Filosofía Latinoamericana

La filosofía latina/o o latinoamericana es una tradición de pensamiento que se refiere tanto a la obra de muchos filósofos latinos en Estados Unidos como a un conjunto específico de problemas filosóficos y método de cuestionamiento que se relacionan con la identidad latina/o, las fronteras, la inmigración, el género, la raza, el feminismo y la decolonialidad. La «filosofía latina» es utilizada por algunos para referirse también a la filosofía latinoamericana que se practica dentro de América Latina y Estados Unidos, mientras que otros sostienen que para mantener la especificidad la filosofía latina debería referirse sólo a un subconjunto de la filosofía latinoamericana. Este texto considera tanto los contornos generales de la filosofía latina/o como su ubicación en la historia de la filosofía latinoamericana como la especificidad de un modo de filosofía que emerge de las prácticas y experiencias de las latinas/os que escriben y piensan dentro de los Estados Unidos. El surgimiento de la filosofía latina/o en el sentido más restringido no sigue una trayectoria simple, aunque una parte importante de su legado puede situarse en relación con la historia de la filosofía latinoamericana y su surgimiento como campo de estudio dentro de los Estados Unidos iniciado por filósofos hispanos y latinos. La filosofía latina/o también está conformada por las principales contribuciones del feminismo latino, y su diversa genealogía con vínculos con las mujeres de color y los feminismos del Tercer Mundo en Estados Unidos (véase, por ejemplo, la obra fundacional Moraga y Anzaldúa 1981, citada en Feminismos Latinos). Aunque la propia filosofía latina ha surgido más recientemente en Estados Unidos, la historia de la filosofía latinoamericana que enmarca muchas de sus cuestiones y se cruza con muchos de sus problemas clave de identidad y colonización comienza tras la colonización de las Américas por parte de los españoles y portugueses. Esto no quiere decir que no hubiera filosofía en las Américas hasta que los europeos colonizaron la región, pero lo que llamamos filosofía latinoamericana es el producto de la colonización; y la condición colonial de la filosofía latinoamericana es un tema que da forma a gran parte del trabajo contemporáneo en el área. La historia de la filosofía latinoamericana puede desglosarse en los siguientes períodos: el período colonial, el período de la Independencia, el positivismo y el período contemporáneo. La llevada a cabo en tierras de Hispanoamérica, Iberoamérica, o Latinoamérica, a partir de la época de la conquista española hasta nuestros días. No quedan comprendidas con este término, por tanto, las ideas filosóficas -si las hay- de las culturas precolombinas, maya, azteca e inca, sobre todo. En la filosofía latinoamericana, así entendida, pueden distinguirse tres grandes fases. Propia de la época colonial, se caracteriza por el predominio de la filosofía escolástica y la presencia de una cierta corriente humanista, con la consecuente mezcla de ambas, provenientes de la península ibérica, que España y Portugal imponen como cultura a las colonias de sus respectivos imperios. Nace esta filosofía en los colegios de las órdenes religiosas y en las universidades que éstas regentan. Se trata de obras que se inscriben en la filosofía tomista de la escolástica. Filósofos notables de esta época son el dominico Tomás Mercado y el jesuita Antonio Rubio, autor de Commentarii in Universam Aristotelis Dialecticam, obra conocida como Lógica mexicana. Al franciscano Alfonso Briceño, obispo de Nicaragua y luego de Caracas, se le considera el filósofo de mayor importancia dentro de la corriente escotista y, por su nacimiento en Santiago de Chile, el primer filósofo propiamente dicho del continente americano. A éstos hay que añadir un grupo de filósofos humanistas novohispanos, integrado principalmente por el franciscano Juan de Zumárraga, el clérigo don Vasco de Quiroga, fundador de los «hospitales-pueblo», el naturalista y filósofo, protomédico de Felipe II, Francisco Hernández y el dominico Juan Ramírez, quienes, influidos por ideas humanistas procedentes de Erasmo, Tomás Moro o J.L. Vives continúan la labor de la defensa de los derechos humanos de los indios, iniciada por Francisco de Vitoria y Domingo de Soto, en España, y Bartololomé de las Casas y Tomás de Mercado en México. La filosofía de tendencia suareciana se difunde ampliamente durante el s. XVIII, comienza el cambio hacia la filosofía moderna que empieza a llegar del continente europeo, como objeto más bien de crítica al principio, pero que es ya filosofía aceptada en autores como José de Aguilar, jesuita peruano, y Pedro Peralta y Barnuevo, seguidor de Copérnico, Descartes y Gassendi, así como en José Elías del Carmen Pereira, profesor de la universidad de Córdoba, y Carlos María González, ambos franciscanos seguidores de Descartes y de las nuevas ideas científicas. Tras el auge de las ideas ilustradas que comienza a mediados del siglo anterior, y en el marco de la eclosión del pensamiento liberal en lo político, el eclecticismo ideológico deriva hacia posiciones espiritualistas o más bien hacia un romanticismo ecléctico, muy en consonancia con los movimientos nacionalistas. El movimiento surge, al parecer, en Brasil coincidiendo con la llegada de Juan VI de Portugal y su corte a Río de Janeiro, que huye de la invasión de Junot en España. Este movimiento de liberación respecto de las ideas ilustradas se extiende por Argentina -donde Esteban Echeverría se apoya en las nociones de Volksgeist y de «razón histórica»-, por Bolivia -donde Joaquín Mora sigue preferentemente a Malebranche y a la escuela escocesa- y por otros países, como Perú o México. En Ecuador, Juan Montalvo, liberal profundo y revolucionario, opone a la abstracción de las ideas ilustradas y el materialismo francés principios espiritualistas e ideas románticas. «Al final del período, lograda la independencia, se impone, desde 1830 a 1910 como filosofía dominante, el positivismo filosófico como expresión del triunfo de los liberales sobre los conservadores -que imponen una educación distinta de la que se inspiraba en la escolástica tradicional- el cual, según se expresa Leopoldo Zea, es usado como «instrumento de la emancipación mental de Hispanoamérica.

