El Nilo es el río más largo del mundo, con una longitud de unos 6.650 km desde su cabecera más remota (que desemboca en el lago Victoria) hasta el mar Mediterráneo. Es el resultado del encuentro del Nilo Blanco y el Nilo Azul. El Nilo Blanco (Nahr-el-Abiad) nace en el lago Victoria (Uganda, Kenia, Tanzania); el Nilo Azul (Nahr-el-Azrak) se origina en el lago Tana (Etiopía). Sus dos ramas se unen en Jartum, la capital del actual Sudán, y el Nilo desemboca en el Mediterráneo, formando un delta en el norte de Egipto. Incluyendo sus dos ramificaciones, el Nilo atraviesa Ruanda, Burundi, Tanzania, Uganda, Etiopía, Sudán del Sur, Sudán y Egipto. También discurre a lo largo de Kenia y la República Democrática del Congo (con los lagos Victoria y Alberto, respectivamente), y su cuenca también incluye a Eritrea a través de su afluente Tekeze. Tras abandonar el lago, fluye generalmente hacia el norte a través de Uganda, Sudán del Sur, Sudán y Egipto. Sus principales afluentes, como el río Ghazāl, el Nilo Azul y el río Atbara, se unen antes de entrar en el lago Nasser, cerca de la frontera entre Egipto y Sudán. Por debajo de la Gran Presa de Asuán, que embalsa el lago, continúa hacia el norte hasta su delta, cerca de El Cairo, donde desemboca en el Mediterráneo. El primer uso del Nilo para la irrigación en Egipto comenzó cuando se sembraron semillas en el lodo que quedaba después de que sus aguas anuales se hubieran calmado. Desde hace al menos 5.000 años, el Nilo ha albergado asentamientos humanos continuos, y desde el siglo XIX se han construido redes de canales y obras hidráulicas. La presa de Asuán, construida en 1959-70, proporciona protección contra las inundaciones, energía hidroeléctrica y un suministro de agua fiable para los cultivos y los seres humanos. El Nilo es también una vía fluvial vital para el transporte de personas y mercancías. El Nilo es la ruta que utilizaban los egipcios para viajar. Aporta vida al fertilizar la tierra y garantiza la abundancia. Desempeñó un papel muy importante en el antiguo Egipto, tanto desde el punto de vista económico como social (las mayores ciudades se situaban a su alrededor), agrícola (gracias al preciado limo de las inundaciones) y religioso.