Filosofía del Renacimiento

Podemos situar al final de esta época el origen del racionalismo. La síntesis del cristianismo y el aristotelismo fue una forma importante de escolástica, que dominó la filosofía europea hasta el siglo XVII. Durante el Renacimiento otras formas de filosofía antigua comenzaron a ser revividas y usadas como munición contra los escolásticos. Esto involucró a los platónicos del Renacimiento y a los escépticos, así como a otros interesados en doctrinas esotéricas como la de la Cábala. En términos del futuro desarrollo de la filosofía, el resurgimiento del escepticismo antiguo jugó el mayor papel. Este punto de vista, popularizado por Montaigne a finales del siglo XVI, planteó el problema epistemológico fundamental de lo que se puede conocer. Los métodos de las nuevas escuelas científicas entraron en conflicto, y por lo tanto cuestionaron, los principios heredados de la Edad Media. René Descartes propuso un método para garantizar el conocimiento. Sostenía que para proporcionar una base segura al conocimiento era necesario descubrir «ideas claras y distintas» que no pudieran ser puestas en duda y que pudieran servir de base para derivar nuevas verdades. Encontró tal idea en la propuesta «Pienso, luego existo». Utilizando esto como paradigma, Descartes estableció una distinción entre la sustancia pensante y la sustancia extendida, o la mente y la materia. Continuó sacando conclusiones sobre Dios, la naturaleza y la mente que siguen siendo influyentes. Por esta razón Descartes es considerado a menudo el fundador de la filosofía moderna.
Unos años después de la muerte de Descartes, Baruch Spinoza ofreció su teoría para mejorar la de Descartes. Spinoza insistió en que sólo existe una sustancia, Dios, y que dos de sus atributos son el pensamiento y la extensión. Todo lo que es y lo que puede ser conocido es un aspecto de Dios. El Dios de Spinoza, sin embargo, era la antítesis del Dios de la religión tradicional. Dios, o la Naturaleza (como lo dijo Spinoza), era las leyes de las que todo seguía. En el mundo panteísta de Spinoza todo tenía que ser lo que era, y todo debía ser entendido racionalmente. La mente y el cuerpo eran dos aspectos de la misma cosa, que debía ser entendida lógicamente o en términos de ciencia natural.

Un tercer gran racionalista del siglo XVII fue Gottfried Wilhelm von Leibniz. La unidad básica de su metafísica, equivalente a una sustancia, era la mónada, un centro de fuerza o energía. Cada mónada estaba internamente determinada por su definición. Las mónadas no podían interactuar, pero, debido a una «armonía preestablecida», la acción en una mónada coincidía con la de otra. Dios eligió las mónadas del mundo para que fuera el mejor de todos los mundos posibles. (Un mundo con más o menos o diferentes mónadas no sería tan bueno, o Dios lo habría elegido). Leibniz creía que las verdades sobre las mónadas podían ser descubiertas por el análisis racional.