los regímenes autoritarios del este.
En el marco de la guerra fría se produjo un cuestionamiento tanto
de las versiones prevalentes del liberalismo como del socialismo, tanto
de en su versión leninista como socialdemócrata, y en un contexto de significativas
demandas de participación. (Tal vez sea de interés más investigación sobre el concepto). “La palabra ‘participación’se incorporó
al vocabulario político cotidiano, (…) con las demandas de apertura
de nuevas áreas de participación, (…) y (de) la realización práctica
de derechos de participación establecidos en los discursos” escribe Carole
Pateman (1970:1).

En solo dos décadas, desde fines de los sesenta a mediados de los
ochenta, Peter Bachrach, Maurice Duverger, Jürgen Habermas y Crawford
Macpherson, Carole Pateman, Nicos Poulantzas y otros realizaron
una importante crítica a las teorías políticas elitista, y diseñaron varios
modelos democráticos participativos desde los principios y supuestos
de la teoría liberal y, en menor medida, de la socialista. Los principales
hitos han sido la publicación deCrítica a la teoría elitista de la democracia
de Peter Bachrach en 1967, Participación y teoría democrática
(1970) de Carole Pateman, La democracia liberal y su época (1977) de
Crawford Macpherson y Prefacio a la democracia económica de Robert Dhal de 1985.

La mayor parte de estas obras corresponden a teóricos participativos
provenientes de la tradición del liberalismo democrático anglosajón. Podría
decirse que en dicha tradición, especialmente en el liberalismo democrático
desde John Stuart Mill, hasta John Dewey, Harold Laski y otros,
habían tendencias y algunas prácticas de carácter participativo que favorecieron
el surgimiento de estos nuevos modelos.Entre las Líneas En la vertiente socialista la
obra más relevante del período fue El Estado, el poder y el socialismo de
Nicos Poulantzas. Erich Fromm podría ser incluido, de acuerdo con sus propias
palabras, dentro de posturas socialistas democráticas.
Sin embargo, el núcleo de la argumentación de La revolución de la
esperanza (1968) proviene de una teoría de las necesidades humanas, de
origen psicoanalítico. La elaboración de modelos participativos continuó
en la década de los ochenta, con autores liberales como David Held y
otros, y, en menor medida, con algunos autores socialistas, en los proyectos
del eurocomunismo.

Los modelos democráticos participativos transformaron nuestras
concepciones de la democracia y problematizaron, como nunca antes,
las complejas relaciones entre la democracia y liberalismo, y entre democracia
y socialismo.

Ahora bien, Jürgen Habermas es uno de los autores más destacados
de la corriente democrática participativa, tanto por su relevante crítica a las
teorías elitistas de Weber y Luhmann, como por sus propuestas posteriores.
Este pensador no podría ser adscrito, simplemente, a la tradición socialista,
sea como neo-marxista o socialdemócrata, como suele decirse
(Perone 1993: 205 -230). Bergson decía que la mejor vía para comprender
el pensamiento de un filósofo consistía en estudiarlo comenzando por sus
obras de madurez, en las cuales se manifiesta la plenitud de su pensamiento.
Por ello, es que proponemos acceder a su reflexión sobre la democracia
desde su principal obra: Teoría de la acción comunicativa, de 1982.

Aspectos principales de la teoría de la acción comunicativa

La teoría de la acción comunicativa comprende una concepción del conocimiento, de la racionalidad, una teoría del lenguaje, de la sociedad, entre otros aspectos. Véase sobre esta teoría de la acción comunicativa en la presente plataforma.

La concepción de democracia participativa de Habermas

Véase sobre esta teoría en la presente plataforma.

Autor: Jorge Vergara Estevez, Venezuela

Democracia Deliberativa

Concepto

La democracia deliberativa “designa un modelo normativo que busca complementar la noción de democracia representativa al uso mediante la adopción de un procedimiento colectivo de toma de decisiones políticas que incluya la participación activa de todos los potencialmente afectados por tales decisiones, y que estaría basado en el principio de la deliberación, que implica la argumentación y discusión pública de las diversas propuestas” (VELASCO, 2009).

