Sociedad Capitalista

En las sociedades capitalistas, todos los aspectos de la vida y las relaciones sociales de las personas están sometidos a las exigencias del mercado, que se normalizan y se hacen parecer naturales. El prestigio y el estatus de las personas están relacionados con su capacidad productiva; la sociedad valora a las personas por lo que ganan o poseen. Aspectos básicos como dónde vivimos, cómo nos ganamos la vida, quiénes son nuestros amigos y qué acceso tenemos a la sanidad y la educación dependen de nuestra capacidad de producir riqueza y otros recursos. Es posible que la dependencia y el subdesarrollo no fueron un fracaso de la modernización económica, ni se remediarían con una mayor expansión capitalista. En la sociedad capitalista, al desarrollarse rápidamente la productividad de la sociedad de consumo, el capital de los capitalistas se acumuló a mayor velocidad en la etapa primaria del capitalismo privado como fundamento económico. Esta acumulación de capital se convirtió pronto en reproducción social.

Heterogeneidad Estructural en el Capitalismo

Cada vez hay más consenso en que el capitalismo se compone de muchas relaciones sociales más allá del trabajo asalariado, pero esta heterogeneidad se explica de maneras opuestas. Una corriente de estudiosos atribuye este estado de cosas a particularidades culturales arraigadas en diferencias ontológicas que supuestamente florecen fuera del capitalismo. La economista feminista J. K. Gibson-Graham afirmaba en 1996 y 2006 que el cuidado y la reciprocidad en las esferas doméstica y comunitaria y la prosperidad compartida en los lugares de trabajo cooperativos son algunas de las prácticas que escapan al valor y la lógica capitalistas. Los ejemplos de no capitalismo son numerosos y son el terreno de pruebas para el ethos igualitario y las nuevas relaciones económicas. Las mujeres indígenas responden a las demandas del capital cuando asumen los costes de la reproducción social con su trabajo no remunerado, pero también se resisten y eluden al capital.

Marxismo Latinoamericano

El marxismo fue introducido en América Latina por emigrantes europeos (alemanes, italianos, españoles) a finales del siglo XIX. En un primer período, hasta 1918, se desarrolla en algunos países, cuya clase obrera es mayoritariamente de origen europeo como una versión local del marxismo de la II Internacional, en sus variantes “ortodoxa” (kautskiana) o “revisionista”. Los ejemplos más significativos son el Partido Socialista Argentino, dirigido por Juan B. Justo, y el Partido Socialista Uruguayo de Emilio Frugoni.

