Humanitarismo
El humanitarismo no era un asunto totalmente privado antes del decenio de 1990; en los decenios anteriores los Estados y sus organizaciones internacionales se estaban convirtiendo en financiadores, coordinadores y prestadores de asistencia cada vez más destacados. Los principios de imparcialidad, neutralidad e independencia no formaban parte del ADN original del humanitarismo; más bien, se habían ido implantando a lo largo de decenios de acción y debate y no habían pasado a formar parte de los códigos de conducta del Comité Internacional de la Cruz Roja hasta el decenio de 1960. Los esfuerzos humanitaristas originales se habían adelantado al famoso libro de Dunant sobre la batalla de Solferino (origen del sentimiento que llevó a la primera Convención de Ginebra) casi medio siglo y nunca se habían limitado al socorro de emergencia; habían tratado de poner fin a todas las fuentes de sufrimiento, incluida la crueldad con los animales, la indigencia, la esclavitud y las formas inhumanas de castigo y encarcelamiento. Los organismos de ayuda no habían asumido un compromiso de no hacer política antes del decenio de 1990, ya que siempre habían sido criaturas políticas de una u otra manera. Es difícil analizar el humanitarismo sin tropezarse con un campo más famoso, los derechos humanos. El humanitarismo y los derechos humanos comparten varios rasgos, pero no son sinónimos, un punto que hay que subrayar porque a menudo se supone que el campo más conocido de los derechos humanos incorpora el humanitarismo. Es una confusión, parece, que los activistas y estudiosos de los derechos humanos propagan sin querer. No hay una forma sencilla de explicar la diferencia porque estos ríos comparten una cabecera y han fluido entre sí a lo largo de décadas, y los trabajadores humanitarios y los activistas de derechos humanos tratan frecuentemente de resolver la relación mientras trabajan para mantener las aguas separadas. En general, se puede considerar que el humanitarismo y los derechos humanos son construcciones sociales y por lo tanto no tienen diferencias esenciales, pero es necesario reconocer que a lo largo de las décadas han tenido significados distintos. Los derechos humanos se basan en un discurso de derechos, el humanitarismo en un discurso de necesidades. Los derechos humanos se centran en el discurso y los marcos jurídicos, mientras que el humanitarismo desplaza la atención a los códigos y sentimientos morales. Los derechos humanos se centran típicamente en el objetivo a largo plazo de eliminar las causas del sufrimiento, mientras que el humanitarismo se centra en el objetivo urgente de mantener a las personas con vida.