Independencia Energética
La autonomía energética es la capacidad de un país para satisfacer sus requerimientos y necesidades energéticas sin depender de otros países. La tasa de autosuficiencia energética es la relación entre la producción nacional de energía primaria (carbón, petróleo, gas natural, energía nuclear, hidráulica y renovable. El grado de autosuficiencia energética puede definirse como la proporción de energía generada localmente respecto a la demanda energética local. La idea de lograr la “independencia energética” debe manejarse con cuidado: desde el punto de vista económico, es decir, excluyendo cualquier imperativo político, es mejor comprar energía barata en los mercados internacionales que promover una energía nacional cara. Un país como Japón se desarrolló en una situación de dependencia energética casi total antes de la construcción de su central nuclear. Sin embargo, para los países más pobres importadores de petróleo, la dependencia energética es una carga para la balanza comercial y las finanzas públicas. En algunos países africanos, la factura del petróleo ha llegado a representar el 20% del PIB. Los países más pobres sufren otra desventaja: aunque ellos mismos emiten pocos gases de efecto invernadero, es probable que sean los más afectados por los efectos del cambio climático.