Filosofía Latinoamericana

La filosofía latina/o o latinoamericana es una tradición de pensamiento que se refiere tanto a la obra de muchos filósofos latinos en Estados Unidos como a un conjunto específico de problemas filosóficos y método de cuestionamiento que se relacionan con la identidad latina/o, las fronteras, la inmigración, el género, la raza, el feminismo y la decolonialidad. La “filosofía latina” es utilizada por algunos para referirse también a la filosofía latinoamericana que se practica dentro de América Latina y Estados Unidos, mientras que otros sostienen que para mantener la especificidad la filosofía latina debería referirse sólo a un subconjunto de la filosofía latinoamericana. Este texto considera tanto los contornos generales de la filosofía latina/o como su ubicación en la historia de la filosofía latinoamericana como la especificidad de un modo de filosofía que emerge de las prácticas y experiencias de las latinas/os que escriben y piensan dentro de los Estados Unidos. El surgimiento de la filosofía latina/o en el sentido más restringido no sigue una trayectoria simple, aunque una parte importante de su legado puede situarse en relación con la historia de la filosofía latinoamericana y su surgimiento como campo de estudio dentro de los Estados Unidos iniciado por filósofos hispanos y latinos. La filosofía latina/o también está conformada por las principales contribuciones del feminismo latino, y su diversa genealogía con vínculos con las mujeres de color y los feminismos del Tercer Mundo en Estados Unidos (véase, por ejemplo, la obra fundacional Moraga y Anzaldúa 1981, citada en Feminismos Latinos). Aunque la propia filosofía latina ha surgido más recientemente en Estados Unidos, la historia de la filosofía latinoamericana que enmarca muchas de sus cuestiones y se cruza con muchos de sus problemas clave de identidad y colonización comienza tras la colonización de las Américas por parte de los españoles y portugueses. Esto no quiere decir que no hubiera filosofía en las Américas hasta que los europeos colonizaron la región, pero lo que llamamos filosofía latinoamericana es el producto de la colonización; y la condición colonial de la filosofía latinoamericana es un tema que da forma a gran parte del trabajo contemporáneo en el área. La historia de la filosofía latinoamericana puede desglosarse en los siguientes períodos: el período colonial, el período de la Independencia, el positivismo y el período contemporáneo. La llevada a cabo en tierras de Hispanoamérica, Iberoamérica, o Latinoamérica, a partir de la época de la conquista española hasta nuestros días. No quedan comprendidas con este término, por tanto, las ideas filosóficas -si las hay- de las culturas precolombinas, maya, azteca e inca, sobre todo. En la filosofía latinoamericana, así entendida, pueden distinguirse tres grandes fases. Propia de la época colonial, se caracteriza por el predominio de la filosofía escolástica y la presencia de una cierta corriente humanista, con la consecuente mezcla de ambas, provenientes de la península ibérica, que España y Portugal imponen como cultura a las colonias de sus respectivos imperios. Nace esta filosofía en los colegios de las órdenes religiosas y en las universidades que éstas regentan. Se trata de obras que se inscriben en la filosofía tomista de la escolástica. Filósofos notables de esta época son el dominico Tomás Mercado y el jesuita Antonio Rubio, autor de Commentarii in Universam Aristotelis Dialecticam, obra conocida como Lógica mexicana. Al franciscano Alfonso Briceño, obispo de Nicaragua y luego de Caracas, se le considera el filósofo de mayor importancia dentro de la corriente escotista y, por su nacimiento en Santiago de Chile, el primer filósofo propiamente dicho del continente americano. A éstos hay que añadir un grupo de filósofos humanistas novohispanos, integrado principalmente por el franciscano Juan de Zumárraga, el clérigo don Vasco de Quiroga, fundador de los “hospitales-pueblo”, el naturalista y filósofo, protomédico de Felipe II, Francisco Hernández y el dominico Juan Ramírez, quienes, influidos por ideas humanistas procedentes de Erasmo, Tomás Moro o J.L. Vives continúan la labor de la defensa de los derechos humanos de los indios, iniciada por Francisco de Vitoria y Domingo de Soto, en España, y Bartololomé de las Casas y Tomás de Mercado en México. La filosofía de tendencia suareciana se difunde ampliamente durante el s. XVIII, comienza el cambio hacia la filosofía moderna que empieza a llegar del continente europeo, como objeto más bien de crítica al principio, pero que es ya filosofía aceptada en autores como José de Aguilar, jesuita peruano, y Pedro Peralta y Barnuevo, seguidor de Copérnico, Descartes y Gassendi, así como en José Elías del Carmen Pereira, profesor de la universidad de Córdoba, y Carlos María González, ambos franciscanos seguidores de Descartes y de las nuevas ideas científicas. Tras el auge de las ideas ilustradas que comienza a mediados del siglo anterior, y en el marco de la eclosión del pensamiento liberal en lo político, el eclecticismo ideológico deriva hacia posiciones espiritualistas o más bien hacia un romanticismo ecléctico, muy en consonancia con los movimientos nacionalistas. El movimiento surge, al parecer, en Brasil coincidiendo con la llegada de Juan VI de Portugal y su corte a Río de Janeiro, que huye de la invasión de Junot en España. Este movimiento de liberación respecto de las ideas ilustradas se extiende por Argentina -donde Esteban Echeverría se apoya en las nociones de Volksgeist y de “razón histórica”-, por Bolivia -donde Joaquín Mora sigue preferentemente a Malebranche y a la escuela escocesa- y por otros países, como Perú o México. En Ecuador, Juan Montalvo, liberal profundo y revolucionario, opone a la abstracción de las ideas ilustradas y el materialismo francés principios espiritualistas e ideas románticas. “Al final del período, lograda la independencia, se impone, desde 1830 a 1910 como filosofía dominante, el positivismo filosófico como expresión del triunfo de los liberales sobre los conservadores -que imponen una educación distinta de la que se inspiraba en la escolástica tradicional- el cual, según se expresa Leopoldo Zea, es usado como “instrumento de la emancipación mental de Hispanoamérica.

