El hecho de hacer comparaciones entre diversos enfoques para abordar la salud o el riesgo ilustra los esfuerzos de los encargados de formular políticas por emplear análisis de eficacia comparativa. Por ejemplo, en 17 países de alta carga asociados con la desnutrición infantil, entre ellos Indonesia y Bangladesh, se han demostrado los beneficios en materia de costos de la intervención, incluida la prevención de enfermedades y la mejora de los resultados cognitivos, pero no han podido influir en las políticas, probablemente debido a esos análisis comparativos. La evidencia de las ciencias de la salud y de los riesgos asociada con las pruebas de laboratorio, la detección y la calidad incita a los encargados de la formulación de políticas a nivel gubernamental a adoptar programas destinados a mejorar y asegurar también la calidad de los laboratorios. Las cuestiones de justicia social también deben considerarse al evaluar el valor de los sistemas de salud pública, pero su medición plantea desafíos singulares a los encargados de formular políticas. Por ejemplo, los programas de reducción del plomo asociados con niveles peligrosos de plomo en la pintura de los hogares se enfrentan a obstáculos en varios frentes, a pesar de la realidad de que los niños más pobres suelen ser los que corren mayor riesgo. Es posible que haya poco dinero para abordar el problema, lo que puede agravarse porque los hogares afectados están situados cerca de las principales carreteras que conectan con las zonas de alta industria donde se encuentran el plomo y otros metales.