OBJETIVOS Y CARACTERÍSTICAS

El objetivo primordial de la democracia deliberativa es la mejora de la calidad democrática (consulte más sobre estos temas en la presente plataforma digital de ciencias sociales y humanidades). Así pues, sus características se identifican con aquellas formas de participación que aumentan la inclusión del ciudadano en la toma de decisiones políticas, es decir, que contribuyen a su participación real y efectiva dentro del sistema democrático. De este modo, distinguimos:

1. Instituciones de la democracia deliberativa: encuestas deliberativas, días de deliberación, jurados de ciudadanos
2. Iniciativas de administración electrónica
3. Programas de democracia electrónica
4 (consulte más sobre estos temas en la presente plataforma digital de ciencias sociales y humanidades). Análisis de grupo y creación de propuestas políticas
5. Deliberación en la vida pública
6. Nuevos usos de referendos vinculados a las encuestas deliberativas

Por consiguiente, las características de la democracia deliberativa hacen referencia a alternativas que fomenten la deliberación y la justificación públicas en la toma de decisiones políticas, incentivando el crecimiento de las redes de conversación política entre representantes y representados para disminuir la distancia entre ambos. Mediante la inclusión de nuevas posibilidades de participación ciudadana se hace patente la renovación de la democracia representativa, que evoluciona hacia una democracia participativa, radical y deliberativa. Se produce, así, una superación del elitismo democrático.

INSTITUCIONES DE LA DEMOCRACIA DELIBERATIVA

La democracia deliberativa rechaza el concepto agregativo del bien público, como la suma de preferencias privadas, que impera en las formas existentes de democracia liberal. Existen numerosas propuestas en forma de estructuras institucionales que persiguen el enriquecimiento de los procedimientos democráticos actuales y la mejora de la democracia.[rtbs name=”democracia”] Asimismo, se aboga por la inclusión de los ciudadanos como titulares del poder soberano, cuyas preferencias e intereses deben legitimar el ejercicio de la toma de decisiones políticas por parte de los representantes.

• Encuestas deliberativas y días de deliberación.
• Jurados de ciudadanos
• Ampliar los mecanismos de información y comunicación de los ciudadanos
• Educación cívica y financiación (o financiamiento) pública de organismos deliberativos

DEFENSORES

La democracia deliberativa es definida, defendida e incluso rebatida por gran parte de los mayores exponentes de la teoría política contemporánea: Held, Manin, Fishkin, Habermas, Elster, Stokes, etc.. La mayoría de ellos, en su visión democrática de la política, observan numerosas ventajas en este modelo, considerándolo como beneficioso para la sociedad política y, especialmente, para los ciudadanos.

Entre los defensores de la democracia deliberativa destaca Jürgen Habermas que, en Derechos humanos y soberanía popular. Las versiones liberal y republicana, propone una alternativa meritoria que vincula la deliberación al proceso de formación de la opinión y la voluntad política, situando a la democracia en el plano de la producción legislativa. Para ello, Habermas sopesa las características de los Estados democráticos, e identifica la democracia deliberativa con la toma colectiva de decisiones con la participación de todos los que han de ser afectados por la decisión o por sus representantes, constituyendo un proceso dotado de racionalidad e imparcialidad.

DETRACTORES

Si bien muchos teóricos contemporáneos se muestran a favor de la democracia deliberativa y sus instituciones como única vía de mejorar de la calidad democrática, existen ciertas posturas que critican la democracia deliberativa o la consideran adecuada únicamente para comunidades con características sociales concretas (consulte más sobre estos temas en la presente plataforma digital de ciencias sociales y humanidades). Algunos de sus detractores afirman que la ilimitada capacidad decisoria de los jurados de ciudadanos como muestra de sus preferencias puede ir contra otros colectivos, es decir, que determinadas decisiones pueden ser extremistas o perjudiciales para algunas minorías. Está claro que en estas situaciones deben seguirse unas normas y pautas que impidan cualquier tipo de discriminación que atente contra la igualdad como pilar fundamental de los Estados de Derecho, como es el caso de España. Habermas, filósofo clave en el análisis de la democracia deliberativa y firme defensor de la mejora de la calidad democrática mediante la acción comunicativa, matiza que la democracia deliberativa está diseñada para realizarse en ámbitos pequeños que afectan a un número determinado de personas, y su alcance no llega a la solución de cualquier tipo de problemas que pudieran surgir. Przeworski afirma que el Estado-nación (Estado en el que la población tiene una identidad nacional compartida, basada normalmente en la misma lengua, religión, tradiciones, e historia) moderno implica una extensión territorial o masa poblacional que no pueden ser abarcados por los alcances de la democracia deliberativa, coincidiendo en gran medida, a este respecto, con Habermas.

