Comprendería los siguientes países: Angola, Benín, Botsuana, Burkina Faso, Burundi, Cabo Verde, Camerún, Chad, Comoras, Costa de Marfil, Eritrea, Etiopía, Gabón, Gambia, Ghana, Guinea, Guinea Ecuatorial, Guinea-Bisáu, Kenia, la República Centroafricana, Lesoto, República del Congo, República Democrática del Congo, Yibuti, Madagascar, Malaui, Malí, Mauricio, Mauritania, Mozambique, Namibia, Níger, Nigeria, Ruanda, Santo Tomé y Príncipe, Senegal, Seychelles, Sierra Leona, Somalia, Somalilandia, Sudáfrica, Sudán, Sudán, Swazilandia, Tanzania, Togo, Uganda, Zambia, Zimbabwe. El término afroamericano sería más útil si hubiera una descripción de lo que significa en el estudio, por ejemplo, afroamericano de ascendencia reciente o lejana de África Occidental. Los africanos recién llegados podrían describirse por su origen específico, por ejemplo, caribeños americanos, restringiendo así la etiqueta de afroamericano a aquellos cuya ascendencia africana es lejana (tres o más generaciones atrás). Es necesario revisar la práctica habitual de clasificar a las personas con ascendencia africana mixta y otra etnia como negros o afrocaribeños o afroamericanos. Sin ello, estas poblaciones seguirán permaneciendo ocultas cuando se hagan políticas sobre diversidad étnica. Términos amplios como negro, africano o negro-africano están arraigados en los escritos científicos, aunque existe una considerable diversidad dentro de las poblaciones afrodescendientes y dichos términos pueden ser tanto ofensivos como inexactos. En este texto se describe la heterogeneidad de las poblaciones africanas y se analizan los puntos fuertes y las limitaciones del término «negro» y de las etiquetas afines desde el punto de vista de la epidemiología y la salud pública en Europa y Estados Unidos.