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Sociedad de Naciones

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Sociedad de las Naciones

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Liga o Sociedad de las Naciones: Historia y Actividad

Sociedad de Naciones, organización intergubernamental fundada en 1919, con sede en la ciudad suiza de Ginebra, en torno a la cual se articuló la sociedad internacional tras la I Guerra Mundial. Su primera reunión, a la que asistieron delegados de 42 estados, tuvo lugar el 15 de noviembre de 1920. La andadura de la Sociedad de Naciones (véase la historia de su Pacto), con cuarenta y cinco estados miembros iniciales, creada por la Conferencia de París el 24 de abril de 1919, tras la primera guerra mundial, duró hasta 1939, año que se inició la segunda guerra mundial, ya en precario durante sus últimos años, concluyó en la sesión celebrada el 8 de abril de 1946, en la que transfirió su legado a la naciente Organización de las Naciones Unidas (ONU).

La Sociedad de Naciones supuso, en opinión del pionero en los estudios sobre la organización, Frank P. Walters, el “primer movimiento eficaz hacia la organización de un orden político y social mundial, en el que los intereses comunes de la humanidad pedían ser observados y servidos por encima de las barreras de la tradición nacional, diferencia racial o distancia geográfica”.

EL NACIMIENTO DE LA SOCIEDAD DE NACIONES

La creación de la Sociedad aparecía enunciada en el último de los famosos Catorce puntos expuestos por el presidente estadounidense Thomas Woodrow Wilson ante el Congreso de su país el 8 de enero de 1918, como uno de los fundamentos sobre los que había de fraguarse la paz y el nuevo orden internacional. El idealismo de la propuesta norteamericana, que habría de culminar en un pacto solemne y casi religioso como alternativa a la realpolitik (en alemán, ‘política pragmática’) dominante en las relaciones internacionales (más detalles sobre relaciones internacionales y las tensiones geopolíticas en nuestra plataforma), encontró desde un principio una cálida acogida en el mundo anglosajón.

De hecho, la sintonía con las propuestas británicas se hicieron evidentes tras la publicación a finales de aquel año del proyecto del político sudafricano Jan Christiaan Smuts titulado “The League of Nations”. A Practical Suggestion, el cual ejercería una notable influencia en el ánimo de Wilson y en los trabajos de la Conferencia de Paz de París, que tendría lugar en la cercana Versalles al término de la I Guerra Mundial.

Indicaciones

En cambio, las tesis francesas en torno a la nueva organización internacional, y en especial los trabajos de Léon Bourgeois, estuvieron siempre impregnadas de un realismo hipotecado por los imperativos de seguridad ante el temor del revanchismo alemán. La actividad de estos protagonistas traducía, asimismo, un estado de ánimo manifiesto en el rechazo a la guerra en la opinión pública internacional, canalizada desde asociaciones como la League to Enforce Peace en Estados Unidos, la League of Nations Union en Gran Bretaña o la Association Française pour la Société des Nations en Francia.

A lo largo de la Conferencia de Paz de París, cuya sesión inaugural se celebró el 18 de enero de 1919, Wilson asumió un decidido protagonismo para impulsar y tutelar los trabajos confiados a una comisión que debía crear la futura organización internacional. El 28 de abril de ese año, el presidente estadounidense presentó el texto final del pacto que luego sería incluido como Parte I del Tratado de Versalles (véase un resumen y las condiciones plasmadas en el mismo). Los esfuerzos de Wilson fueron estériles a la hora de comprometer a su país en aquella nueva experiencia, puesto que el Senado estadounidense se negó a ratificar el Tratado de Versalles (véase un resumen y las condiciones plasmadas en el mismo).

EL PACTO Y EL MARCO INSTITUCIONAL

El acuerdo fundacional de la Sociedad, constituido por 26 artículos, explicitaba en su preámbulo el compromiso entre los estados signatarios de no recurrir a la guerra, mantener a la luz del día relaciones internacionales (más detalles sobre relaciones internacionales y las tensiones geopolíticas en nuestra plataforma) fundadas en la justicia y el honor, la rigurosa observancia de las normas del Derecho internacional y el escrupuloso respeto de las obligaciones contraídas en los tratados. Todo ello con el afán de “fomentar la cooperación entre las naciones y para garantizarles la paz y la seguridad”. La concepción y la tarea de la Sociedad se modulaba en dos direcciones complementarias: la garantía de la paz mediante la seguridad colectiva y la construcción de la paz a través de la cooperación.

