La superficie total habitable de tierra, aire y agua. Hace tiempo que se especula con la posibilidad de que el clima se altere allí donde se talan los bosques, se drenan las marismas o se riegan las tierras. Los científicos eran escépticos. Durante la primera mitad del siglo XX, estudiaron el clima como un sistema de física mecánica y química mineral, que se agitaba sin tener en cuenta la delgada capa de organismos vivos del planeta. En 1960, las pruebas del aumento del dióxido de carbono demostraron que al menos una especie, la humana, podía alterar el clima global. A medida que los científicos estudiaban más a fondo cómo entraba y salía el carbono de la atmósfera, descubrieron muchas formas en las que otros organismos también podían ejercer una poderosa influencia. Los bosques, en particular, están profundamente implicados en el ciclo del carbono y, a partir de la década de 1970, los científicos discutieron sobre lo que la deforestación podría significar para el clima. En la década de 1980, ya se sabía que todos los ecosistemas del planeta eran protagonistas de los cambios climáticos que determinarían su propio futuro.