Según la definición de la Comisión Europea, una empresa mediana puede tener hasta 250 empleados y puede alcanzar un máximo de 50 millones de euros de volumen de negocios (o 43 millones de balance). Aunque es diferente de las pequeñas y medianas empresas, la microempresa se menciona normalmente aparte debido a la persistencia de una percepción integradora común. En algunas economías más pequeñas, estas empresas se consideran pequeñas y medianas empresas. En consecuencia, las microempresas se definen con un tope de 2 millones de euros de facturación máxima y normalmente tienen diferentes formas de financiarse y gestionarse. En otras zonas geográficas las normas se han adaptado a las necesidades locales. Por ejemplo, en China una pequeña y mediana empresa puede llegar a tener hasta 3.000 empleados, mientras que en términos monetarios los criterios cambian con respecto a las industrias, pero desde un intervalo de unos 5 millones de euros hasta unos 55 millones de euros. Por otra parte, en África se define una pequeña y mediana empresa como entidades con o sin ánimo de lucro con un máximo de 25 millones de euros de facturación y hasta 300 personas empleadas en el trabajo. Los Estados Unidos tienen incluso una agencia gubernamental, que data de 1953, llamada Small Business Administration, que define, regula y tiene también la misión de proporcionar apoyo a dichas entidades empresariales en términos de capital, contratos y asesoramiento. PYMEs: Se trata de una sigla utilizada para designar las pequeñas y medianas empresas. Existen pocas justificaciones para el uso de siglas como esta. Probablemente nacen, como en este caso, cuando las palabras que representan se ponen tan de moda que su repetición constante, para algunos autores, se vuelve tediosa. Las dificultades de financiación han creado varios problemas financieros para las pequeñas empresas. Los prestamistas exigen casi exclusivamente deuda garantizada, lo que significa que el prestatario debe tener la garantía disponible para poder optar a préstamos más grandes. Los prestamistas también desaprueban a las pequeñas empresas que ofrecen crédito a los clientes, sobre todo porque este crédito es esencialmente una extensión del préstamo otorgado a la propia empresa. La deuda eliminada dos veces es demasiado arriesgada para la mayoría de los organismos de crédito. A la hora de financiar, los datos sólidos y las proyecciones financieras precisas para el futuro siguen siendo clave para calificar tanto para la deuda pública como para la privada, lo que hace que el análisis avanzado sea un reto complementario para la mayoría de las empresas de financiación. La mayoría de las que sobreviven más allá de la primera generación experimentan un fuerte descenso en su valor, según varios artículos.