Esta historia global de las colonias penales y convictos muestra cómo el transporte penal juega un papel en temas como la expansión del imperialismo. Una perspectiva geográfica y cronológicamente amplia sobre el transporte de convictos y las colonias penales permite ver su importancia en algunos de los procesos clave que apuntalaron el cambio global. El enfoque en los convictos ayuda a explicar algunas de las texturas del castigo y la represión, y la historia de la expansión fronteriza y la colonización de ultramar. Permite apreciar la capacidad del trabajo no libre como una categoría relacional, en la que el transporte de convictos formaba parte de un continuo de trabajo coercitivo y migración, junto con la esclavitud, el trabajo contratado, la imposición militar y marítima y la expropiación indígena. Sitúa a los ciudadanos de a pie en el centro de la transformación global, incluida la construcción de infraestructuras de conexión, y los dramáticos cambios en los entornos naturales y humanos durante los últimos 600 años. El traslado forzoso de presos a través de grandes distancias sigue siendo parte integral de las sanciones penales en muchas partes del mundo moderno, incluyendo de manera más notable a la Federación Rusa. Al igual que los Estados nación de América Latina, Rusia sigue siendo una sociedad de alto nivel de encarcelamiento en la que el léxico penitenciario contemporáneo resuena con puntos de referencia históricos. Además, las “colonias penitenciarias” que se utilizan hoy en día son a la vez legados carcelarios de sitios penales históricos e incorporan características tanto de las colonias imperiales como de las soviéticas, incluyendo un viaje experimentado de forma punitiva. También cabe destacar que, aunque muchos sitios de colonias penales surgieron a partir de arquitecturas de confinamiento anteriores, y envolvieron o reutilizaron estructuras construidas como fuertes y cuarteles militares, tras su cierre algunos se transformaron posteriormente en prisiones. Por ejemplo, Camp Est, en Nueva Caledonia, es hoy una prisión, al igual que Abashiri, en Hokkaido, y Mazaruni, en Guyana. Otros edificios de antiguas colonias penales se han transformado en sitios patrimoniales y museos, como la isla de Robben en Sudáfrica, la cárcel celular de las islas Andamán, Saint-Laurent-du-Maroni en la Guayana Francesa y numerosos sitios en Australia, como Port Arthur. Esto suele suscitar polémica.