El sistema de seguridad colectiva, que encarnaba la dimensión política de la sociedad, quedaba regulado por los artículos 8 al 17. A través de ellos, se establecían las pautas de un sistema político y jurídico de prevención de la guerra en el que interactuaban diferentes nociones: la garantía de la integridad territorial y la independencia de los estados, la asistencia colectiva, el arbitraje, la limitación del derecho al uso de la guerra y un sistema punitivo de sanciones. Dicho sistema estaba fundamentado en tres pilares: el arbitraje, el desarme y la seguridad. La tarea de la paz requería a su vez la adopción de un principio constructivo de solidaridad, la cooperación internacional, a la que se consagraban los artículos 23 a 25. La cooperación internacional respondía a la convicción de que la paz solo sería posible si se fomentaba la justicia social, mediante la promoción de la colaboración en materia económica, cultural y humanitaria.

▷ En este Día de 26 Abril (1937): Bombardeo de Guernica
Durante la guerra civil española, la Legión Cóndor de la fuerza aérea alemana, que apoyaba a los “nacionalistas” sublevados, bombardeó la ciudad vasca de Guernica, un acontecimiento conmemorado en el cuadro “Guernica” de Pablo Picasso, en varias películas y en numerosos libros y estudios. Véase más acerca de los efectos y consecuencias de esa guerra. Y hace 38 años se produjo el accidente nuclear de Chernóbil. En la madrugada del 26 de abril de 1986 se produjo una devastadora catástrofe medioambiental cuando una explosión y un incendio en la central nuclear de Chernóbil (Ucrania) liberaron grandes cantidades de material radiactivo a la atmósfera. Los efectos se notaron incluso en Alemania.

Al servicio de estos principios se dispuso una estructura institucional que se erigiría en el tejido orgánico de la nueva organización internacional. La nueva administración internacional disponía de una serie de órganos centrales, dos de ellos de naturaleza política e interestatal: el Consejo y la Asamblea (artículos 3 a 5), que entenderían de “todas las cuestiones que entren dentro de la esfera de actividad de la Sociedad o que afecten a la paz del mundo”. El Consejo, que acabaría convirtiéndose en una especie de comité ejecutivo, se convocaba al menos tres veces al año y en su seno se distinguían una serie de miembros permanentes (Francia, Gran Bretaña, Italia y Japón, a los que se sumarían Alemania y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas) y otros temporales, así como los recogidos bajo la categoría de miembros semipermanentes, creada a mitad de la década de 1920. La Asamblea, por su lado, fue el órgano democrático por antonomasia de la Sociedad, celebrando ordinariamente una reunión en el mes de septiembre.

Junto a ellos, la Secretaría Permanente, un órgano básicamente técnico-administrativo, se erigía, de acuerdo con los términos del artículo 2, en el núcleo de la nueva administración internacional. El nombramiento del primer secretario general recayó en un experimentado funcionario británico, sir Eric Drummond. El complejo institucional contaba, a su vez, con un amplio conjunto de órganos subsidiarios del sistema, tanto políticos como técnicos, y con una serie de órganos autónomos vinculados a la Sociedad, entre los que figuraban el Tribunal Permanente de Justicia Internacional, creado en 1921, cuya sede se fijaría en la ciudad holandesa de La Haya, y la Organización Internacional del Trabajo (OIT), fundada en 1920.

LOS ESTADOS MIEMBROS DE LA SOCIEDAD DE NACIONES

Miembros de la Sociedad

Las condiciones para formalizar la condición de miembro de la Sociedad quedaron reguladas por el artículo 1. A lo largo de su existencia, 63 estados formaron parte de la organización. (Tal vez sea de interés más investigación sobre el concepto).