En Argentina, las ideas positivistas -Comte, Spencer y Haeckel – llegan algo más tarde, llevadas también de la mano de la clase comercial e industrial. Los iniciadores son el jurista Juan Bautista Alberdi y el escritor Domingo Faustino Sarmiento, presidente de la República en 1868. La rama positivista más fiel a la primera filosofía de Comte -la de la ley de los tres estadios- se difunde ahora entre científicos, antropólogos y psicólogos de orientación spenceriana y darwinista. José Ingenieros, nacido en Palermo, hijo de padres italianos que se trasladan a vivir a Buenos Aires, es el más conocido de los positivistas de esta época. Gabino Barreda, médico, discípulo de Comte en París, autor además de la Ley de Instrucción Pública del D. F., introduce estas ideas en su país, rechazando el individualismo spenceriano e insistiendo en la solidaridad y otros aspectos sociales. La misma orientación, de fidelidad al primer Comte, y no al segundo, el de la mística de la humanidad, siguen el a veces considerado más humanista que filósofo, Justo Sierra, también en México, así como Manuel González Prada, en Perú, Eugenio María de Hostos y Bonilla, en Puerto Rico, y Belisario Quevedo, en Ecuador. El positivismo fue adoptado como filosofía en toda Latinoamérica. Se producen también diversas aportaciones a la filosofía latinoamericana por parte de filósofos exiliados españoles.

A la última fase de la tercera época se la define como una «mayoría de edad filosófica» de los países iberoamericanos .

Razón Pública

Razón Pública en la Teoría del Derecho Recursos Véase También Teoría del Derecho Natural Teoría del Derecho Divino Bibliografía Paloma Durán y Lalaguna: Notas de Teoría del Derecho. Castelló de la Plana. Publicaciones de la Universidad Jaume I. 1997 Ignacio Ara Pinilla: Introducción a la […]

