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Imperio Carolingio

Violencia y otras cuestiones

Este texto se ocupa del Imperio de Carlomagno, o Carolingio. Carlomagno estableció una capital regia más duradera de lo que había sido la de sus predecesores. Su residencia favorita se situó en Aquisgrán desde el 794. Allí había construido una iglesia y un palacio, basado en parte en influencias arquitectónicas foráneas. El Imperio de Carlomagno no sobrevivió a su hijo y sucesor, Luis el Piadoso. Se dividió en sus principales componentes. La población celta y franca latinizada de la Galia comienza ahora a ser reconocible como Francia, aunque esta Francia estaba dividida en varios ducados y principados, a menudo sin más que una unidad nominal; los pueblos de habla alemana entre el Rin y los eslavos al este comienzan igualmente a desarrollar una intimidad aún más fragmentaria de Alemania. Cuando por fin reaparece un verdadero emperador en Europa occidental (962) no es un franco, sino un sajón; los conquistados en Alemania se han convertido en los amos. El estado de Roma en el siglo X es casi indescriptible. La decadencia del Imperio de Carlomagno dejó al Papa sin protector, amenazado por Bizancio y los sarracenos (que habían tomado Sicilia), y enfrentado a los rebeldes nobles de Roma. Entre los más poderosos se encontraban dos mujeres, Teodora y Marozia, madre e hija, de las que aquí se habla.

Roturación

externo y agricultura

Visualización Jerárquica de Roturación Agricultura, Silvicultura y Pesca > Explotación agrícola de la tierra > Técnica de cultivo
Medio Ambiente > Deterioro del medio ambiente > Degradación del medio ambiente > Deforestación
Agricultura, Silvicultura y Pesca > Explotación agrícola de la […]

Legislación Carolingia

Libro y texto

Los monarcas carolingios promulgaban leyes de forma muy activa, lo que, en cierto modo, aproximaba la legislación moderna. Redactados por comisiones que deliberaban en presencia del rey, estos textos (las capitulares) se sometían como borradores a la Dieta anual o a una asamblea más reducida para su aprobación. Sobre todo a partir de 843, la aprobación de la Dieta se transformó en un acuerdo que los nobles daban al rey en la medida en que éste se había comprometido con ellos: la autoridad real adquiría así un carácter cada vez más condicional. La publicación de los capitularios en el Imperio o en el reino era en principio responsabilidad de los missi, y a menudo también de obispos y condes. La negligencia de la administración carolingia y el hecho de que algunos de estos textos cayeran poco a poco en desuso explican que se hayan perdido muchos capitularios. Los que se han conservado han llegado hasta nosotros a través de colecciones. Tres, que datan del siglo IX, fueron recopilados respectivamente por el obispo Gerbaud de Lieja (806-809), por el abad de Saint-Wandrille Ansegise hacia 827 y, sobre todo, por Benito el Levita entre 847 y 852.