En un principio, la explícita diferenciación entre miembros originarios y miembros admitidos, y la exclusión de Alemania y sus antiguos aliados, convirtieron a la Sociedad en una especie de “club de vencedores” y en una liga orientada a la preservación del nuevo statu quo.Entre las Líneas En consecuencia, la exclusión inicial de los vencidos, la ausencia de la Rusia bolchevique y la autoexclusión estadounidense cercenaban y cuestionaban las aspiraciones universalistas del nuevo organismo internacional. Desde un principio, la Sociedad manifestó, a su vez, la naturaleza euroamericana del nuevo sistema internacional. La mayor parte de sus miembros originarios eran europeos y americanos y agrupaban a tres cuartas partes de la humanidad. Solamente Liberia y la Unión Sudafricana representaban al continente africano, en tanto que cinco estados (Persia, India británica, Siam, China y Japón) pertenecían al continente asiático.

LA EVOLUCIÓN Y LA ACTIVIDAD DE LA SOCIEDAD DE NACIONES

La Sociedad fue un privilegiado escenario en el desarrollo de las relaciones internacionales (más detalles sobre relaciones internacionales y las tensiones geopolíticas en nuestra plataforma) del periodo de entreguerras. Su trayectoria estuvo, en consecuencia, profundamente mediatizada por las tensiones que convulsionaron la sociedad internacional: la dialéctica entre los defensores del statu quo y las potencias revisionistas contra el diktat (‘imposición’) de la paz; el antagonismo entre la fuerza revolucionaria del marxismo-leninismo y el mundo capitalista; las tensiones derivadas del profundo cambio en el equilibrio de fuerzas en la economía mundial (o global) a tenor de la emergencia de nuevos actores económicos y la nueva situación de Europa; así como la tensión entre las nuevas fórmulas y valores de la diplomacia abierta auspiciada desde Ginebra y las inercias de los comportamientos “realistas” (pragmáticos) inherentes a la tradición internacional.

Etapas

En el decurso de la Sociedad se pueden diferenciar una serie de etapas ilustrativas del devenir de las relaciones internacionales (más detalles sobre relaciones internacionales y las tensiones geopolíticas en nuestra plataforma) del periodo.

La creación de la Sociedad durante la posguerra mundial (o global) (1919-1924)

Tras la celebración de su I Asamblea en 1920, la andadura del nuevo organismo internacional se inició en el delicado contexto de la posguerra. Su estrecha vinculación con los tratados de paz y los cometidos para los que fue creada le depararon una comprometida posición para hacer frente a los flecos y el cumplimiento de los acuerdos de paz. La amplia transformación del mapa de Europa generó múltiples problemas fronterizos en los que la Sociedad asumió responsabilidades de muy distinta naturaleza, ya fuera para someterlos a un sistema de administración internacional, como sucediera en la región del Sarre o en la ciudad de Danzig (la actual ciudad polaca de Gdansk); para la fiscalización indirecta de territorios de ultramar, anteriormente dependientes del II Imperio Alemán (1871-1918) o del Imperio otomano, mediante el sistema de mandatos; o bien para promover la solución pacífica de disputas fronterizas, como transcendiera de la resolución del conflicto de las islas Åland entre Finlandia y Suecia, en 1921, o de la partición del territorio de la Alta Silesia entre Alemania y Polonia, en 1922. Cuestiones a las que habría que añadir los oficios de la Sociedad ante el emergente problema de las minorías nacionales en los nuevos estados.

Los indiscutibles logros de la Sociedad no pueden ocultar, sin embargo, su total supeditación a la voluntad de las grandes potencias, de quienes dependió, en última instancia, la eficacia de los mecanismos para promover la solución pacífica de las disputas. Dependencia manifiesta en las soluciones de fuerza impuestas en 1923 por Italia en Corfú o por Francia en la región del Ruhr. De dichas potencias dependió, igualmente, el debate y el alcance real de los trabajos para perfeccionar el sistema de seguridad colectiva, polarizados en gran medida entre las tesis francesas sobre la primacía de la seguridad y las anglosajonas reticentes a cualquier ampliación de sus compromisos y partidarias de la promoción del desarme.Entre las Líneas En este sentido, las diferencias entre los gobiernos británico y francés fueron insalvables a la hora de llevar a buen término la aprobación del ambicioso Protocolo de Ginebra en 1924.