En Argentina, las ideas positivistas -Comte, Spencer y Haeckel – llegan algo más tarde, llevadas también de la mano de la clase comercial e industrial. Los iniciadores son el jurista Juan Bautista Alberdi y el escritor Domingo Faustino Sarmiento, presidente de la República en 1868. La rama positivista más fiel a la primera filosofía de Comte -la de la ley de los tres estadios- se difunde ahora entre científicos, antropólogos y psicólogos de orientación spenceriana y darwinista. José Ingenieros, nacido en Palermo, hijo de padres italianos que se trasladan a vivir a Buenos Aires, es el más conocido de los positivistas de esta época. Gabino Barreda, médico, discípulo de Comte en París, autor además de la Ley de Instrucción Pública del D. F., introduce estas ideas en su país, rechazando el individualismo spenceriano e insistiendo en la solidaridad y otros aspectos sociales. La misma orientación, de fidelidad al primer Comte, y no al segundo, el de la mística de la humanidad, siguen el a veces considerado más humanista que filósofo, Justo Sierra, también en México, así como Manuel González Prada, en Perú, Eugenio María de Hostos y Bonilla, en Puerto Rico, y Belisario Quevedo, en Ecuador. El positivismo fue adoptado como filosofía en toda Latinoamérica. Se producen también diversas aportaciones a la filosofía latinoamericana por parte de filósofos exiliados españoles.

A la última fase de la tercera época se la define como una “mayoría de edad filosófica” de los países iberoamericanos .

Filosofía de la Mente en el Siglo XIX

Filosofía de la Mente en el Siglo XIX Este elemento es una expansión del contenido de los cursos y guías de Lawi. Ofrece hechos, comentarios y análisis sobre este tema. Filosofía de la Mente en la Alemania del Siglo XIX En Alemania, durante el siglo XIX, existía, al igual que en la actualidad, un enorme … Leer más

Karl Marx

La influencia de Marx no se ha limitado a las sociedades comunistas. Los gobiernos conservadores han introducido reformas sociales para cortar el terreno de los movimientos revolucionarios de oposición marxista. Los conservadores también han reaccionado de forma menos benigna: Mussolini y Hitler fueron ayudados a llegar al poder por conservadores que veían su rabioso nacionalismo como la respuesta a la amenaza marxista. E incluso cuando no existía la amenaza de una revolución interna, la existencia de un enemigo marxista extranjero sirvió para justificar a los gobiernos en el aumento del gasto en armamento y la restricción de los derechos individuales en nombre de la seguridad nacional. En el plano del pensamiento, más que en el de la política práctica, la contribución de Marx es igualmente evidente. ¿Puede alguien pensar ahora en la sociedad sin referirse a las ideas de Marx sobre los vínculos entre la vida económica y la intelectual? Las ideas de Marx dieron lugar a la sociología moderna, transformaron el estudio de la historia y afectaron profundamente a la filosofía, la literatura y las artes. En este sentido del término -que es ciertamente muy laxo- ahora todos somos marxistas.

Marxismo Instrumentalista

Definición de Marxismo Instrumentalista en Ciencias Sociales Una visión del papel del estado desde una perspectiva conflictiva o marxista. El estado es visto como un instrumento de la clase dominante de la sociedad y se asume que opera a su pedido. Este enfoque subraya la importancia de la […]

Filosofía del Siglo XIX

Filosofía del Siglo XIX Este elemento es una ampliación de los cursos y guías de Lawi. Ofrece hechos, comentarios y análisis sobre este tema. Perspectivas sobre la Filosofía del Siglo XIX Un número de diferentes corrientes y movimientos filosóficos surgieron, se desarrollaron y florecieron durante el siglo XIX, varios continuaron o al menos provocaron reacciones … Leer más

Teoría Marxista de las Relaciones del Derecho con la Economía

Teoría Marxista de las Relaciones del Derecho con la Economía Este elemento es un complemento de los cursos y guías de Lawi. Ofrece hechos, comentarios y análisis sobre este tema. Véase la información relativa a la economía neomarxista. Marx en la Historia del Pensamiento Económico y la Sostenibilidad El filósofo alemán convertido en economista político … Leer más

