Este texto se ocupa de los centros urbanos, y brevemente su economía, sociedad y arte. En algunos lugares, el arte callejero se ve en encargos comerciales, instalaciones e intervenciones de arte contemporáneo en el centro de la ciudad, en comercios y en otros lugares en proceso de regeneración (por ejemplo, Dumbo, Brooklyn, Nueva York), sobre todo en lugares temporales. Sin embargo, el grafiti sigue siendo una imagen dominante en los lugares abandonados y en las instalaciones de transporte “accesibles”, y se asocia en este caso con el declive y la redundancia. En otras zonas, el arte callejero refleja la desarticulación creativa de un barrio y contribuye de forma efectiva a añadir valor a su imagen y marca distintiva. Así pues, el arte callejero se ha incorporado, por un lado, al canon del arte contemporáneo y al mercado del arte (si es tratado con cautela por los propios grafiteros) y se ha apropiado de él en la publicidad comercial y en los medios de comunicación, y, por otro lado, el grafiti, en su forma básica, sigue habitando el entorno cotidiano de la ciudad como un “ruido” de bajo nivel y una molestia para muchos, así como un lienzo inagotable para sus productores. Un indicio de la llegada del grafiti y del arte callejero y de su envidiable estatus lo proporciona el reconocido artista británico contemporáneo Grayson Perry con motivo del lanzamiento del programa Art Everywhere, que pretende colocar imágenes de obras de arte seleccionadas en más de 30.000 vallas publicitarias y carteles de todo el Reino Unido: dado que el arte callejero estaba en todas partes estos días, era bueno poner el arte de las galerías en las calles – o si no puedes vencerlos, únete a ellos.