Este texto se ocupa del cuidado de los ancianos en Japón, en su cultura. En otras palabras, ¿cómo trata Japón a sus ancianos?. Es necesario cuestionar los supuestos optimistas y simplistas generalizados sobre el cuidado de las personas mayores en Japón. Los límites de los cuidados familiares tienen un historial más largo y consecuencias más graves de lo que se suele reconocer. Estos límites se reconocieron en la década de 1960, pero los sucesivos gobiernos mantuvieron medidas complementarias y de comprobación de recursos que manipulaban las normas y tradiciones culturales, en particular la piedad filial y la responsabilidad familiar en el cuidado de las personas mayores. En consecuencia, la provisión de cuidados residenciales públicos emblemáticos se limitó a aquellas personas mayores que carecían de medios económicos y de apoyo familiar, y siguió estando estigmatizada, asociada comúnmente con Obasuteyama (literalmente “montaña de vertederos de abuelas”), que sugería negligencia familiar, falta de piedad filial, abandono y vergüenza.
Otras dos características han producido problemas sociales subestimados pero graves. En primer lugar, algunos “cuidados” familiares incluían la negligencia y el abuso, produciendo un “infierno de cuidados” e incluso homicidios. En segundo lugar, desde la década de 1970, un gran número de personas mayores “abandonadas” residían efectivamente en hospitales, a menudo con poca necesidad de atención médica, lo que agravaba la “hospitalización social”. Los cuidados residenciales públicos, el abandono familiar y los hospitales no son alternativas a los cuidados familiares positivos, sino opciones de último recurso, retomando a Obasuteyama. El sistema integral de seguro de atención a largo plazo (LTCI) de Japón, posterior al año 2000, supuso un cambio decisivo desde la atención familiar hacia la socialización de los cuidados como parte de un contrato social. Su expansión, el aumento vertiginoso de los gastos y los costes de financiación condujeron a las revisiones de 2005, reequilibrando las responsabilidades de los cuidados del Estado a la familia. Hay lecciones e implicaciones políticas para Japón, algunos Estados europeos y otros países en relación con las deficiencias del cuidado familiar, y los problemas asociados del “infierno de los cuidados” y la “hospitalización social”. Ni el seguro de dependencia obligatorio ni los planes de ayuda mutua voluntaria son panaceas, pero ambos desempeñan un valioso papel en el alivio de los problemas sociales y, de hecho, requieren el apoyo del Estado.