Filosofía del Estado

La experiencia histórica y la reflexión filosófica muestran que el Estado es una estructura necesaria de la sociedad, exigida por la naturaleza social del hombre en su unidad corpóreo-espiritual y en su libre disposición sobre la naturaleza. El Estado es tan necesario como la comunidad matrimonial y familiar para el hombre. El derecho internacional es imperfecto en cuanto su seguridad y su constante acomodación al desarrollo de la vida internacional, en cierto modo independiente de tal derecho, todavía no están garantizadas mediante una legislación y un tribunal que la ejecute en última instancia, recurriendo incluso a la fuerza. Se trata todavía de un derecho de coordinación y no de subordinación, es decir, la ejecución del derecho aún depende demasiado de la buena voluntad de los Estados. [rtbs name=”mundo”] Por esto de nada sirven las prohibiciones de la guerra (pacto Kellog). Más bien, en parte por la diplomacia, y más todavía por el desarrollo de instituciones jurídicas, han de crearse medios que hagan la guerra como ultima ratio cada vez más superflua.

Lecciones de Filosofía de Hegel

El papel como sostén de las Lecciones lo conservó la “Enciclopedia de las ciencias filosóficas en compendio” a lo largo de toda la época de Berlín a pesar de la publicación de la “Líneas básicas de la Filosofía del Derecho” el año 1820. Se trata, en los cuatro casos, de textos propiamente creados por los editores mediante la refundición de apuntes de clase de distintos alumnos y años, absorbiendo además dentro del texto resultante algunas de las minutas que el propio Hegel había usado para dar sus lecciones. Como sea que los documentos que sirvieron de base para tales refundiciones se han perdido en buena parte, resulta hoy por hoy imposible diferenciar con precisión en las Lecciones y en los «añadidos», tal como fueron de hecho publicados, lo que es verdaderamente atribuible a Hegel y lo que aportaron otras manos y mentes. Cada vez que impartía una parte de su filosofía reelaboraba la materia en función de nuevas lecturas y acontecimientos, de modo que él nunca dio su sistema por definitivamente escrito, pero los discípulos llevaron a cabo un trabajo compilador que creaba una totalidad compacta y atemporal, enteramente acabada y definitiva.

Lo sabemos hoy, porque de publicación la documentación disponible sobre aquella actividad docente de Hegel en Berlín. Una obra que reclama un mayor estudio, especialmente de los documentos de su última época, si es que se quiere seguir hablando de Hegel, aunque sea mal. Y por lo que se refiere más directamente a la “Enciclopedia de las ciencias filosóficas en compendio”, hay que decir con toda claridad que los «añadidos» constituyen un abuso de los discípulos mayor que el cometido con las Lecciones. Quisieron enriquecer el texto más que completarlo.

Querían que la “Enciclopedia de las ciencias filosóficas en compendio” fuese el sistema acabado y el baluarte de la escuela que ellos mismos pretendían formar. Así lo prueba el hecho de que Hegel siempre hablara de “mi” “Enciclopedia de las ciencias filosóficas en compendio” en singular, como ya hemos visto más arriba, descartando con esta expresión que se tratara de tres libros distintos. Y se impone igualmente la conclusión de que este único libro estuvo siempre sometido a un proceso de revisión que solo la muerte interrumpió. Para facilitarse esta tarea, pedía al editor que le suministrara varios ejemplares impresos en «papel de escribir», para seguir enmendando el libro, y con él a sí mismo.

Hoy piensan algunos incluso que, sobre las cuestiones más candentes de religión y política, Hegel se expresaba con más libertad en las clases que en los libros. Pero es bien claro que la publicación de las lecciones y los «añadidos» no podía hacerse como se hizo. Dejando esto bien sentado, hay que decir también que «añadidos» y «lecciones» tuvieron gran influencia, son textos más claros y didácticos que los libros escritos por Hegel, se leen con facilidad y no pueden ser enteramente falsos. De la historia que acabamos de exponer se debe no solo a que se trata de la última redacción del libro, sino porque fue ésta la versión que se publicó y conoció a lo largo de los siglos XIX y XX hasta nuestros días y es, por consiguiente, el texto que más influyó, positiva o negativamente, en la historia del pen­samiento posterior.