En el transcurso de aquellos difíciles años, la Sociedad se embarcó en multitud de iniciativas orientadas a la promoción de la cooperación técnica internacional, no solo en el ámbito de la actividad económica para reactivar el progreso material, como aconteció en las conferencias de Bruselas, en 1920, y de Génova, en 1922, sino también en otras esferas de acción, como las comunicaciones o las tareas humanitarias.

Los años del “espíritu de Ginebra” (1924-1931)

El tiempo que transcurrió entre la superación de la crisis de posguerra (a partir de 1924) y los comienzos de la crisis económica con que se cerró la década de 1920 (la Gran Depresión, efecto del crac de 1929), describe el arco cronológico en que los principios y los modos de la Sociedad parecieron afianzarse, por fin, en las relaciones internacionales (más detalles sobre relaciones internacionales y las tensiones geopolíticas en nuestra plataforma). La mejoría general en la economía mundial, el giro en las relaciones entre las principales potencias europeas (Alemania, Francia y Gran Bretaña) y el optimismo aparente de aquellos años estimularon la eficacia y la credibilidad de las instituciones internacionales con sede en Ginebra.

Sin duda alguna, los avances en materia de seguridad colectiva fueron los que mejor ilustraron el “espíritu de Ginebra”, en expresión del escritor Robert de Traz. Tras el fracaso del Protocolo de Ginebra, la reconducción de los trabajos para reforzar la seguridad colectiva se fue perfilando a partir de la iniciativa británica de concluir garantías regionales, más explícitas, entre estados con intereses comunes.

El ámbito sobre el que se fraguó la nueva inteligencia regional fue la frontera del Rin. Los Tratados de Locarno, firmados en octubre de 1925, consagraron el clima de entendimiento entre alemanes, británicos y franceses. Esos acuerdos no solo supusieron una garantía sobre las fronteras (véase qué es, su definición, o concepto jurídico, y su significado como “boundaries” en derecho anglosajón, en inglés) occidentales de Alemania (que se encontraba bajo el régimen de la llamada República de Weimar), sino que fueron el salvoconducto para el ingreso de ésta en la Sociedad, año que se inició la segunda guerra mundial) en 1926.

A pesar de las sombras de los pactos a los que se llegó en Locarno, puestas de manifiesto en las limitaciones con que Alemania se insertó en la nueva legalidad internacional, el nuevo clima mundial (o global) impulsó las iniciativas y los trabajos a favor de la seguridad colectiva en distintos frentes: la dinamización de los trabajos tendentes a la celebración de una conferencia para la limitación y reducción de armamentos, a raíz de la creación en 1925 de la Comisión Preparatoria de la Conferencia del Desarme; la mejora en los procedimientos para la solución pacífica de las controversias internacionales, a tenor de la aprobación por la Asamblea en septiembre de 1927 del Acta General de Arbitraje; el simbólico hito político de la firma del Pacto Briand-Kellogg o Pacto de París, acordado el 27 de agosto de 1928, por el que los estados asumían el compromiso moral y el principio de renuncia a la guerra; y la presentación, en mayo de 1930, del Memorándum para la Unión Federal de Europa a iniciativa del ministro de Asuntos Exteriores francés, Aristide Briand.

Este cúmulo de actividades no puede ocultar los oficios tradicionales de la Sociedad en la solución pacífica de los litigios entre los estados, como sucediera con motivo de los problemas limítrofes entre Grecia y Bulgaria en 1925, ni el afianzamiento que la cooperación técnica internacional fue alcanzando al calor de la mejora experimentada en las relaciones internacionales (más detalles sobre relaciones internacionales y las tensiones geopolíticas en nuestra plataforma).Entre las Líneas En esta última dirección se orientaron los esfuerzos por optimizar las relaciones económicas entre los estados, condenando el nacionalismo económico, a partir de la celebración de una conferencia económica general, que finalmente tuvo lugar en mayo de 1927 en Ginebra, y los trabajos para potenciar la socialización de los avances técnicos, como las conferencias sobre comunicaciones y tránsito o las conferencias internacionales de prensa.

