En la administración pública, la organización y el personal son los dos factores básicos sujetos a modificaciones y cambios. Si se diseña la mejor disposición organizativa posible para llevar a cabo las tareas de un organismo, pero el personal está desganado, apático y desmotivado, el funcionamiento del organismo se verá afectado. Si, por el contrario, un organismo cuenta con personal dedicado, ambicioso y muy eficiente, pero éste debe intentar llevar a cabo sus tareas en un entorno organizativo anticuado, ineficiente y congestionado, de nuevo el organismo probablemente fracasará en su misión básica. La organización, al igual que el personal, es un factor crítico en el funcionamiento de todos los sistemas políticos y administrativos. La eficacia de la organización tiene que ver con temas como la localización de la responsabilidad, la aplicación de los principios de jerarquía, el papel de la línea y del personal, la forma de garantizar la responsabilidad de cada empleado, la coordinación de los esfuerzos y el uso más eficiente del personal mediante la especialización basada en la división del trabajo. Las líneas de responsabilidad y rendición de cuentas deben fluir sin problemas desde los niveles más bajos hasta los más altos, y el poder y la autoridad deben centrarse en la cima y fluir a través de los diferentes escalones hasta los rangos más bajos. Las organizaciones más eficaces son las que se basan en algún principio o característica operativa coherente. Estas pueden ser del tipo que se describe en este texto.