Una de las detractoras más firmes de la democracia deliberativa y de sus instituciones es la politóloga norteamericana Susan C. Stokes, que encarna el epítome del escepticismo hacia la deliberación y sus efectos. Stokes denomina “patologías de la deliberación” a los casos y efectos en los que decisiones deliberativas conllevan resultados perjudiciales para los deseos de la colectividad, generando implicaciones contraproducentes para la consecución del bien común.Entre las Líneas En otras palabras, la politóloga norteamericana analiza contextos en los que la deliberación produce resultados que ella considera perversos desde la teoría democrática.

Así, en primer lugar habla de las preferencias inducidas, considerando que la comunicación pública en las democracias induce a la manipulación, es decir, que genera creencias causales que son engañosas y que favorecen los intereses del emisor del mensaje (élites políticas que controlan los medios de comunicación). Estas preferencias inducidas conforman, para Stokes, la “patología potencial del proceso democrático”. Explica, además, que el sentimiento que tiene el sujeto sobre su propia capacidad se ve modificado negativamente al verse obligado a la deliberación en los procesos de toma de decisiones, con la consecuencia de que el sujeto adquiere una percepción de sí mismo que va en contra de sus reales necesidades e intereses.

No obstante, parece evidente que la ciudadanía es capaz de distinguir las fuentes de información y considerar acerca de su veracidad. Si se afirma que la comunicación pública manipula a los ciudadanos, irremediablemente cuestionamos la capacidad de los ciudadanos y justificamos el elitismo democrático, apartando, nuevamente, a los individuos, como sujetos sociales, de los procesos políticos que les afectan directamente. La existencia de preferencias inducidas que Stokes sostiene podría aplicarse, de igual modo, al acto de votar, considerando el individuo por la manipulación mediática que no tiene capacidad suficiente de elegir a un representante que realmente favorezca los intereses comunes. Por tanto, si aplicamos esta idea, nos vemos inevitablemente avocados a los sistemas autoritarios, oligárquicos, totalitarios, etc., que van completamente en contra del principio básico de igualdad inherente a los Estados democráticos.

Por otro lado, Stokes defiende que la comunicación pública puede cambiar no solo las preferencias, sino incluso la identidad, siendo las fuerzas de élite quienes construyen deliberadamente las identidades (consulte más sobre estos temas en la presente plataforma digital de ciencias sociales y humanidades). Añade que las identidades o “pseudoidentidades” son narraciones abstractas relacionadas con una categoría de personas, esto es, relatos elaborados para la consecución de determinados fines políticos y que son creídos por los individuos de los que trata la narración. (Tal vez sea de interés más investigación sobre el concepto). Estos individuos, de acuerdo con sus propias experiencias, creerían un relato diferente, pero se ven manipulados por la atracción de los discursos de las élites. Para Stokes, la deliberación puede sustituir las preferencias reales de los ciudadanos por preferencias que los políticos, influidos por grupos de presión y por la prensa, les atribuyen equivocadamente.

Los problemas de la democracia deliberativa que la politóloga observa podrían ser reales si no se hubieran propuesto mecanismos para la mejora real de la calidad democrática que suponen las instituciones de la democracia deliberativa. La convocatoria de los jurados de ciudadanos aísla la intervención de las élites políticas en la toma de decisiones respecto a cuestiones concretas, dándose la necesidad de un carácter vinculante en decisiones tomadas por los jurados y desapareciendo la negatividad que el sujeto tiene sobre sus propias capacidades gracias al apoyo de peritos expertos.