Otra razón para justificar nuestra opción es la necesidad de poner en las manos de nuestros estudiosos una traducción fiable de la “Enciclopedia de las ciencias filosóficas en compendio”. Se reimprime todavía en México la «versión española de E. Ovejero y Maury revisada», la cual también apareció en La Habana el año 1968. Más rocambolesco es aún el caso de las traducciones de Antonio M. Fabié y de Antonio Zozaya que también se reimprimen y provocan grandes desorientaciones de los estudiantes. Los alumnos creen tener en las manos la “Ciencia de la Lógica” de Hegel porque así lo leen en el título del libro, pero en realidad tienen solamente la primera parte de la “Enciclopedia de las ciencias filosóficas en compendio”. Y donde el fraude intelectual alcanza extremos insospechados es en la llamada “Filosofía del Espíritu” y que hemos visto reproducida en una edición argentina . Aparte de alterar la numeración de los parágrafos y de crear algunos por su cuenta, la traducción resulta altamente imaginativa y pintoresca.

Libros de Hegel

Según el modo de ver vulgarizado, la “Fenomenología del Espíritu” sería el fruto del tiempo de maduración que significó para Hegel su paso como docente novel por la Universidad de Jena . En cualquier caso, como escrito filosófico, la “Fenomenología del Espíritu” describe las distintas configuraciones o modos de ver y hacer por los que sucesivamente pasa la conciencia humana, individual y colectiva, hasta alcanzar aquel saber que merece la calificación de verdadero. Son categorías en el sentido más clásico de la palabra, mientras que para los conceptos en sentido corriente o vulgar, Hegel reserva el nombre de representaciones . La “Ciencia de la Lógica” sería entonces, según este modo simple de esquematizar, la obra representativa de la estancia de Hegel en Nuremberg y la más filosóficamente pura, si se puede hablar así, de todas las que escribió.

Hegel se había trasladado entonces a Bamberg, donde por un breve tiempo dirigió un periódico local y, a continuación, se instaló en Nuremberg. Una vez incorporado a esta Universidad, Hegel se encontró ante la necesidad de dotar a sus alumnos de un manual que les sirviera de hilo conductor de las clases. La estancia de Hegel en Heidelberg duró dos años escasos, porque en seguida aceptó trasladarse a la Universidad de Berlín, donde pronto había de alcanzar la cumbre de su fama . Esta última, según los tópicos más divulgados, vendría a revelar precisamente el carácter conservador en última instancia, e incluso reaccionario, de la gran construcción teórica que conocemos como filosofía hegeliana, la cual frecuentemente se identifica como «la última gran síntesis de Occidente». Es más, se ve condenado al fracaso por causa precisamente de su desmedida pretensión de darlo todo por racional y de haber pretendido desvelar esa racionalidad objetiva de todo el universo con su propia razón humana. Sin embargo, como suele suceder con esta clase de síntesis, es poco exacta. Si pues los planes de publicación de una «Enciclopedia» filosófica hay que remontados hasta la época de Jena, como se dice en el primero de estos informes, es útil tomar como punto de partida del proyecto la siempre citada carta de Hegel a Schelling, fechada aún en Frankfurt el 2 de noviembre de 1800. « Ahora, mientras aún me ocupo de ello, me pregunto cómo encontrar la vuelta para intervenir en la vida de los humanos». El amigo Schelling le abrió inmediatamente este camino de vuelta a «la vida de los humanos», facilitándole la incorporación a la Universidad de Jena, donde debió aún ocuparse de perfeccionar su sistema filosófico. Para incorporarse a la Universidad debe entonces habilitarse como profesor. Presenta, por tanto, el escrito de habilitación, dedicado a las órbitas de los planetas en dependencia excesiva de la filosofía de la naturaleza de su amigo Schelling, y presenta también entonces un elenco de doce tesis en latín que tienen interés como lejano embrión de la “Enciclopedia de las ciencias filosóficas en compendio”. Con formulaciones enérgicamente paradójicas y desde la tesis primera de este elenco, Hegel polemiza con la tradición racionalista y con el formalismo en el que aquélla había venido a caer. La «materia del postulado de la razón» que aparece en la tesis 8 no puede ser otra cosa, en lenguaje hegeliano, que el contenido absoluto.

