En las comunidades multifuncionales, la quintaesencia religiosa tiende a estar teñida de evaluaciones, imágenes, sentimientos, normas, costumbres, estilos de vida, etc., derivados de la experiencia en situaciones económicas, políticas, domésticas, legales y de otro tipo, en cada caso coloreadas por un entorno natural, social y ecológico particular. La gran frase catalizadora “Dad, pues, al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” no se escucha para ser entendida en tales comunidades. Dios, o los dioses, se traducen en términos cesaristas y asumen los atributos de figuras de poder en situaciones políticas, domésticas, económicas y jurídicas en las que suelen primar los intereses utilitarios del grupo y de los individuos que lo componen. Sin embargo, como incluso un humanista agnóstico como Paul Radin ha señalado a menudo, es posible discernir en muchas religiones “primitivas” rastros de pensamiento místico y filosófico que parecen no estar exentos de consideraciones cesaristas, como en los casos de oraciones y mitos de carácter monoteísta en contextos religiosos politeístas. En sociedades con un bajo grado de desarrollo tecnológico y de división del trabajo, con relaciones sociales múltiples, con una implicación personal total en casi todas las relaciones, y en las que el parentesco es un principio irreductible de organización social, quizá no sorprenda encontrar estrechas interdependencias entre el sistema de creencias y prácticas religiosas y otros sistemas culturales.