Por último, Stokes considera que si el debate de élites, sobre todo el partidista, moldea las preferencias de los ciudadanos, entonces se requieren partidos que cubran con mayor amplitud el espectro de preferencias que permita a los ciudadanos adherirse a unas u otras con una existencia de mayor variedad. Por ello, Stokes contempla la conveniencia de la ruptura del bipartidismo estadounidense a favor del multipartidismo que luche contra la “patología deliberativa”. Empero, en España, y en gran cantidad de países europeos y otros Estados modernos, el panorama político general es el del multipartidismo, por lo que no pueden aplicarse estos defectos a nuestros sistemas democráticos.

Fuente: Diccionario de Ciencia Política y de la Administración, Universidad Complutense de Madrid (CC BY-SA 3.0)

Democracia Deliberativa

A pesar de estos desafíos subrayados en la entrada sobre la Democracia Minimalista, y en parte inspirados por ellos, ha habido un resurgimiento notable en la idea de la democracia deliberativa en los últimos años.

Informaciones

Los demócratas deliberantes aceptan que en las sociedades grandes y complejas, la democracia tendrá que organizarse de alguna manera como un sistema de representación competitiva.Si, Pero: Pero rechazan que esto es todo lo que podemos esperar de la democracia.[rtbs name=”democracia”] Para los demócratas deliberantes, la democracia proporciona los mejores medios a través de los cuales las leyes y políticas pueden ser justificadas a los ciudadanos considerados como libres e iguales. La democracia deliberativa representa una idea de asociación política en la que la legitimidad de sus términos y condiciones proceda a través de argumentos públicos y razonamientos entre ciudadanos iguales.

El ideal es exigente.

Informaciones

Los demócratas deliberantes presuponen que los miembros de tal asociación se reconocen entre sí como poseedores de las capacidades deliberativas apropiadas y como capaces de participar en el intercambio de razonamiento público y actuar sobre la base de ese razonamiento (consulte más sobre estos temas en la presente plataforma digital de ciencias sociales y humanidades). Asumen que existe una pluralidad de intereses y preferencias — aceptar el desafío a Rousseau por concepciones minimalistas de la democracia — pero sugieren que las instituciones deliberativas pueden ser diseñadas de tal manera que las preferencias puedan ser moldeadas y transformadas a través de procesos deliberativos antes de votar. E insisten en que la deliberación puede ser genuinamente libre solo cuando las partes son formal y sustancialmente iguales. Los ciudadanos buscan avanzar en sus propios intereses y también descubrir razones que otros pueden compartir al justificar el ejercicio del poder político público (consulte más sobre estos temas en la presente plataforma digital de ciencias sociales y humanidades). Así, la legitimidad es un producto de la deliberación común.Si, Pero: Pero tenga en cuenta que esto no significa necesariamente la participación directa. La deliberación indirecta o mediada en la esfera pública más amplia puede estar vinculada al proceso competitivo (exactamente cómo es una pregunta importante).

Una objeción importante a la democracia deliberativa, sin embargo, es que es simplemente inrealizable en las condiciones modernas y repite la visión delirante de Rousseau.Entre las Líneas En respuesta, ha habido intentos interesantes de diseñar aplicaciones del mundo real de principios deliberativos, a menudo con resultados sorprendentes.

Puntualización

Sin embargo, no está claro que estos experimentos altamente controlados-como los jurados de los ciudadanos, o los “días de deliberación”-realmente reivindican la aplicabilidad del ideal a los procesos políticos a gran escala. La relación entre estos ejercicios en pequeña escala en la deliberación y el sistema de representación más amplio y competitivo (asumiendo que no se puede abandonar por completo) sigue siendo confusa.