«La materia del postulado de la razón que expone la filosofía crítica destruye a esta misma filosofía y es principio de spinozismo.» Véanse en la “Enciclopedia de las ciencias filosóficas en compendio” los§§ 54 y 55. Y, como sea que el kantismo abriga ese contenido en su seno, la filosofía crítica como filosofía de los límites insalvables contiene el germen de su autodestrucción, mal que le pese. Ha sido, pues, el mismo Kant quien ha puesto la bomba de relojería en el kantismo. «La idea es síntesis de infinito y finito, y toda la filosofía consiste en ideas.» También hay que evocar aquí el Primer programa de sistema del idealismo alemán, documento enigmático y sugerente como pocos para entender los orígenes de la filosofía idealista. Y la idea, por su parte, se define aún allí como síntesis de finito e infinito, con una fórmula demasiado dependiente tal vez del lenguaje kantiano y fichteano, un modo de hablar que se abandonará más tarde como inadecuado para expresar el fondo lógico-conceptual del espíritu como totalidad concreta y viva de individuos vivos. En cualquier caso, puede ya sostenerse desde estas tesis que la idea, en tanto complejidad o síntesis, incluye contradicción, y que la verdad de cada cosa particular reside en su inserción en el todo. De momento, sin embargo, a su llegada a Jena, Hegel no parece disponer de ningún desarrollo satisfactorio de ese núcleo de su filosofía.[rtbs name=”filosofia”]Por una parte, según los anuncios de sus primeras clases hasta el verano de 1805, el profesor novel se propone explicar el conjunto del sistema.

Parece, por tanto, que desde 1803 a 1805, Hegel se propone ofrecer en clase una visión a grandes rasgos del conjunto de su filosofía, al mismo tiempo que anuncia la inminente publicación de un compendio con el mismo contenido que el curso oral. La totalidad no le cabía en un solo libro y, al anunciar las lecciones del invierno de 1805-06, cambia significativamente su propósito. Quiere ahora, en efecto, publicar un volumen que deberá comprender no ya todo el sistema, sino solamente su primera parte. Sin embargo, esta “phaenomenologia praemissa” cobra también un mayor volumen cuando de hecho se redacta. Lo que primeramente se había concebido como un mero preliminar, se convierte a su vez en un libro independiente, hasta el punto de que, en el momento de ser publicada, la “Fenomenología del Espíritu” suplanta a la lógica y metafísica en la denominación de «primera parte del sistema». El propósito, sin embargo, de que la “Fenomenología del Espíritu” no llevara el título de «Primera parte del sistema» nos consta por una nota añadida el año 1831 al prefacio de la primera edición de la “Ciencia de la Lógica” Resulta así, por tanto, que, desde finales de 1805 en Jena, y desde luego más tarde en Nuremberg mientras escribe la “Ciencia de la Lógica”, el proyecto de publicar una visión compendiada del sistema ha cedido el paso a la redacción y publicación del sistema “in extenso”.

Aporte del Marxismo a las Ciencias Sociales

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Pensamiento del siglo XIX

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Marxismo: Doctrinario marxista La obra de Marx puede dividirse entre sus primeros escritos filosóficos (Manuscritos filosóficos y económicos, 1844; La ideología alemana, 1845-1846), sus panfletos (Manifiesto Comunista, 1848), sus análisis de acontecimientos contemporáneos (El 18 brumario de […]

Jeremy Bentham

Jeremy Bentham (1748-1832), filósofo, economista y jurista británico, creador de la doctrina del utilitarismo. Nacido en Londres el 15 de febrero de 1748, fue un niño prodigio que ya leía tratados a la edad de tres años, tocaba el violín con cinco y estudiaba latín y francés con seis. […]

Pensamiento Filosófico de Hegel

Georg Wilhelm Friedrich Hegel Influencia (Historia) Cuando Hegel murió era el filósofo alemán más importante. Sus ideas estaban muy difundidas y sus estudiantes gozaban de gran prestigio intelectual. Sus seguidores se dividieron pronto entre hegelianos de derechas y de izquierdas. Desde un […]