Tradicionalmente, las autoridades nacionales, los analistas del mercado y el Fondo Monetario Internacional (FMI) han evaluado la salud financiera de un país sobre la base de variables de flujo, como el producto interior bruto (PIB) anual, la cuenta corriente y las balanzas fiscales. Las crisis repentinas y perturbadoras de la cuenta de capital en México (1994-5), el Sudeste Asiático (1997-8), Rusia (1998), Turquía (2001) y América Latina (2001-2), sin embargo, pusieron en duda la capacidad de estos parámetros para ofrecer una imagen completa de las vulnerabilidades de una economía. Las señales de problemas inminentes en estos países podrían haberse detectado antes mediante un examen más minucioso de los desajustes entre los stocks de activos y pasivos de un país; es decir, observando los desequilibrios dentro de los balances sectoriales de un país y entre ellos. Además, una vez iniciada la crisis de la cuenta de capital, las variaciones del tipo de cambio, los tipos de interés y otros precios de los activos pueden propagar la crisis por sus efectos en las valoraciones relativas de los activos y los pasivos dentro de los sectores y entre ellos. El enfoque del balance general o de situación, en el contexto económico internacional, se ocupa principalmente de proporcionar una evaluación exhaustiva de los desajustes monetarios y de vencimiento en los activos y pasivos de un país que pueden desencadenar grandes ajustes en los flujos de capital. Mientras que los análisis tradicionales basados en los flujos de una economía se han centrado en la acumulación gradual de posiciones insostenibles en la cuenta corriente y en el balance durante un período determinado, el enfoque del balance de situación examina los desequilibrios en los stocks de activos y pasivos, como la deuda, las reservas de divisas y los préstamos pendientes en un momento determinado.