El conflicto histórico entre Tíbet y China se remonta a casi mil años. Ambas partes utilizan la historia para argumentar su punto de vista sobre las cuestiones centrales de esta disputa: la reivindicación de independencia y autonomía de Tíbet y la de soberanía de China. Este artículo examina las raíces históricas de este conflicto, en particular desde 1949, cuando China comenzó su toma gradual del Tíbet. Las políticas chinas hacia el Tíbet, que han estado impulsadas por el deseo de comunitarizar y sinicizar el Tíbet, se han topado con la dura resistencia de los tibetanos, que ven el dominio chino han como una fuerza que, con el tiempo, destruirá la religión, la lengua, la cultura y la historia únicas del Tíbet. Esta resistencia ha atraído la atención de Occidente, que ve las políticas chinas en el Tíbet como un símbolo de la incapacidad de los gobernantes de Pekín para asumir un firme compromiso con los derechos humanos al mismo tiempo que China se convierte en una potencia económica mundial. El 14º Dalai Lama, una figura clave en este conflicto, y su gobierno en el exilio han servido de puente para los esfuerzos occidentales por intentar obligar a Pekín a adoptar políticas más abiertas y humanas hacia los tibetanos en toda China. Su retirada como jefe político del gobierno en el exilio en 2011, unida al creciente poder económico y estratégico de China a nivel mundial, plantea serias dudas sobre la voluntad de EE.UU., y de otras potencias democráticas, de arriesgar sus relaciones con Pekín para seguir promoviendo los verdaderos derechos humanos y la autonomía en toda la meseta tibetana. Los expertos señalan los años comprendidos entre 1913 y 1950, una época en la que Tíbet se comportó como un Estado independiente de facto, para argumentar que Tíbet no siempre formó parte de China