Basado en la experiencia de varios autores, mis opiniones y recomendaciones se expresarán a continuación (o en otros lugares de esta plataforma, respecto a las características y el futuro de esta cuestión):

Los desafíos a la seguridad colectiva (1931-1936)

El viraje que se produjo en las expectativas internacionales en el tránsito entre las décadas de 1920 y 1930, se fraguó a la estela de la crisis económica surgida en 1929 y de los efectos disolventes de ésta sobre el optimismo que había calado en los años precedentes tanto en los estados como en las instituciones centrales del sistema internacional. El retorno a las políticas de poder frente a la moralidad de la diplomacia pública o la creciente bipolaridad entre los defensores del statu quo y los estados revisionistas son un fiel reflejo del cuestionamiento de las bases de la legalidad internacional de posguerra.

Los desafíos a la seguridad colectiva, protagonizados por grandes potencias reticentes a los valores de Ginebra, secuencian los capítulos de un periodo crítico en la historia de esta institución. (Tal vez sea de interés más investigación sobre el concepto). El primero de ellos se inició con la alteración del equilibrio de fuerzas en el Extremo Oriente. La agresión japonesa, materializada en la ocupación militar de Dongbei Pingyuan (Manchuria) en septiembre de 1931 y que culminó con la creación del Estado títere del Manchukuo en marzo de 1932, supuso no solo el incumplimiento del Pacto Briand-Kellogg, sino también la violación del llamado Tratado de las Nueve Potencias (acordado en la Conferencia de Washington), por el que Japón había reconocido el principio de la política de puertas abiertas en China y el respeto de la integridad territorial de ese país. La reacción de este organismo, fundamentada en el informe elaborado por la Comisión Lytton, no pasó de una mera condena moral por la alteración del statu quo.

Los otros dos capítulos decisivos tuvieron como escenario Europa. Dos grandes potencias, Alemania e Italia, radicalizaron sus políticas revisionistas hasta el extremo de agotar el crédito de la Sociedad. El revisionismo alemán de las relaciones internacionales (más detalles sobre relaciones internacionales y las tensiones geopolíticas en nuestra plataforma), más agresivo y grandilocuente desde el ascenso de Adolf Hitler y el nacionalsocialismo al poder en 1933, ya fue puesto de manifiesto, en las tesis defendidas por la delegación alemana en torno a la paridad (véase más en esta plataforma) de armamentos, en la Conferencia para el Desarme Mundial iniciada en febrero de 1932. La retirada temporal alemana de aquel foro en septiembre de 1932 y su abandono definitivo de la Sociedad de Naciones en octubre de 1933 ilustran no solo las dificultades para llevar a buen término la utopía (idealista, irreal: derivado del griego “u-topos”, significa “ningún lugar así”) desarmista de la Conferencia, sino también el cambio de actitud en la política revisionista germana. Aquella escalada se materializó en nuevos actos, plenos de simbolismo, como la violación de las cláusulas militares del Tratado de Versalles (véase un resumen y las condiciones plasmadas en el mismo) mediante el restablecimiento del servicio militar obligatorio en marzo de 1935 o la disolución de las garantías adoptadas en Locarno mediante su denuncia y la remilitarización de Renania en marzo del siguiente año.

Por su parte, la Italia gobernada por Benito Mussolini, que siempre se manifestó reacia al encorsetamiento moral de la institución, se sumó a esta oleada revisionista. Ya su propuesta para crear y formalizar el llamado Pacto de los Cuatro o, posteriormente, el Frente de Stresa (creado en 1935 en la Conferencia de Stresa), situaban a Italia más próxima a las fórmulas tradicionales de la diplomacia que a los ideales de Ginebra. La escenificación del revisionismo italiano ante la sociedad internacional tuvo lugar con motivo de la consumación de sus ansias expansionistas en África oriental. La crisis de Abisinia, iniciada en diciembre de 1934, fue una auténtica prueba para la seguridad colectiva. La invasión italiana de Etiopía (nombre oficial de Estado abisinio) dio comienzo en octubre de 1935. El fracaso de las fórmulas de mediación y arbitraje, auspiciadas desde Ginebra, y de los mecanismos punitivos (la aplicación de las sanciones) en 1935 y 1936 agotó el crédito político de este organismo.