Pensamiento Político Ilustrado

Este texto se ocupa del pensamiento político ilustrado, también llamado pensamiento ilustrado, o política ilustrada, incluyendo la cuestión del contrato social. y a Voltaire, dentro del contexto del pensamiento político y económico de la ilustración. Desde fines de los años 90 se han renovado las críticas, algunas nuevas y otras que suponen variaciones sobre temas más antiguos. Los conservadores deploran el utopismo o reformismo demasiado confiado de la Ilustración, los comunitaristas su individualismo, los multiculturalistas su universalismo, las feministas su patriarcalismo, los foucaultianos y los teóricos críticos su legado de tecnologías de control y manipulación social, los teóricos poscoloniales su respaldo al eurocentrismo y al imperialismo, y los posmodernos su ferviente abrazo al fundacionalismo. Sin embargo, para los verdaderos estudiosos del período, parece que el propio concepto de «la Ilustración», y especialmente la noción de un «proyecto de la Ilustración» unitario, a menudo han sido construidos por los críticos y tienen poca relación con lo que se encuentra en los textos del período. Ciertamente, las teorías morales y políticas de la Ilustración son mucho más complejas y diversas de lo que implican las críticas, y figuras clave como Montesquieu, Rousseau y Hume apenas encajan en estereotipos como el «racionalismo» o la despreocupación por la historia y el contexto. No obstante, cada época reescribe la historia desde su propia perspectiva, incluida la historia del pensamiento político, y nuevas cuestiones han provocado y seguirán provocando nuevas investigaciones sobre lo que sin duda seguirá siendo denominado por muchos, aunque a veces de forma oscura, como la Ilustración. Una característica notable de la filosofía política anglófona reciente ha sido el relativo declive de la estatura concedida a Locke, por dos razones no relacionadas, y que se explican en el texto.
Se han explorado en artículos facetas más específicas del amplio pensamiento político de Hume, incluyendo su constitucionalismo, su crítica al contractualismo, su explicación del equilibrio de poder en relación con la política exterior británica, y su versión de una doctrina de «derecho prescriptivo» -una idea más a menudo asociada con Burke- como base de la legitimidad del régimen.

Ilustración Escocesa

La Ilustración Escocesa La Ilustración escocesa marca el período de eflorescencia intelectual sin precedentes en Escocia durante la mayor parte del siglo XVIII. Este florecimiento se nutrió de las evoluciones en Inglaterra y en el continente europeo, así como de la Ilustración inglesa y […]

Era de la Hegemonía Europea

La expansión europea comenzó realmente con la conquista portuguesa de Ceuta en 1415 y persistió durante unos cuatro siglos de mercantilismo hasta un «meridiano imperial» (1783-1825). En esa coyuntura de la historia mundial (o global) (que marcó una transición en la geopolítica de un orden económico internacional mercantilista a uno liberal), las cinco potencias europeas más implicadas en la expansión en ultramar (Portugal, España, Países Bajos, Francia y Gran Bretaña) habían perdido la soberanía sobre la mayoría de sus antiguas colonias y puestos comerciales en América, pero siguieron conservando y ampliando sus imperios en el sur y el sureste de Asia, Australasia y África hasta una época de descolonización después de la Segunda Guerra Mundial. Los europeos abrieron el mundo a la exploración y revelaron sus secretos, pero al mismo tiempo utilizaron no sólo su propio territorio sino también los océanos y las tierras recién descubiertas para librar sus batallas entre sí, llevando sus rivalidades a los más remotos rincones de la Tierra.

Consecuencias de la Ilustración

Este texto se ocupa del legado, efectos o consecuencias de la Ilustración. La Ilustración ayudó a combatir los excesos de la iglesia, a establecer la ciencia como fuente de conocimiento y a defender los derechos humanos contra la tiranía. También nos dio la escuela moderna, la medicina, las repúblicas, la democracia representativa y mucho más.

Esquema de Filosofía

Esquema de Filosofía Este elemento es una ampliación de los cursos y guías de Lawi. Ofrece hechos, comentarios y análisis … Leer más

Siglo de las Luces

Aspectos Jurídicos y/o Políticos de Siglo de las Luces Siglo de las Luces en relación con la Filosofía Siglo de las Luces o Ilustración, término utilizado para describir las tendencias en el pensamiento y la literatura en Europa y en toda América durante el siglo XVIII previas a la Revolución […]

Características de la Ilustración

Como se ha hecho evidente que las líneas de exclusión política, económica y jurídica heredadas del orden colonial persisten en el presente, los estudiosos de la IR recurren cada vez más a la historia para dar sentido a los discursos de la civilización contemporánea. Se ha prestado mucha atención a la recuperación de esas líneas de exclusión política y jurídica que nos legó el orden colonial de los siglos XIX y XX en forma de «normas de civilización». Sin embargo, se han dedicado menos esfuerzos a la investigación de los discursos europeos de los siglos XVII y XVIII sobre la civilización, es decir, los antecedentes de las normas de civilización.