La democracia agonizante

Otra preocupación importante es que la democracia deliberativa no es suficientemente democrática.Entre las Líneas En primer lugar, porque si se espera que los ciudadanos sean razonables para participar en una deliberación común, ¿quién decide qué es razonable? Hay una tensión entre la regla por razones deliberativas y el gobierno por razones deliberativas democráticas. Para los críticos más radicales de la democracia deliberativa, la demanda de consenso que yace detrás del ideal deliberativo — no importa cuán delgada o indirecta — no solo es irrealista, sino que malinterpreta una paradoja fundamental en el corazón de la democracia: a saber, el choque entre libertad e igualdad. Para estos críticos, necesitamos renunciar al ideal de consenso y adoptar un enfoque más agonizante. Según esta cuenta, el dissenso es una característica constitutiva de la política democrática que nunca puede ser superada. El desacuerdo y la contestación persistentes deberían, en cambio, ser considerados como marcadores de la democratización misma y aprovecharse de tal manera que el antagonismo se convierta en el respeto agonizante del pluralismo. La democracia es incierta y contingente, dadas las tensiones inherentes entre la libertad y la igualdad, el gobierno autónomo y el estado de derecho, los derechos humanos y la soberanía popular.

Puntualización

Sin embargo, a diferencia de los minimalistas, los demócratas pluralistas y agonistas toman la inevitabilidad de estas tensiones no como una razón para minimizar la promesa de la democracia, sino como una invitación constante a renovar su posibilidad.

Autor: Williams

Visualización Jerárquica de Democracia deliberativa

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Democracia deliberativa

A continuación se examinará el significado.

¿Cómo se define? Concepto de Democracia deliberativa

Véase la definición de Democracia deliberativa en el diccionario.

Características de Democracia deliberativa

[rtbs name=”vida-politica”][rtbs name=”educacion-y-comunicacion”]

Recursos

Traducción de Democracia deliberativa

Inglés: Deliberative democracy
Francés: Démocratie délibérative
Alemán: Deliberative Demokratie
Italiano: Democrazia deliberativa
Portugués: Democracia deliberativa
Polaco: Demokracja deliberatywna

Tesauro de Democracia deliberativa

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Véase También

  • Deliberación democrática
  • Democracia discursiva
  • Toma de decisiones por consenso

Recursos

[rtbs name=”informes-jurídicos-y-sectoriales”][rtbs name=”quieres-escribir-tu-libro”]

Véase También

  • Calidad democrática
  • Democracia representativa
  • Jurados ciudadanos
  • Función Deliberativa
  • Democracia Directa
  • Historia de la Democracia
  • Democracia en América
  • Democracia Sindical
  • Democracia Proletaria
  • Democracia Industrial
  • Democracia Comunitaria
  • Estado de Democracia Nacional
  • Democracia Representativa
  • Democracia Militar
  • Democracia Latinoaméricana
  • Democracia en Europa
    Democracia Real
  • Jürgen Habermas
  • Participación política
  • Teorías de la democracia

Democracia cosmopolita, democracia participativa, representación

Bibliografía

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  • Weber, Max (1922). Economía y sociedad, dos tomos, Ed, F.C.E., México, D.F.

5 comentarios en «Democracia Deliberativa»

  1. La democracia deliberativa, o su teoría política, guarda relación con el libro sobre democracia deliberativa de habermas, el concepto o definición de deliberativa – definición-, el significado de deliberativa, el significado o definición de proceso deliberativo, la definición de ciudadanía deliberativa y el libre albedrío. Se encuentan artículos y textos sobre democracia deliberativa en pdf también.

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  2. Sobre este tema y la definición de deliberativa, R Pineda Garfias escribió en ‎2002 una tesis, donde sostiene que, en dicho contexto, “adquiere pleno sentido y profundidad la definición de la democracia como aquella «forma política derivada de un libre proceso comunicativo dirigido a lograr acuerdos consensuales en la toma de decisiones colectivas”.

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  3. La definición de deliberativo o deliberativa, pero sin guardar relación con la democracia deliberativa, hace alusión o referencia, como alusivo, concerniente, relativo y perteneciente a la deliberacion como la acción o resultado de deliberar, en solucionar algo con premeditación también en meditar, debatir o polemizar atentamente cualquier principio o elemento constitutuyente sobre el tema.

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