El ocaso de la Sociedad de Naciones (1936-1946)

A partir de 1936 la organización internacional entró en una creciente parálisis. La Sociedad de Naciones, en realidad, se comportó desde entonces no como un actor central sino como un testigo de excepción del desmantelamiento del orden establecido en Versalles. La quiebra, bancarrota, o insolvencia, en derecho (véase qué es, su concepto jurídico; y también su definición como “insolvency” o su significado como “bankruptcy”, en inglés) de la seguridad colectiva fue un hecho conscientemente asumido tanto en el ánimo de sus miembros como en el de sus detractores. Un síntoma ilustrativo del pesimismo que cundió en Ginebra fue el hecho de que en la Asamblea celebrada en julio de 1936 se iniciara el debate oficial sobre la reforma del pacto fundacional y el ejercicio de autocrítica se polarizara en torno a la crisis de la seguridad colectiva.

La fosilización de las instituciones de Ginebra discurrió paralela a la impotencia con que la Sociedad de Naciones (véase sobre las razones de su fracaso en el inicio de la segunda guerra mundial) asistió al desarrollo de las crisis prebélicas. El raquitismo de su proyección política se hizo evidente en su inoperancia ante la Guerra Civil española, iniciada en julio de 1936, y ante la nueva agresión japonesa contra China en el transcurso del siguiente año.Entre las Líneas En el tramo final de las crisis prebélicas (la crisis austriaca, plasmada en el Anschluss, y la de la región de los Sudetes), la mayor parte de los miembros de la organización acabaron por renunciar de forma explícita a las obligaciones del artículo 16 (que estipulaba los mecanismos sancionadores) en la Asamblea de septiembre de 1938. Aquel momento, sin duda, representó la quiebra, bancarrota, o insolvencia, en derecho (véase qué es, su concepto jurídico; y también su definición como “insolvency” o su significado como “bankruptcy”, en inglés) definitiva de la autoridad política del Consejo y de la Asamblea. Desde mediados de la década de 1930 y a medida que se confirmaba el colapso político de la institución, el entramado técnico y la cooperación, como esfera de acción, se convirtieron en los albaceas de la institución. (Tal vez sea de interés más investigación sobre el concepto). Efectivamente, las instituciones técnicas fueron cobrando un dinamismo y una autonomía crecientes.

En 1938, la mayor parte de las delegaciones se pronunciaron a favor de la preservación del funcionamiento institucional de la Sociedad, reducida desde entonces a la esfera técnica (es decir, a los aspectos económicos, sociales y humanitarios). Su adaptación a las excepcionales circunstancias de la II Guerra Mundial, iniciada en septiembre de 1939, potenciarían esta línea de actuación (tecnicidad y neutralidad).Entre las Líneas En estas precarias circunstancias se prolongaría la pervivencia de la organización hasta su última Asamblea, celebrada una vez finalizada la II Guerra Mundial, entre el 8 y el 18 de abril de 1946, aunque su disolución legal no tuvo lugar hasta el 17 de julio del año siguiente.

EL LEGADO DE LA SOCIEDAD DE NACIONES

Las valoraciones a corto plazo (véase más en esta plataforma general) sobre la eficacia de la organización coinciden en su fracaso a la hora de evitar en 1939 un nuevo conflicto de la magnitud del que ya había asolado al mundo en 1914.

Puntualización

Sin embargo, una reflexión más sosegada sobre la proyección histórica de aquella experiencia internacional depara un panorama más complejo y sin duda menos sombrío.