En esta entrada se ha esbozado algunos de los rasgos más destacados de la concepción de la civilización surgida de la Ilustración en Europa y he sugerido un compromiso más estrecho con ella. Como otros pensadores europeos del siglo XVIII, los escoceses no se preocupaban centralmente de dictar sus teorías al servicio del imperialismo europeo, sino más bien de la creación de un orden europeo de estados territoriales. El hecho de que las historias conjeturales de los escoceses miraran «hacia adentro» -a la historia de Gran Bretaña y Europa- más que «hacia afuera» no impidió que los autores posteriores restaran importancia al carácter «local» de estas historias y las adaptaran a las visiones teleológicas de la historia del mundo y a las ideas de una misión civilizadora del imperialismo blanco y occidental. Volver a examinar el concepto de civilización que surgió de la Ilustración no solo es importante porque es el espacio social donde la noción de civilización europea encuentra sus raíces «modernas», sino también porque es un ejemplo de un contexto intelectual en el que la civilización se entendía como una formación cultural internamente diversa y un proceso históricamente fluido. Por lo tanto, la recuperación de esta concepción multidimensional y dinámica puede contribuir a restar importancia a la adquisición de algunas teorías contemporáneas – como el «choque de civilizaciones» – basadas en nociones de civilización y cultura internamente homogéneas e históricamente estáticas. La Ilustración en España fue un comportamiento específico que tuvo en España este movimiento intelectual europeo que se desarrolló en el siglo XVIII hasta la Revolución Francesa.

Ideas de la Ilustración

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Ilustración

Está mencionada como uno de los ocho valores políticos básicos de Lasswell: poder, ilustración, riqueza, bienestar, habilidad, afecto, rectitud y deferencia. En términos más filosóficos, el término «iluminación», como sustantivo o adjetivo, ha sido ampliamente utilizado por los historiadores del siglo XX para cubrir una multitud de ideas y actividades en el siglo XVIII, muchas de las cuales eran bastante desconocidas para sus contemporáneos. Sin embargo, las categorías y taxonomías utilizadas por los historiadores, y sus lealtades normativas, no son inmunes a la revisión, y el uso del término puede disminuir a medida que las investigaciones contextuales detalladas examinan con más detenimiento que hasta ahora el pensamiento y la acción de la época. Durante los últimos doscientos años el significado y las implicaciones de muchos términos familiares han cambiado mucho. No existe un solo principio, práctica o significado al que todos se adhirieran, en diferentes culturas, durante el `período de la iluminación’. Aunque muchos escritores abogaron por una investigación escéptica sobre la naturaleza del conocimiento, la naturaleza, la sociedad y la condición humana, pocos sostuvieron que las respuestas se encontraban solo con el ejercicio de la «razón»; y la mayoría estaban influenciadas, al menos indirectamente, por los recursos tecnológicos y científicos y la comprensión de la época.

David Hume

Esta entrada se ocupa de la vida y obra del pensador escocés David Hume. Entre 1734 y 1737 vivió en Francia, donde escribió un Tratado de la Naturaleza Humana, que se publicó anónimamente en 1739-1740. Para aumentar las decepcionantes ventas de la obra, publicó un resumen anónimo de sus principales tesis. Este folleto, ahora conocido como el Resumen, señalaba precisamente los principios que seleccionó para la discusión al reescribir los tres volúmenes originales para su publicación como tres obras separadas entre 1748 y 1752. Estas se conocen ahora como Una investigación sobre la comprensión humana (1748), Una investigación sobre los principios de la moral (1751), y Una disertación sobre las pasiones (1757). La intensa investigación moderna sobre la recepción de las obras de Hume por sus contemporáneos y sus sucesores cercanos en toda Europa revela que casi nadie lee sus textos como lo hacen los filósofos e historiadores profesionales del siglo XXI. Casi ninguno subrayó lo que los intérpretes posteriores han afirmado ser sus propios énfasis o prioridades y casi todos se limitaron a «tomar» lo que necesitaban de sus textos, a menudo de forma bastante aleatoria, para sus propios programas contextuales.

Edmund Burke

Edmund Burke (1729-1797), estadista y filósofo político británico nacido en Irlanda, famoso tanto por su brillante oratoria como por su crítica de la Revolución Francesa. Burke nació en Dublín y fue educado en el Trinity College de esa ciudad. Durante un breve periodo estudió Derecho en […]