Muchas mujeres escribieron filosofía en la Gran Bretaña del siglo XIX, y lo hicieron sobre toda la gama de temas filosóficos. Sin embargo, estas importantes pensadoras han quedado fuera del canon filosófico y muchas de ellas apenas son conocidas en la actualidad. Este texto explora cómo las mujeres pudieron hacer filosofía en la Gran Bretaña del siglo XIX a pesar de las restricciones patriarcales. Basándose en estudios sobre la cultura impresa y las publicaciones periódicas victorianas, se muestra que las mujeres podían publicar filosofía porque durante la mayor parte del siglo la discusión filosófica era generalista más que especializada, y se llevaba a cabo en una cultura generalista apoyada por libros, publicaciones periódicas, cartas y otros medios impresos. La cultura de los libros y las publicaciones periódicas no estaba exenta de supuestos patriarcales, pero las mujeres desarrollaron estrategias para trabajar dentro de ellos y contra ellos. Las exitosas carreras editoriales de Harriet Martineau, George Eliot y Frances Power Cobbe ilustran estas estrategias. En particular, muchas mujeres se aprovecharon de las convenciones en torno al anonimato, el seudonimato y la publicación rubricada, en un periodo en el que la autoría firmada se estaba convirtiendo gradualmente en la norma. A continuación, se explica por qué las contribuciones filosóficas de las mujeres cayeron en el olvido y quedaron fuera de la historia de la filosofía, haciendo referencia a la profesionalización y especialización de la filosofía británica a partir de mediados de la década de 1870. Aquí se describe cómo esta dinámica de especialización actuó en contra de las mujeres.