Se puede concluir, a la luz de las investigaciones más recientes, que la Sociedad de Naciones: constituyó una experiencia de inestimable valor en la construcción de la sociedad internacional contemporánea; institucionalizó la multilateralización de las relaciones internacionales (más detalles sobre relaciones internacionales y las tensiones geopolíticas en nuestra plataforma); canalizó una profunda reforma del sistema internacional, aunque mantuvo constante su lógica interestatal; anticipó los objetivos básicos (paz y seguridad) y las estructuras de la futura Organización de las Naciones Unidas (ONU); e impulsó de forma decisiva la codificación del Derecho internacional y la toma de conciencia sobre la dimensión internacional de los derechos humanos. Invertido el argumento inicial, bien se podría afirmar que la II Guerra Mundial no fue tanto una prueba de la inutilidad de la institución, sino al contrario, un signo de la necesidad de la existencia de una organización internacional similar.

Sociedad de Naciones en el Derecho Internacional

El Diccionario Jurídico Espasa (2001) hace el siguiente tratamiento de este término jurídico: Fue instituida por el Tratado de Versalles (véase un resumen y las condiciones plasmadas en el mismo) de 1919 a través de un pacto formal, primitivamente por veintitrés Estados a los cuales se unieron otros veintidós más tarde, teniendo como objetivo primordial el de ofrecer al mundo, como base de su nueva organización, un instrumento de progreso que al propio tiempo que tuviese autoridad para recomendar la solución de ciertos problemas o dificultades fuese una garantía contra la fuerza empleada entre los pueblos.

La estructura orgánica de la organización fue la clásica de las uniones administrativas: una Asamblea integrada por todos los países miembros; un Consejo compuesto por miembros permanentes y electivos y una Secretaría con un secretario general al frente y el personal necesario para las funciones burocráticas. Tanto en la Asamblea como en el Consejo se requería la unanimidad para la adopción de resoluciones (lo que dificultó notablemente su labor), y el sistema institucional fue completado con la creación de otros órganos con competencias limitadas como el Tribunal Permanente de Justicia Internacional, el comité de Cooperación Intelectual, la Comisión Permanente de Mandatos, La Comisión Permanente de Armamentos y la Oficina de Refugiados.

Objetivos

El fin principal de la Organización era el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales, y aunque no se prohibía la fuerza ni el recurso de la guerra como tal (a diferencia de la Carta de las Naciones Unidas, firmada en San Francisco, 26 de junio de 1945) los miembros asumían ciertos compromisos de no acudir a ella sino después de tratar de agotar los procedimientos de solución de los conflictos que el pacto de creación de la propia Sociedad de Naciones ofrecía.

La institución tuvo que vivir un periodo difícil, y aunque no fue capaz de resolver los grandes problemas internacionales de su tiempo, la experiencia no resultaría del todo infructuosa. Su última reunión fue en Ginebra —donde estaba radicada— el 8 de abril de 1946, para declarar su clausura y ceder sus bienes a la Organización de las Naciones Unidas, nueva organización mundial (o global) que venía a sustituirla, alrededor de la cual giran gran número de instituciones internacionales y de cooperación. (Tal vez sea de interés más investigación sobre el concepto). [J.C.P.]

Contenido de Sociedad de las Naciones

Dentro del derecho internacional público, la información sobre sociedad de las naciones en esta referencia jurídica cubre, entre otras, las siguientes materias:

Sociedad de las Naciones

Sociedad de Naciones

En el contexto del derecho internacional y comparado, esta sección se ocupará de lo siguiente: Sociedad de naciones . Véase asimismo más sobre esta materia y algunas cuestiones conexas en esta plataforma. [rtbs name=”organizaciones-gubernamentales-internacionales-sin-autoridad-supranacional”]

Definición de Sociedad de Naciones

Véase una aproximación o concepto relativo a sociedad de naciones en el diccionario.

Recursos

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Véase También

  • Organizaciones Gubernamentales Internacionales
  • Autoridades Nacionales
  • Sociedad de Naciones

Recursos

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Notas y Referencias

  1. Enciclopedia Microsoft® Encarta® 2009. Microsoft Corporation, 2008.

Véase También

  • Liga de las naciones

Tribunal Internacional de Justicia de Naciones Unidas
Tribunal Permanente de Justicia Internacional
Catorce puntos de Wilson
Organización de las Naciones Unidas
Conferencia de Stresa
Conferencia de Washington
Política de puertas abiertas
Pacto Briand-Kellogg
Tratados de Locarno
República de Weimar

Bibliografía

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